diumenge, 30 de juny del 2013

Auto de fe (4)


Seguimos nuestro resumen de Auto de fe. Primera parte. Una cabeza sin  mundo. Capítulo El mejillón (4).

El capítulo se inicia con la boda. Una boda acorde con los espíritus tristes de los contrayentes. Intimidad. Los testigos también están a la altura del acontecimiento. Un mozo de cuerda y un “alegre remendón”. Éste se llama Hubert Berendinger, era aficionado a las bodas, aunque él no tuviera intención de casarse jamás.
 
En el registro civil se hizo las formalidades oficiales. Kein miraba las actas en lugar de la novia. El sí de Kein parecía cualquier cosa, menos el sí de unos apasionados amantes. Hubert estaba decepcionado por la falta de boato. Aquello no era una auténtica boda. Kein no besaba a la novia ¿a qué esperaba? ¿tal vez a la noche?

Hubert se despide de la “feliz pareja” dando un abrazo a Teresa y tocando de paso sus pechos. El día de su boda era como cualquier otro día, ¿por qué debía ser diferente? –pensaba Kein-. Tomaron el tranvía, Kein piensa al instante que debería haber dejado a Teresa subir primero. Kein pago los billetes y el cobrador entregó los billetes a Teresa.

El tranvía se fue llenando de viajeros. Se sentó una mujer delante de Kein con cuatro niños pequeños y ruidosos.

Kein piensa en su hermano Georg. Un profesional de éxito, ginecó-logo  en París, que Kein consideraba un traidor por no haber estudiado psiquiatría. Llevaban ocho años en los que no intercambiaban cartas, debido, según Kein, a la volubilidad de Georg.

Pensaba que con su matrimonio, sería una buena excusa para reanudar su relación y pedirle consejo. “¿Cómo había que tratar a esa criatura tímida y reservada?” (pág.58)

Teresa dice “los niños los últimos”. Kein se lanza a sus propias cavilaciones. “Nunca había pensado en tener hijos” (pág.59) Tener hijos supone lo innombrable ¿Conoce Teresa estos asuntos?  ¡Caute!

En medio de tales cavilaciones, la madre de los cuatro niños se levanta y le dice a Teresa “¡Qué suerte la suya, que aún sigue soltera”! (pág.60). Teresa queda petrificada y dolida. Los pasajeros quedaron expectantes, un muro de silencios cómplices acompañó esas palabras que parecían un ultraje. La causa de todo era que “el mundo estaba contaminado de amor a los niños” (pág.61). Los Kein, por fin, pudieron bajar del infernal tranvía, no antes de tener que escuchar “Lo mejor que tiene es esa falda”.” Un auténtico baluarte”. “¡Pobre hombre!”. “Risotada general” (pág.61).  Kein dirige su mirada a Teresa. “Esa falsa era parte de ella como la concha lo es del mejillón” (pág.61)
 
 

¡Tendrá Kein que quitarle el mejillón! Subir las escaleras hasta su baluarte, pero hoy todo era dificultoso. Aparece el pequeño Metzger que acusa a Teresa de no dejarlo entrar en casa de Kein, y diciéndole lo que su madre le había dicho: “-Sí, mi madre dice que no debería insolentarse, que es solo una criada” (pág.63)

Kein pierde los estribos y zarandea al pequeño y acaba abofeteándolo. El pequeño sale volando y acaba aferrándose en la falda de Teresa.

Kein intenta abrir pero no encuentra las llaves, definitivamente, hoy todo sale mal. Teresa acaba abriendo. Entran en el piso y Teresa abre el dormitorio de Kein y anuncia un ominoso “Enseguida vuelvo”. Kein está sólo. Evita mirar el diván, lo mejor es entrar en la biblioteca. Kein, piensa, ¿qué debo hacer? ¡lo que debe hacerse! Pero ¿dónde hacerlo? El lugar natural parece el diván. Kein está aturdido, imaginar un mejillón gigante en el diván. Borra esas imágenes absurdas, y empieza a surgir una idea genial, cubrir el diván de libros. “No elige obras mediocres por no ofender a su mujer” (pág.66)

“-¡Ya estoy aquí!” (pág.67). ¡Se ha quitado la falda-mejillón! ¡Envuelta en enaguas!, lleva la blusa puesta. Teresa se dirige al diván y con brazo barre todos los libros al suelo.
 
