dilluns, 20 de març del 2023

Ressenya: La sociedad del desconocimiento (I)

 Estic llegint el llibre de Daniel Innerarity, La sociedad del desconocimiento, Galaxia Gutenberg. 2ª ed. Barcelona, 2022.






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Falsas opiniones: la desinformación en la sociedad del desconocimiento


“Los procesos de desintermediación característicos del mundo en el que vivimos ha favorecido tanto la comunicación como la desinformación.”(pág.37) ¿Cómo hacer frente a la desinformación? Esta es la pregunta que permite a Innerarity intentar una respuesta a la cuestión planteada.

Como vivimos en una sociedad democrática, la libertad de expresión, puede convivir con la desinformación, con las new fakes?

Una de las derivadas de la era de las redes sociales, es que todos podemos comunicar nuestras ideas a todo el mundo. Los nuevos medios de comunicación, internet, redes sociales, habilitan para que cada uno de nosotros sea portavoz de sí mismo o de cualquier grupo. No hay intermediarios como lo son los medios de comunicación –periódicos, radios, tv-, no se requiere título, tampoco conocimientos, simplemente, lanzarse a escribir o decir lo primero que se le pase a uno por la mente. No hay necesidad de contrastar las opiniones, las fuentes, los testigos, todo esto es ahora superfluo, innecesario, lo que vale es la inmediatez de lo dicho. 

El problema de esta nueva revolución es que se trata de “un fenómeno en el que se mezclan oportunidades de democratizar la información con gangas para el desinformador” (pág.38) 

Innerarity utiliza un lenguaje preciso, analítico, se aleja de retóricas innecesarias, y así puede establecer los parámetros en los que estamos insertos en esta nueva “sociedad de la desinformación”. Conceptos como desjerarquización (pág. 37), suponen una alteración de las funciones que anteriormente se daban por supuestas: profesional-amateur, se ha borrado, al menos para el amateur. Internet volatiliza la anterior jerarquía de los medios como emisores. Ahora cualquiera puede emitir desde cualquier ordenador para una comunidad inimaginable hace pocas décadas.

El “espacio público se horizontaliza” (pág.38), eso significa, que la crítica se convierte en la nueva autoridad. No hay instancias para determinar lo verdadero, simplemente, la verdad se transforma en afirmaciones según las cuales, cualquiera está en posición de la verdad. Así, por ejemplo, la tierra es plana, o que las vacunas son instrumentos de dominación, etc. El nuevo espacio público se convierte en una especie de jungla donde la verdad se transforma. No hay silencio posible, hay espectáculo ventrílocuo, donde todas las voces pretenden tener la misma validez. Como dice Innerarity “la actual fascinación por las redes sociales, la participación o la proximidad ponen de manifiesto  que la única utopía que sigue viva es la de la desintermediación (Innerarity/Colomina 2020)” (pág.39).

Innerarity sospecha que detrás de esta idea de la desintermediación –instancias intermedias entre la sociedad y el ciudadano-, “hay una lógica de fondo que conecta el desinterés hacia el periodismo, la preferencia por los mercados escasamente regulados –afirmación que podríamos poner en cuestión- y el desprecio hacia la política (…). Late la idea de que el mundo, es decir, la verdad, la justicia y la democracia, están inmediatamente a nuestro alcance y que los procedimientos e instituciones –instancias intermedias- pata la configuración de estos valores son los culpables de su desfiguración” (pág.39). Esta idea de la simplicidad está en el fondo asociado a nuestra profunda ignorancia de los mecanismos en la que nos movemos. En sintética expresión de Lash (2002) la “desinformada sociedad de la información” (pág.40). 

Una de las cuestiones que plantea es que la mentira siempre ha existido. ¿Por qué las fake news deberían preocuparnos? Innerarity apunta dos factores contradictorios “que explican que nuestra época se haya vuelto tan locamente mentirosa y crédula” (pág.41).  La avalancha de información, la falta de criterio, han generado un “cortocircuito que internet ha producido en las instituciones del saber” (pág.41)

Si la sociedad sólida – desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el derrumbe del muro de Berlín- suponía que había una jerarquización y un saber que permitía ver el futuro con optimismo, hoy “no vivimos en un mundo de evidencias, sino en medio del desconocimiento, el sabe provisional, las decisiones arriesgadas y las apuestas. La verdad no es lo mismo que la objetividad y la exactitud” (pág.41/2)

La verdad es siempre la excepción, porque vivimos en un mundo de complejidad creciente, donde esa complejidad implica límites a nuestros propios conocimientos. No deberíamos obsesionarnos con la verdad (en mayúsculas), debemos enfrentarnos a lo que no sabemos. La fake news es un subproducto de este mundo acelerado. En sociedades  democráticas ¿cuánta mentira puede soportar? ¿qué límites debe imponer? Dice bien innerarity cuando afirma que “la democracia es un conflicto de interpretaciones y no una lucha para que se imponga una “descripción correcta” de la realidad” (pág.43). Richard Rorty dejó escrito que “el valor de la democracia era superior al de la verdad” (pág.44). 

Las fakes news plantean dos cuestiones de ordenes diferentes: por un lado, el problema epistemológico, es decir, ¿cómo establecer qué es una mentira? y por otro lado, el problema de la legitimidad, es decir, cuando intervenir para evitar daños a la sociedad.

La tesis de Innerarity es que una sociedad democrática, debe ser capaz de aceptar las fakes news, pues, la propia realidad puede desmentir las noticias falsas. Para nuestro autor “lo que caracteriza en sentido propio a las fake news es que quien las propaga es consciente de su falsedad o, dicha de otra manera, las comunica desde una indiferencia hacia la verdad (Mukerji 2018)” (pág.45-6)

Un régimen que determine que es la verdad, entraría en la senda del totalitarismo, por eso la democracia puede soportar sin mucho desgaste esas noticias que aparecen en medios serios como amateurs. Ahora que se cumplen veinte años de la invasión de Irak, y las famosas “armas de destrucción masivas”, fueron sin duda las primeras fake news. El problema era que el propio Estado fue quien llevo a terminó las mentiras para sus propios objetivos. Como dice Innerarity “una democracia soporta bastante bien las noticias falsas pero no tanto las falsas noticias” (pág.47). Son las “falsas noticias” las que deben ser objeto de deslegitimación y censura pública.


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