diumenge, 23 de gener del 2011

Desde el balneario...


Las noticias se acumulan y no dejan ver lo que es importante y lo que es accesorio. En el tiempo instantáneo en el que vivimos, todo parece importante porque nada nos parece decisivo. Toda esta digresión viene a cuento de los que está sucediendo en Túnez, en Haití, amén de los desastres en Brasil a causa de las lluvias torrenciales que castiga a los de siempre. Es decir, a los más pobres. No recordaré lo que sucede en los territorio ocupados de la franja de Gaza ni en las condiciones de vida de los palestinos, mientras que la comunidad internacional insiste en mirar a otro lado. 


Haití sigue demostrando al mundo el desaguisado que supone la aparición del antiguo dictador Jean-Claude Duvalier. Que aparezca en escena y se pasea por el país que ayudó a devastar y asesinar a sus conciudadanos, que salió del país después de saquearlo para ponerse a buen recaudo en la antigua metrópoli: París. Ha vivido en el exilio dorado sin que nada ni nadie perturbe su vida plácida y tranquila durante cerca de veinte años. Nadie ha acusado al dictador de nada, nadie ha movido un dedo por afear su conducta sanguinaria y brutal. Francia ha sabido compensarlo con la tranquilidad e impunidad que todos estos dictadores siniestros saben. ¿Cómo es que vuelve a Haití? ¿Quién o quienes le han llamado? Incluso algunos nostálgicos de ese régimen dictatorial de los Duvalier que gobernó con mano sangrienta desde 1957 hasta 1971 (padre) y desde 1971 hasta 1986 hijo Jean-Claude Duvalier, aspiran la vuelta a ese régimen. Lo único que realmente indica este desbarajuste es la falta de un estado. Como ha habido sorpresa y estupor internacional el propio gobierno ha tenido que montar una farsa jurídica con la detención del antiguo dictador baja acusaciones etéreas de corrupción. Nada ha impedido que siga en libertad. Diferentes medios periodísticos afirman que su llegada está íntimamente relacionada con la posibilidad que puedan desbloquear sus cuentas en Suiza.


El otro punto de interés es Túnez. ¿Para qué sirven las revoluciones pacíficas si Europa o la comunidad internacional mira para otro lado? La movilización social hizo huir cargado de toneladas de oro al dictador Ben Alí. Su gobierno ha seguido controlando todas las esferas del poder. El propio primer ministro Mohamed Ghannouchi ha declarado su intención de abandonar el cargo después de las elecciones. Lo más llamativo es que un estado árabe haya habido una revolución social exigiendo cambios políticos y sociales. Incluso la policía se ha manifestado. Sin embargo resulta inquietante que: “Los manifestantes recitaron igualmente pasajes del Corán en memoria de los más de cien víctimas mortales registradas en las revueltas populares que forzaron la caída de Ben Alí.” (ABC). No deja de ser llamativo que la policía ha sido la responsable de las masacres de civiles en estas revueltas sociales. Lo decepcionante es la absoluta ignorancia por parte de Europa sobre lo acontecido allí. La posibilidad de instaurar una sociedad democrática y laica en un país del Magreb parece contrariar los intereses europeos. La mezquindad de la que hace gala Europa hacia los deseos de libertad y bienestar contrasta con su indiferencia o servilismo con regímenes totalitarios (China) o dictaduras teocráticas (Arabia Saudí). Parece que los gobiernos europeos esperan que los países árabes les confirmen en su superioridad moral, mientras que de estos se espera de ellos que acaben haciendo los trabajos sucios que se puedan requerir en determinados momentos.

divendres, 14 de gener del 2011

Ficción y realidad: Indignación

Tranquilos no va de filosofía, ¡ No salten a otros bloggers ! El título quiere hacer referencia a la novela de Philip Roth "Indignación"(1). La presente novela trata de las reflexiones de nuestro joven protagonista Marcus Messner. No voy a indicar desde donde realiza sus reflexiones, porque entonces perdería su gracia. Marcus es el hijo de un carnicero kosher que huye de un padre cada vez posesivo y obsesivo.

Busca horizontes lejanos, en medio de la la Guerra de Corea (1950-1953), y lo encuentra en Winesburg. Una pequeña Universidad alejada de su casa. La Universidad era uno de los pocos lugares donde uno podía escapar del reclutamiento para la Guerra. Marcus es listo e inteligente, pero también impulsivo. En Winesburg la tradición pesa como una losa. Por eso a Marcus le va a costar adaptarse. Quiere ser abogado, pero sobre todo quiere estar lejos de los problemas familiares, quiere estudiar y construirse un radiante porvenir y quieren que no le recluten para la Guerra de Corea y Winesburg le parece un lugar como otro cualquiera para conseguirlo. Pero las dificultades de la vida van hacer difícil su estancia.


