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dilluns, 3 de febrer del 2020

Reseña: Byung-Chul Han, La expulsión de lo distinto (IV)

IV.-  Miedo

El capítulo presente, plantea el miedo a través del diálogo con Heidegger, y eso significa, dificultades en la interpretación, toda vez, que el lenguaje de Heidegger, es oscuro, porque quiere mirar un fondo insondable: “ser”.






M.Heidegger (1889-1976)



Han contrapone la positividad, característica de la sociedad neoliberal actual, y la negatividad. Para Han, la positividad no puede acceder a ese núcleo oscuro que significa la existencia. En su diálogo con Heidegger, trata de hacer un esbozo de lo que significa esa negatividad que ha sido escamoteada por la sociedad del rendimiento. El miedo es la reacción a lo “extraño, lo siniestro e inhóspito, lo desconocido”. El miedo es un sentimiento profundo, en el pensar de Heidegger. Lo que lo provoca es la “nada”. El hombre (ser-ahí) se mide a la nada, y ese enfrentamiento le provoca ese miedo existencial. Heidegger diagnosticaría que vivimos en un mundo “inauténtico”, el mundo de “hacer como todos”. La muerte es lo propio de la existencia (ser-para-la-muerte). Aceptarla, estar a la escucha de esa realidad que es nuestra, es lo propio. Sin embargo, en nuestra sociedad actual, la muerte se esconde, en aras de esa positividad que inunda nuestra existencia. Dice Han: “Cuando se niega la muerte en aras de la vida, la vida misma se trueca en algo destructivo. Se vuelve autodestructiva. “.

No podemos entrar en los análisis de Heidegger, una de las características de su obra El ser y el tiempo, a pesar de sus análisis, nunca aparece el  hombre/mujer concreto de carne y huesos, Heidegger, es incapaz de acercase a esos (Dasein = ser-ahí). Su esfuerzo por penetrar lo impenetrable, lo misterioso, le hace insensible frente a los avatares de la vida cotidiana. A él sólo le interesa pensar esa diferencia ontológica entre los entes y el ser. Los entes somos nosotros que misteriosamente hace posible que seamos en virtud del ser.

¿Por qué nos puede interesar Heidegger sí no habla de lo singular –los seres humanos concretos-? La respuesta es más bien pragmatista, porque sus análisis, a pesar de su oscuridad, puede permitirnos, describirnos de una forma completamente distinta. La filosofía, puede sernos útil, precisamente, porque pueda acceder a ámbitos que difícilmente puede acceder otras disciplinas. Es cierto, que la literatura, la poesía, pueden indagar esos misterios. En El ser y el tiempo, no hay que buscar soluciones a las cuestiones que agobian a las sociedades contemporáneas. Sin embargo, Heidegger, nos ofrece nuevas miradas, que pudieran ser útiles para quien tenga el humor de leerlo. 

Han llega a una conclusión provocativa: “La pérfida lógica del neoliberalismo reza: el miedo incrementa la productividad.”. El neoliberalismo crea esa positividad que esconde ese infierno que es la inseguridad de la vida, no hay nada sólido, todo es fluido (sociedad líquida) no hay ataduras ni compromisos, vivimos el reino de la producción y el consumo, de los integrados y los excluidos, y nuestros miedos, no provienen de un fondo oscuro de la existencia humana (Heidegger), sino más bien, del peligro –mortal- de vernos excluidos del sistema, de convertirnos en parias incómodos a los que nadie sabe qué hacer con ellos, excepto  recluirlos en campos de eternos refugiados.

dimarts, 21 de gener del 2020

Reseña: Byung-Chul Han, La expulsión de lo distinto (I)

Byung-Chul, Han, La expulsión de lo distinto, ed.Herder, Barcelona, 2017



I.- El terror a lo igual

El texto empieza con un párrafo que es una declaración de intenciones:

“Los tiempos en los que existía el otro se han ido. El otro como misterio, el otro como seducción, el otro como eros, el otro como deseo, el otro como infierno, el otro como dolor va desapareciendo. Hoy, la negatividad del otro deja paso a la positividad de lo igual. La proliferación de lo igual es lo que constituye las alteraciones patológicas de las que está aquejado el cuerpo social. Lo que lo enferma no es la retirada ni la prohibición, sino el exceso de comunicación y de consumo; no es la represión ni la negación, sino la permisividad y la afirmación. El signo patológico de los tiempos actuales no es la represión, es la depresión. La presión destructiva no viene del otro, proviene del interior.”

La idea clave del texto es la negatividad frente a la positividad. Vivimos tiempos, en que la positividad ha ganado la batalla a la negatividad. La consecuencia de ello se expresa en la eliminación del “otro” y la aparición de una positividad que engendra patologías de la modernidad. La depresión es el compendio de esa positividad. La destrucción como dice el autor “proviene del interior”, es decir, del propio yo. Ese proceso lo denomina “autodestrucción”.

