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divendres, 27 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (X)

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Un poeta de Denia escribía:

Si es mi origen el polvo, cada país

Es el mío, y los mundos, mis parientes” (pág.91)


El poeta lo escribió en el siglo XI, se llamaba Abu l-Salt ibn Umayya. Resulta sospechosa la falta de memoria de nuestro pasado musulmán, si durante ochocientos años vivieron en la península ibérica, nuestras señas de identidad deben estar asociadas a esa civilización que prospero para convertirse en una de las civilizaciones más refinadas del mundo Occidental. Sería un buen momento para bucear en lo que escribió Juan Vernet en su libro “Lo que Europa debe al Islam de España*”. Sin embargo, España ha dado la espalda a esa herencia que trajo luz a la neblina de la Edad Media en Europa. El ascenso y declive del mundo musulmán supone que la historia no lleva en sí, su propia providencia. No hay teleología escrita en los cielos. Lo que sucede en la actualidad no es una herencia inexorable del pasado. Al contrario.

“La abominación que prolifera ahora ante nosotros es más reciente de lo que parece. Yo mismo he conocido una realidad muy diferente. Pero cuando se me ocurre mencionarlo en la actualidad, noto que a mi alrededor surgen la irritación, la impaciencia y la incredulidad” (pág.91).

“(…). El discutible beneficio de mi generación es precisamente que hemos sido testigos de la lenta metamorfosis del doctor Jekyll en Mr.Hyde; me refiero a la transformación de un amplio conjunto de pueblos, que no se apartaban mucho de las normas de su época y compartían todos los sueños, todas las ambiciones y todas las ilusiones de sus contemporáneos, en muchedumbres ariscas, rabiosas, amenazadoras, desesperadas.” (pág.92)

“(…). No está de más por lo tanto recordarles, por ejemplo, que la línea de fractura ideológica que existió en la humanidad en el siglo XX entre el marxismo y sus adversarios cruzaba también por el mundo musulmán igual que por el resto del planeta.”

“”Países como Sudán, Yemen, Irak o Siria albergaban importantes formaciones políticas de obediencia comunista. Y la franja de Gaza, antes de convertirse en bastión de Hamás, emanación palestina de los Hermanos Musulmanes, fue hasta la década de 1980 el feudo de una organización que reivindicaban para sí el marxismo-leninismo.”. (pág.92)

“Más elocuente aún es el ejemplo de Indonesia. (…) En mi adolescencia, se la conocía también por otra peculiaridad: la de albergar el partido comunista más nutrido del planeta tras los de China y la Unión Soviética, (…).” (pág.92/3)

“No pretendo entonar aquí las alabanzas del movimiento comunista. Trajo consigo inmensas esperanzas para toda la humanidad y luego las traicionó. Movilizó a personas valiosas, a portadores de los ideales más generosos, y luego los condujo a un callejón sin salida. Su quiebra fue un cataclismo, de no menor entidad que sus extravíos, y facilitó que el mundo cayera en el deterioro global al que estamos asistiendo hoy.” (pág.93)

Amin quiere poner énfasis que en las sociedades árabes desde 1920 hasta 1980 no eran tan diferentes a las sociedades occidentales, pues, la ideología dominante era una “ideología resueltamente laica, como el marxismo” (pág.93), hecho que el autor resalta y también deplora, no por la propia ideología, sino que su derrumbe fue sustituido por una mezcla de teocracias y dictaduras. 

Amin se pregunta: “Habría evolucionado mejor los países árabes o musulmanes si los partidos comunistas hubiesen desempeñado  un papel mayor? No lo creo y estoy incluso convencido  de lo contrario. (…9, e sensato suponer que habríamos asistido a revidas monstruosas –purgas, matanzas y la aparición de un sinfín de Stalins en miniatura-más que a milagros. (pág.99)

“Lo que sí estamos en cambio autorizados a lamentar es la desaparición del único espacio políticos que permitía a todos y cada uno de los ciudadanos, fueren cuales fueren sus pertenencias étnicas, religiosas u otras, desempeñar un papel de primera fila en el seno de su nación” (pág.99).

