dijous, 30 de gener del 2020

Reseña: Byung-Chul Han, La expulsión de lo distinto (III)

 III.- El terror de la autenticidad


Byung-Chul Han trata de hacernos una radiografía de nuestra sociedad, una sociedad cambiante y desequilibrada. Las líneas que trata de rastrear son compatibles con otros aspectos que no aparecen en sus intentos por descifrar lo que somos. Así, en este capítulo, aparece una palabra con un renovado prestigio, la autenticidad. 

Su origen hay que buscarlo en la modernidad en J.J.Rousseau. Quitarse la máscara  de las convenciones sociales, ser uno mismo, hablar desde el corazón. Los románticos seguirán esa estela de autenticidad. Sin embargo, Han encuentra que este palabra ha mutado en nuestra sociedad. Ahora significa “una obligación para consigo mismo, una coerción a cuestionarse permanentemente a sí mismo, a vigilarse a sí mismo, a estar al acecho de sí mismo, a asediarse a sí mismo. Con ello intensifica la referencia narcisista”.




En nuestro mundo globalizado –neocapitalismo- la autenticidad se expresa como “la autenticidad es la forma neoliberal de producción del yo. Convierte a cada uno en productor de sí mismo. El yo como empresario de sí mismo se produce, se representa y se ofrece como mercancía.”

La paradoja de nuestras sociedades es que todos queremos ser distintos a los demás, y sin embargo, en “esta voluntad de ser distinto prosigue lo igual”. Se rechaza la alteridad, frente a la diversidad que es reciclable en términos económicos. Curiosamente, la autenticidad no nos lleva a la creación de un individuo autónomo y emancipado como quería la Ilustración (I.Kant). Dice Han que la “autenticidad presupone la comparabilidad”. Ante esta compartabilidad, Han opone el concepto de “átopos”, que implica singularidad, es decir, lo incomparable y lo ejemplifica con Sócrates. Nuestra sociedad de la fragilidad no soporta lo incomparable, porque no se deja reciclar en el orden económico.

Ese yo, que el neoliberalismo lo quiere auténtico, no es más que la coartada del consumidor. Ahora cada ordenador, con los datos que aportamos, voluntariamente o involuntariamente, nos propone, continuamente, objetos para vendernos, personaliza nuestros deseos. Este proceso de focalización en nosotros se traduce en la figura del narcisista. Para Han “El imperativo de la autenticidad engendra una coerción narcisista”. El narcisista sólo tiene ojos para sí mismo y es ciego para los demás. Así, “La frontera entre el yo y el otro se difumina. Difundiéndose el yo, se vuelve difuso. El yo se ahoga en sí mismo”. Ese yo que desatiende al “otro”, acaba hundiéndose en sí mismo, acaba por enfermar. El resultado de ese hundimiento es la generación de “sentimientos negativos como el miedo, la vergüenza, la culpa y el vacío”. Han afirma que la “depresión se explica en función de una acumulación narcisista de libido* hacia sí mismo”. Se ha cegado al mundo exterior y por tanto esa libido debe reingresar en el yo, generando una sintomatología que se expresa, por ejemplo, en las autolesiones.


Sigmund Freud (1856-1939)


Han elucubra sobre la necesidad de oponer obstáculos al yo. El imperio de la “positividad”, nos hace vulnerables a la frustración (negatividad), nada puede obstaculizar nuestra marcha por la vida, todo ha de poder marcarse con el signo del “me gusta”. Por eso, como se dice en las películas, el fracaso no es una opción. Como dice Han “todo se pulimenta y satina”. En la lógica del neocapitalismo sólo hay dos salidas: “funcionar o fracasar”. Quien fracasa no tiene espacio en el mundo glamuroso del consumo. El fracasado es llevado a pensar que es exclusivamente culpa suya. El peso del yo cae encima de él, sin posibilidad de transferir sus heridas a los “otros”. Los conflictos (negatividad) no son negativos como nos hacen creer el nuevo imperativo de la positividad. Es a través del conflicto como nos construimos en la mediación con los otros (sociedad). 

