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dimecres, 15 de febrer del 2023

Reseña: El Naufragio de la civilización (Epílogo II)

 Epílogo de urgencia (2020)





“Añado estas últimas páginas a El naufragio de las civilizaciones cuando nuestro mundo lleva unos meses enfrentado a uno de los retos más traumáticos de su historia.

(…) No obstante, podemos afirmar ya sin peligro de equivocarnos que tardaremos mucho en olvidar los sucesos de este año, que se hablará aún durante mucho tiempo de un “antes” y de un “después” de 2020, y que en el futuro el planeta habrá una remodelación honda y duradera.” (pág.315)

“Una de las características de mayor rango de la pandemia causada por el Covid-19 es que constituye, más allá del aspecto médico, científico o sanitario, un reto de primer orden para la forma en que se gobierna cada país y para las relaciones entre los diversos componentes de la humanidad.” (pág.315-6)

“(…) La principal preocupación es que el coronavirus, que se transmite con facilidad, les causa a muchos enfermos dificultades respiratorias que requieren cuidados intensivos.” (pág.316). Estos cuidados requieren y colapsan el normal funcionamiento de los hospitales que tienen que decidir acerca de la idoneidad de los pacientes ante la falta de respiradores para todos los pacientes. Además, “¿las autoridades deberían forzar a la población a obedecer sus directrices o contentarse con prodigarles consejos?.” (pág.316) 

Amin Maalof se hace una pregunta necesaria: “¿cómo deberían funcionar las sociedades humanas para poder hacer frente a retos de esta categoría?.” (pág.316).

Piensa que es posibles entrever algunos cambios –hoy, sabemos que no-. Así, cree posible que determinados hábitos –distancia social, mascarilla- se puedan utilizar más allá de la pandemia. La utilización del teletrabajo, de lo digital frente al contacto real. En los momentos de confinamiento, los niveles de contaminación bajaron, un cierto sentido de la proporción y de concienciación acerca del planeta sobrevoló nuestras mentes. Y, sin embargo, parece que todo aquello se ha esfumado.

La pandemia ofreció un argumento de peso para el mantenimiento del Estado del bienestar, pues, la referencia de los hospitales públicos para enfrentarse a la pandemia fue un hecho decisivo para minimizar los daños. Las estrategias de los diferentes países para combatirlo, fue errática y caótica, a pesar que las consecuencias en otros países vecinos permitían vislumbrar los efectos. Desde aquellos no hicieron nada para combatirla –“inmunidad de rebaño” (pág.318)- hasta aquellos que como China –origen de la pandemia- procedieron a un bloqueo de la población sin precedentes. Los países con sistemas mixtos de intervencionismo estatal y acción privada fueron mucho más eficientes que aquellos – R.U y EEUU- que habían proclamado el advenimiento del neoliberalismo. Sin embargo, las cifras de muertos han sido enormes. 

“Es sensato suponer que, a la inversa, el papel del Estado como protector de los ciudadanos ha recobrado de pronto la legitimidad que parecía haber perdido.” (pág.320) A pesar de todo, el propio Estado –la UE, así como EE.UU- no ha salido bien parado del desafío, pues, “no ha mostrado ni liderazgo ético ni eficacia técnica” (pág.321). Tal como apunta Maalouf: “Más sería de esperar un largo y tumultuoso “interregno”, salpicado de crisis y de conflictos de todo tipo antes de que pueda implantarse un nuevo equilibrio.” (pág.323)

Una de las consecuencias más inquietantes en nombre de la salud pública ha sido las restricciones de movimiento de los ciudadanos. En China, estas restricciones tienen que ver con el modelo dictatorial y la falta absoluta de libertades civiles, pero en Occidente, las restricciones se vendían como la única solución ante el avance de la pandemia. La salud por encima de la libertad. 

La imagen del gobierno Chino estableciendo cuarentenas draconianas, podía parecer que su eficacia era mejor que las establecidas por Occidente, pero, tal eficacia dista mucho de ser real. La pandemia, y lo que el futuro pueda deparar nos recuerda, siguiendo la metáfora del Titanic, que hay que estar atentos a esos icebergs –cisnes negros- que hay que tratar de esquivarlos sin que se pierda el control de la nave, en la que todos vamos juntos.


dimarts, 14 de febrer del 2023

Reseña: El naufragio de la civilización (Epílogo I)

 Epílogo




“(…). Lo que menos quería era salirme de mi papel de espectador ni dar a mi enfoque propio un lugar desorbitado.

“más de una vez hice un alto, incluso, entre dos capítulos para asegurarme de que no padecía una “ilusión óptica” y que era de verdad el mundo el que esta naufragando y no sólo mi mundo (…) “ (pág.307)

“No, no es la nostalgia la que habla por mi boca, es mi preocupación por el porvenir; es mi legítimo temor a ver a mis hijos, a mis nietos y a sus contemporáneos vivir en un mundo de pesadilla. Y es también mi temor de ver desaparecer todo cuanto presta sentido a la aventura humana. “(…). Sigo, efectivamente, convencido de que si el Levante plural hubiera podido sobrevivir y prosperar y florecer, el conjunto de la humanidad, con todas las civilizaciones fundidas en un solo crisol, habría sabido evitar la deriva que estamos viviendo en nuestros días”.

Fue desde mi tierra natal desde donde empezaron las tinieblas a extenderse por el mundo”. (pág.308)

“Al enarbolar, como he hecho en este libro, el fantasma de un naufragio inminente, ¿no me he arriesgado a desesperar a quienes me lean?

“Mi intención no era, desde luego, predicar el desánimo, pero es obligación de todos, en las gravísimas circunstancias por las que estamos cruzando en este siglo, conservar la lucidez y la sinceridad y seguir siendo merecedores de confianza.

