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dissabte, 29 d’abril del 2023

Reseña: La sociedad del desconocimiento ( y IV)

IV

Lo que nos espera*

24

Entender y gobernar el mundo que viene







Uno de los déficits de los libros donde se diagnostican los males que nos amenazan, es la falta de alternativas que pueden ofrecernos. Una de las características actuales es la llamada a la apocalipsis o bien la exaltación del statu quo como el mejor de los mundos posibles. En ambos casos, no se dibujan alternativas. En el texto de Innerarity, en su capítulo 24, trata de ofrecer pistas para tratar de incidir en un cambio de rumbo, sabiendo que el antiguo papel del intelectual ha dejado paso o al experto o al influencer de turno. Sus pistas son en muchos casos genéricas, algunos podrían llamarlas gaseosas, pero, son un intento de ponernos en una dirección que no vaya contra los intereses de la mayoría. 

Dice Innerarity sobre el utillaje conceptual:” (…), el resultado causal de un intento de inventariar las estrategias para comprender y gobernar el siglo XXI. Creo que es un mundo que se va a caracterizar, se caracteriza ya, por la aceleración, la incertidumbre, el conocimiento, la sostenibilidad, la pluralidad, la complejidad, la inclusión, la interdependencia, la apertura y la protección. Advierto de antemano que algunos de estos valores son realidades asentadas y otros representan más bien aspiraciones normativas” (pág.227/8).

A título ilustrativo me centro en dos de los paradigmas que enumera, a saber: Complejidad e interdependencia. Empecemos por el primero.


6. Complejidad.

Innerarity hace hincapié en la falta de conceptos “nuevos” para hacer frente a la complejidad del mundo actual. Utilizar conceptos de la era “sólida” –desde Marx hasta Weber o Habermas- no siempre iluminan las complejidades que nos rodea. Nuestras sociedades abordan retos que van más allá de las escalas nacionales para traspasar fronteras, la globalización ha creado una red que requiere de estructuras horizontales en vez de las clásicas estructuras verticales (jerárquicas). Piénsese en la aparición de actores como China o la India como potencias que demandan replantear todas las antiguas estructuras geopolíticas. Lo que sucede en China, la India o Ucrania, repercuten de manera inesperada en el resto de nuestro pequeño mundo. Si se habla del cambio climático, las soluciones no serán instantáneas, ni fáciles, habrá resistencias de todo tipo, pero, sino no queremos ir al desastre –que vamos en esa dirección-, inevitablemente, habrá que dialogar y discutir con todos los países, la ONU, debería cambiar su estructura del Consejo de Seguridad –resultado de la Segunda Guerra Mundial (1945)-. Innerarity nos advierte: “(…) este no es un mundo para oportunistas, y que hay otro tipo de liderazgos que tanto la gravedad de nuestros desafíos como esa parte menos ruidosa de nuestras sociedades están demandando” (pág.231). El problema es que en el horizonte inmediato, no se acaba de ver esos nuevos tipos de liderazgos, porque en la actualidad, los modelos autoritarios o dictatoriales –Rusia o China- no hacen presagiar nada bueno.

8. Interdependencia

Consecuencia de la complejidad es la interdependencia, adiós al mundo de las fronteras y la soberanía nacional. Los problemas de nuestros vecinos, acaban llegando hasta nosotros. Lo sucedido con la pandemia es una buena advertencia que no podemos hacer frente a los nuevos desafíos con los instrumentos de antaño, por ejemplo, cerrar fronteras, tampoco en el caso de la inmigración. Se requieren soluciones que aborden los problemas desde su origen, lo que supone, esfuerzo, trabajo, diálogo entre las partes y comprensión de los problemas, para buscar soluciones que puedan satisfacer a todo el mundo. Como se puede intuir, las dificultades son máximas, no hacer nada, ni soluciona el problemas y si los agrava, generando turbulencias de toda clase algunas de las cuales, aún ni podemos imaginarlas. Dice Innerarity que “el espacio mundial se dibuja hoy en términos más inciertos. Nuestras inseguridades son compartidas y su gestión encaja mal con la idea demasiado simple de la seguridad nacional” (pág.232). Hay que pasar de la competencia a la cooperación y eso supone reconocer al “Otro”, sea en nuestra propia casa –emigración- como en el exterior. Desgraciadamente, las inercias del pasado son una pesada losa que lastra el presente y ralentizará el futuro. Con la pandemia –un reto inédito a escala global- nos alumbró un futuro al que no estábamos preparados. ¿Seremos capaces de no volver a tropezar con las mismas piedras en el futuro que ya está aquí? 



divendres, 21 d’abril del 2023

Reseña: Los abusos de la memoria

 Reseña: 

Tzvetan Todorov. Los abusos de la memoria. Trad. Miguel Salazar Barroso, Colección, Contextos. Ed.Paidós, Barcelona, 2013.  




En la sinopsis se puede leer lo siguiente:

"Es una reflexión abierta a todos los públicos. En nuestra época, los occidentales, y más concretamente los europeos, parecen obsesionados por el culto a la memoria. Sin embargo, Todorov afirma que, aunque hay que procurar que el recuerdo se mantenga vivo, la sacralización de la memoria es algo discutible. Debemos permanecer alerta para que nada pueda apartarnos del presente, y también para que el futuro no se nos escape de las manos.”

Al inicio de la obra se abre con una cita de Le Goff que resume exactamente el parecer del autor:

"La memoria intenta preservar el pasado sólo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento."

JACQUES LE GOFF


La historia está hecha de olvido y recuerdo. Los monumentos nos recuerdan hechos y gestas. Recordar el pasado permite que este no se repita. Sin embargo, la glorificación del pasado puede llevarnos a la parálisis y la inacción. El pasado debería espolearnos ante el presente y dirigirnos hacia el futuro. Se viven tiempos confusos que parecen querer que el pasado se instaure en el presente. Algunos echan en cara que se quiere pasar página del pasado. Pero, ¿cómo vivir en la nostalgia eterna? 

Todorov nos hable de dos tipos de memoria: la memoria literal y la memoria ejemplar. A la primera, el pasado se congela, no sirve para compararla con otros hechos, por ejemplo, el holocausto-, según este tipo de memoria literal, le hecho es único e irrepetible. No existe posibilidad de compararlo con otro hecho semejante. El segundo, “permite utilizar la lección del pasado para actuar en el presente”  (Todorov). 

En Occidente, la idea del pasado va unida también a las víctimas. Ser víctima se ha convertido en una epidemia. Ser víctima de victimas  permite acceder a un universo simbólico, pero no solo, también material, en su caso. Todos se sienten víctimas del “Otro”. Por esta vía, no parece muy prometedora la posibilidad de levantar el duelo –la pérdida-. Se hace crónica y cualquier crítica se considera una afrente a las víctimas originarias (esclavitud, judío, comunista, mujer, homosexual, etc.).

La memoria debe permanecer como recordatorio que el mal acecha. La guerra de la ex Yugoslavia o la actual guerra en Ucrania son guerra que podemos rastrear en el pasado, pero, quienes hoy han dado las órdenes son dirigentes del presente que utilizan el pasado para sus propios planes y autojustificaciones. ¿Qué haremos con esos dirigentes cuando acabe la guerra? Una de las características de los gobernantes, es que nadie se responsabiliza por nada. Es la propia Comunidad internacional que debería sancionar a quienes cometen crímenes contra la humanidad. El problema es siempre el mismo, el TPI de la Haya, no lo reconoce ni EEUU, ni China, ni por supuesto Rusia. Como dice Todorov al finalizar este breve ensayo, “lejos de seguir siendo prisioneros del pasado, lo habremos puesto al servicio del presente, como memoria –y el olvido- se han de poner al servicio de la justicia”.


dijous, 6 d’abril del 2023

Reseña: La sociedad del desconocimiento (II)

Daniel Innerarity, La sociedad del desconocimiento, Galaxia Gutenberg. 2ª ed. Barcelona, 2022.




