dimarts, 17 de febrer del 2009

Hospitalidad inhóspita. Conclusiones


1.- Las certidumbres de la era industrial –Estado de bienestar-, es sustituido por un horizonte de “precariedad”. En esta nueva etapa “sociedad líquida” (Z.Bauman) aparece un nuevo fenómeno de carácter estructural: la exclusión social.
2.- ¿Cómo combatir la exclusión social? Para combatirla es necesario reconstruir la solidaridad social y ampliar nuestra comprensión de los derechos sociales hacia una nueva “ética de la hospitalidad” (.D.Innerarity).
3.- La exclusión social hay que tratarla desde una lógica de la “inclusión social”. Ésta supone la necesidad de reformular la relación entre la economía y la política. El Estado de bienestar suponía que la redistribución de renta era consecuencia de un modelo de aseguramiento y solidaridad.
4.- Este modelo en la “sociedad líquida” es la que está en cuestión. La aseguración se ha desvinculado de esa solidaridad mecánica. En esta situación la lógica individualista prima sobre cualquier idea de solidaridad.
5.- Para forjar esa “ética de la hospitalidad” que suponga la “inclusión social” es necesario reivindicar el trabajo como concepto central. El trabajo permite reafirmar la autonomía personal y la integración social. La política debería forjar vínculos sociales para fortalecer esa dimensión solidaria.
6.- El problema de esa dimensión solidaria, requiere explicitar las diferencias entre los individuos y de ahí la necesidad de configurar un nuevo “contrato social”. Frente al “velo de la ignorancia” (J.Rawls) aparece la idea de reivindicar la diferencia aceptando la desigualdad.
7.- Las diferencias y las desigualdades en “la etapa sólida” (Z.Bauman) o industrial eran entendidas en términos de clase –económica-. Sin embargo, en esta fase líquida los factores son de índole cultural.
8.- En el ámbito económico y el político no debe haber tal abismo para establecer nexos de unión. El Estado ha cegado esta unión y debería reintroducir al individuo en lo “social y colectivo”.
9.- Hace una crítica de la “renta básica” o “indemnización universal” porque oscurece precisamente esa relación entre lo social y lo económico. En este modelo el asegurado podría cultivar su mundo privado –diferencias-, sin preocuparse de los demás –dimensión social-.

10.- La solución a la inserción no es más aseguramiento, sino más solidaridad a través del trabajo –actividad social-, lo que permitiría “configurar los derechos sociales bajo la forma de derechos de ciudadanía”.

divendres, 13 de febrer del 2009

Hospitalidad inhóspita (y V)

D. Política y economía.
El tema central de esta última entrega es la relación complicada y deficiente a juicio de D.Innerarity existe entre ambas esferas. La existencia de un horizonte de precariedad hace que se “ rompen los vínculos sociales, como la lealtad, la responsabilidad o la cohesión”. La precariedad se ha instalado en el horizonte laboral y existencial. Existe una separación entre el desarrollo económico y el desarrollo social. Este proceso es el que actualmente está en el centro de la crisis actual y de ahí las dificultades para encontrar recetas para salir de esta situación.
En la actualidad se tiene la certidumbre que la política está al servicio de la economía, lo social al servicio del beneficio económico, pero”no puede ser tan grande la distancia entre el consumidor individual que busca el máximo de satisfacciones y el ciudadano consciente de sus responsabilidades en materia de cohesión social y de protección de la naturaleza”. Entre el agente egoísta de la economía y el ciudadano virtuoso, debe existir un nexo común, lo que llama “una dimensión societaria”. El problema de este nexo está en unas fronteras aparentemente insalvables. Piensa que mientras las barreras “del estado y la sociedad, entre lo público y lo privado” estén cerradas o incomunicadas seguiremos en la dinámica de un estado encargado de aplicar ciegamente una solidaridad mecánica y ciega al componente cívico.
“La otra frontera que debe relativizarse es la que separa la esfera económica de la social. Acabamos pensando que los salarios, los precios, los beneficios, los impuestos y las cotizaciones no tienen nada que ver con las relaciones sociales”. El divorcio entre economía y sociedad está en buena medida cegado por la función del Estado.Su función debería pasar por reintroducir al individuo en lo “social y colectivo”. El Estado debe tener objetivos y según D.Innerarity este es la inserción del individuo en las esfera del trabajo que abarca las esfera de lo social y económico.
Unos de los aspectos más sugestivos del texto es su crítica a la renta básica y la indemnización universal que según él, “reposan sobre una ocultación de la realidad social. Se naturaliza el paro, en vez de politizarlo.”. Piensa que este modelo podría subsistir dentro de la lógica economicista sin que repercutiese en su dimensión ciudadana. Unos ciudadanos que cultivarían sus propias preferencias sin tener que preocuparse por los demás, conduciría, viene a decirnos, en una sociedad más aislada y atomizada la solidaridad.
Se plantea la siguiente cuestión: “¿cómo pasar de una sociedad de indemnización a una sociedad de inserción? La respuesta se ha apuntado hace un momento. La reintroducción del individuo a la esfera del trabajo permitiría “configurar los derechos sociales bajo la forma de derechos de ciudadanía”.