“Tengo la convicción, por lo demás, de que sigue siendo posible una reacción. (…) Todas las sociedades humanas y todas las civilizaciones salen perdiendo con derroteros cuyo rumbo se extravía de esa forma y todas saldrían ganando si se enderezase ese rumbo. El día que tomemos conciencia de ello, las conductas cambiarán radicalmente, se enmendará la deriva y aparecerá una dinámica saludable.

“Es pues necesario, e incluso imperativo, dar la alarma, explicar, exhortar y avisar. Sin cansancio, sin indulgencia, sin desaliento. Y sin saña sobre todo. Recordando continuamente que los dramas que ocurren en nuestros días son el resultado de una maquinaria cuyos dispositivos no controla nadie y que nos arrastra a todos, pobres y ricos, débiles y poderosos, gobernados y gobernantes, lo queramos o no y cualquiera que sean nuestras filiaciones, nuestros orígenes o nuestras opiniones.” (pág.310-311)

(…) ¿Cómo convencer a nuestros contemporáneos de que, al seguir presos de los conceptos tribales de la identidad, de la nación o de la religión o al seguir glorificando el egoísmo sacro, les están preparando a sus propios hijos un porvenir apocalíptico?” (pág.311).

La imagen de lo apocalíptico es cara a ciertas mentalidades que parecen desear ser castigados por alguna entidad superior a nosotros, sea la Naturaleza (en Mayúsculas), Gaia o cualquier idea de tipo New-Age. Siempre es posible que todo acabe al estilo de la novela de Cormac McCarthy, La carretera (2006). Sin embargo, si somos capaces de lo peor, también somos capaces de lo mejor, o al menos de  evitar ese naufragio que tantos agoreros piden a gritos.

No habrá ningún “instinto colectivo de supervivencia” (pág.311) que nos salve. Los problemas no desaparecerán por arte de magia. Requiere tomar conciencia de los problemas –globales y locales- y tratar de utilizar la racionalidad para enfocar adecuadamente y en orden de prioridades que problemas afrontar escalonadamente. 

Amin Maalouf no quiere caer en la desesperación. Como dice:”no quiero perder esa esperanza” (pág.312). Utiliza la metáfora del Titanic para evitar ese naufragio.


dimecres, 8 de febrer del 2023

Reseña: El naufragio de la civilización (XIII)

 


Revolución “conservadora” –Thatcher y Reagan- y la iraní –teocrática-, hay que sumar dos nuevos acontecimientos. El primero el ascenso de Deng Xiaoping (1978) que también inaugura la nueva revolución conservadora que “se apoyaba en las tradiciones mercantiles enraizadas de toda la vida en la población china y que Mao Zedong había intentado erradicar” (pág.167). La revolución conservadora iba a cambiar para siempre las condiciones de vida de la población China. Nunca, un cambio revolucionario, iba a cambiar el rostro de una sociedad, llevándola a unas pocas generaciones, a convertirse en la segunda potencia del mundo. El otro acontecimiento, que también ayudo a cambiar el mundo fue la aparición del Papa Carol Wojtyla, y su doctrina conservadora, que dinamizó y propició cambios en la Polonia natal y de paso en el telón de acero.

Todas estas revoluciones conservadoras, generaron sus propias derivas de largo alcance, fueron revoluciones en que los actores de estos acontecimientos, jugaron un papel decisivo, no tanto porque tuvieran planeado lo que iba a suceder, pero su voluntad de cambio, desencadenó, toda una cascada de acontecimientos que fueron más allá de la clásica distinción marxiana entre la infraestructura y la superestructura. En el caso de estas revoluciones conservadoras, los factores superestructurales –culturales- tuvieron mayor calado si cabe que los factores económicos –infraestructura-.

Todos estos acontecimientos que tuvieron lugar “entre octubre de 1978 y mayo de 1979”, generaron dinámicas impensables en el momento que se jugaban estos acontecimientos. Maalouf apunta dos hechos que ayudaron a que estos acontecimientos fueran catalizadores de lo que posteriormente acabó por suceder. Se trata de la crisis del petróleo (1973) y el declive del imperio soviético.

La crisis del petróleo tuvo que ver con la guerra de Yom Kipur*, guerra del Ramadán o guerra de Octubre (1973). La victoria israelí, fue contestada por los países árabes con el embargo del petróleo y el aumento del precio que supuso un auténtico shock en las economías de Occidente. Para los países árabes, que tenían las llaves del progreso, acabó por convertirse en una maldición. 

La década de los setenta, fue escenario del enfrentamiento entre las dos grandes potencias, por países interpuestos que sufrieron las consecuencias de dicho enfrentamiento. Vietnam, Camboya, Laos, fueron escenarios del conflicto entre comunismo y el anticomunismo de EEUU. El escenario se amplió a África. Destrucción de países en enfrentamiento sangrientos capitalizados por las dos superpotencias, asolaron los países denominados del tercer mundo. 

En este escenario de Guerra Fría, los soviéticos se embarcaron en una aventura de la que iban a salir mal heridos. Afganistán (1979) iba a acabar siendo para los soviéticos lo que fue Vietnam para los norteamericanos. 


dilluns, 6 de febrer del 2023

Reseña: El naufragio de la civilización (XII)

 III El año del gran vuelco





“El drama que los árabes de hoy llaman sencillamente “sesenta y siete” fue, pues, un giro decisivo en el camino del quebranto y de la perdición”. (pág.159)

Al decir del Maalouf, ese giro no fue sólo por un acontecimiento, sino que utiliza la palabra “síndrome” (pág.159) para remarcar la idea de acontecimientos que en paralelo se iban a sumar a ese “gran vuelco”.