6

Epistemocracia: arrogantes y crédulos


Si en el orden político la distinción derecha e izquierda se sigue utilizando, a pesar de la indistinción de las políticas económicas, en el orden del conocimiento Innerarity contrapone a “arrogantes contra crédulos, a quienes confían demasiado en el saber frente a quienes confían demasiado poco en él y se creen cualquier cosa” (pág.87). Toda una constelación de discursos “mágicos” –negacionismos, teorías conspiratorias, escepticismo- se enfrentan a un modelo de saber que está en crisis. Innerarity ve su origen en la “epistemologización de lo político” (pág.87).

La sociedad del conocimiento utiliza se basa en el saber, que aplica a la tecnología, al crecimiento económico, y ahora a la política (pág.87). Los gobiernos utilizan el prestigio de la ciencia para diseñar sus políticas, los cantos de sirena de los expertos, datos y certezas pretenden legitimar la acción de los gobiernos. ¿Quién puede oponerse a la avalancha de cifras y datos? En el horizonte se pretende difuminar el  debate político, la deliberación o confrontación dialéctica, por el  dictamen experto, inapelable por ser exacto y neutro. Sin embargo, es precisamente este enfoque el que nuestro autor pone en cuestión.

Según Innerarity, “la epistemocracia estaría guiada por la creencia de que muchos problemas sociales y políticos sólo se pueden resolver cuando se entienden como problemas de conocimiento”  (pág.88). 

La epistemocracia pretende disolver la política que en democracia, supone participación, diálogo, debate, mayorías y minorías, responsabilidad, valores. Como bien dice nuestro autor, “detrás de todo ello está la suposición de que hay un camino directo que va de la evidencia a la política correcta. Curiosamente, hay reminiscencias platónicas, cuando se apela al saber de los que saben, pues, sólo ellos, son capaces de saber lo que mejor nos conviene.

En el modelo epistemocrático, los ejes centrales no son la justicia o la igualdad, sino lo verdadero y lo falso. Se puede tener conocimientos, pero eso, no supone implementar buenas políticas. La existencia de los expertos, no ha resuelto, los problemas que suscitó la crisis del 2008 o las disputas entre experto a causa de la pandemia. Por momentos, en el caso de la pandemia, muchos expertos se arrogasen el papel de gobernantes ante la docilidad de nuestros gobernantes. Como afirma Innerarity, “la democracia no tiene por objetivo alcanzar la verdad (aunque muchos ciudadanos así lo piensen y muchos políticos así lo digan), sino decidir con la contribución de toda la ciudadanía sobre la base de que nadie –mayoría triunfante, élite privilegiada o pueblo incontaminado- tiene un acceso privilegiado a la objetividad que nos ahorre el largo camino de la discusión pública” (pág.90-1).

En democracia, el conocimiento experto, no determina de manera inequívoca el plan de acción a desarrollar. Si así fuera, ¿qué sentido tendría la política? La política no puede ignorar el conocimiento, pero debe conjugarse con una multiplicidad de intereses en juego, y la acción política debe llevarla a cabo teniendo en cuenta el interés de la sociedad. 

El conocimiento científico, ha posibilitado la vacuna del Covid-19 en tiempo record. Pero, también ha generado controversias en la comunidad científica. Estas controversias, son producto, de lo que Innerarity denomina “sociedad del desconocimiento”. Cada avance implica abrir brechas de ignorancia, que hay que saber gestionar. Sabemos muchas cosas, pero, también somos más conscientes de la amplitud de nuestra ignorancia. Criticar a los expertos, no supone inmediatamente entrar en el terreno de lo irracional. Como dice el autor: “Tan absurdo sería no tomar en consideración el saber científico disponible como dejar de explorar las opciones que ese saber permite” (pág.93).

Las explicaciones alternativas, son producto de la desconfianza que produce la alianza entre el poder político y la ciencia, pues, “la política que se entiende sin alternativa provoca hechos alternativos” (pág.93). Innerarity sostiene que frente al negacionismo, sea del cambio climático, o lo sucedido en la pandemia, no es tanto, apelar a la verdad, sino en “repolitizar los conflictos y permitir una articulación entre los hechos y las decisiones  que no sea vista como una imposición, sino como un ejercicio de libertad” (pág.93). La política no puede ser el brazo ejecutor de los designios de los científicos. Precisamente, porque la comunidad científica también está llena de controversias y opiniones dispares. 

La solución a este negacionismo pasa por más conocimiento, debate social y político, supone la participación de la sociedad  de los “tertulianos”, que no son expertos en determinadas cuestiones, pero que pueden opinar como ciudadanos. Nadie puede ser experto en todo, la división del conocimiento es de tal calibre que todos somos “crédulos” en el terreno del saber experto. Innerarity reivindica lo que las sociedades democráticas puede hacer en este debate, pues, “cuando está bien diseñada –las instituciones- y es viva su cultura política, puede permitirse el lujo del ensayo y el error, llegando incluso a sobrevivir a la incompetencia de los representantes y a la irracionalidad  de la gente” (pág.95).

Sería deseable no poner a prueba esa combinación  -incompetencia e irracionalidad-, entre otras cosas, porque las instituciones, también son afectadas por dicha combinación. Las derivadas del “autoritarismo posdemocrático” (Josep Ramoneda), podrían poner en tela de juicio a la misma idea de democracia.




dimecres, 29 de març del 2023

Ressenya: Roma soc jo

 He acabat de llegir la novel•la, Roma soc jo. La veritable història de Juli Cèsar, de Santiago Posteguillo, Trad. Mireia Alegre i Núria Parés. Rosa dels vents, Barcelona, 2022.



La novel•la és deixa llegir, especialment la part dedicada a Gai Mari, i alguns moments del judici a Dolabel•la. La novel•la abasta un període relativament curt en la vida de Juli Cèsar. Hi ha un apèndix, Nota històrica, on explica el context històric, i els seus plans de futur, es a dir, hi haurà continuació en la vida de Juli Cèsar. Quan comparés el què diu Suetonio, en la seva “Vida de los Césares”*, i el que explica Posteguillo, t’ha dones que Suetonio dedica dos pàgines  (131-132) a explicar les 671 d’aquesta novel•la, on imagina com devia ser el judici i els primers passos de Cèsar.

Suetonio no fa literatura, explica fets –almenys els fets que li interessa a ell-, mentre Posteguillo vol ficar-se dins dels personatges, per saber què volien, com sentien, però no ho acaba de aconseguir. Hi ha ofici, és un artesà, però com diria Sòcrates a Io**, no està gens inspirat per els deus, a Posteguillo, no li cal, perquè sap com fer-ho  per anar de best-seller a un altre. Cal saber fer el que fa Posteguillo, sens dubte, escriure es molt difícil, embastar històries versemblants, construir personatges dotats de personalitat pròpia, generar trames que atrapin al lector, no es feina fàcil. Però Posterguillo no es un Muñoz Molina, o un Jaume Cabré, i això en fa pensar amb el que deia Io –personatge de Plató- i la metàfora dels anells que va encadenant els lectors (533e).

Com sé que el que diu Posteguillo sobre les costums romanes son fiables? No ho podem saber, almenys els lectors que no sàpiguen de les costums romanes, es a dir, si no hem llegit cap història sobre Roma. Ell, segur, s’ho ha mirat, però tot queda difuminat, sense temps concret. Una de les tècniques que fa servir és anar enrere per explicar les històries dels principals personatges de la novel•la, mentre el centre d’aquesta història és el judici a Dolabel•la. En definitiva, obra distreta, anava a dir, discreta, potser esperava més, però això és tan subjectiu que no és pot generalitzar. 

Hi ha un apèndix (II) dedicat a glossari de termes llatins (pàg.679-700) que van apareixen a la novel·la. Al (III) hi ha un arbre genealògic de la família de Juli Cèsar. Al (IV) hi ha mapes de l'època, val la pena mirar-s'ho.


divendres, 24 de març del 2023

Reseña: Razones de la creciente oposición al alarmismo climático

 El artículo de Juan José R. Calaza, Razones de la creciente oposición al alarmismo climático, Claves de Razón Práctica, número 287 marzo/abril.



Temperatura de la Superfície de Mar (SST)

El articulista intenta responder a la pregunta: ¿Desde el final de la Pequeña Edad de Hielo, 1870/80 opera alguna causa natural del calentamiento global?