 

Teresa se quita las enaguas, las deja encima de los libros. “¡Ya está”! El problema es que Kein no  está, acaba de huir al lavabo, el único espacio en el que no hay libros. Sentado en el retrete, llora.
 

divendres, 28 de juny del 2013

Clásicos (actuales)


Hay textos clásicos que parecen escritos ahora mismo. Su actualidad no deja de asombrarnos por su capacidad de decir lo esencial. El texto que quiero compartir es de J.G.Herder:

“¿Qué es una nación? Un gran jardín descuidado, lleno de hierbajos y maleza. ¿Quién aceptará indiscriminadamente este punto de reunión de necedades y defectos, de exquisiteces y virtudes, y (...) romperá una lanza contra otras naciones? Dejadnos contribuir al honor de la nación en la medida de lo posible; y también hemos de defenderla cuando se le inflige injusticia. Pero ensalzarla ex profeso me parece un acto de vanagloria (...). Sin duda la naturaleza ha dispuesto que un hombre, y también un linaje y un pueblo, aprenda de otro y junto con otro (...), hasta que finalmente todos hayan comprendido la difícil lección: no hay ningún pueblo que sea el pueblo escogido por Dios en exclusiva; todos han de buscar la verdad, el jardín de la mejor comunidad ha de ser cultivado por todos (...). Ningún pueblo de Europa puede cerrarse frente a los otros y decir neciamente: en mí y sólo en mi mora toda la sabiduría” (J.G.Herder)


 

dilluns, 24 de juny del 2013

Reseña: Maya


La cotidianidad es tan fea y desagradable que podemos volar con la imaginación al mundo de Isabel Allende y su obra “El cuaderno de Maya” ed. Debolsillo. Barcelona 2012.




Maya nos relata su particular infierno, en medio de un paraíso muy terrenal. Chiloé se convierte primero en una prisión que le aleja del infierno de la sociedad de la que huye para ir descubriendo que también hay otras formas de vivir, otras formas de relacionarse con los demás.  Chiloé se encuentra en medio de la Región de los Lagos. Es una isla en la que Maya aterriza por orden de su abuela Nini. La recibe Manuel Arias que vive allí como un ermitaño. El contraste entre ambos personajes es abismal. Sin embargo, la convivencia hará que poco a poco vayamos descubriendo las experiencias que cada uno esconde.

Una infancia sin padres –un padre que nunca está y una madre que nunca ejerció como tal-, pero con unos abuelos que Maya los llama cariñosamente, Nini y Popo. Después de la muerte de Popo Maya entra en crisis. Drogas, huida de casa, y descenso a los infiernos de la mano del camionero Roy Fedgewick, Brandon Leeman, de su ángel salvador Freddy, y de las salvadoras las Viudas por Jesús de la mano de Olympia Pettiford.

Lejos de todos ellos, Maya intenta rehacer su vida. Manuel y Blanca Schnake son los nuevos ejes de su vida. Aprenderá de ellos todo lo que había olvidado y aprenderá nuevas vivencias. Incluso el amor aparecerá de manera inesperada de la mano de Daniel.


Las largas noches de Chiloé dará pie a Maya para ir descubriendo los secretos de Manuel. La dictadura de Pinochet sembró el terror y la muerte. Los que lograron sobrevivir llevaron con ellos el dolor y sufrimiento de unos tiempos salvajes e inhumanos. Manuel es una de esas víctimas que no quiere recordar. Vivió momentos que hubiera querido olvidar para siempre. Recuerda lo sucedido en La Villa Grimaldi donde conoció a Felipe Vidal periodista y  marido de Nini. Es la conexión entre Manuel y Maya. Espacio y tiempo se entremezclan porque la vida son conexiones inesperadas unas veces y previsibles otras.