Ese “gran vuelco”, también fui testigo, junto con toda una generación que había llegado a los veinte años en 1979. Los acontecimientos “causaron en el mundo entero algo así como un “vuelco” duradero de las ideas y de las posturas”. (pág.161)

Utiliza la palabra Zeitgeist, para referirse al espíritu de la época. Tal concepto, implica que “Todos cuantos viven en la misma época se influyen mutuamente de diferentes formas y habitualmente no son conscientes de ello.”(pág.161). Marx lo llamará superestructura –ámbito de la cultura, sea filosofía, arte, literatura, moda, o cualquier forma en la que se expresa un momento de la historia-. Así, “las ideas de la calse dominante son las ideas dominantes en cada época, o dicho en otro términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es también su poder espiritual dominante” (K.Marx, La ideología alemana) 

La revelación que tiene Maalouf es que entrabamos en “una era eminentemente paradójica en que nuestra visión del  mundo iba a transformarse e incluso iba a dar un vuelco total. En adelante, “iba a ser el conservadurismo el que se proclamara revolucionario, mientras que los seguidores del “progresismo” y de la izquierda no iban a tener ya más objetivo que la conservación de los conseguido” (pág.162)

Entre los acontecimientos que ayudan a entender lo que sucede en nuestro hoy, destacan dos por las consecuencias de largo alcance que han tenido y que el tiempo pasado 1979, permiten ahora valorar y calibrar. Dos revoluciones de signo aparentemente diferente, pero que expresan ese conservadurismo del que hablaba Maalouf, a saber, la revolución Iraní, del ayatolá Jomeini en febrero de 1979 y la revolución conservadora en el Reino Unido de la mano de Margaret Thatcher en mayo de ese mismo año.

Como los procesos históricos siempre son múltiples, el desarrollo de la tecnología de las comunicaciones –ordenador, internet, redes de comunicación- así como el advenimiento de los gigantes asiáticos, China e India, dieron aún más complejidad a un mundo cambiante. Esas confluencias, allanaron aún más, los vertiginosos acontecimientos que llevaron al derrumbe del bloque soviético (1989).

La revolución iraní, fue un rechazo profundo a la penetración del mundo Occidental. Su posiciona-miento contra todos los valores Occidentales –papel de la mujer, igualdad, libertad de expresión y de conciencia, derechos humanos-, fueron impugnados de forma radical por el nuevo régimen de los ayatolas. Más que revolución fue una contrarrevolución contra Occidente.

En la revolución política de Margaret Thatcher, suponía un rechazo frontal contra el Estado del Bienestar y el papel activo del Estado como garante de una mínima redistribución de la riqueza. De ahí el desmantela-miento sistemático de ese Estado que tanto había costado de instaurar. La clase obrera fue sepultada, a favor de la nueva clase emergente, los empresarios, los creadores de riqueza, y sobre todos, se rompía un contrato social implícito que había surgido de la Guerra Fría. El banderín de enganche para esa nueva oleada de neoliberalismo fue la idea que cualquiera podía ser “empresario de su vida”. Se reivindicaba la libertad –imaginaria- del individuo frente al pesado e inútil Estado que frenaba la creatividad individual.


divendres, 27 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (X)

 2



Un poeta de Denia escribía:

Si es mi origen el polvo, cada país

Es el mío, y los mundos, mis parientes” (pág.91)


El poeta lo escribió en el siglo XI, se llamaba Abu l-Salt ibn Umayya. Resulta sospechosa la falta de memoria de nuestro pasado musulmán, si durante ochocientos años vivieron en la península ibérica, nuestras señas de identidad deben estar asociadas a esa civilización que prospero para convertirse en una de las civilizaciones más refinadas del mundo Occidental. Sería un buen momento para bucear en lo que escribió Juan Vernet en su libro “Lo que Europa debe al Islam de España*”. Sin embargo, España ha dado la espalda a esa herencia que trajo luz a la neblina de la Edad Media en Europa. El ascenso y declive del mundo musulmán supone que la historia no lleva en sí, su propia providencia. No hay teleología escrita en los cielos. Lo que sucede en la actualidad no es una herencia inexorable del pasado. Al contrario.

“La abominación que prolifera ahora ante nosotros es más reciente de lo que parece. Yo mismo he conocido una realidad muy diferente. Pero cuando se me ocurre mencionarlo en la actualidad, noto que a mi alrededor surgen la irritación, la impaciencia y la incredulidad” (pág.91).

“(…). El discutible beneficio de mi generación es precisamente que hemos sido testigos de la lenta metamorfosis del doctor Jekyll en Mr.Hyde; me refiero a la transformación de un amplio conjunto de pueblos, que no se apartaban mucho de las normas de su época y compartían todos los sueños, todas las ambiciones y todas las ilusiones de sus contemporáneos, en muchedumbres ariscas, rabiosas, amenazadoras, desesperadas.” (pág.92)

“(…). No está de más por lo tanto recordarles, por ejemplo, que la línea de fractura ideológica que existió en la humanidad en el siglo XX entre el marxismo y sus adversarios cruzaba también por el mundo musulmán igual que por el resto del planeta.”

“”Países como Sudán, Yemen, Irak o Siria albergaban importantes formaciones políticas de obediencia comunista. Y la franja de Gaza, antes de convertirse en bastión de Hamás, emanación palestina de los Hermanos Musulmanes, fue hasta la década de 1980 el feudo de una organización que reivindicaban para sí el marxismo-leninismo.”. (pág.92)

“Más elocuente aún es el ejemplo de Indonesia. (…) En mi adolescencia, se la conocía también por otra peculiaridad: la de albergar el partido comunista más nutrido del planeta tras los de China y la Unión Soviética, (…).” (pág.92/3)

“No pretendo entonar aquí las alabanzas del movimiento comunista. Trajo consigo inmensas esperanzas para toda la humanidad y luego las traicionó. Movilizó a personas valiosas, a portadores de los ideales más generosos, y luego los condujo a un callejón sin salida. Su quiebra fue un cataclismo, de no menor entidad que sus extravíos, y facilitó que el mundo cayera en el deterioro global al que estamos asistiendo hoy.” (pág.93)

Amin quiere poner énfasis que en las sociedades árabes desde 1920 hasta 1980 no eran tan diferentes a las sociedades occidentales, pues, la ideología dominante era una “ideología resueltamente laica, como el marxismo” (pág.93), hecho que el autor resalta y también deplora, no por la propia ideología, sino que su derrumbe fue sustituido por una mezcla de teocracias y dictaduras. 

