dimarts, 23 d’abril del 2019

Egipto: Abu Simbel (IV)


Día 5

Los turistas...


Desde el parking hasta el templo, hay que atravesar una calle llena de tiendas de souvenir para turistas. Los propietarios y vendedores son poliglotos, el castellano lo dominaba más de uno. El sol arreciaba y muchos de nuestros compañeros llevaban un sombrero o gorras para cubrirse la cabeza. El calor era seco. Pasar por el inevitable arco de seguridad, omnipresente en todos los lugares. Un camino nos conduce finalmente hacia el templo. Su contemplación deja sin aliento, unos colosos sobresalen  con una majestuosidad hierática que impresiona. Ramsés II por cuadruplicado. Uno de los colosos tiene destruida la cara, producto de un terremoto, que destruyó la parte superior y dejó intacta la parte inferior.









Nuestro guía, Ahmat, nos dio la prescriptiva charla debajo de un sol que aspiraba a horno. El templo narra la victoria de Ramsés II  contra los hititas en la batalla de Kadesh (1275 a.c). En las paredes del Templo se puede contemplar las escenas de batalla y cautiverio de los  derrotados hititas.






La visión de los gigantes tiene algo de hipnótico. Su grandiosidad muestra el poder del faraón. Un poder sobrenatural contra los enemigos de Egipto. No dejaban hacer fotografías, excepto si pagabas un suplemento. Al entrar dentro del templo, el calor desaparecía y contemplas a ocho gigantes. Cuatro a cada lado. Sientes el peso del poder encima de ti. El abismo entre el hombre corriente, y la presentación de un dios que está muy por encima de ti. A los lados hay diferentes accesos donde se pueden contemplar a los dioses que se les ofrecen presentes. Hay bancos de piedra que nos dijeron que se utilizaba para que el “pueblo” pudiera ofrecer presentes.




Después de hacer algunas fotografías, a través de nuestro fotógrafo oficial, y haber explorado el sanctasanctórum, lleno de turistas ávidos como nosotros de inmortalizar el momento, y recrearnos en la contemplación de las escenas guerreras, extraordinariamente realistas y bellísimas, nos hemos trasladado al siguiente templo en honor de la esposa de Ramsés II, Nefertari. Una sociedad patriarcal como la egipcia, hace muy difícil saber algo a ciencia cierta sobre las reinas. De hecho sabemos muy poco sobre ellas.

El templo de Nefertari, resulta más acogedor, más humano. Las estatuas que presiden la entrada del templo son más estilizadas. Llama la atención que a los pies de todos estos colosos, aparezcan representados los hijos de los reyes a un escala no sólo real, sino simbólica.


Al salir del recinto del templo, nos esperaba un sol abrasador o casi. Hemos salido por el lado derecho, hemos rodeado la estructura posterior a los templos, hasta alcanzar la entrada. Hemos podido contemplar el lago Nasser. Policías armados vigilaban, de manera discreta la zona. En el trayecto nos hemos encontrados con “compañeros de viaje” que hacían el mismo trayecto. Todos soportábamos un calor in crescendo.







Salir del recinto del templo e inmediatamente nos espera un tour comercial. Un pequeño paseo muy bien organizado, con tiendas que vendían todos los souvernirs que cualquier turista pudiera desear. Regatear es una forma de vender. Siempre tienes la sensación de la arbitrariedad del sistema. Resulta muy incómodo este juego, si no estás acostumbrado. ¿Acaso comprarías sólo a un €?





Por fin, hemos llegado al hotel. Eran las 14h. Las habitaciones son bungalows, muy naïfs. La limpieza era la justa. La terraza, está llena de polvo y arena. Nos hemos ido a la piscina. El agua estaba fría, pero, se agradecía, se estaba estupendamente bien dentro del agua. Varios compañeros nos hemos bañado. Había varias piscinas, nosotros hemos utilizado dos, la última, más profunda, el agua estaba mucho más fría.



 


Cuando hemos querido ir a comer, el restaurante ya había cerrado. Hemos tenido que utilizar el “lunch” que nos habían preparado en el crucero.La habitación no funcionaba bien el aire acondicionado. Hemos tenido que ir a buscar dinero, justo al lado del complejo hotelero, había un cajero automático de un banco, a unos doscientos metros del hotel. Hacía un calor sofocante. A la vuelta ya había arreglado el aire acondicionado y cambiado las toallas.





A las 17.30h nos hemos ido al espectáculo de luz y sonido que se realiza delante de los templos. Un espectáculo que se ha explicado en castellano debido a que la mayoría de turistas era de habla hispana. Un espectáculo digno, breve y elegante con música de Narciso Yepes, nos ha llevado a sentirnos cautivados por la atmósfera mágica que ha creado el espectáculo.

                  

Acabada la representación de luz y sonido, nos hemos hecho fotografías delante del templo de Ramsés II. La noche era cerrada, la temperatura era ideal después del día de calor sufrido. No hemos pasado por el “zoco”, sino que nos hemos escapado por la carretera para sorpresa de los vendedores que esperaban la última venta del día.





Al llegar al hotel, hemos ido a cenar, estaba incluido en el viaje. Un cena discreta, abundante y digna. También había hambre. Uno de nuestros compañeros cumplía años. Ha habido tarta y felicitaciones, y más fotografías. He hecho algunas fotografías de la luna. Mañana nos espera un larguísimo día.



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