La tesis negacionista del autor sobre el cambio climático debido a la acción del hombre, es minoritaria, no por eso, deberían ser sin más excluida. Como afirma Daniel Innerarity en “La sociedad del desconocimiento”, la evidencia de controversias en el ámbito científico sobre diversidad de temas, permite vislumbrar que estamos lejos de tener los conocimientos  necesarios para responder a los retos que el cambio climático nos impone.  Es cierto que el autor ni el climatólogo, ni geólogo, y se halla en el 3% que se opone en el ámbito de la comunidad científica acerca del papel del hombre y el calentamiento global. Su visión es más ideológica que científica. Según su opinión hay una constelación de intereses que se han mancomunado para afirmar la conexión entre calentamiento global y la acción del hombre. 

El autor utiliza el artículo de Latif, M., Sun, J., Visbeck, M. et al. La variabilidad natural ha dominado el Atlántico Circulación Meridional de Vuelco desde 1900. Nat. Clim. Chang. 12 , 455–460 (2022).  https://doi.org/ 10.1038/ s41558-022-01342-4

“Most of the SST cooling in the subpolar NA, which has been attributed to anthropogenic AMOC slowing, occurred during 1930-1970, when the radiative forcing did not exhibit a major upward trend. We conclude that the anthropogenic signal in the AMOC cannot be reliably estimated from observed SST. A linear and direct relationship between radiative forcing and AMOC may not exist.”

“La mayor parte del enfriamiento de la TSM en el NA subpolar, que se ha atribuido a la ralentización antropogénica de la AMOC –Circulación Meridional del Retorno del Atlántico Norte-, se produjo entre 1930 y 1970, cuando el forzamiento radiativo no mostraba una tendencia ascendente importante. Concluimos que la señal antropogénica en el AMOC no se puede estimar de manera confiable a partir de la SST observada. Es posible que no exista una relación lineal y directa entre el forzamiento radiativo y la AMOC.”

El problema de tal afirmación, es la utilización de diferentes modelos estadísticos para establecer correlaciones. Dependiendo de la utilización de dichos modelos los resultados pueden variar. ¿Es posible que la comunidad científica se precipite en las conclusiones catastrofistas que proyecta en el futuro más inmediato? Es difícil saberlo, es posible que todo sea producto del azar y que estos procesos de calentamiento puedan revertirse de manera natural.

Sin embargo, al principio del artículo, afirman de entrada lo siguiente: 

“El calentamiento de la superficie global (calentamiento global en adelante) desde principios del siglo XX es inequívoco, y los humanos son la causa principal a través de la emisión de grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI), especialmente dióxido de carbono (CO 2 ). Los océanos han almacenado más del 90% del calor atrapado en el sistema climático causado por la acumulación de GEI en la atmósfera, contribuyendo así al aumento del nivel del mar y provocando oleadas de calor marinas más frecuentes y más duraderas.”

La sociedad del desconocimientos -D.Innerarity- supone confesar que a pesar que conocemos muchas cosas, el volumen de lo que desconocemos es aún demasiado grande. Es necesario actuar con cautela, pero no mirar a otro lado, ni mucho menos hacer que nada de lo que hace el ser humano es inocuo para la naturaleza y nuestro propio planeta.


dilluns, 20 de març del 2023

Ressenya: La sociedad del desconocimiento (I)

 Estic llegint el llibre de Daniel Innerarity, La sociedad del desconocimiento, Galaxia Gutenberg. 2ª ed. Barcelona, 2022.






3

Falsas opiniones: la desinformación en la sociedad del desconocimiento


“Los procesos de desintermediación característicos del mundo en el que vivimos ha favorecido tanto la comunicación como la desinformación.”(pág.37) ¿Cómo hacer frente a la desinformación? Esta es la pregunta que permite a Innerarity intentar una respuesta a la cuestión planteada.

Como vivimos en una sociedad democrática, la libertad de expresión, puede convivir con la desinformación, con las new fakes?

Una de las derivadas de la era de las redes sociales, es que todos podemos comunicar nuestras ideas a todo el mundo. Los nuevos medios de comunicación, internet, redes sociales, habilitan para que cada uno de nosotros sea portavoz de sí mismo o de cualquier grupo. No hay intermediarios como lo son los medios de comunicación –periódicos, radios, tv-, no se requiere título, tampoco conocimientos, simplemente, lanzarse a escribir o decir lo primero que se le pase a uno por la mente. No hay necesidad de contrastar las opiniones, las fuentes, los testigos, todo esto es ahora superfluo, innecesario, lo que vale es la inmediatez de lo dicho. 

El problema de esta nueva revolución es que se trata de “un fenómeno en el que se mezclan oportunidades de democratizar la información con gangas para el desinformador” (pág.38) 

Innerarity utiliza un lenguaje preciso, analítico, se aleja de retóricas innecesarias, y así puede establecer los parámetros en los que estamos insertos en esta nueva “sociedad de la desinformación”. Conceptos como desjerarquización (pág. 37), suponen una alteración de las funciones que anteriormente se daban por supuestas: profesional-amateur, se ha borrado, al menos para el amateur. Internet volatiliza la anterior jerarquía de los medios como emisores. Ahora cualquiera puede emitir desde cualquier ordenador para una comunidad inimaginable hace pocas décadas.

El “espacio público se horizontaliza” (pág.38), eso significa, que la crítica se convierte en la nueva autoridad. No hay instancias para determinar lo verdadero, simplemente, la verdad se transforma en afirmaciones según las cuales, cualquiera está en posición de la verdad. Así, por ejemplo, la tierra es plana, o que las vacunas son instrumentos de dominación, etc. El nuevo espacio público se convierte en una especie de jungla donde la verdad se transforma. No hay silencio posible, hay espectáculo ventrílocuo, donde todas las voces pretenden tener la misma validez. Como dice Innerarity “la actual fascinación por las redes sociales, la participación o la proximidad ponen de manifiesto  que la única utopía que sigue viva es la de la desintermediación (Innerarity/Colomina 2020)” (pág.39).

Innerarity sospecha que detrás de esta idea de la desintermediación –instancias intermedias entre la sociedad y el ciudadano-, “hay una lógica de fondo que conecta el desinterés hacia el periodismo, la preferencia por los mercados escasamente regulados –afirmación que podríamos poner en cuestión- y el desprecio hacia la política (…). Late la idea de que el mundo, es decir, la verdad, la justicia y la democracia, están inmediatamente a nuestro alcance y que los procedimientos e instituciones –instancias intermedias- pata la configuración de estos valores son los culpables de su desfiguración” (pág.39). Esta idea de la simplicidad está en el fondo asociado a nuestra profunda ignorancia de los mecanismos en la que nos movemos. En sintética expresión de Lash (2002) la “desinformada sociedad de la información” (pág.40). 

Una de las cuestiones que plantea es que la mentira siempre ha existido. ¿Por qué las fake news deberían preocuparnos? Innerarity apunta dos factores contradictorios “que explican que nuestra época se haya vuelto tan locamente mentirosa y crédula” (pág.41).  La avalancha de información, la falta de criterio, han generado un “cortocircuito que internet ha producido en las instituciones del saber” (pág.41)

Si la sociedad sólida – desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el derrumbe del muro de Berlín- suponía que había una jerarquización y un saber que permitía ver el futuro con optimismo, hoy “no vivimos en un mundo de evidencias, sino en medio del desconocimiento, el sabe provisional, las decisiones arriesgadas y las apuestas. La verdad no es lo mismo que la objetividad y la exactitud” (pág.41/2)

La verdad es siempre la excepción, porque vivimos en un mundo de complejidad creciente, donde esa complejidad implica límites a nuestros propios conocimientos. No deberíamos obsesionarnos con la verdad (en mayúsculas), debemos enfrentarnos a lo que no sabemos. La fake news es un subproducto de este mundo acelerado. En sociedades  democráticas ¿cuánta mentira puede soportar? ¿qué límites debe imponer? Dice bien innerarity cuando afirma que “la democracia es un conflicto de interpretaciones y no una lucha para que se imponga una “descripción correcta” de la realidad” (pág.43). Richard Rorty dejó escrito que “el valor de la democracia era superior al de la verdad” (pág.44). 