Amin se pregunta: “Habría evolucionado mejor los países árabes o musulmanes si los partidos comunistas hubiesen desempeñado  un papel mayor? No lo creo y estoy incluso convencido  de lo contrario. (…9, e sensato suponer que habríamos asistido a revidas monstruosas –purgas, matanzas y la aparición de un sinfín de Stalins en miniatura-más que a milagros. (pág.99)

“Lo que sí estamos en cambio autorizados a lamentar es la desaparición del único espacio políticos que permitía a todos y cada uno de los ciudadanos, fueren cuales fueren sus pertenencias étnicas, religiosas u otras, desempeñar un papel de primera fila en el seno de su nación” (pág.99).

“(…). A lo largo de toda la historia humana, la suerte de los minoritarios fue un indicio revelador de un problema más extenso que afecta a todos los ciudadanos de un país y a todos los aspectos de su vida social y política. (…) En una sociedad en que los minoritarios padecen discriminación y persecución todo se corrompe y se pervierte. Los conceptos pierden su sentido. Seguir hablando de elecciones, de debates, de libertades académicas o de Estado de derecho se convierte en algo abusivo y engañoso”. (pág.100)

“Cuando deja de ser posible ejercer las propias prerrogativas de ciudadano sin remitirse a la pertenencia étnica o religiosa, es que la nación entera se ha internado por la vía de la barbarie. (…) Esto es cierto en la actualidad entodas las comarcas de Levante sin excepción alguna. Y es cada vez más cierto, en diversos grados, en otras partes del mundo” (pág.100)

Amin Maalouf hace referencia a William James, cuando hablaba de la necesidad de “una buena guerra” (pág.101). “La respuesta fue que había que inventar, en el seno de nuestras sociedades, “un equivalente ético de la guerra”, es decir, combates pacíficos que echasen mano de las mismas virtudes, que movilizasen las mismas energías –camaradería, ayuda mutua, fervor, entrega a uno mismo-, pero sin tener que pasar por las atrocidades que traen consigo las guerras. (…) ¿No sería deseable, efectivamente, ver aflorar, frente a todas las atrocidades identitarias, un anchuroso movimiento capaz de llevar a cabo una movilización masiva de nuestros contemporáneos en torno a valores universales y más allá de todas las fronteras políticas, religiosas, étnicas o culturales? “(pág.101)

Habría que decir que esas “buenas guerras” ya se libran –derechos humanos, los asociados a los –ismos, sea ecología o feminismo, cambio climático-, pero esta lucha es muy desigual, pues, en la actualidad, quienes tiene el poder político son los Estados, y desde Maquiavelo, sabemos que los Estados tienen su propia lógica que no va sincronizada con los intereses de sus ciudadanos. Existe una mayor concienciación a escala global sobre estos problemas que acucian a la humanidad, pero falta como dice Esquirol, estamos a “medio paso**” de acceder a esa nueva realidad donde el ser humano sea por fin un fin en sí mismo y no un medio (I.Kant) para fines inhumanos.


dimarts, 24 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (IX)


 II. De los pueblos que zozobran





“Los imperios más civilizados estarán siempre tan cerca de la barbarie como el hierro más bruñido lo está de la herrumbre: en las naciones, al igual que en los metales, sólo relucen las superficies.” (Antonie de Rivarol (1753-1081). De la filosofía moderna. [pág.83]


1

Confiesa Amin Maalouf: “He sentido siempre gran apego por la civilización de mis padres, tuve la esperanza de verla renacer, prosperar, florecer, recuperar su influencia, su grandeza, su generosidad, su creatividad, pata que pudiera deslumbrar una vez más a toda la humanidad. Nunca habría creído que en el crepúsculo de mi vida iba a verme en la obligación de describir su itinerario con palabras tales como quebranto, desconsuelo, deriva, cataclismo, retroceso, naufragio, zozobra…

Pero ¿cómo calificar de otra manera ese paisaje destrozado que se extiende ante nuestra vista? Esos países que se desintegran, esas comunidades milenarias a las que extirpan de raíz, esos  nobles vestigios derribados, esas ciudades despanzurradas y, además, ese indescriptible estallido de salvajismo –lapidaciones, decapitaciones, amputaciones, crucifixiones, linchamientos-, todo ello debidamente filmado y transmitido para que el resto del planeta no se pierda ni una imagen.” (pág.85)

“Pocas veces en la historia de los pueblos el odio  propio ha llevado a tales extremos. (…) Diríase incluso que intentan deliberadamente avergonzar a los enamorados de su civilización para darles la razón a sus detractores.”

“Antaño, quienes odiaban a los árabes eran sospechosos de xenofobia y de nostalgia colonialista; ahora, todo el mundo se siente autorizado a odiarlos con total  tranquilidad de conciencia en nombres de la modernidad, de la laicidad, de la libertad de expresión o de los derechos de la mujer”. (pág.86)


“La historia de mi país natal es elocuente al respecto. Durante siglos, las órdenes llegaban de Estambul, de la Sublime Puerta, como solía decirse”. (…)

“(…).Las órdenes, que no llegaban ya de Estambul, las esperaban ahora de Washington, de Moscú, de París, de Londres; y también de algunas capitales de la zona, como El Cairo, Damasco, Teherán o Riad.” (pág.87)

Si la falta de confianza en sí misma del mundo árabe, se une en la actualidad  “ese hondo aborrecimiento de sí y de los demás al que acompañan una glorificación de la muerte y unos comportamientos suicidas” (pág.88), significa que alguna cosa se ha roto en esas sociedades ya sea “la ausencia de esperanza, la sensación de haber perdido, y de forma irreversible, aquello sin lo que la vida ya no merece la pena vivirse: la salud, la fortuna, la dignidad o la persona amada” (pág.89).