dimarts, 10 de febrer del 2009

La hospitalidad inhóspita (IV)

C. La nueva equidad.

El presente apartado aborda una interesante diálogo entre D. Innerarity
y John Rawls. El diálogo empieza con la acusación de que el estado providencia partía de la idea de justicia como aseguramiento para todos. Lo social era entendido como riesgo frente a las eventualidades de la vida moderna. Pero esta manera de ver las cosas, según Innerarity, se fundaba en lo que Rawls llamaba “velo de la ignorancia” – Victoria Camps, en su libro “La imaginación ética” nos habla con claridad sobre el tema-. Pero este velo, viene a decir su interlocutor, ha sido desvelado, pues, se pregunta: “¿qué pasa cuando se sabe quienes son los ricos y los pobres?”.

Las diferencias en Rawls sólo eran admisibles si “pueden beneficiar a los más desfavorecidos”, supone “el desconocimiento de los destinatarios”. La desigualdad social de nuestras sociedades no es producto, según Innerarity, de la división de clases, sino “ de factores de edad o formación”. Los procesos de exclusión que afectan a grupos sociales extensos, hacen que la globalización o mundalización se vean con agentes disolventes de la solidaridad. Piensa Innerarity que la visión de Rawls de la justicia está vacía de virtudes políticas y se asemeja más a un “proceso lógico y mecánico”.

La respuesta a Rawls de Innerarity es la necesidad de profundizar y diferenciar “a los individuos, político y circunstancial”. La gestión de los conflictos –es decir, la política-, requiere consensos “sobre las categorías de lo justo y lo injusto” que va más allá de la igualdad mecánica que propugna Rawls.


Al decir de Innerarity, Rawls prefiere una solidaridad puramente mecánica –procedimental- a la necesidad de una “dimensión voluntaria”. “El velo de la ignorancia”, suponía que cualquiera podía estar en situación de vulnerabilidad, pero en la actualidad, nos hemos hecho transparentes, no queremos velos, pues, imaginamos que sabemos dónde estamos –principio de la diferencia-. La nuestra sociedad aspira a las diferencias, pero esto tiene costes, pues, aparecen tensiones derivadas de las diferentes posiciones con respecto a la exclusión.

“El Estado sería mejor aceptado cuando los mecanismos que pone en marcha sea explícitos para todos” (Rosanvallon). Es decir, existen demasiadas “irregularidades” de todo orden que hacen de esas irregularidades sea el lubricante del funcionamiento del Estado –“los pequeños privilegios, la extrema heterogeneidad de la condicional salarial, la falta de equidad en el trato fiscal.”-.

La democracia no es solo consenso –Rawls-, sino disenso –J.Muguerza-. La dinámica actual del Estado de bienestar como “una máquina para realizar transferencias entre generaciones está produciendo desequilibrios inéditos”. Por ello es necesario un nuevo contrato que vaya más allá de la “reducción de las desigualdades” e integre nociones como “equidad intergeneracional o una nueva igualdad de oportunidades”. Estás ideas suponen repensar el modelo de equidad cuyo ejecutor era el Estado de bienestar –modelo impersonal y ciego a la política-, por otro modelo.

dijous, 5 de febrer del 2009

La hospitalidad inhóspita (III)

Aseguración y solidaridad.

En este apartado, se centra la discusión entre la aseguración y la solidaridad. En el estado de bienestar la aseguración funciona como “una mano invisible generando “seguridad y solidaridad” sin intervención de los ciudadanos.

Se asiste, piensa nuestro autor, a “una perversa espiral de autodestrucción de la solidaridad”, como consecuencia de la separación entre “indemnización e inserción”. La indemnización es una técnica, mientras que la inserción es un valor que afecta a la solidaridad. Piensa D.Innerarity que hay un olvido de la dimensión social con referencia a las prestaciones sociales. Éstas forjan “un vínculo social” y expresan “una forma de igualdad”. Se llega aquí a una cuestión crucial. La indemnización no es expresión de la solidaridad, sino que “refuerza la lógica individualista” en perjuicio de la solidaridad. En esta dinámica el ciudadano desaparece para convertirse en “víctima” y, según nuestro autor, se desliza hacia una lógica de la reparación caritativa” incompatible “con nuestro sentido de la dignidad individual”.






Plantea una exigencia de orden ético-social: “mantener la inserción por el trabajo como la piedra angular de una lucha contra la exclusión”, afirmará que “el reconocimiento de la utilidad social es más importante que la recepción de una indemnización económica”. Sobre esta cuestión y los efectos perversos que producen en los individuos véase las páginas de R.Sennet en su libro “La corrosión del carácter”. Piensa Innerarity que el subsidio no puede equipararse a la actividad del trabajo, pues, con el subsidio, el individuo se perfila como víctima y pierde presencia pública, se hace invisible e inservible en el orden político; mientras que en el caso del trabajo, le permite hacerse visible y “garantiza a la vez la autonomía personal y la integración social”.