Las fakes news plantean dos cuestiones de ordenes diferentes: por un lado, el problema epistemológico, es decir, ¿cómo establecer qué es una mentira? y por otro lado, el problema de la legitimidad, es decir, cuando intervenir para evitar daños a la sociedad.

La tesis de Innerarity es que una sociedad democrática, debe ser capaz de aceptar las fakes news, pues, la propia realidad puede desmentir las noticias falsas. Para nuestro autor “lo que caracteriza en sentido propio a las fake news es que quien las propaga es consciente de su falsedad o, dicha de otra manera, las comunica desde una indiferencia hacia la verdad (Mukerji 2018)” (pág.45-6)

Un régimen que determine que es la verdad, entraría en la senda del totalitarismo, por eso la democracia puede soportar sin mucho desgaste esas noticias que aparecen en medios serios como amateurs. Ahora que se cumplen veinte años de la invasión de Irak, y las famosas “armas de destrucción masivas”, fueron sin duda las primeras fake news. El problema era que el propio Estado fue quien llevo a terminó las mentiras para sus propios objetivos. Como dice Innerarity “una democracia soporta bastante bien las noticias falsas pero no tanto las falsas noticias” (pág.47). Son las “falsas noticias” las que deben ser objeto de deslegitimación y censura pública.


dimecres, 15 de febrer del 2023

Reseña: El Naufragio de la civilización (Epílogo II)

 Epílogo de urgencia (2020)





“Añado estas últimas páginas a El naufragio de las civilizaciones cuando nuestro mundo lleva unos meses enfrentado a uno de los retos más traumáticos de su historia.

(…) No obstante, podemos afirmar ya sin peligro de equivocarnos que tardaremos mucho en olvidar los sucesos de este año, que se hablará aún durante mucho tiempo de un “antes” y de un “después” de 2020, y que en el futuro el planeta habrá una remodelación honda y duradera.” (pág.315)

“Una de las características de mayor rango de la pandemia causada por el Covid-19 es que constituye, más allá del aspecto médico, científico o sanitario, un reto de primer orden para la forma en que se gobierna cada país y para las relaciones entre los diversos componentes de la humanidad.” (pág.315-6)

“(…) La principal preocupación es que el coronavirus, que se transmite con facilidad, les causa a muchos enfermos dificultades respiratorias que requieren cuidados intensivos.” (pág.316). Estos cuidados requieren y colapsan el normal funcionamiento de los hospitales que tienen que decidir acerca de la idoneidad de los pacientes ante la falta de respiradores para todos los pacientes. Además, “¿las autoridades deberían forzar a la población a obedecer sus directrices o contentarse con prodigarles consejos?.” (pág.316) 

Amin Maalof se hace una pregunta necesaria: “¿cómo deberían funcionar las sociedades humanas para poder hacer frente a retos de esta categoría?.” (pág.316).

Piensa que es posibles entrever algunos cambios –hoy, sabemos que no-. Así, cree posible que determinados hábitos –distancia social, mascarilla- se puedan utilizar más allá de la pandemia. La utilización del teletrabajo, de lo digital frente al contacto real. En los momentos de confinamiento, los niveles de contaminación bajaron, un cierto sentido de la proporción y de concienciación acerca del planeta sobrevoló nuestras mentes. Y, sin embargo, parece que todo aquello se ha esfumado.

La pandemia ofreció un argumento de peso para el mantenimiento del Estado del bienestar, pues, la referencia de los hospitales públicos para enfrentarse a la pandemia fue un hecho decisivo para minimizar los daños. Las estrategias de los diferentes países para combatirlo, fue errática y caótica, a pesar que las consecuencias en otros países vecinos permitían vislumbrar los efectos. Desde aquellos no hicieron nada para combatirla –“inmunidad de rebaño” (pág.318)- hasta aquellos que como China –origen de la pandemia- procedieron a un bloqueo de la población sin precedentes. Los países con sistemas mixtos de intervencionismo estatal y acción privada fueron mucho más eficientes que aquellos – R.U y EEUU- que habían proclamado el advenimiento del neoliberalismo. Sin embargo, las cifras de muertos han sido enormes. 

“Es sensato suponer que, a la inversa, el papel del Estado como protector de los ciudadanos ha recobrado de pronto la legitimidad que parecía haber perdido.” (pág.320) A pesar de todo, el propio Estado –la UE, así como EE.UU- no ha salido bien parado del desafío, pues, “no ha mostrado ni liderazgo ético ni eficacia técnica” (pág.321). Tal como apunta Maalouf: “Más sería de esperar un largo y tumultuoso “interregno”, salpicado de crisis y de conflictos de todo tipo antes de que pueda implantarse un nuevo equilibrio.” (pág.323)

Una de las consecuencias más inquietantes en nombre de la salud pública ha sido las restricciones de movimiento de los ciudadanos. En China, estas restricciones tienen que ver con el modelo dictatorial y la falta absoluta de libertades civiles, pero en Occidente, las restricciones se vendían como la única solución ante el avance de la pandemia. La salud por encima de la libertad. 

La imagen del gobierno Chino estableciendo cuarentenas draconianas, podía parecer que su eficacia era mejor que las establecidas por Occidente, pero, tal eficacia dista mucho de ser real. La pandemia, y lo que el futuro pueda deparar nos recuerda, siguiendo la metáfora del Titanic, que hay que estar atentos a esos icebergs –cisnes negros- que hay que tratar de esquivarlos sin que se pierda el control de la nave, en la que todos vamos juntos.


dimarts, 14 de febrer del 2023

Reseña: El naufragio de la civilización (Epílogo I)

 Epílogo




“(…). Lo que menos quería era salirme de mi papel de espectador ni dar a mi enfoque propio un lugar desorbitado.

“más de una vez hice un alto, incluso, entre dos capítulos para asegurarme de que no padecía una “ilusión óptica” y que era de verdad el mundo el que esta naufragando y no sólo mi mundo (…) “ (pág.307)

“No, no es la nostalgia la que habla por mi boca, es mi preocupación por el porvenir; es mi legítimo temor a ver a mis hijos, a mis nietos y a sus contemporáneos vivir en un mundo de pesadilla. Y es también mi temor de ver desaparecer todo cuanto presta sentido a la aventura humana. “(…). Sigo, efectivamente, convencido de que si el Levante plural hubiera podido sobrevivir y prosperar y florecer, el conjunto de la humanidad, con todas las civilizaciones fundidas en un solo crisol, habría sabido evitar la deriva que estamos viviendo en nuestros días”.

Fue desde mi tierra natal desde donde empezaron las tinieblas a extenderse por el mundo”. (pág.308)

“Al enarbolar, como he hecho en este libro, el fantasma de un naufragio inminente, ¿no me he arriesgado a desesperar a quienes me lean?

“Mi intención no era, desde luego, predicar el desánimo, pero es obligación de todos, en las gravísimas circunstancias por las que estamos cruzando en este siglo, conservar la lucidez y la sinceridad y seguir siendo merecedores de confianza.

“Tengo la convicción, por lo demás, de que sigue siendo posible una reacción. (…) Todas las sociedades humanas y todas las civilizaciones salen perdiendo con derroteros cuyo rumbo se extravía de esa forma y todas saldrían ganando si se enderezase ese rumbo. El día que tomemos conciencia de ello, las conductas cambiarán radicalmente, se enmendará la deriva y aparecerá una dinámica saludable.

“Es pues necesario, e incluso imperativo, dar la alarma, explicar, exhortar y avisar. Sin cansancio, sin indulgencia, sin desaliento. Y sin saña sobre todo. Recordando continuamente que los dramas que ocurren en nuestros días son el resultado de una maquinaria cuyos dispositivos no controla nadie y que nos arrastra a todos, pobres y ricos, débiles y poderosos, gobernados y gobernantes, lo queramos o no y cualquiera que sean nuestras filiaciones, nuestros orígenes o nuestras opiniones.” (pág.310-311)

(…) ¿Cómo convencer a nuestros contemporáneos de que, al seguir presos de los conceptos tribales de la identidad, de la nación o de la religión o al seguir glorificando el egoísmo sacro, les están preparando a sus propios hijos un porvenir apocalíptico?” (pág.311).