“(…). A lo largo de toda la historia humana, la suerte de los minoritarios fue un indicio revelador de un problema más extenso que afecta a todos los ciudadanos de un país y a todos los aspectos de su vida social y política. (…) En una sociedad en que los minoritarios padecen discriminación y persecución todo se corrompe y se pervierte. Los conceptos pierden su sentido. Seguir hablando de elecciones, de debates, de libertades académicas o de Estado de derecho se convierte en algo abusivo y engañoso”. (pág.100)

“Cuando deja de ser posible ejercer las propias prerrogativas de ciudadano sin remitirse a la pertenencia étnica o religiosa, es que la nación entera se ha internado por la vía de la barbarie. (…) Esto es cierto en la actualidad entodas las comarcas de Levante sin excepción alguna. Y es cada vez más cierto, en diversos grados, en otras partes del mundo” (pág.100)

Amin Maalouf hace referencia a William James, cuando hablaba de la necesidad de “una buena guerra” (pág.101). “La respuesta fue que había que inventar, en el seno de nuestras sociedades, “un equivalente ético de la guerra”, es decir, combates pacíficos que echasen mano de las mismas virtudes, que movilizasen las mismas energías –camaradería, ayuda mutua, fervor, entrega a uno mismo-, pero sin tener que pasar por las atrocidades que traen consigo las guerras. (…) ¿No sería deseable, efectivamente, ver aflorar, frente a todas las atrocidades identitarias, un anchuroso movimiento capaz de llevar a cabo una movilización masiva de nuestros contemporáneos en torno a valores universales y más allá de todas las fronteras políticas, religiosas, étnicas o culturales? “(pág.101)

Habría que decir que esas “buenas guerras” ya se libran –derechos humanos, los asociados a los –ismos, sea ecología o feminismo, cambio climático-, pero esta lucha es muy desigual, pues, en la actualidad, quienes tiene el poder político son los Estados, y desde Maquiavelo, sabemos que los Estados tienen su propia lógica que no va sincronizada con los intereses de sus ciudadanos. Existe una mayor concienciación a escala global sobre estos problemas que acucian a la humanidad, pero falta como dice Esquirol, estamos a “medio paso**” de acceder a esa nueva realidad donde el ser humano sea por fin un fin en sí mismo y no un medio (I.Kant) para fines inhumanos.


divendres, 30 de desembre del 2022

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (I)

Amin Maalouf, El naufragio de las civilizaciones. Trad. María Teresa Gallego Urrutia. Biblioteca de autor. LB Alianza editorial. Madrid, 2ed 2022. 




Este libro es un libro de memorias del autor. Quiere hacer un examen de su tiempo, de cómo hemos llegado aquí y cómo determinados hechos nos ha llevado hasta un callejón sin salida. Desde su condición "Levantina" narra con pasión la experiencia vital -personal y familiar- la deriva de un mundo que no se parece a lo que conoció y que podía haber sido un espejo para el desarrollo de los países árabes, incluido el Líbano.


El libro se inicia con una declaración de principios: “Nací muy sano en brazos de una civilización moribunda y durante toda mi existencia he tenido la sensación de estar sobreviviendo, sin mérito ni culpabilidad, siendo así que tantas cosas a mi alrededor se convertían en ruinas; igual que esos personajes de película que cruzan por calles en que se desploman todas las parades y salen, no obstante, indemnes sacudiéndose el polvo de la ropa mientras, tras ellos, la ciudad entera no es ya sino un cúmulo de escombros” (pág.13)


“(…) Mis cuatro abuelos y todos sus antepasados, remontándonos a doce generaciones, nacieron bajo la misma dinastía otomana. ¿Cómo no iban a creer que era eterna? (pág.14). La idea de la aceleración en todos los órdenes de cosas, es propia desde mediados del siglo pasado. Desde ese momento, parece que todo, se ha desbocado, y no parece que en el horizonte haya un remanso de paz, al contrario. 