La inserción pretende aunar “el auxilio económico y participación social”, es decir, aseguración y solidaridad. La noción de inserción debe hacernos reflexionar que la visión meramente aseguradora borra la dimensión social y política del problema. La política debería forjar vínculos sociales para fortalecer esa dimensión solidaria, pero se encuentra que para hacerlo tiene que explicitar las diferencias entre los ciudadanos, y de ahí la necesidad de configurar un nuevo “contrato social”.

dimecres, 4 de febrer del 2009

La hospitalidad inhóspita (II)

A. Sobre la crisis del estado de bienestar.

El tema central de este apartado es la aparición dentro del estado de bienestar de un nuevo fenómeno social: la exclusión. La solución a este problema nos dice D. Innerarity tiene que venir de la propia sociedad través de un proceso de “inclusión”

Pregunta: ¿cómo pasar de un taller de reparaciones sociales a una economía de la hospitalidad? La respuesta estaba apuntada más arriba, la inclusión. Nuestra sociedad aparece un nuevo proceso de exclusión que es una etiqueta, pero los etiquetados por ella son invisibles. “Su situación se define por una carencia”. La sociedad de bienestar está siendo deslegitimada por la destrucción de la cohesión social que aparece en su seno.

Los procesos de mundialización (globalización) trae como consecuencia una desigualdad creciente entre aquellos que poseen cualificaciones necesarias para utilizar las ventajas tecnológicas y el resto (Fitoussi/Rosanvallon). Éste resto es lo que algunos denominan un “mercado de cualesquiera” (Kaufmann). La sociedad está entrando en un desarrollo de varías velocidades. Este mercado de cualesquiera se hace cada vez más amplio y esta amenazado por el desempleo de larga duración.




¿Qué ha sucedido a la sociedad de bienestar? La respuesta de Innerarity es el “cambio en las relaciones sociales. La principal causa de este bloqueo es de índole cultural y social”. La causa “el agotamiento del modelo de la aseguración para combatir la exclusión social”. Es decir, la idea de igualdad y solidaridad se han difuminado de tal manera que las antiguas certidumbres acerca de la necesidad de aseguración cuando las cosas van mal, han sido puestas en cuestión.

Se requiere según su autor “un modelo para la equidad que articule un [nexo de unión] entre la lógica social y la lógica económica. Apunta que un enfoque economicista está abocado al fracaso debido a dos supuestos erróneos que hay que evitar:

1)La “fatalidad optimista”: las transformaciones económicas son inevitables e independientes de la voluntad de los agentes.

2)La “fatalidad pesimista”: Según esta visión todos los males tienen un causante muy preciso, a saber, la mundialización.

Según Innerarity, ambos “renuncian a entender lo económico como un ámbito de libertad, de configuración política”. La visión economicista debe ser reemplazada por una perspectiva amplia que permita ver la existencia de interacciones dinámicas y fluidas entre la economía, política y sociedad. Entender esas interacciones supone la necesidad de pensar con nuevas categorías.

La hospitalidad inhóspita (I)

Los cambios sociales que actualmente vivimos son de tal envergadura que los antiguos conceptos no sirven, excepto si se quiere hacer ideología, para comprender lo que está sucediendo.El arsenal conceptual no es capaz de dar razón a las mutaciones que se suceden en nuestras sociedades. A lo largo de la etapa de consolidación del estado de bienestar había ciertas garantías de igualdad social que actualmente están es cuestión. La igualdad de oportunidades parecía una realidad en amplias capas de la sociedad: de la precariedad a la estabilidad. La redistribución de hacía notar en las esferas de la sanidad, la educación, etc. La garantía del empleo se correspondía con la idea del crecimiento económico. Había certezas, y éstas permitían que la igualdad social fuese una cuestión invisible, pues, la sociedad garantizaba el cultivo de las diferencias.

Pero este panorama ha cambiado, Dahrendorf nos habla de macro-éxito y micro-miseria. En la sociedad del bienestar se ha infiltrado una nueva realidad: la exclusión social. D. Innerarity en su libro “Ética de la hospitalidad”,nos habla en su capítulo 12 : “Una economía de la hospitalidad” de estas cuestiones que son de indudable interés y con consecuencias políticas de primer orden. De estas cuestiones tratará el presente artículo que por cuestiones de amplitud se dividirá en diferentes entregas.





La exclusión social en la etapa de construcción del estado de bienestar eran producto de patologías sociales que inevitablemente se producen en la esfera del mercado como en la esfera social. Pero se consideraba que la terapia adecuada era la integración social a través de los mecanismos de inserción social y la educación. No había límites para la integración. Sin embargo, este modelo se ha torcido al decir de Innerarity. La exclusión social, hoy, abarca a amplias capas de las sociedad, se ha pasado de la estabilidad a la precariedad.

Plantea dos cuestiones de especial interés: a) la disolución de la solidaridad social y b) la insuficiencia teórica de los derechos sociales para comprender los fenómenos de exclusión. La cuestión que plantea es ¿cómo asegurar la cohesión social?