La imagen de lo apocalíptico es cara a ciertas mentalidades que parecen desear ser castigados por alguna entidad superior a nosotros, sea la Naturaleza (en Mayúsculas), Gaia o cualquier idea de tipo New-Age. Siempre es posible que todo acabe al estilo de la novela de Cormac McCarthy, La carretera (2006). Sin embargo, si somos capaces de lo peor, también somos capaces de lo mejor, o al menos de  evitar ese naufragio que tantos agoreros piden a gritos.

No habrá ningún “instinto colectivo de supervivencia” (pág.311) que nos salve. Los problemas no desaparecerán por arte de magia. Requiere tomar conciencia de los problemas –globales y locales- y tratar de utilizar la racionalidad para enfocar adecuadamente y en orden de prioridades que problemas afrontar escalonadamente. 

Amin Maalouf no quiere caer en la desesperación. Como dice:”no quiero perder esa esperanza” (pág.312). Utiliza la metáfora del Titanic para evitar ese naufragio.


dimecres, 8 de febrer del 2023

Reseña: El naufragio de la civilización (XIII)

 


Revolución “conservadora” –Thatcher y Reagan- y la iraní –teocrática-, hay que sumar dos nuevos acontecimientos. El primero el ascenso de Deng Xiaoping (1978) que también inaugura la nueva revolución conservadora que “se apoyaba en las tradiciones mercantiles enraizadas de toda la vida en la población china y que Mao Zedong había intentado erradicar” (pág.167). La revolución conservadora iba a cambiar para siempre las condiciones de vida de la población China. Nunca, un cambio revolucionario, iba a cambiar el rostro de una sociedad, llevándola a unas pocas generaciones, a convertirse en la segunda potencia del mundo. El otro acontecimiento, que también ayudo a cambiar el mundo fue la aparición del Papa Carol Wojtyla, y su doctrina conservadora, que dinamizó y propició cambios en la Polonia natal y de paso en el telón de acero.

Todas estas revoluciones conservadoras, generaron sus propias derivas de largo alcance, fueron revoluciones en que los actores de estos acontecimientos, jugaron un papel decisivo, no tanto porque tuvieran planeado lo que iba a suceder, pero su voluntad de cambio, desencadenó, toda una cascada de acontecimientos que fueron más allá de la clásica distinción marxiana entre la infraestructura y la superestructura. En el caso de estas revoluciones conservadoras, los factores superestructurales –culturales- tuvieron mayor calado si cabe que los factores económicos –infraestructura-.

Todos estos acontecimientos que tuvieron lugar “entre octubre de 1978 y mayo de 1979”, generaron dinámicas impensables en el momento que se jugaban estos acontecimientos. Maalouf apunta dos hechos que ayudaron a que estos acontecimientos fueran catalizadores de lo que posteriormente acabó por suceder. Se trata de la crisis del petróleo (1973) y el declive del imperio soviético.

La crisis del petróleo tuvo que ver con la guerra de Yom Kipur*, guerra del Ramadán o guerra de Octubre (1973). La victoria israelí, fue contestada por los países árabes con el embargo del petróleo y el aumento del precio que supuso un auténtico shock en las economías de Occidente. Para los países árabes, que tenían las llaves del progreso, acabó por convertirse en una maldición. 

La década de los setenta, fue escenario del enfrentamiento entre las dos grandes potencias, por países interpuestos que sufrieron las consecuencias de dicho enfrentamiento. Vietnam, Camboya, Laos, fueron escenarios del conflicto entre comunismo y el anticomunismo de EEUU. El escenario se amplió a África. Destrucción de países en enfrentamiento sangrientos capitalizados por las dos superpotencias, asolaron los países denominados del tercer mundo. 

En este escenario de Guerra Fría, los soviéticos se embarcaron en una aventura de la que iban a salir mal heridos. Afganistán (1979) iba a acabar siendo para los soviéticos lo que fue Vietnam para los norteamericanos. 


dilluns, 6 de febrer del 2023

Reseña: El naufragio de la civilización (XII)

 III El año del gran vuelco





“El drama que los árabes de hoy llaman sencillamente “sesenta y siete” fue, pues, un giro decisivo en el camino del quebranto y de la perdición”. (pág.159)

Al decir del Maalouf, ese giro no fue sólo por un acontecimiento, sino que utiliza la palabra “síndrome” (pág.159) para remarcar la idea de acontecimientos que en paralelo se iban a sumar a ese “gran vuelco”.

Ese “gran vuelco”, también fui testigo, junto con toda una generación que había llegado a los veinte años en 1979. Los acontecimientos “causaron en el mundo entero algo así como un “vuelco” duradero de las ideas y de las posturas”. (pág.161)

Utiliza la palabra Zeitgeist, para referirse al espíritu de la época. Tal concepto, implica que “Todos cuantos viven en la misma época se influyen mutuamente de diferentes formas y habitualmente no son conscientes de ello.”(pág.161). Marx lo llamará superestructura –ámbito de la cultura, sea filosofía, arte, literatura, moda, o cualquier forma en la que se expresa un momento de la historia-. Así, “las ideas de la calse dominante son las ideas dominantes en cada época, o dicho en otro términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es también su poder espiritual dominante” (K.Marx, La ideología alemana) 

La revelación que tiene Maalouf es que entrabamos en “una era eminentemente paradójica en que nuestra visión del  mundo iba a transformarse e incluso iba a dar un vuelco total. En adelante, “iba a ser el conservadurismo el que se proclamara revolucionario, mientras que los seguidores del “progresismo” y de la izquierda no iban a tener ya más objetivo que la conservación de los conseguido” (pág.162)

Entre los acontecimientos que ayudan a entender lo que sucede en nuestro hoy, destacan dos por las consecuencias de largo alcance que han tenido y que el tiempo pasado 1979, permiten ahora valorar y calibrar. Dos revoluciones de signo aparentemente diferente, pero que expresan ese conservadurismo del que hablaba Maalouf, a saber, la revolución Iraní, del ayatolá Jomeini en febrero de 1979 y la revolución conservadora en el Reino Unido de la mano de Margaret Thatcher en mayo de ese mismo año.

Como los procesos históricos siempre son múltiples, el desarrollo de la tecnología de las comunicaciones –ordenador, internet, redes de comunicación- así como el advenimiento de los gigantes asiáticos, China e India, dieron aún más complejidad a un mundo cambiante. Esas confluencias, allanaron aún más, los vertiginosos acontecimientos que llevaron al derrumbe del bloque soviético (1989).

La revolución iraní, fue un rechazo profundo a la penetración del mundo Occidental. Su posiciona-miento contra todos los valores Occidentales –papel de la mujer, igualdad, libertad de expresión y de conciencia, derechos humanos-, fueron impugnados de forma radical por el nuevo régimen de los ayatolas. Más que revolución fue una contrarrevolución contra Occidente.

En la revolución política de Margaret Thatcher, suponía un rechazo frontal contra el Estado del Bienestar y el papel activo del Estado como garante de una mínima redistribución de la riqueza. De ahí el desmantela-miento sistemático de ese Estado que tanto había costado de instaurar. La clase obrera fue sepultada, a favor de la nueva clase emergente, los empresarios, los creadores de riqueza, y sobre todos, se rompía un contrato social implícito que había surgido de la Guerra Fría. El banderín de enganche para esa nueva oleada de neoliberalismo fue la idea que cualquiera podía ser “empresario de su vida”. Se reivindicaba la libertad –imaginaria- del individuo frente al pesado e inútil Estado que frenaba la creatividad individual.


divendres, 27 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (X)

 2



Un poeta de Denia escribía:

Si es mi origen el polvo, cada país

Es el mío, y los mundos, mis parientes” (pág.91)


El poeta lo escribió en el siglo XI, se llamaba Abu l-Salt ibn Umayya. Resulta sospechosa la falta de memoria de nuestro pasado musulmán, si durante ochocientos años vivieron en la península ibérica, nuestras señas de identidad deben estar asociadas a esa civilización que prospero para convertirse en una de las civilizaciones más refinadas del mundo Occidental. Sería un buen momento para bucear en lo que escribió Juan Vernet en su libro “Lo que Europa debe al Islam de España*”. Sin embargo, España ha dado la espalda a esa herencia que trajo luz a la neblina de la Edad Media en Europa. El ascenso y declive del mundo musulmán supone que la historia no lleva en sí, su propia providencia. No hay teleología escrita en los cielos. Lo que sucede en la actualidad no es una herencia inexorable del pasado. Al contrario.