Lo novedoso de esta situación anómala es “que millones de personas sean presa de la desesperación y que muchas de ellas acaben adoptando comportamientos suicidas nunca se había dado en la Historia y me parece que todavía no hemos calibrado por completo lo que está ocurriendo ante nuestros ojos en el conjunto del mundo árabe musulmán y también en todos los países donde viven sus diásporas” (pág.89-90).

“Cuando a una persona se le quitan las ganas de vivir es a sus seres cercanos a quienes corresponde devolverles la esperanza. Cuando son poblaciones enteras las que permiten que se adueñe de ellas el deseo de destruir y de destruirse, nos corresponde a todos sus contemporáneos dar con el remedio. Si no por solidaridad con el Otro, al menos por voluntad de supervivencia.

Pues la desesperación, en nuestra época, se extiende allende los mares, allende los muros, allende todas las fronteras tangibles o mentales, y no es fácil ponerle coto” (pág.90).

Si transcribo párrafos enteros, es sobre todo por que quien escribe, ha vivido de cerca estos acontecimientos, que desde nuestros bunkers mentales y nuestras alambradas de espino, se hace difícil calibrar el significado de lo que acontece más allá de nuestros paraísos (UE).


divendres, 20 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (VIII)

 7




“La ruina  de ese modelo que tan prometedor fue me causa una tristeza de la que ya no me queda tiempo para consolarme. (…) No cabe duda de que el fracaso lo explican en parte las crisis del Oriente Próximo, que enfrentaron a mi país con retos enormes. Pero también lo explica la forma desastrosa en la que se reaccionó ante esas crisis” (pág.73).


“Con el paso de los años, de las crisis y de las guerras, la tierra libanesa se convirtió en un campo franco donde se libraban directamente o por persona interpuesta incontables combates: entre rusos y norteamericanos; entre israelíes. La lista es larga. Y siempre los beligerantes externos conseguían el apoyo de esta o de aquella facción local que, con excelentes pretextos, opinaban que era hábil y legítimo apoyarse en ellos para mover sus propios peones sin preocuparse demasiado por el país y sus frágiles equilibrios” (pág.74).


“Esa degradación material y moral es tanto más desconsoladora cuanto que el Beirut de mi juventud vivía, en lo tocante a la coexistencia de las religiones, una experiencia infrecuente que creo que habría podido brindar a esa zona tan tormentosa, e incluso a otras partes del mundo un ejemplo sobre el que merecería pararse a pensar” (pág.75)


(…) No obstante, no queda más remedio que constatar que, en el mundo actual, en parte alguna se consigue que vivan juntas de forma equilibrada y armoniosa poblaciones cristianas, musulmanas y judías” (pág.75).

Maalouf constata que “la desintegración de las sociedades plurales de Levante ha traído consigo una degradación moral irreparable que en la actualidad afecta a todas las sociedades humanas y da rienda suelta en nuestro mundo a barbaries insospechadas” (pág.77).


“Ahora sabemos que la consecuencia de esa negativa a consolidar la existencia de las diversas comunidades religiosas o lingüísticas no fue reforzar la igualdad entre ciudadanos o abolir las discriminaciones, sino exactamente lo contrario. Por doquier desembocó en la marginación y la exclusión de poblaciones enteras que tenían un papel que desempeñar” (pág.78).


Maalouf habla de de un factor desestabilizador crucial para entender el desastre de ese Levante del que hablaba el autor. La idea de confesionalidad. “Esa palabra, que es el equivalente local de lo que llaman en otros lugares comunitarismo, nombra a todo un sistema de cupos en virtud del cual los cargos importantes del país se reparten de antemano entre los representantes de las comunidades” (pág.79).


“La idea original no era aberrante: había que evitar que, en la elección de un dirigente, apareciera sistemáticamente un candidato cristiano enfrentado a un candidato musulmán, con el apoyo respectivo de sus propios correligionarios. Se tomó pues la decisión de repartir de oficio los cometidos entre las diferentes comunidades. El presidente de la República habría de ser obligatoriamente un cristiano maronita; el presidente del Consejo, un musulmán sunita; el presidente del Parlamento, un musulmán chiita. En el gobierno habría siempre una paridad exacta entre ministros cristianos y musulmanes” (pág.79).


Sin embargo, a pesar de este sistema artificial para que estuviesen representadas todas las sensibilidades del país, “se subestimó el carácter insidioso y tóxico inseparable del sistema de cupos. Se albergó la esperanza de que, al suavizar la competencia entre las comunidades, disminuirían poco a poco las tensiones y se reforzaría en los ciudadanos el sentimiento de pertenecer más a una nación que a una confesionalidad. Pero ocurrió lo contrario. En vez de dirigirse al Estado para conseguir sus derechos, a los ciudadanos les parecía más útil recurrir a los dirigentes de sus comunidades. Éstas se convirtieron en satrapías autónomas, que gobernaban clanes o milicias armadas y colocaban sus propios intereses por encima del interés nacional” (pág.80).


Amin Maalouf, puede confesar: “A decir verdad, y lo escribo en el crepúsculo de mi vida con infinita tristeza, en vez de quedarse con el niño y tirar el agua sucia, se hizo lo contrario. (…) Todo cuanto era prometedor se agostó. Todo cuanto era intranquilizador e insano, y que se esperaba que fuera provisional, se afincó con mayor firmeza que nunca” (pág.80).