No explico como acaba todo, para no estropear la novela. Cuando tantos libros se publican,  y muchos de ellos merecerán el olvido, este libro si vale la pena leerlo. Se lee como crónica de realidades desagradables que todos quisiéramos olvidar, como recordatorio que la vida son elecciones que nos conducen por caminos insospechados, por la necesidad de encontrarnos con gente que nos ayuda en el camino. Arriesgarnos a pedir ayuda, porque no siempre podemos nosotros mismos salir de los atolladeros en los que nos metemos. La felicidad podemos encontrarla en los lugares más humildes porque también depende de nosotros mismo.  ¡Por favor, léanla!

diumenge, 23 de juny del 2013

Auto de fe (3)


En el tercer capítulo se titula “Confucio el casamentero”.

Tratar de resumir el libro es imposible, porque la belleza del texto, su manera de expresarse, hacen de ella una tarea prohibitiva. Y sin embargo, ahí va el resumen:

Como cada día Kein sale a dar su paseo matutino, como es domingo, las calles se encuentran felizmente vacías. A él este días le incomoda, pues, no sabe cómo gastar un días que los demás gastan inútilmente. El niño de la escalera ha ido a casa de Kein para poder contemplar los libros que le había vagamente dicho que vería. Teresa lo ha echado, pues, el señor no estaba en casa.

Habla de la educación o mejor, de la mala educación que todo lo invade.Teresa utiliza sus palabras para lanzar una diatriba contra los malos modos de los jóvenes y por extensión de todo el mundo. ¡Nadie está dónde debería!  Mientras Teresa sigue hablando, Kein que no escucha con facilidad acaba por prestar oídos a lo que dice Teresa.


Al escuchar esas palabras Kein va en busca de un libro Ari Hakuseki y lee lo que dijo el erudito japonés. Hablado de la forma de trabajar, del esfuerzo y la concentración necesaria para acabar el trabajo. Kein se fija en que Teresa está concentrada en la lectura. Kein siente la tentación de ser Pigmalión, enseñar a la que no sabe.

El niño vuelve a llamar a la puerta, pero Teresa lo despacha con cajas destempladas para admiración de Kein. Kein empieza a pensar en la posibilidad de ayudar a Teresa en la aventura del saber: “viejas estudiantes tardía”. Kein se debate ante la posibilidad que Teresa pueda interesarse por los libros, pero “Los libros están totalmente indefensos ante la gente inculta” (pág.42).

Kein tiene un largo sueño donde las pesadillas se dan la mano. Aztecas, fuego, libros ardiendo, demonios, espantosas imágenes de los condenados y Kein intentando salvar a los libros que arden con suma facilidad.

Después del sueño, empieza a cavilar sobre la posibilidad horrorosa que su biblioteca pudiera ser pasto de las llamas. ¡Veinticinco mil volúmenes! Kein es previsor, la biblioteca está asegurada...

Kein empieza a recomponer su sueño en un ejercicio de introspección:

“ (...). Dos días antes, Kein había mirado unos códices miniados mexicanos, uno de los cuales representaba el sacrificio de un cautivo por dos sacerdotes disfrazados de jaguares. El encuentro casual con un ciego, ocurrido pocos días antes, le había hecho pensar en Eratóstenes, el anciano bibliotecario de Alejandría. El nombre de Alejandría evoca en cualquiera el incendio de la famosa biblioteca. En una xilografía medieval, cuya ingenuidad le hacía reír siempre, se veían unos treinta judíos que, entre las llamas de una hoguera, seguían salmodiando tenazmente sus plegarias. Admiraba a Miguel Ángel, cuyo Juicio Final ponía por encima de todo. En él, los pecadores eran brutalmente arrastrados al infierno por demonios despiadados. Uno de los réprobos, quintaesencia de la angustia y la desolación, se cubría con la mano su cobarde cabezota, mientras unos demonios tiraban con fuerza de sus piernas: nunca había querido ver la desgracia ajena ni tampoco la propia, que ahora lo abrumaba. En lo alto, un Cristo nada cristiano condenaba con brazo firme y poderoso. Con todos estos elementos se había elaborado aquel sueño” (pág.46)