El autor, llama la atención sobre el hecho paradójico de que la positividad engendra rasgos autodestructivos en nombre de la supresión de la negatividad (lo exterior). La exaltación de la positividad se “hace pasar por crecimiento”. Han, pone el acento que a partir de un determinado umbral, la “producción ya no es productiva, sino destructiva”, la información o la comunicación dejan de ser, para convertirse en otra cosa.

Han, trata de pensar la sociedad líquida (Z.Bauman) a través de metáforas. Los conceptos son difíciles de aplicar a realidades fluidas y cambiantes. Si la negatividad se expresaba en el “otro”, ahora la positividad exalta “lo igual”. Pone el ejemplo del Binge Watching –atracones de series-. El neoliberalismo, ha entendido que la mejor manera de atar al consumidor, es ofrecerle lo que le “gusta”. Puede mirar durante horas sus series favoritas. Buscando metáforas para el comportamiento de los usuarios de series –lo igual- encuentra que “la proliferación de lo igual no es carcinomatosa, sino comatosa. No topa con ninguna defensa inmunológica”. Eso significa que estamos inertes delante de la pantalla, no puedes abandonarla porque después del capítulo 4, seguirá con el 5. ¿Cómo vas a perdértelo? Dice Han que uno se queda pasmado mirando la pantalla hasta “perder la conciencia”. Es una manera de hablar. Uno puede estar enchufado a la televisión y desconectado del desierto de lo real.


Byung-Chul Han


Si la negatividad genera anticuerpos –es una manera de hablar-, “el exceso de lo igual” no los genera, no hay anticuerpos ni defensa posible. La obesidad, no es una infección –hablamos de metáforas- no se genera una reacción por parte de nuestro cuerpo, como sucede con las infecciones.
Han se esfuerza por hacer distingos, así por ejemplo, nos dice que “Lo mismo no es idéntico a lo igual, siempre aparece emparejado con lo distinto”. Lo igual no tiene negatividad, por eso se convierte en “masa amorfa”. La obesidad se representaría como esa masa amorfa, que no es infecciosa, pero sí adiposa. 

La experiencia de la positividad lo invade todo. Léase positividad como lo igual. Así sucede que “Uno se entera de todo sin adquirir ningún conocimiento”. Todo se reduce a un “me gusta”. Buscamos desesperadamente a iguales, a aquellos que piensan como nosotros, que aspiran a lo mismo que nosotros. Los anuncios van llenos de la palabra mágica “experiencia”. Pero la experiencia eso que “nos concierne, nos arrastra, nos oprime o nos anima”, supone la negatividad. El dolor, la frustración. El mundo actual quiere suprimir esas experiencias  negativas, aspira a un mundo donde todo sea “me gusta”. El mundo hiperconsumista no tolera los procesos lentos, los largos plazos, rechaza la lentitud.

Han nos habla de la distinción entre pensamiento y cálculo. El “pensamiento tiene acceso a lo completamente distinto”. Sea el concepto –propio de la filosofía-, o la metáfora –propio de la poesía- es capaz de alcanzar “un nuevo estadio”, mientras que el cálculo es ciego al acontecimiento –lo nuevo-. El conocimiento es creación y transformación, “genera un nuevo estado de conciencia”. 

El acontecimiento “le es inherente una negatividad, pues engendra una relación nueva con la realidad, un mundo nuevo, una comprensión nueva de lo que es”. Vivimos tiempos en que el “olvido del ser” supone rechazar la negatividad y por ello hacerse ciego hacia los acontecimientos.

La red es “una caja de resonancia especial, en una cámara de eco de la que se ha eliminado toda alteridad, todo lo extraño”. ¡Esta describiendo la caja de Faraday!. La red es la positividad de los nuevos tiempos. La dialéctica cerca y lejos es sustituida por una “falta total de distancia”. La sociedad de la transparencia destruye lo cercano y lo lejano, “todo queda igual cercano o lejano”.

Rastro y aura. El rastro es la manifestación de una cercanía, por muy lejos que pueda estar aquello que lo deja. El aura es la manifestación de una lejanía, por muy cerca que pueda estar aquello que la irradia” (W.Benjamín, Obra de los pasajes, libro V, vol. 1, Madrid, Abada, 2013)

“La hipercercanía y la sobreiluminación” son propias de la positividad, de una sociedad transparente que borra ese rastro y aura de la que hablaba W.Benjamín. El mundo hiperconsumista aborrece el misterio, y sólo exalta lo igual, sea en forma de series, de pornografía o de relaciones a base de “me gusta”. El capítulo acaba con el análisis de la película de Charle Kaufmann Anomalisa, que compendia esa fascinación por lo igual.


diumenge, 25 de maig del 2014

Conclusiones (II)


10.- Han afirma que el “esclavo” hegeliano se ha convertido en amo, pero al precio de la depresión. Somos amos y esclavos de nosotros mismos. No hay por tanto reconciliación posible.  ¿Cómo ser libre de uno mismo?  En el nuevo capitalismo afirma la “mera vida” pero no la “vida buena” que hablaba Aristóteles (Aristóteles, Política, 1257b). 
 