“En la actualidad estoy convencido de que el ideal –para mi país natal, pero no sólo para él- no reside ni en el sistema de cupos, que encierra a la sociedad en una lógica perversa y conduce directamente a lo que se quería evitar, ni en la negación de las diferencias, que disimula los problemas y contribuye a menudo a agravarlas, sino en la instauración de un dispositivo de supervisión con el que se tendría cuidado de comprobar permanentemente que ningún sector de la población, e incluso, en el mejor de los casos, ningún ciudadano, padece una discriminación injusta vinculada al color, a la religión, a la etnia, a la edad, al sexo, etc. (…) hemos de esforzarnos en tener en cuenta las múltiples sensibilidades que existen en el seno de la población, (…). Y eso exige que se esté pendiente a diario de todas las tensiones y de todas las distorsiones” (pág.81)


Llama la atención que Maalouf no hable directamente de una sociedad democrática, donde las minorías sean respetadas, donde las libertades civiles sean tenidas en cuenta, donde, la religión tenga una dimensión más privada que estatal, pues, uno de los males de fondo, es la distorsión de la religión en las sociedades árabes y musulmanas, que penetra en la propia aplicación de las leyes, generando estados teocráticos incompatibles con los modelos de las democracias Occidentales.


“(…) Es evidente que algo grave e incluso inaudito ha ocurrido en esa región y ha contribuido a trastornar nuestro mundo y a desviarlo del camino que habría debido ser el suyo” (pág.82).


El 11-S de 2001, marcó el fin de un trastorno que tuvo su origen, entre otros en 1948 con la creación del Estado de Israel, que alteró para siempre el panorama de Oriente Próximo, generando dinámicas insospechadas que han llegado hasta nuestros días. 


dijous, 19 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (VII)

 



6

Maalouf explica el papel de Nasser y su sueño panárabe, cómo Egipto y Siria se convirtió en el primer ejemplo de lo que debería ser esa un unión con la proclamación de la República Árabe Unida (RAU). El sueño de unidad parecía posible, desde “Irak a Yemen y desde el Sudán a Marruecos” (pág.67). 

Maalouf confiesa lo siguiente: “Yo tenía nueve años y sólo me quedan recuerdos nebulosos de lo que se llama en la historia de mi país natal “la revolución del 58”. Lo que se me ha quedado en la memoria son sobre todo las voces de mi padre y mi madre cuando mencionaban en mi presencia algunos acontecimientos trágicos: el asesinato de un periodista cristiano partidario de Nasser; el secuestro y el asesinato de otro periodista también cristiano, pero ferozmente hostil a Nasser (…) Me acuerdo también de que los colegios estuvieron cerrados seis meses” (pág.68).

“Cuando, el 14 de julio de ese año, una revolución cruenta derrocó a la monarquía iraquí y asesinaron a los miembros de la familia real, así como a los dirigentes que simpatizaban con Occidente”, los Estados Unidos intervinieron. (…) No menos de catorce mil hombres participaron en la operación; salvaguardaron el puerto de Beirut, el aeropuerto, las principales arterias y los edificios del gobierno. Los combates entre facciones locales se apaciguaron en el acto”.

“Para que concluyera la crisis, el Parlamento eligió un nuevo presidente con la bendición de Washington. Era el jefe del ejército, el general Fuad Chehab (…). (págs. 68/9)

“Una de sus primeras iniciativas fue un gesto simbólico de gran alcance y que podría haber tenido efectos duraderos si el país y la zona hubieran evolucionado de forma diferente: un encuentro cara a cara con Nasser en la frontera sirio-libanesa (…). “Chehab se comprometía a que su país no volviera a servir de base a los enemigos de Nasser y éste prometía, a cambio, no volver a mencionar nunca una unión del Líbano a la República Árabe Unida”. (págs..69-70)
 
“En la madrugada del 28 de septiembre de 1961 Damasco fue escenario de un nuevo golpe de Estado. En esta ocasión en contra de Nasser, en contra de la unión con Egipto.” (pág.70) Los golpistas utilizaron la calamitosa situación económica que había perjudicado a Siria como excusa para separarse del rais.

“Lo que sí es cierto es que la unión egipcio-siria había supuesto una amenaza seria e inminente para la independencia del Líbano, no menos que para su paz civil; y que gracias a la sensatez, la clarividencia y la habilidad de sus dirigentes de entonces, el país salió de esa prueba indemne e incluso quizá reforzado”. (pág.71)

Líbano había sabido guardar su independencia, pero la dinámica política, conformó dos posiciones: una línea se adhería a la del jefe del Estado Chehab, “llamada precisamente ‘la Línea’, y otra contraria y bautizada como ‘la Alianza’” (pág.72). Las diferentes posiciones se “enfrentaban con ideas y programas” (pág.72), y suponía la posibilidad de un desarrollo democrático en el país. Maalouf sostiene que el potencial del Líbano para salir de la crisis era superior a otros países de su entorno, y ello debido a que poseía un  nivel superior “por sus escuelas, sus universidades, sus periódicos, sus bancos y sus tradiciones mercantiles. Destacaba por una gran libertad de expresión y una gran apertura tanto hacia Oriente cuanto hacia Occidente. Habría podido tirar del universo levantino y del conjunto del mundo árabe hacia arriba, hacia una democracia mayor y una modernidad mayor. Pero fue de él del que tiraron hacia abajo. Hacia una violencia mayor y una intolerancia mayor. Hacia el quebranto y el retroceso. Hacia la pérdida de toda confianza y de toda perspectiva de futuro.” (pág.74)

Esta descripción que nos da Maalouf, permite comprender que la historia no esta escrita de antemano. Que lo sucedido hubiera podido ser de otra manera. Que las fuerzas activas y reactivas en un momento histórico pueden fluir en diversas direcciones y que en el transcurso del tiempo, ese fluir parece conducir inexorablemente en la mala dirección. En asuntos humanos, no hay destinos aciagos, ni leyes inexorables que hagan inevitable lo que sucede. Demasiados actores intervienen en este drama en el que se convirtió el Líbano.

dilluns, 2 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (II)

 I.- Un paraíso en llamas





“Nací en Beirut, el 25 de febrero de 1949. La noticia la dieron el día siguiente mismo, como se hacía en algunas ocasiones, en un suelto del periódico en que trabajaba mi padre. “El niño y la madre gozan de buena salud” (pág.24).