Ese yo que quiere cultivarse a sí mismo de espaldas a los demás tiene una nueva herramienta para afianzar su yo. La tecnología ha puesto a su disposición la capacidad de reproducción de su imagen, las selfies. El narcisista ve en ella un instrumento de liberación, no dándose cuenta que lo aisla aún más. Con las selfies, trata de canalizar su libido hacia sí mismo. Han llega a afirmar lo siguiente: “Para escapar del atormentante vacío hoy se echa mano o bien de la cuchilla de afeitar o bien del Smartphone.”



Han acaba preguntándose si el terrorista que lleva a cabo atentados no trata de suturar* una doble herida: restablecer su “autoestima  y por otro, la “autodestrucción” de los demás incluido ese yo. Han termina el capítulo con una frase muy incómoda: “El terrorista es un Narciso con un cinturón detonante que lo hace particularmente auténtico.”.

Notas: 

* Libido: Energía postulada por Freud como substrato de las transformaciones de la pulsión sexual en cuanto al objeto (...), en cuanto al fin (...) y en cuanto a la fuente de la excitación sexual.

** Sutura: Concepto de inspiración lacaniana (J.Lacan) que  nombra la relación entre sujeto y el orden del discurso (lo simbólico). Los conceptos lacanianos son algo así como Heidegger en el plano de la psicología. Lacan es otro campeón olímpico de la posmodernidad que se ha quedado huérfano de lectores, por la imposibilidad de comprenderlo. 



dimarts, 28 de gener del 2020

Reseña: Byung-Chul Han, La expulsión de lo distinto (II)

II.- El violento poder de lo global y el terrorismo*

En este capítulo, sin pretender ser exhaustivo, plantea por una lado, el neoliberalismo y su violencia “positiva” y el terrorismo como oposición a esa globalización que borra lo singular.

“La violencia de lo global como violencia de lo igual destruye esa negatividad de lo distinto, de lo singular, de lo incomparable que dificulta la circulación de información, comunicación y capital”. (…)

La confrontación globalización y terrorismo, la sintetiza la “sentencia de Al-Qaeda: «Vosotros amáis la vida, nosotros amamos la muerte».”

La muerte (lo singular) es el fin, no es reciclable, destruye aquello que la hace positiva: “producción y rendimiento”. La muerte es la negatividad que el sistema neoliberal trata de esconder bajo la ilusión que puede ser vencida. La vida sana, es un edulcorante para retrasar lo inevitable, lo que no se deja domesticar.



Jean Baudrillard (1927-2007)


Han dialoga con Baudrillard –campeón olímpico de la posmodernidad-, considera que su visión de la realidad actual está desenfocada. Pues, su modelo es del orden inmunológico –viral-, frente al modelo propuesto por Byung-Chul Han que se basa más bien en el modelo adiposo y que no es capaz de generar anticuerpos. Si en la sociedad moderna, inauguró el modelo panóptico (M.Foucault), disciplinar los cuerpos y las almas, en el nuevo modelo de sociedad líquida (Z.Bauman), cree Han, que el modelo es el apóptico “una construcción basada en una «óptica excluyente» que identifica como indeseadas y excluye por tales a las personas enemigas del sistema o no aptas para él. El panóptico sirve para el disciplinamiento, mientras que el apóptico se encarga de la seguridad.”

La globalización genera por un lado, un sociedad del miedo –incertidumbre existencial- y por la otra, se genera una sociedad del odio –la xenofobia es su producto más evidente-. Ambos buscan un enemigo que permita construir una identidad para hacer frente a esas inseguridades que la globalización nos propone. El nacionalismo etnicista y el terrorismo islámico, son dos fuerzas que se oponen a esa globalización de lo igual. Dice Han,  “El dinero es un mal transmisor de identidad.” Aquellos que lo poseen, generan la ilusión de “seguridad y tranquilidad”. Sin embargo, quienes no poseen nada, solo pueden  evadirse “a lo imaginario, por ejemplo a la idiosincrasia de un pueblo, la cual pone rápidamente a disposición una identidad. Al mismo tiempo se inventa un enemigo, por ejemplo el islam. Es decir, a través de unos canales imaginarios levanta unas inmunidades para alcanzar una identidad que otorga sentido. (…) El enemigo es, aunque de forma imaginaria, un proveedor de identidad”.