“La abominación que prolifera ahora ante nosotros es más reciente de lo que parece. Yo mismo he conocido una realidad muy diferente. Pero cuando se me ocurre mencionarlo en la actualidad, noto que a mi alrededor surgen la irritación, la impaciencia y la incredulidad” (pág.91).

“(…). El discutible beneficio de mi generación es precisamente que hemos sido testigos de la lenta metamorfosis del doctor Jekyll en Mr.Hyde; me refiero a la transformación de un amplio conjunto de pueblos, que no se apartaban mucho de las normas de su época y compartían todos los sueños, todas las ambiciones y todas las ilusiones de sus contemporáneos, en muchedumbres ariscas, rabiosas, amenazadoras, desesperadas.” (pág.92)

“(…). No está de más por lo tanto recordarles, por ejemplo, que la línea de fractura ideológica que existió en la humanidad en el siglo XX entre el marxismo y sus adversarios cruzaba también por el mundo musulmán igual que por el resto del planeta.”

“”Países como Sudán, Yemen, Irak o Siria albergaban importantes formaciones políticas de obediencia comunista. Y la franja de Gaza, antes de convertirse en bastión de Hamás, emanación palestina de los Hermanos Musulmanes, fue hasta la década de 1980 el feudo de una organización que reivindicaban para sí el marxismo-leninismo.”. (pág.92)

“Más elocuente aún es el ejemplo de Indonesia. (…) En mi adolescencia, se la conocía también por otra peculiaridad: la de albergar el partido comunista más nutrido del planeta tras los de China y la Unión Soviética, (…).” (pág.92/3)

“No pretendo entonar aquí las alabanzas del movimiento comunista. Trajo consigo inmensas esperanzas para toda la humanidad y luego las traicionó. Movilizó a personas valiosas, a portadores de los ideales más generosos, y luego los condujo a un callejón sin salida. Su quiebra fue un cataclismo, de no menor entidad que sus extravíos, y facilitó que el mundo cayera en el deterioro global al que estamos asistiendo hoy.” (pág.93)

Amin quiere poner énfasis que en las sociedades árabes desde 1920 hasta 1980 no eran tan diferentes a las sociedades occidentales, pues, la ideología dominante era una “ideología resueltamente laica, como el marxismo” (pág.93), hecho que el autor resalta y también deplora, no por la propia ideología, sino que su derrumbe fue sustituido por una mezcla de teocracias y dictaduras. 

Amin se pregunta: “Habría evolucionado mejor los países árabes o musulmanes si los partidos comunistas hubiesen desempeñado  un papel mayor? No lo creo y estoy incluso convencido  de lo contrario. (…9, e sensato suponer que habríamos asistido a revidas monstruosas –purgas, matanzas y la aparición de un sinfín de Stalins en miniatura-más que a milagros. (pág.99)

“Lo que sí estamos en cambio autorizados a lamentar es la desaparición del único espacio políticos que permitía a todos y cada uno de los ciudadanos, fueren cuales fueren sus pertenencias étnicas, religiosas u otras, desempeñar un papel de primera fila en el seno de su nación” (pág.99).

“(…). A lo largo de toda la historia humana, la suerte de los minoritarios fue un indicio revelador de un problema más extenso que afecta a todos los ciudadanos de un país y a todos los aspectos de su vida social y política. (…) En una sociedad en que los minoritarios padecen discriminación y persecución todo se corrompe y se pervierte. Los conceptos pierden su sentido. Seguir hablando de elecciones, de debates, de libertades académicas o de Estado de derecho se convierte en algo abusivo y engañoso”. (pág.100)

“Cuando deja de ser posible ejercer las propias prerrogativas de ciudadano sin remitirse a la pertenencia étnica o religiosa, es que la nación entera se ha internado por la vía de la barbarie. (…) Esto es cierto en la actualidad entodas las comarcas de Levante sin excepción alguna. Y es cada vez más cierto, en diversos grados, en otras partes del mundo” (pág.100)

Amin Maalouf hace referencia a William James, cuando hablaba de la necesidad de “una buena guerra” (pág.101). “La respuesta fue que había que inventar, en el seno de nuestras sociedades, “un equivalente ético de la guerra”, es decir, combates pacíficos que echasen mano de las mismas virtudes, que movilizasen las mismas energías –camaradería, ayuda mutua, fervor, entrega a uno mismo-, pero sin tener que pasar por las atrocidades que traen consigo las guerras. (…) ¿No sería deseable, efectivamente, ver aflorar, frente a todas las atrocidades identitarias, un anchuroso movimiento capaz de llevar a cabo una movilización masiva de nuestros contemporáneos en torno a valores universales y más allá de todas las fronteras políticas, religiosas, étnicas o culturales? “(pág.101)

Habría que decir que esas “buenas guerras” ya se libran –derechos humanos, los asociados a los –ismos, sea ecología o feminismo, cambio climático-, pero esta lucha es muy desigual, pues, en la actualidad, quienes tiene el poder político son los Estados, y desde Maquiavelo, sabemos que los Estados tienen su propia lógica que no va sincronizada con los intereses de sus ciudadanos. Existe una mayor concienciación a escala global sobre estos problemas que acucian a la humanidad, pero falta como dice Esquirol, estamos a “medio paso**” de acceder a esa nueva realidad donde el ser humano sea por fin un fin en sí mismo y no un medio (I.Kant) para fines inhumanos.


dimarts, 24 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (IX)


 II. De los pueblos que zozobran





“Los imperios más civilizados estarán siempre tan cerca de la barbarie como el hierro más bruñido lo está de la herrumbre: en las naciones, al igual que en los metales, sólo relucen las superficies.” (Antonie de Rivarol (1753-1081). De la filosofía moderna. [pág.83]


1

Confiesa Amin Maalouf: “He sentido siempre gran apego por la civilización de mis padres, tuve la esperanza de verla renacer, prosperar, florecer, recuperar su influencia, su grandeza, su generosidad, su creatividad, pata que pudiera deslumbrar una vez más a toda la humanidad. Nunca habría creído que en el crepúsculo de mi vida iba a verme en la obligación de describir su itinerario con palabras tales como quebranto, desconsuelo, deriva, cataclismo, retroceso, naufragio, zozobra…

Pero ¿cómo calificar de otra manera ese paisaje destrozado que se extiende ante nuestra vista? Esos países que se desintegran, esas comunidades milenarias a las que extirpan de raíz, esos  nobles vestigios derribados, esas ciudades despanzurradas y, además, ese indescriptible estallido de salvajismo –lapidaciones, decapitaciones, amputaciones, crucifixiones, linchamientos-, todo ello debidamente filmado y transmitido para que el resto del planeta no se pierda ni una imagen.” (pág.85)

“Pocas veces en la historia de los pueblos el odio  propio ha llevado a tales extremos. (…) Diríase incluso que intentan deliberadamente avergonzar a los enamorados de su civilización para darles la razón a sus detractores.”

“Antaño, quienes odiaban a los árabes eran sospechosos de xenofobia y de nostalgia colonialista; ahora, todo el mundo se siente autorizado a odiarlos con total  tranquilidad de conciencia en nombres de la modernidad, de la laicidad, de la libertad de expresión o de los derechos de la mujer”. (pág.86)


“La historia de mi país natal es elocuente al respecto. Durante siglos, las órdenes llegaban de Estambul, de la Sublime Puerta, como solía decirse”. (…)

“(…).Las órdenes, que no llegaban ya de Estambul, las esperaban ahora de Washington, de Moscú, de París, de Londres; y también de algunas capitales de la zona, como El Cairo, Damasco, Teherán o Riad.” (pág.87)

Si la falta de confianza en sí misma del mundo árabe, se une en la actualidad  “ese hondo aborrecimiento de sí y de los demás al que acompañan una glorificación de la muerte y unos comportamientos suicidas” (pág.88), significa que alguna cosa se ha roto en esas sociedades ya sea “la ausencia de esperanza, la sensación de haber perdido, y de forma irreversible, aquello sin lo que la vida ya no merece la pena vivirse: la salud, la fortuna, la dignidad o la persona amada” (pág.89).