“Egipto, patria adoptiva de mi familia materna, estaba en ebullición. El 12 de febrero, dos semanas antes de nacer yo, habían asesinado a Hassan al-Banna, fundador de los Hermanos Musulmanes.” (pág.24)

“Su asesinato era la respuesta al del jefe de gobierno egipcio Nokrachi Pachá, a quien había matado un Hermano Musulmán mes y medio antes, el 28 de diciembre. (…) Un asesinato perpetrado a su vez como reacción a la decisión adoptada por el gobierno, el 8 de diciembre, de disolver la Hermandad.” (pág.25)

“Ese enfrentamiento –Gobierno y la Hermandad- empezó en Egipto el siglo pasado, en la década de 1920, y acabó por tener repercusiones en el mundo entero, desde el Sahara hasta el Cáucaso y desde las montañas de Afganistán hasta las torres gemelas neoyorquinas, que atacó y destruyó el 11 de septiembre de 2001 un comando suicida al mando de un militante islamista egipcio” (pág.25). Este fragmento, permite comprender que cualquier acontecimiento, por insignificante que pueda parecer en el momento de su aparición, puede generar derivadas que nadie puede prever, dando lugar a un cisne negro –Nassim Nicholas Taleb- es decir, un acontecimiento altamente improbable, que escapa por completo, a las previsiones de las sociedades. ¿Estamos incubando nuevos cisnes negros? 

Esto significa, que no existe leyes inmutables de orden causal, que haga que “cuando la flecha está en el arco, tiene que partir” (Sánchez Ferlosio), ni una fatalidad o destino que haga inútil cualquier intento para impedir lo que acaba por suceder. La complejidad de las sociedades actuales, impide cualquier prognosis sobre el futuro. Sin embargo, nuestro comportamiento tiende a eliminar aquello que no podemos anticipar y echar mano de recetas antiguas para actuar sobre los nuevos, generando, inevitablemente, errores y fracasos, pues, no existen sucesos que se repitan en una espiral o ciclos históricos. Cualquier acontecimiento en la actualidad, comporta derivadas de todo orden, que no es posible, sin más, despacharlas como una nueva versión de lo antiguo. 

El autor narra las vicisitudes de sus abuelos entre el Líbano y Egipto. Destaca un hecho singular. Así, puede decir, “Mientras que en el valle del Nilo había otros alimentos. En música, en literatura y en otras muchas artes se estaban asistiendo a una auténtica plétora en la que los inmigrados de cualquiera orígenes y confesiones se sentían invitados a participar con tanto derecho como la población local.” (pág.29). Subrayo en cursiva, el talente existente en ese “Levante” que pudo llegar a ser y que no fue.

El autor enuncia algunos nombres de ese panorama artístico e intelectual. Umma Kalzum “cantaba los runaiyat de Omar Jayam y la inolvidable Asmahan, emigrante siria, celebraba Las dulces noches de Viena, Leila Mourad (cuyo apellido paterno era Assouline), heredera de una larga tradición de músicos judíos, hacía estremecerse las salas con sus canciones de culto, que decía: Mi única guía es mi corazón”. (pág.29) Nombra a Claude François, que “escribiera inicialmente”, My Way, tema mítico de Sinatra, François era “un francés de Egipto” (pág.29), Paul Anka, la popularizase, en Estados Unidos, siendo el propio Paul Anka, un norteamericano de “origen sirio-libanés” (pág.30). Otros nombres, Dalida, Moustaki, Guy Béart, también habían nacido en Egipto. El poeta Guiseppe Ungaretti, había nacido en Alejandría (1888).

Nombres como Ahmed Chawqi, “el príncipe de los poetas” (pág.30) era un faro de ese Egipto que acabó por desaparecer. Dice Maalaouf, “Cuando estoy en Roma, voy a veces a los jardines de la Villa Borghese, donde se alza una estatua del poeta egipcio, con corbata de pajarita, una rosa entre los dedos y la cabeza levemente echada hacia atrás como en los recuerdos de mi padres”. (pág.31)


divendres, 30 de desembre del 2022

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (I)

Amin Maalouf, El naufragio de las civilizaciones. Trad. María Teresa Gallego Urrutia. Biblioteca de autor. LB Alianza editorial. Madrid, 2ed 2022. 




Este libro es un libro de memorias del autor. Quiere hacer un examen de su tiempo, de cómo hemos llegado aquí y cómo determinados hechos nos ha llevado hasta un callejón sin salida. Desde su condición "Levantina" narra con pasión la experiencia vital -personal y familiar- la deriva de un mundo que no se parece a lo que conoció y que podía haber sido un espejo para el desarrollo de los países árabes, incluido el Líbano.