El problema de inmigrantes y refugiados, a pesar de los discursos del odio, resultan percibidos como “una carga”. Todos comprenden porque huyen, sea de la guerra o de la pobreza. Por eso, el discurso del odio, debe rellenar en la imaginación unas motivaciones perversas para poder eliminar cualquier rastro de empatía con los “otros”.

Los “otros” son lo singular que se infiltra en el modelo apóptico. ¿Cómo hacer frente a esas oleadas de desesperados que cruzan países y mares (Mediterráneo)?  Convirtiéndolos en enemigos.

Han cita a Goethe como síntesis de lo que sucede con la globalización: «Preciso fuera que nada supiese yo de navegación: / guerra, comercio y piratería son tres cosas en una, / imposibles de separar». (J.W. von Goethe, Fausto, Ed. Cátedra)

La globalización – movimientos de capital y mercancías a escala planetaria- es “una guerra con otros medios”. I.Kant (s.XVIII), pensaba que el comercio sería la vacuna para acabar con las guerras. Sin embargo, la globalización no ha pacificado nuestro mundo. Los muertos y refugiados son un ejemplo de esas guerras larvadas en pos del beneficio. La ausencia de guerra está localizada, Occidente –modo de vida occidental-, Han reprocha a Kant que “no se dio cuenta del carácter diabólico, de la irracionalidad del espíritu comercial”. El modelo neoliberal se atiene a una lógica irracional que no tiene nada de racional como quería Kant.




I.Kant (1724-1804)


El modelo kantiano de una “paz perpetua” se funda en la idea de “hospitalidad*”: (…) “y entonces hospitalidad (ser acogedor) significa el derecho que un extranjero tiene a que los demás no lo traten xenófobamente por el hecho de haber llegado a sus tierras.” (I.Kant, La paz perpetua, ed.Tecnos)

La hospitalidad es una idea de la razón, una condición indispensable para esa paz perpetua que se resiste en virtud del egoísmo  del hombre y de los estados. Reconocer al otro, como otro, es un deber que se expresa en la “amabilidad”. Como dice Han,  Amabilidad significa libertad”.

El propio Nietzsche ve la hospitalidad como un rasgo distintivo del alma jovial: “ ¡Y que aquí me sea bienvenido todo lo que está en devenir, lo que anda errante, lo que va buscando, lo que es fugaz! De ahora en adelante la hospitalidad será mi única amistad”. (F. Nietzsche,  [trad. cast.: Fragmentos póstumos (1882-1885), vol. III, Madrid, Tecnos, 2010].)

La globalización es incapaz de reconocer la hospitalidad, porque ha cegado –apóptico- la posibilidad de reconocer al “otro”, la negatividad, lo que no se deja reciclar en rendimiento y consumo. Han establece un criterio moral para nuestras sociedades: “El grado civilizatorio de una sociedad se puede medir justamente en función de su hospitalidad, es más, en función de su amabilidad. Reconciliación significa amabilidad”.

Nota:

* Byung-Chul, Han, La expulsión de lo distinto, ed.Herder, Barcelona, 2017.

* La idea de hospitalidad ha sido tratada en la obra dde Daniel Innerarity, Ética de la hospitalidad, ed.quintento, Península, Barcelona, 2008.

dimarts, 21 de gener del 2020

Reseña: Byung-Chul Han, La expulsión de lo distinto (I)

Byung-Chul, Han, La expulsión de lo distinto, ed.Herder, Barcelona, 2017



I.- El terror a lo igual

El texto empieza con un párrafo que es una declaración de intenciones:

“Los tiempos en los que existía el otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como infierno, el otro como dolor va desapareciendo. Hoy, la negatividad del otro deja paso a la positividad de lo igual. La proliferación de lo igual es lo que constituye las alteraciones patológicas de las que está aquejado el cuerpo social. Lo que lo enferma no es la retirada ni la prohibición, sino el exceso de comunicación y de consumo; no es la represión ni la negación, sino la permisividad y la afirmación. El signo patológico de los tiempos actuales no es la represión, es la depresión. La presión destructiva no viene del otro, proviene del interior.”

