dissabte, 13 d’abril del 2019

Egipto: Templo de Philae (II)

Día 5

Los turistas…

Llama poderosamente la atención que algunas representaciones de los dioses estén destruidas sus caras. La razón se debe a que el templo se reconvirtió en iglesia. Las piedras guardan fiel testimonio de su presencia, con el signo de la cruz.





Filae hemos dicho que fue ampliada en la etapa roma, destaca el “Quisco de Trajano”, cuya función era guardar la barca de la diosa. En una edificación más modesta, destaca el santuario de Hathor (5). El lugar es bellísimo, por el significado que el templo alberga. Somos turistas del siglo XXI, y no somos conscientes, del significado trascendente que suponen los templos. Allí la divinidad se hace presente. Como contraste, la suciedad de los alrededores de la isla es simplemente lamentable. Expresa una dejadez difícil de entender, dado que viven del turismo.  Había muchísima gente.









De regreso al crucero, hemos parado en dos tiendas, al parecer es el tributo que hay que pagar para satisfacer a nuestro buen guía y a la empresa que trabaja. Son tiempos muertos, que no aportan nada, y sin embargo, condicionan los lugares que sí merecerían más tiempo. Las tiendas eran una dedicada a la venta de joyas. La otra era de especias. No hemos comprado nada. Hemos llegado al crucero sobre las 12h. A las 13h se servía la comida, siempre excelente y abundante. El comedor tenía un centro donde está el bufet, para servirse, las mesas alargadas tenían unas sillas pesadísimas que eran muy difíciles de mover. Había poco espacio entre comensales. La bebida iba aparte del menú. He empezado, ha reducir drásticamente los dulces. ¡Como prueba de esa una actitud, he comido una naranja, que por cierto, son muy dulces!.


A las 14h empezaba la siguiente excursión. Un paseo en faluca –barco- por el Nilo hasta llegar al Mausoleo del Aga Khan, no hemos llegado hasta allí, simplemente, hemos estado frente a él que se ve desde el río Nilo. Mientras íbamos hacia el mausoleo, unos chicos a bordo de una plancha de surf, se ha acercado a la faluca para cantar, y la posibilidad de que alguien les dé alguna propina. Allí, la excursión se ha dividido. Un grupo ha vuelto al hotel y otra ha proseguido hacia un poblado nubio. He escogido la primera opción. ¿Por qué no he ido? Me interesa cómo vive la gente, pero me parece muy extraño que se “escenifique” la vida de unas determinadas personas. ¿Qué hago mirando sus casas? El turismo les permite obtener unos ingresos, no sé cómo deben repartirse. De lo que no he visto, no podré hablar.
El paseo de vuelta ha permitido que la faluca haya podido bogar de estribor y a babor, pues, el viento ha hecho acto de presencia. No ha sido el caso cuando hemos ido. La sensación de movimiento y el viento con todas las velas –a palo seco-, ha sido una sensación extraña y sedante. Hemos pasado, tanto a la ida como a la vuelta, frente al jardín botánico. ¡Se podría haber ido!





Ahora un pequeño inciso en la narración. La visita al “poblado nubio” ha sido la madre de la discordia entre nuestro grupo  y nuestro guía y “amigo” Ahmad. Un precio excesivo, hizo que le dijésemos que no íbamos a ir. Nuestro guía quedó desconcertado e irritado. La actitud de Ahmad, cambió, se hizo más desconfiado y huraño. ¡Ya se sabe que las relaciones humanas son siempre difíciles! La persuasión de nuestra portavoz, M.J.M, hizo el milagro. 

Llegar al crucero –motonave-, descansar, subir a cubierta, leer un rato. Dejar pasar un par de horas. Después vinieron varios compañeros que se habían paseado por Aswan. Sobre las 18.30h han llegado nuestros intrépidos “antropólogos turistas”. La noche era cerrada. Cena y subir a cubierta para contemplar Aswan. Cerca del embarcadero, había una sala de fiestas que emitía música, parecía que celebraban algo, tal vez una boda. El crucero ofrecía una fiesta espectáculo “nubio”.





Mañana nos espera un día memorable, descubriremos Abu-Simbel.

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