Lo novedoso de esta situación anómala es “que millones de personas sean presa de la desesperación y que muchas de ellas acaben adoptando comportamientos suicidas nunca se había dado en la Historia y me parece que todavía no hemos calibrado por completo lo que está ocurriendo ante nuestros ojos en el conjunto del mundo árabe musulmán y también en todos los países donde viven sus diásporas” (pág.89-90).

“Cuando a una persona se le quitan las ganas de vivir es a sus seres cercanos a quienes corresponde devolverles la esperanza. Cuando son poblaciones enteras las que permiten que se adueñe de ellas el deseo de destruir y de destruirse, nos corresponde a todos sus contemporáneos dar con el remedio. Si no por solidaridad con el Otro, al menos por voluntad de supervivencia.

Pues la desesperación, en nuestra época, se extiende allende los mares, allende los muros, allende todas las fronteras tangibles o mentales, y no es fácil ponerle coto” (pág.90).

Si transcribo párrafos enteros, es sobre todo por que quien escribe, ha vivido de cerca estos acontecimientos, que desde nuestros bunkers mentales y nuestras alambradas de espino, se hace difícil calibrar el significado de lo que acontece más allá de nuestros paraísos (UE).


divendres, 20 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (VIII)

 7




“La ruina  de ese modelo que tan prometedor fue me causa una tristeza de la que ya no me queda tiempo para consolarme. (…) No cabe duda de que el fracaso lo explican en parte las crisis del Oriente Próximo, que enfrentaron a mi país con retos enormes. Pero también lo explica la forma desastrosa en la que se reaccionó ante esas crisis” (pág.73).


“Con el paso de los años, de las crisis y de las guerras, la tierra libanesa se convirtió en un campo franco donde se libraban directamente o por persona interpuesta incontables combates: entre rusos y norteamericanos; entre israelíes. La lista es larga. Y siempre los beligerantes externos conseguían el apoyo de esta o de aquella facción local que, con excelentes pretextos, opinaban que era hábil y legítimo apoyarse en ellos para mover sus propios peones sin preocuparse demasiado por el país y sus frágiles equilibrios” (pág.74).


“Esa degradación material y moral es tanto más desconsoladora cuanto que el Beirut de mi juventud vivía, en lo tocante a la coexistencia de las religiones, una experiencia infrecuente que creo que habría podido brindar a esa zona tan tormentosa, e incluso a otras partes del mundo un ejemplo sobre el que merecería pararse a pensar” (pág.75)


(…) No obstante, no queda más remedio que constatar que, en el mundo actual, en parte alguna se consigue que vivan juntas de forma equilibrada y armoniosa poblaciones cristianas, musulmanas y judías” (pág.75).

Maalouf constata que “la desintegración de las sociedades plurales de Levante ha traído consigo una degradación moral irreparable que en la actualidad afecta a todas las sociedades humanas y da rienda suelta en nuestro mundo a barbaries insospechadas” (pág.77).


“Ahora sabemos que la consecuencia de esa negativa a consolidar la existencia de las diversas comunidades religiosas o lingüísticas no fue reforzar la igualdad entre ciudadanos o abolir las discriminaciones, sino exactamente lo contrario. Por doquier desembocó en la marginación y la exclusión de poblaciones enteras que tenían un papel que desempeñar” (pág.78).


Maalouf habla de de un factor desestabilizador crucial para entender el desastre de ese Levante del que hablaba el autor. La idea de confesionalidad. “Esa palabra, que es el equivalente local de lo que llaman en otros lugares comunitarismo, nombra a todo un sistema de cupos en virtud del cual los cargos importantes del país se reparten de antemano entre los representantes de las comunidades” (pág.79).


“La idea original no era aberrante: había que evitar que, en la elección de un dirigente, apareciera sistemáticamente un candidato cristiano enfrentado a un candidato musulmán, con el apoyo respectivo de sus propios correligionarios. Se tomó pues la decisión de repartir de oficio los cometidos entre las diferentes comunidades. El presidente de la República habría de ser obligatoriamente un cristiano maronita; el presidente del Consejo, un musulmán sunita; el presidente del Parlamento, un musulmán chiita. En el gobierno habría siempre una paridad exacta entre ministros cristianos y musulmanes” (pág.79).


Sin embargo, a pesar de este sistema artificial para que estuviesen representadas todas las sensibilidades del país, “se subestimó el carácter insidioso y tóxico inseparable del sistema de cupos. Se albergó la esperanza de que, al suavizar la competencia entre las comunidades, disminuirían poco a poco las tensiones y se reforzaría en los ciudadanos el sentimiento de pertenecer más a una nación que a una confesionalidad. Pero ocurrió lo contrario. En vez de dirigirse al Estado para conseguir sus derechos, a los ciudadanos les parecía más útil recurrir a los dirigentes de sus comunidades. Éstas se convirtieron en satrapías autónomas, que gobernaban clanes o milicias armadas y colocaban sus propios intereses por encima del interés nacional” (pág.80).


Amin Maalouf, puede confesar: “A decir verdad, y lo escribo en el crepúsculo de mi vida con infinita tristeza, en vez de quedarse con el niño y tirar el agua sucia, se hizo lo contrario. (…) Todo cuanto era prometedor se agostó. Todo cuanto era intranquilizador e insano, y que se esperaba que fuera provisional, se afincó con mayor firmeza que nunca” (pág.80).


“En la actualidad estoy convencido de que el ideal –para mi país natal, pero no sólo para él- no reside ni en el sistema de cupos, que encierra a la sociedad en una lógica perversa y conduce directamente a lo que se quería evitar, ni en la negación de las diferencias, que disimula los problemas y contribuye a menudo a agravarlas, sino en la instauración de un dispositivo de supervisión con el que se tendría cuidado de comprobar permanentemente que ningún sector de la población, e incluso, en el mejor de los casos, ningún ciudadano, padece una discriminación injusta vinculada al color, a la religión, a la etnia, a la edad, al sexo, etc. (…) hemos de esforzarnos en tener en cuenta las múltiples sensibilidades que existen en el seno de la población, (…). Y eso exige que se esté pendiente a diario de todas las tensiones y de todas las distorsiones” (pág.81)


Llama la atención que Maalouf no hable directamente de una sociedad democrática, donde las minorías sean respetadas, donde las libertades civiles sean tenidas en cuenta, donde, la religión tenga una dimensión más privada que estatal, pues, uno de los males de fondo, es la distorsión de la religión en las sociedades árabes y musulmanas, que penetra en la propia aplicación de las leyes, generando estados teocráticos incompatibles con los modelos de las democracias Occidentales.


“(…) Es evidente que algo grave e incluso inaudito ha ocurrido en esa región y ha contribuido a trastornar nuestro mundo y a desviarlo del camino que habría debido ser el suyo” (pág.82).


El 11-S de 2001, marcó el fin de un trastorno que tuvo su origen, entre otros en 1948 con la creación del Estado de Israel, que alteró para siempre el panorama de Oriente Próximo, generando dinámicas insospechadas que han llegado hasta nuestros días. 


dijous, 19 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (VII)

 



6

Maalouf explica el papel de Nasser y su sueño panárabe, cómo Egipto y Siria se convirtió en el primer ejemplo de lo que debería ser esa un unión con la proclamación de la República Árabe Unida (RAU). El sueño de unidad parecía posible, desde “Irak a Yemen y desde el Sudán a Marruecos” (pág.67). 

Maalouf confiesa lo siguiente: “Yo tenía nueve años y sólo me quedan recuerdos nebulosos de lo que se llama en la historia de mi país natal “la revolución del 58”. Lo que se me ha quedado en la memoria son sobre todo las voces de mi padre y mi madre cuando mencionaban en mi presencia algunos acontecimientos trágicos: el asesinato de un periodista cristiano partidario de Nasser; el secuestro y el asesinato de otro periodista también cristiano, pero ferozmente hostil a Nasser (…) Me acuerdo también de que los colegios estuvieron cerrados seis meses” (pág.68).