Conoce a Olivia Hutton, una chica moderna que le rompe el esquema de lo que debe ser un chica decente. Unos compañeros que no son de fiar. Cuantos actos realiza Marcus para pasar desapercibido son interpretados en clave de desafío. Al final tiene que hablar con el decano Caudwell, que le interroga sobre sus dificultades de convivencia con sus compañeros. Marcus le intenta explicar que sus compañeros de habitación o son ruidosos y no le dejan estudiar o bien son insoportables y por esa razón ha decidido buscar otra habitación sin las molestias que suponían sus antiguos compañeros. Caudwell lo ve como síntomas de orgullo y superioridad. Discuten sobre una de las normas sagradas de la Universidad, la necesidad de asistir al servicio religioso.

Marcus es intervenido de apendicitis, ocasión que la madre de Marcus aprovecha para visitarlo. Le explica que está decidida a dejar a su marido porque se ha vuelto loco. Olivia también acompaña a Marcus en su convalecencia. La madre de Marcus le hace prometer que dejará a Olivia Hutton porque a nadie le conviene una muchacha que ha intentado cortarse las venas. Marcus la contenta diciendo que sí la dejará. La madre le confiesa a Marcus que no puede dejar a su marido en esas condiciones. Así que todo parece volver a la normalidad.



En sus oídos aún resuena la conversación entre su madre y él en el hospital: " (...). Tienes conciencia y eres compasivo, y también dulce...así que dime, ¿sabes cómo hacer con esa chica lo que tal vez debas hacer? Porque la debilidad del prójimo puede destruirte tanto como su fuerza. Los débiles no son inofensivos. Su debilidad puede ser su fuerza.(...)" (pag.126). Marcus recuerda esa conversación pero también sabe que no puede resistirse a los encantos de Olivia Hutton.  Pero Olivia ha desaparecido. Nadie es capaz de decir por qué se ha marchado.  Incluso es su desesperación por saber noticias de Olivia, Marcus llama a la puerta del decano Caudwell. La discusión entre ellos se encamina por derroteros inesperados. Sale de allí indignado. Los acontecimientos se precipitan. Mientras cae la nieve en noviembre se desata un estallido de algarabía y resentimiento que se conocerá con el nombre de "el Gran Saqueo de Bragas Blancas de la Universidad de Winesburg" (pág.144). Estos hechos tendrán consecuencias en la suerte de Marcus Messner.

Hay palabras que cambian nuestras vidas: "Váyase a la mierda" (pág.164) Y hay una lección que hay que saber: "la terrible, la incomprensible manera en que las elecciones más triviales, fortuitas e incluso cómicas obtienen el resultado más desproporcionado" (pág.164). La novela está escrita de manera ligera pero que  conduce de forma inexorable a Marcus a su destino. Una América orgullosa después de la victoria de la Segunda Guerra Mundial y un desarrollo extraordinario de los niveles de bienestar que iban a darse de bruces con una Guerra que aún no ha acabado en términos estrictos. Winesburg es como esa América orgullosa de ser provinciana y a la vez el centro del mundo, porque no hay más mundo que ese. Esta novela nos habla de las debilidades de la sociedad americana, de sus contradicciones, de sus obsesiones, de como combinar individualidad con solidaridad, una sociedad que tiene pendiente por resolver muchos problemas que se dibujan en la novela y que la realidad ha hecho más difíciles de solventar.

(1) Philip Roth. Indignación. Traducción Jordi Fibla. Contemporánea. Debolsillo, Barcelona 2010.

dijous, 6 de gener del 2011

Preguntas que dan que pensar............o no


Leyendo a mi filósofo de cabecera me ha interrogado acerca de si hay personas que tienen un sexto sentido ético-político que les hace estar siempre en la "buena dirección". Pienso en Camus, Orwell, etc., autores que siempre han estado en el lado "bueno". Hay autores que han estado en el "lado oscuro", por ejemplo, Heidegger, L.F.Céline, etc,. ¿Existe algún tipo de brújula ética que les marca la dirección adecuada?



  
La cuestión es interesante. Cada vez estoy más convencido -creencia- que no existe una razón pura práctica (Kant) que nos marque la hoja de ruta hacia la moralidad. No existe una estación término que alcanzar. No hay caminos que nos indiquen qué dirección tomar. Somos seres contingentes en un mundo cambiante y también contingente. Eso no quiere decir que uno deba adoptar una postura cínica ante los problemas que agobian a cada uno de nosotros y a la sociedad en la que vivimos. No podemos esperar que nos salve un dios, tampoco un rey-filósofo.

*Agradezco a Miquel Andrino su aportación gráfica para ilustrar este comentario.