La idea clave del texto es la negatividad frente a la positividad. Vivimos tiempos, en que la positividad ha ganado la batalla a la negatividad. La consecuencia de ello se expresa en la eliminación del “otro” y la aparición de una positividad que engendra patologías de la modernidad. La depresión es el compendio de esa positividad. La destrucción como dice el autor “proviene del interior”, es decir, del propio yo. Ese proceso lo denomina “autodestrucción”.

El autor, llama la atención sobre el hecho paradójico de que la positividad engendra rasgos autodestructivos en nombre de la supresión de la negatividad (lo exterior). La exaltación de la positividad se “hace pasar por crecimiento”. Han, pone el acento que a partir de un determinado umbral, la “producción ya no es productiva, sino destructiva”, la información o la comunicación dejan de ser, para convertirse en otra cosa.

Han, trata de pensar la sociedad líquida (Z.Bauman) a través de metáforas. Los conceptos son difíciles de aplicar a realidades fluidas y cambiantes. Si la negatividad se expresaba en el “otro”, ahora la positividad exalta “lo igual”. Pone el ejemplo del Binge Watching –atracones de series-. El neoliberalismo, ha entendido que la mejor manera de atar al consumidor, es ofrecerle lo que le “gusta”. Puede mirar durante horas sus series favoritas. Buscando metáforas para el comportamiento de los usuarios de series –lo igual- encuentra que “la proliferación de lo igual no es carcinomatosa, sino comatosa. No topa con ninguna defensa inmunológica”. Eso significa que estamos inertes delante de la pantalla, no puedes abandonarla porque después del capítulo 4, seguirá con el 5. ¿Cómo vas a perdértelo? Dice Han que uno se queda pasmado mirando la pantalla hasta “perder la conciencia”. Es una manera de hablar. Uno puede estar enchufado a la televisión y desconectado del desierto de lo real.


Byung-Chul Han


Si la negatividad genera anticuerpos –es una manera de hablar-, “el exceso de lo igual” no los genera, no hay anticuerpos ni defensa posible. La obesidad, no es una infección –hablamos de metáforas- no se genera una reacción por parte de nuestro cuerpo, como sucede con las infecciones.
Han se esfuerza por hacer distingos, así por ejemplo, nos dice que “Lo mismo no es idéntico a lo igual, siempre aparece emparejado con lo distinto”. Lo igual no tiene negatividad, por eso se convierte en “masa amorfa”. La obesidad se representaría como esa masa amorfa, que no es infecciosa, pero sí adiposa. 

La experiencia de la positividad lo invade todo. Léase positividad como lo igual. Así sucede que “Uno se entera de todo sin adquirir ningún conocimiento”. Todo se reduce a un “me gusta”. Buscamos desesperadamente a iguales, a aquellos que piensan como nosotros, que aspiran a lo mismo que nosotros. Los anuncios van llenos de la palabra mágica “experiencia”. Pero la experiencia eso que “nos concierne, nos arrastra, nos oprime o nos anima”, supone la negatividad. El dolor, la frustración. El mundo actual quiere suprimir esas experiencias  negativas, aspira a un mundo donde todo sea “me gusta”. El mundo hiperconsumista no tolera los procesos lentos, los largos plazos, rechaza la lentitud.

Han nos habla de la distinción entre pensamiento y cálculo. El “pensamiento tiene acceso a lo completamente distinto”. Sea el concepto –propio de la filosofía-, o la metáfora –propio de la poesía- es capaz de alcanzar “un nuevo estadio”, mientras que el cálculo es ciego al acontecimiento –lo nuevo-. El conocimiento es creación y transformación, “genera un nuevo estado de conciencia”. 

El acontecimiento “le es inherente una negatividad, pues engendra una relación nueva con la realidad, un mundo nuevo, una comprensión nueva de lo que es”. Vivimos tiempos en que el “olvido del ser” supone rechazar la negatividad y por ello hacerse ciego hacia los acontecimientos.

La red es “una caja de resonancia especial, en una cámara de eco de la que se ha eliminado toda alteridad, todo lo extraño”. ¡Esta describiendo la caja de Faraday!. La red es la positividad de los nuevos tiempos. La dialéctica cerca y lejos es sustituida por una “falta total de distancia”. La sociedad de la transparencia destruye lo cercano y lo lejano, “todo queda igual cercano o lejano”.