Es evidente que Kein había de haber leído, con mucho provecho, sin duda, la Interpretación de los sueños de S.Freud. Su pesadilla no era más que una mala pasada de sus temores y ansiedades, pero ¿qué es lo que provocaba semejante estado?


En la vida de Kein, empezaba siempre con la frase “¿Ya levantado?” que Teresa pronunciaba cada mañana. Kein recordaba que le había dicho que le prestaría un libro. Concluye que lo que debe leer es una novela. Pero ve peligros: “acaban por erosionar el carácter más firme” (pág.46). “Las novelas son cuñas que el escritor, ese histrión de la pluma, va clavando en la hermética personalidad de sus lectores” (pág.47).

Kein de manera brusca, le entrega un libro Los calzones del señor Von Bredow. El libro era de su época escolar, cuando aún deja los libros a otros. ¡Estaba desgastado y sucio!

Teresa cogió el libro y lo cubrió como su fuese un bebé. Forró el libro, Kein no daba crédito a lo que veía. ¡Teresa trata los libros mejor que yo!. Ante semejante muestra de cariño por parte de Teresa para con los libros, Kein la pone a prueba. Le pregunta que haría en caso de incendio, y la respuesta de Teresa es ¡Salvar la biblioteca! (pág.48). Kein estaba desconcertado ante las muestras de inteligencia de Teresa. Tenía dudas acerca de la sinceridad de Teresa.  Con la excusa de beber agua entró en la cocina, Kein observó como el libro estaba abierto por la página 20, y Teresa llevaba unos guantes para no dañar al libro. Teresa le dice a Kein que “-Releo doce veces cada página, si no, una no disfruta” (pág.50)

Kein pide consejo ante esta nueva situación, y se la pide a Confucio. Kein tenía la manía de hablar con sus sabios enclaustrados en su biblioteca. Teresa lleva ocho años a su servicio, pero hasta ahora no se había dado cuenta que existía. Confucio le da el siguiente consejo:

“ Observa el comportamiento de la gente, considera los móviles de sus acciones, examina aquello que los satisface. ¿Cómo podría alguien ocultarse? ¿Cómo podría alguien ocultarse” (pág.52)


Kein se pregunta que hasta ahora nunca se había fijado en nadie, pero Teresa le ha despertado. Ocho años ciego, ¿para qué sirve el saber? Confucio: “Errar sin enmendarse es lo que se llama errar. Si cometes una falta, no te avergüences de enmendarla” (pág.53)

Kein parece resulto a deshacer esos ocho años ciego,  entra en la cocina como un elefante en una cacharrería y le espeta: “¡Quiero que sea mi esposa!” Teresa no había esperado una decisión tan rápida. Inclinó, conmovida, su cabeza al otro lado y replicó con orgullo, luchando contra el tartamudeo: “¡Servidora!” (pág.54)

dissabte, 15 de juny del 2013

Auto de fe (2)


En segundo capítulo lleva por título El misterio (2). En este capítulo aparece otro de los personajes centrales Teresa Krumbholz. Ésta aparece en escena como ama de llaves. Kein necesita de ayuda en las tareas domésticas. Teresa no es joven, 48 años, y el anuncio de Kein pidiendo ama de llaves le atrae. Acostumbrada en su antigua casa a los requerimientos de una familia vulgar la posibilidad de una casa con un único patrono no le parecía mala cosa. ¿Ganaría más dinero? Lo cierto es que Kein acepta a Teresa para el puesto. Teresa pragmática quiere saber cuánto ganará, la respuesta de Kein es olímpica, “-Lo que usted quiera –dijo él con indiferencia y dio un portazo” (pág.29).