“Cuando, el 14 de julio de ese año, una revolución cruenta derrocó a la monarquía iraquí y asesinaron a los miembros de la familia real, así como a los dirigentes que simpatizaban con Occidente”, los Estados Unidos intervinieron. (…) No menos de catorce mil hombres participaron en la operación; salvaguardaron el puerto de Beirut, el aeropuerto, las principales arterias y los edificios del gobierno. Los combates entre facciones locales se apaciguaron en el acto”.

“Para que concluyera la crisis, el Parlamento eligió un nuevo presidente con la bendición de Washington. Era el jefe del ejército, el general Fuad Chehab (…). (págs. 68/9)

“Una de sus primeras iniciativas fue un gesto simbólico de gran alcance y que podría haber tenido efectos duraderos si el país y la zona hubieran evolucionado de forma diferente: un encuentro cara a cara con Nasser en la frontera sirio-libanesa (…). “Chehab se comprometía a que su país no volviera a servir de base a los enemigos de Nasser y éste prometía, a cambio, no volver a mencionar nunca una unión del Líbano a la República Árabe Unida”. (págs..69-70)
 
“En la madrugada del 28 de septiembre de 1961 Damasco fue escenario de un nuevo golpe de Estado. En esta ocasión en contra de Nasser, en contra de la unión con Egipto.” (pág.70) Los golpistas utilizaron la calamitosa situación económica que había perjudicado a Siria como excusa para separarse del rais.

“Lo que sí es cierto es que la unión egipcio-siria había supuesto una amenaza seria e inminente para la independencia del Líbano, no menos que para su paz civil; y que gracias a la sensatez, la clarividencia y la habilidad de sus dirigentes de entonces, el país salió de esa prueba indemne e incluso quizá reforzado”. (pág.71)

Líbano había sabido guardar su independencia, pero la dinámica política, conformó dos posiciones: una línea se adhería a la del jefe del Estado Chehab, “llamada precisamente ‘la Línea’, y otra contraria y bautizada como ‘la Alianza’” (pág.72). Las diferentes posiciones se “enfrentaban con ideas y programas” (pág.72), y suponía la posibilidad de un desarrollo democrático en el país. Maalouf sostiene que el potencial del Líbano para salir de la crisis era superior a otros países de su entorno, y ello debido a que poseía un  nivel superior “por sus escuelas, sus universidades, sus periódicos, sus bancos y sus tradiciones mercantiles. Destacaba por una gran libertad de expresión y una gran apertura tanto hacia Oriente cuanto hacia Occidente. Habría podido tirar del universo levantino y del conjunto del mundo árabe hacia arriba, hacia una democracia mayor y una modernidad mayor. Pero fue de él del que tiraron hacia abajo. Hacia una violencia mayor y una intolerancia mayor. Hacia el quebranto y el retroceso. Hacia la pérdida de toda confianza y de toda perspectiva de futuro.” (pág.74)

Esta descripción que nos da Maalouf, permite comprender que la historia no esta escrita de antemano. Que lo sucedido hubiera podido ser de otra manera. Que las fuerzas activas y reactivas en un momento histórico pueden fluir en diversas direcciones y que en el transcurso del tiempo, ese fluir parece conducir inexorablemente en la mala dirección. En asuntos humanos, no hay destinos aciagos, ni leyes inexorables que hagan inevitable lo que sucede. Demasiados actores intervienen en este drama en el que se convirtió el Líbano.

dilluns, 16 de gener del 2023

Reseña: El apagón de luces (X)

 Nadie es de una pieza (ni siquiera los malos)*




Hannah Arendt y su desconcertante  y provocadora afirmación, “según la cual el padre de familia es el gran criminal del siglo XX”, (…) sino que constituye la aplicación del mencionado principio general acerca de la complejidad de los sujetos (lo que, a fin de cuentas, no deja de ser otra forma de reiterar que nadie es de una pieza)” (pág.161)

Manuel Cruz, constata la “obviedad” que nadie nace ni como víctima ni verdugo (pág.161). Ni que ser alguien que ha sido maltratado, puede el mismo ser un maltratador. La complejidad de la vida humana, de los individuos, hace que nadie sea bueno de una pieza hasta su muerte o al contrario, nadie que sea malo lo sea hasta el final. La inversión moral que vivimos en la actualidad, hace que se personalice –el agente del mal- y la víctima de ese agente. Cruz habla de las “figuras de la maldad –el pederasta, el terrorista, el violador, el fanático religioso,… serían algunas de esas figuras, que habrían sustituido a las ya caducas, como serían la del loco, el comunista, el ateo, entre otros, cuya antigua capacidad de generar espanto es la sociedad de hoy apenas nos merecen una displicente sonrisa.” (pág.156)

La novedad consiste no tanto en la acción, en el hecho punible, sino en el agente que lleva a cabo dichos actos. Convirtiéndolo en un signo del mal, para siempre. Dependiendo de las circunstancias políticas, sociales, mediáticas, las nuevas figuras del mal son recicladas para establecer una brecha insalvable entre ellos y nosotros los buenos ciudadanos.

Para el autor, subversión de los valores, consiste en que “han caducado los viejos buenos (los que defendían una específica idea del bien y, en nombre, llevaban a cabo actos buenos): ahora resulta que los nuevos buenos son, sencillamente, los damnificados por la maldad.” (pág.163) 

La nueva categoría de bueno se halla en la víctima, o “casi-víctima” (“estuve a punto de que me ocurriera lo mismo”) (pág.163). La nueva aureola de la víctima convierte a cualquiera en héroe o cuasi-héroe. ¿Qué está pasando aquí?

Cuasi-víctima fuimos todos los ciudadanos que vivimos el terrorismo de ETA, pero eso, no nos daba ni nos da, una plus de heroísmo, ni respetabilidad automática, ni nos da superioridad moral sin más, ni voces de infalibilidad. Las víctimas de ETA no fueron héroes, más allá de excepciones, ni luchadores por la libertad ni toda esa retórica que se decía en los funerales. Los actos terroristas, eran crímenes, como lo son los feminicidios que en la actualidad, superan ya los asesinatos de ETA. ¿Han tenido la misma repercusión, el mismo rechazo, el compromiso social y público que se requiere?

¿Qué clase de descargo llevan a cabo las figuras de maldad para sus acciones? La idea de responsabilidad queda descartada, pues, nadie reconoce hacer el mal. El mecanismo de defensa consiste a su vez en convertirse en víctima. En el modelo de feminicidios, los “presuntos” homicidas, prefieren la muerte que asumir sus responsabilidades en un juicio público. Pero no todos realizan ese gesto, sino que demasiados prefieren culpar a la víctima, victimizándose a sí misma.

 Las figuras del mal, achacan la responsabilidad no a ellos, sino directamente a la propia realidad, y solo subsidiariamente, a ellos mismos, como padres putativos. La primera figura de esa realidad es por supuesto, la sociedad y su desorden –capitalismo-. Porque como dice Cruz, estos “partidarios de la realidad certifican lo que venimos diciendo: ‘esto es lo que hay’, ‘son las reglas de juego’, ‘no he inventado yo el sistema’, ‘si no lo hago yo, lo hará otro’, ‘ya me gustaría, ya, pero las cosas son así’ etcétera.”(pág.165). Desde esta perspectiva, las figuras del mal solo son cómplices de la realidad (pág.166).

Como subraya Manuel Cruz, “el malo de veras preocupante (…) no es el sádico patológico que disfruta infligiendo daño, sin duda existente pero minoritario, sino el desalmado que considera una contingencia o una fatalidad el sufrimiento ajeno, pero en ningún caso algo que se le pueda imputar, por más que sea él quien efectivamente lo ha provocado. Quién debería generarnos mayor temor es el cínico que vive convencido de que el bien se hace, pero el mal, sencillamente, tiene lugar.” (pág.166)

En esta deriva moral de nuestra sociedad, la figura del mal –la manada- hace pasar como algo querido por la víctima, y un coro mediático se hace eco de los pormenores escabrosos que ha tenido que soportar dicha víctima y su familia. La responsabilidad individual queda difuminada y sólo se focaliza a la víctima como un obscuro poder que ha convocado a los agresores.