Rastro y aura. El rastro es la manifestación de una cercanía, por muy lejos que pueda estar aquello que lo deja. El aura es la manifestación de una lejanía, por muy cerca que pueda estar aquello que la irradia” (W.Benjamín, Obra de los pasajes, libro V, vol. 1, Madrid, Abada, 2013)

“La hipercercanía y la sobreiluminación” son propias de la positividad, de una sociedad transparente que borra ese rastro y aura de la que hablaba W.Benjamín. El mundo hiperconsumista aborrece el misterio, y sólo exalta lo igual, sea en forma de series, de pornografía o de relaciones a base de “me gusta”. El capítulo acaba con el análisis de la película de Charle Kaufmann Anomalisa, que compendia esa fascinación por lo igual.


dimarts, 14 de gener del 2020

Greta Thunberg molesta a Fernando Savater

En la Revista Claves de Razón Práctica nº 268 Enero/Febrero 2020, en la Editorial que firma Fernando Savater, se confirma que el editorialista, se hace cada vez más viejo y lo que es peor más reaccionario.



Conviene ser cautos en lo tocante al cambio climático, concedido, pero afirmar que “ha surgido una nueva religión aterradora (la cursiva es mía)” porque exige un cambio radical en nuestro modo de vida insostenible, demuestra esa senda de reaccionaria de la que habla más arriba.



¿Por qué todos los reaccionarios sacan los peores instintos delante de Greta Thunberg? No se dice que los jóvenes deben involucrarse en los asuntos que les concierne, entonces ¿por qué ese afán mezquino de desacreditarla? Se trata de una adolescente que quiere cambiar el mundo. ¡Incluso Fernando Savater también quería cambiarlo en otro tiempo. El mensaje de Greta Thunberg ha calado porque vivimos en tiempos de instagram y las redes sociales. ¡No es culpa suya que su mensaje -incluso si es confuso- se puede utilizar de manera partidista! Su actitud contrasta con los que realmente puede hacer más cosas –gobernantes y estados- pero no pueden o no quieren hacer nada. 

Greta Thunberg protestaba delante del Parlamento sueco, sola, sin nadie que la apoyara. Debía pensar que esa era su forma de hacer algo, con el tiempo y las redes sociales lo que fue un acto aislado, se ha convertido en una marea de alcance global. ¿Acaso alguien piensa que su acción solitaria llevaría a convertirse en un símbolo? Si Greta Thunberg  vivirá la herencia que los mayores le vamos a dejar – un futuro incierto y un medioambiente en la cuerda floja-, lo menos que podría hacer Fernando Savater es mirarla con algo de simpatía.


divendres, 10 de gener del 2020

Orson Scott Card y su homofobia






¿Podemos boicotear un acto porque nos sentimos incómodos con uno de los invitados? Es posible que si hay un invitado incómodo, el resto no lo sea. ¿Me puedo privar de asistir a un acto porque uno de los asistentes te resulta insufrible?

¿Qué Orson Scott Card es homófono? Nadie es perfecto. Se puede ser de la derecha radical cristiana –incondicional de D.Trump- y ser un excelente escritor como es él. No todos los escritores, o intelectuales, creadores en general, aciertan en sus opiniones, también están en su derecho de discrepar y errar. Eso no los hace irracionales, otra cosa es como justifican sus opiniones, estas si pueden ser irracionales. Afirmaciones como estas: “que l'homosexualitat "és una malaltia mental" i que actuaria "per destruir aquest govern [que va canviar la llei de matrimoni] i acabar amb ell". “ [es una enfermedad mental "y que actuaría" para destruir este gobierno [que cambió la ley de matrimonio] y acabar con él "]. Scott Card no está muy inspirado en sus afirmaciones y sí paranoico. Lo único que se puede hacer es rebatirlas. Supongo que no es necesario hacerse una selfie con él, si no estás de acuerdo con su pensamiento político. Es evidente que se puede ser un formidable escritor de SF y ser un ciudadano del siglo XIX.