 


Teresa entró en un nuevo territorio inexplorado, una biblioteca. Las costumbres de su patrón empezaban a las 6 de la mañana. El mobiliario de Kein era espartano. Los muebles eran un cáncer para su biblioteca. Lo que ocupaban los muebles se lo quitaban a sus preciosas estanterías. Así que no había muebles, excepto su mesa de trabajo. De las 6 a las 7 de la mañana Kein anda envuelto en misterio. Teresa quiso saber que hacía su patrono. ¿Escondería secretos inconfesables en su biblioteca? A partir de su paseo se ponía en su mesa trabajando todo el día. Después de las 6,15h hasta las 7 ¿qué hacía Kein? Teresa quería saberlo.

Cuando Kein se iba a su paseo matutino, Teresa empezó a repasar las estanterías una por una y libro por libro para saber que se escondía detrás de esa biblioteca. La mesa de estudio tenía un dispositivo que al abrir alguno de sus cajones emitía un pitido, era su sistema de seguridad. Teresa fue avanzando y descartando ideas absurdas a medida que no encontraba nada en su búsqueda. Finalmente, pudo saciar su curiosidad. Lo que sucedía era que Kein buscaba cinco o seis libros seleccionados de su biblioteca para llevárselos en su cartera para su paseo matinal. ¡Nunca salía de casa sin su pequeño tesoro! Teresa decepcionada, pensó que semejante extravagancia merecía ser tenida en cuenta, ¡nunca se sabe!
 

diumenge, 9 de juny del 2013

Auto de fe (1)


Auto de fe de Elias Canetti, OC III, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Cada semana tengo la intención de reseñar los capítulos de esta obra esencial de Canetti.  Será algo así como una novela por entregas (30). 
 
En el capítulo “El paseo” (1) aparece el personaje central Peter Kein, sinólogo, excéntrico, que tiene una pequeña charla, él que no se molesta en hablar a nadie, con un niño, delante de una librería. A Kein le llama la atención el interés del niño por los libros, su pasión. Después de despedirlo con un vago compromiso para que el niño pueda ver su biblioteca, vuelve a su rutina habitual paseándose entre las siete y las ocho, de la mañana, a la búsqueda de algún libro, mientras se pasea, oye una conversación extraña. Alguien pregunta por una calle, al parecer el interpelado no dice nada, y el interlocutor amablemente vuelve a preguntar, Kein está pensando que la calle por la que preguntan es justamente la que están transitando. El tono de la conversación sube de tono, las preguntas se hacen más  apremiantes, “Oiga, ¿está usted sordo?” (pág.15). Sube el nivel de indignación de la persona que ha preguntado por la calle Mut. Finalmente, desesperado lanza un empujón contra la persona que no responde, ¿resulta que era nuestro mudo profesor Kein!

 
Kein en su despacho labora en su estudio anotando minuciosamente todo cuanto le ha sucedido. Su memoria era prodigiosa. En su tarea esa capacidad es de mucha ayuda. Sus notas las apuntaba en un cuaderno  cuyo título era ESTUPIDECES. Apuntó lo sucedido en su paseo matutino. Claro que entre lo sucedido y su interpretación quien salía peor parado era quien tuvo la ocurrencia de preguntar por la dichosa calle Mut.

Su biblioteca era la más importante de la ciudad. Vivía en la calle Ehrlich, número 24, cuarto. Su casa era su biblioteca. Vivía para ella y se sentía como pez en el agua. ¡Cómo alguien puede no tener una pequeña biblioteca! Toda su vivienda está al servicio de ella. El único que apenas tenía espacio era Kein. Mientras los libros ocupaban toda la casa.