dissabte, 20 d’abril del 2019

Egipto: Abu Simbel (III)

Día 5

Un poco de historia..





Abu Simbel, celebración del matrimonio sagrado*


Abu Simbel era el corazón de la Nubia sagrada a la que Ramsés II consagró tantos esfuerzos. Allí se construyó lo que puede considerarse la obra maestra arquitectónica de su reinado, implantada en un paraje desértico e inaugurada el año 24 [de su reinado, en el año 1255 a.C)].


El gran templo de Ramsés II

Ramsés no construyó menos de siete templos en Nubia, pero éste es el más colosal; una fachada de 30 m de alto por 35 de ancho, cuatro estatuas gigantescas que superan los 20 m de altura.




Llevando las coronas del Alto y el Bajo Egipto, con la serpiente uraeus en la frente y provistos de la barba postiza, los colosos, sentados en el trono, expresan un formidable poderío. Bajo sus sandalias, los enemigos del rey han sido vencidos para siempre.





Estamos en presencia del ka de Ramsés elevado a la potencia Cuatro o, dicho de otro modo, de su dominio de las cuatro direcciones del espacio. El «Toro amado por Maat» afirma su poder, que no es tiranía sino fuerza de vida.

Entre los colosos aparecen figuras femeninas de apariencia muy frágil con respecto a sus inmensos protectores. Son la madre, la esposa y las hijas de Ramsés II. Su papel nada tiene de decorativo; muy al contrario, es fundamental, puesto que mantienen la energía del ka y le permiten estar presente en los colosos.




Por encima del portal, en una hornacina, se encuentra un dios con cabeza de halcón: Re-Horakhty, el sol naciente, tantas veces celebrado en los templos nubios de Ramsés. En la mano izquierda, sostiene el cetro user, en la derecha, una efigie de la diosa Maat; y en su cabeza se encuentra el disco solar donde se encarna Ra: así se proclama uno de los nombres de Ramsés, User-Maat-Ra, «Poderosa es la armonía de la luz divina».



A la izquierda, al sur de la fechada, tres estelas. Una de ellas (n.º 2) recuerda un importante acontecimiento. En lo alto de la estela, el faraón sentado entre Amón-Ra y Ptah. Se acercan a él una muchacha seguida por su padre, que no es otro que el rey de los hititas a los que Ramsés combatió para impedir que invadieran Egipto. (...)


Wikipedia


A la derecha de la fachada, hacia el norte, se advierte una curiosa construcción, una especie de capilla abierta (n.º 3). (...). Este pequeño templo tenía la función de celebrar la luz creadora en sus diversas formas y puede afirmarse que aquí el Sol (Khepri) tenía cita con la Luna (Thot). Las dos potencias se casaban para animar el ka real e infundirle el máximo de energía.

El templo se compone de una gran sala, una sala intermedia y un sanctasanctórum. El suelo asciende y el techo desciende, y la unión del Cielo y de la Tierra es celebrada en el fondo del santuario.

Ocho colosos sirven de pilares para la gran sala de 18 m de largo (n.º 4). Representan al rey como Osiris, vistiendo un simple taparrabos. Los colosos de la izquierda (hacia el sur) llevan la corona blanca del Alto Egipto, los colosos de la derecha (hacia el norte), el «pschent» del egipcio pase-khemty, «las dos poderosas», es decir, la asociación de las coronas del Alto y el Bajo Egipto.



El tema principal de los relieves es la victoria de Faraón sobre sus enemigos, el triunfo del orden sobre el caos, de la unidad sobre la multiplicidad. Atum y Amón otorgan al rey el ken, la «capacidad de vencer».

(...) En la pared norte de la sala (n.º 6) se desarrollan los episodios de la famosa batalla de Kadesh, una plaza fuerte construida a orillas del Orontes. (...) Abu Simbel conserva la versión más legible de este drama consagrado al enfrentamiento entre egipcios e hititas.


Cortesía de José Francisco


A izquierda y derecha de la sala de pilares osiríacos se abren capillas rectangulares que se consideran como estancias para guardar los objetos rituales. La presencia de varias grandes divinidades (Atum, Amón-Ra, Ptah, Thot, Horus, Hator, Isis…) nos incita a pensar que, además de esta función probable, dichas salas servían también para entrar en conocimiento de las fuerzas divinas. Prosiguiendo nuestro camino hacia el sanctasanctórum, atravesamos una sala con cuatro pilares de poderosa apariencia (n.º 10). Su decoración se consagra a las ofrendas, a las barcas sagradas y al encuentro del rey con los dioses. En la sala más pequeña aún (n.º 11) que precede al santuario, Faraón hace ofrenda de vino, pan, incienso y flores, y presenta Maat a Thot.


Cortesía de José Francisco


Llega por fin el santuario (n.º 12), en el corazón de la montaña. Ante cuatro estatuas hay un altar que tal vez sirviera de depósito de barca y que simboliza la piedra fundamental del templo.