11.- El capitalismo financiero y patrimonial ( Thomas Piketty) ha logrado derrotar, según Han, a Eros. Lo que nos queda es la supervivencia, que es la “mera vida” en estado bruto. En el plano de la sexualidad, la desnudez, como exhibición, deja sin aliento al misterio, y se aproxima a la exhibición pornográfica. El capitalismo, afirma Han, “intensifica el progreso de lo pornográfico en la sociedad”.

12.- Han afirma la antítesis entre fantasía e información. La fantasía, nos dice Han “habita en un espacio indefinido”, frente a la información que delimita muy precisamente su espacio. Han afirma contra el parecer de Illouz, que a pesar de la propaganda y la exaltación a la imaginación, ésta no aparece, precisamente por la “hipervisibilidad” a la que estamos sometidos. La visibilidad al decir de Han, lleva al límite el deseo de la transparencia. Ésta supone que no hay profundidades ocultas que afecten al sujeto. Nos movemos en geometrías planas y lisas. Sin negatividad, no puede haber fantasía del “otro” y por extensión la “agonía del Eros”. 

13.- Han afirma que el deseo es en la actualidad quien nos gobierna. Afirma que la política carece de “valentía” y está alejada de Eros, se transforma en “mero trabajo”. Una sociedad donde todos somos átomos individuales, la valentía se esfuma de nuestro carácter. El “nosotros” desaparece del horizonte colectivo. Nos hemos vuelto temerosos de nuestra propia sombra. Como no somos capaces de de buscar al otro, nos refugiamos en la realidad virtual, donde el “otro” no es real, es visible, al precio de no saber quién es realmente. Han afirma que  el antídoto contra el narcisismo  está en el amor, esa experiencia atópica de la que hablaba Han. Afirma la necesidad de la utopía al decirnos: “El Eros se manifiesta como aspiración revolucionaria a una forma de vida y sociedad completamente diferente”. 




14.- El pensamiento se adhiere a la negatividad. Como dice bellamente Han: “El pensamiento tiene necesidad de silencio. Es una expedición al silencio”. Han nos recuerda que en el origen de la filosofía Eros y Logos iban enlazados. Platón expreso esa unión. A través de Eros el pensamiento es capaz de alcanzar al “otro atópico”. Por eso “sin Eros el pensamiento pierde toda vitalidad, toda inquietud, y se hace represivo y reactivo”. 

15.- La sociedad del rendimiento se parece a la expresión de Hegel de almas bellas. Al alma bella “le falta la fuerza de la enajenación, la fuerza de convertirse en cosa y de soportar el ser. Vive en la angustia de manchar la gloria de su interior con la acción y la existencia; y para conservar la pureza de su corazón, rehúye renunciar al propio sí mismo y de darse sustancialidad y transformar su pensamiento en ser y confiarse a la diferencia absoluta. (...) “alma bella desventurada que arde consumiéndose a sí misma y se evapora como una nube informe que se disuelve en el aire”.(Fenomenología del espíritu). Esa alma desventurada le falta el otro que Han ha expresado en Eros. 


16.- Es posible que las ideas que aparecen no descubran nada que no se haya dicho. Sin embargo, lo propio del pensamiento filosófico consiste en seguir pensando una realidad que no se deja atrapar fácilmente. Alguien puede pensar y con razón que todo este arsenal conceptual y metafórico es innecesario, pues, el capitalismo líquido, no tiene un gabinete que le asesora y dirige su estrategia. Sin embargo, el capitalismo es como un agujero negro que todo lo que se le acerca queda alterado y cae en su esfera de influencia. El pensamiento de Byung-Chul  Han trata de hacernos conscientes de esa influencia y pensar en estrategias para salir de esa órbita perniciosa que nos arrastra a todos nosotros. En este proceso hay dos velocidades –hay más, pero simplificando-, hay unas élites que dominan los mercados y sus grupos auxiliares –expertos think tanks, políticos, medios de comunicación, etc.,- que nos cantan las excelencias del mundo globalizado- y unas sociedades occidentales que estamos perdiendo peso e influencia en las decisiones que se toman en nuestro nombre y que no paran de empobrecernos para mayor gloria del mercado.