“Que pueden recordar las rosas, nunca se ha visto morir a un jardinero”, suspiraban los filósofos franceses del Siglo de las Luces pensando en el orden social y en la monarquía de su propio país. Hoy día estas rosas pensantes que somos nostros viven cada vez más tiempo, y los jardineros se mueren. En lo que dira una vida nos da tiempo a ver cómo desaparecen países, imperios, pueblos, lenguas, civilizaciones.” (pág.14)


"Tal como yo lo empleo –Levante-, este vocablo obsoleto designa el conjunto de los lugares donde las antiguas culturas del Oriente mediterráneo se codearon con las más jóvenes, de Occidente. De esa intimidad suya estuvo a punto de nacer, para todos los hombres, un porvenir diferente. (págs.14-15). Las luces de Levante se apagaron. Luego, las tinieblas se extendieron por el planeta. Y, desde mi punto de vista, no se trata de una simple coincidencia. (pág.15). (…) Como sucede con todos los ideales, aspiramos a ello sin conseguirlo nunca del todo,   pero la aspiración es en sí salutífera, indica el camino que hay que seguir, el camino de la razón, el camino del porvenir. Llegaré incluso a decir que es esa aspiración la que marca, en una sociedad humana, el paso de la barbarie a la civilización". (pág.15)


(…) "Hasta mucho más adelante no caí en la cuenta de hasta qué punto esa cercanía que imperaba entre las diversas comunidades en el universo de mi infancia era excepcional. Y cuán frágil era. Muy pronto en la vida vi cómo se empañaba, se degradaba y, luego, se desvanecía, no dejando tras de sí más que nostalgias y sombras". (pág.16)


(…)"Por primera vez en la historia contamos con los medios para librar a la especie humana de todas las catástrofes que la acosan y llevarlas serenamente hacia una hacia una era de libertad, de progreso sin tacha, de solidaridad planetaria y de opulencia compartida; y henos aquí, no obstante, corriendo a toda velocidad en dirección contraria. (págs.16-17). No soy de esos que creen que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. (…) Sin embargo, llevo observando desde hace unos años derivas cada vez más preocupantes que amenazan con destruir todo aquello que nuestra especie ha edificado hasta ahora, todo aquello de lo que nos sentimos legítimamente orgullosos, todo aquello que solemos llamar “civilización”. (pág.17)


"¿Cómo hemos llegado a esto? Tal es la pregunta que me hago cada vez que me veo enfrentado a las siniestras convulsiones de este siglo. ¿Qué es lo que ha ido mal? (pág.17). Si recurro al vocabulario de la mar es porque la imagen que me obsesiona desde hace unos años es la de un naufragio: un transatlántico moderno, reluciente, seguro de sí mismo y considerado insumergible como el Titanic, que lleva a bordo una muchedumbre de pasajeros de todos los países y de todas las clases y avanza con pompa hacia su pérdida hacia su pérdida. (pág.17)


"El naufragio no es, por descontado, sino una metáfora. Forzosamente subjetiva, forzosamente aproximativa. Podrían hallarse otras muchas imágenes capaces de describir los sobresaltos de este siglo. Pero ésta es la que me obsesiona". (pág.18)


(…)" Esa “desmonetización” de los ideales, que se sigue extendiendo sin pausa y afecta a todos los sistemas y a todas las doctrinas, no me parece abusivo asimilarla a un naufragio espiritual generalizado. Mientras la utopía comunista se hunde en el abismo, al triunfo del capitalismo lo acompaña una explosión obscena de las desigualdades. Hecho que quizás halla una razón de ser en la economía; pero en el ámbito humano, en el ámbito ético y desde luego también en el ámbito político, supone innegablemente un naufragio". (pág.19-20)


"¿Son expresivos estos pocos ejemplos? No suficientemente, en mi opinión. Explican,  sin duda, el titulo que he escogido, pero no me permiten aún captar lo esencial. A saber, que está en marcha un engranaje cuyo motor no ha puesto nadie voluntariamente en marcha, pero hacia el que nos estamos viendo todos arrastrados a la fuerza y amenaza con reduir a la nada nuestras civilizaciones." (pág.20)


(…) "Habría preferido no tener que hablar en primera persona, sobre todo en las páginas de un libro que se preocupa por la aventura humana. Pero ¿qué otra cosa podría haber hecho si he sido, desde que empezó mi vida, un testigo cercano de los trastornos de los qué me dispongo a hablar; si “mi” universo levantino fue el primero en naufragar; si “mi” nación árabe ha sido esa cuyo trágico quebranto ha arrastrado al planeta entero hacia el engranaje destructor?." (pág.20)