Las cuatro estatuas están esculpidas en la roca viva, indisociables por lo tanto de esta materia prima sacralizada por los escultores. ¿Quiénes son? Amón-Ra, soberano de Tebas; Ra-Horakhty, soberano de Heliópolis; Ptah, soberano de Menfis. Ahora bien, dicen los textos, tres son todos los dioses, y los tres son precisamente éstos. Representan el universo divino en su totalidad. La cuarta estatua es la de Faraón o, más exactamente, de la función faraónica expresada por suka.



Dos veces al año, los días 20 de febrero y 20 de octubre, los rayos del sol atraviesan el templo para llegar hasta el sanctasanctórum, pero sólo iluminan tres estatuas, nunca la de Ptah. El dios de la creación a través del Verbo, señor de los artesanos, permanece protegido en el secreto.


El templo de Nefertari

A unos 100 m al norte del gran templo de Ramsés II se edificó otro santuario en honor de la Gran Esposa real Nefertari, «Aquélla por la que el sol se levanta».



Seis colosos de 10 m de altura, de pie y en posición de marcha, sobresaliendo del plano del acantilado, forman la impresionante fachada. Dos de ellos encarnan el ka de la reina, soberana de la dualidad, «La que ve a Horus y Seth» en el mismo ser, y los otros cuatro, el ka del rey.

Nefertari lleva un tocado compuesto por dos altas plumas y cuernos entre los que aparece un sol. Es a la vez Hator, una diosa del cielo y la soberana de Nubia, y maneja los sistros que propagan armoniosas vibraciones.




Acompañan a Ramsés pequeñas estatuas de hijos reales; junto a Nefertari, las hijas reales. Unos y otras actúan como sacerdotes y sacerdotisas del ka.




El plano del templo, donde se han conservado en buen estado colores como el amarillo, el negro y el rojo, es sencillo: una sala de seis pilares cuadrados que da acceso, a través de tres puertas distintas, a un vestíbulo que precede al sanctasanctórum.



Galder Izarzugaza


Ramsés está presente en el santuario de su esposa y cumple en él dos funciones: la de jefe de guerra, vencedor sobre las fuerzas de las tinieblas, y la de ritualista que hace ofrendas a las divinidades. Sin embargo, la atmósfera del templo de la reina es distinta de la que corresponde al del rey. Los pilares están coronados por una cabeza de Hator, soberana del amor y de la alegría, hay numerosas ofrendas florales y la larga silueta de Nefertari ilumina los lugares con su gracia. Aquí reina el encanto mágico de la reina.




En la entrada del templo el rey ofrece flores a Hator, y la reina hace lo propio a Isis (n.º 1). En el reverso de la puerta, Ramsés, magníficamente protegido por Nefertari y por su ka, somete a los nubios y a los asiáticos en presencia de Amón-Ra y Horus (n.º 2).


                                


En los pilares, ofrendas de flores a las divinidades. En el muro de la izquierda, mirando al santuario, se ve al rey en el momento de recibir el collar menat de parte de Hator, que le asegura con ello una fecundidad espiritual (n.º 3). A continuación es coronado por Horus y Seth (n.º 4), una escena que insiste en el carácter creador de éste. La reina ofrece sistro y flores a Anukis (n.º 5), mientras el rey presenta Maat a Amón-Ra (n.º 6).

En el muro de la derecha, la reina, «provista» de un sistro y de flores, se encuentra con Hator (n.º 7); el rey ofrece flores a un dios con cabeza de camero, Harsaphes (n.º 8). La reina está frente a Hator de Dendera (n.º 9), esposa de Horus de Edfu, el rey ofrece vino a Re-Horakhty (n.º 10).

En el muro este del vestíbulo admiraremos una escena extraordinaria tanto por su tema como por su calidad artística: la coronación de Nefertari por Hator e Isis (n.º 11). Por encima de la puerta de la capilla de la izquierda, la reina ofrece flores a Hator, encarnada en el cuerpo de una vaca, llevando el sol entre sus cuernos e instalada en una barca, en medio de una espesa mata de papiros (n.º 12).


Galder Izarzugaza


Al ofrecer flores a la diosa Ptah-Uret, «la grande» (n.º 13), la pareja real actúa para que la potencia celeste anime la creación entera. Y el faraón ofrece flores a Hator en su barca (n.º 14) para que la diosa experimente el gozo y placer de los perfumes más sutiles.

A ambos lados de la puerta del sanctasanctórum, el rey ofrece flores a tres Horus y vino a Amón-Ra (n.º 15), flores a Khnum, Satis y Anukis (una tríada divina especialmente venerada en Nubia) y vino a Re-Horakhty (n.º 16). El aroma de las flores está vinculado a los misterios de Hator, el vino a los de Osiris.



En el sanctasanctórum (n.º 17) la pareja real está acompañada por dos diosas madre, Hator y Mut. En la pared del fondo, en el punto más secreto del templo, la vaca Hator emerge del otro mundo, cruzando la frontera de la roca para revelar, sobre su pecho, el ka real que tanto la diosa como la reina tienen el deber de traer al mundo cada mañana.


Los textos en cursiva son si no se dice otra cosa son de Christian Jacq, La guía de viaje al Egipto de los faraones, ed.Planeta.




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