El libro se inicia con una declaración de principios: “Nací muy sano en brazos de una civilización moribunda y durante toda mi existencia he tenido la sensación de estar sobreviviendo, sin mérito ni culpabilidad, siendo así que tantas cosas a mi alrededor se convertían en ruinas; igual que esos personajes de película que cruzan por calles en que se desploman todas las parades y salen, no obstante, indemnes sacudiéndose el polvo de la ropa mientras, tras ellos, la ciudad entera no es ya sino un cúmulo de escombros” (pág.13)


“(…) Mis cuatro abuelos y todos sus antepasados, remontándonos a doce generaciones, nacieron bajo la misma dinastía otomana. ¿Cómo no iban a creer que era eterna? (pág.14). La idea de la aceleración en todos los órdenes de cosas, es propia desde mediados del siglo pasado. Desde ese momento, parece que todo, se ha desbocado, y no parece que en el horizonte haya un remanso de paz, al contrario. 


“Que pueden recordar las rosas, nunca se ha visto morir a un jardinero”, suspiraban los filósofos franceses del Siglo de las Luces pensando en el orden social y en la monarquía de su propio país. Hoy día estas rosas pensantes que somos nostros viven cada vez más tiempo, y los jardineros se mueren. En lo que dira una vida nos da tiempo a ver cómo desaparecen países, imperios, pueblos, lenguas, civilizaciones.” (pág.14)


"Tal como yo lo empleo –Levante-, este vocablo obsoleto designa el conjunto de los lugares donde las antiguas culturas del Oriente mediterráneo se codearon con las más jóvenes, de Occidente. De esa intimidad suya estuvo a punto de nacer, para todos los hombres, un porvenir diferente. (págs.14-15). Las luces de Levante se apagaron. Luego, las tinieblas se extendieron por el planeta. Y, desde mi punto de vista, no se trata de una simple coincidencia. (pág.15). (…) Como sucede con todos los ideales, aspiramos a ello sin conseguirlo nunca del todo,   pero la aspiración es en sí salutífera, indica el camino que hay que seguir, el camino de la razón, el camino del porvenir. Llegaré incluso a decir que es esa aspiración la que marca, en una sociedad humana, el paso de la barbarie a la civilización". (pág.15)


(…) "Hasta mucho más adelante no caí en la cuenta de hasta qué punto esa cercanía que imperaba entre las diversas comunidades en el universo de mi infancia era excepcional. Y cuán frágil era. Muy pronto en la vida vi cómo se empañaba, se degradaba y, luego, se desvanecía, no dejando tras de sí más que nostalgias y sombras". (pág.16)


(…)"Por primera vez en la historia contamos con los medios para librar a la especie humana de todas las catástrofes que la acosan y llevarlas serenamente hacia una hacia una era de libertad, de progreso sin tacha, de solidaridad planetaria y de opulencia compartida; y henos aquí, no obstante, corriendo a toda velocidad en dirección contraria. (págs.16-17). No soy de esos que creen que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. (…) Sin embargo, llevo observando desde hace unos años derivas cada vez más preocupantes que amenazan con destruir todo aquello que nuestra especie ha edificado hasta ahora, todo aquello de lo que nos sentimos legítimamente orgullosos, todo aquello que solemos llamar “civilización”. (pág.17)


"¿Cómo hemos llegado a esto? Tal es la pregunta que me hago cada vez que me veo enfrentado a las siniestras convulsiones de este siglo. ¿Qué es lo que ha ido mal? (pág.17). Si recurro al vocabulario de la mar es porque la imagen que me obsesiona desde hace unos años es la de un naufragio: un transatlántico moderno, reluciente, seguro de sí mismo y considerado insumergible como el Titanic, que lleva a bordo una muchedumbre de pasajeros de todos los países y de todas las clases y avanza con pompa hacia su pérdida hacia su pérdida. (pág.17)


"El naufragio no es, por descontado, sino una metáfora. Forzosamente subjetiva, forzosamente aproximativa. Podrían hallarse otras muchas imágenes capaces de describir los sobresaltos de este siglo. Pero ésta es la que me obsesiona". (pág.18)


(…)" Esa “desmonetización” de los ideales, que se sigue extendiendo sin pausa y afecta a todos los sistemas y a todas las doctrinas, no me parece abusivo asimilarla a un naufragio espiritual generalizado. Mientras la utopía comunista se hunde en el abismo, al triunfo del capitalismo lo acompaña una explosión obscena de las desigualdades. Hecho que quizás halla una razón de ser en la economía; pero en el ámbito humano, en el ámbito ético y desde luego también en el ámbito político, supone innegablemente un naufragio". (pág.19-20)


"¿Son expresivos estos pocos ejemplos? No suficientemente, en mi opinión. Explican,  sin duda, el titulo que he escogido, pero no me permiten aún captar lo esencial. A saber, que está en marcha un engranaje cuyo motor no ha puesto nadie voluntariamente en marcha, pero hacia el que nos estamos viendo todos arrastrados a la fuerza y amenaza con reduir a la nada nuestras civilizaciones." (pág.20)


(…) "Habría preferido no tener que hablar en primera persona, sobre todo en las páginas de un libro que se preocupa por la aventura humana. Pero ¿qué otra cosa podría haber hecho si he sido, desde que empezó mi vida, un testigo cercano de los trastornos de los qué me dispongo a hablar; si “mi” universo levantino fue el primero en naufragar; si “mi” nación árabe ha sido esa cuyo trágico quebranto ha arrastrado al planeta entero hacia el engranaje destructor?." (pág.20)


dilluns, 28 de novembre del 2022

Naufragio (I)

 


El libro* se inicia con una declaración de principios: “Nací muy sano en brazos de una civilización moribunda y durante toda mi existencia he tenido la sensación de estar sobreviviendo, sin mérito ni culpabilidad, siendo así que tantas cosas a mi alrededor se convertían en ruinas; igual que esos personajes de película que cruzan por calles en que se desploman todas las paredes y salen, no obstante, indemnes sacudiéndose el polvo de la ropa mientras, tras ellos, la ciudad entera no es ya sino un cúmulo de escombros” (pág.13)