dimecres, 12 de desembre del 2018

Argentina: Buenos Aires (II)

Día 2

Después de atravesar los controles de aduana y que nos recogiera nuestro cicerone Roberto, nos llevó a nuestro hotel en la calle Maipu. Cierta confusión en recepción, la llegada de 36 viajeros parece sorprender a todos los recepcionistas en los hoteles que hemos llegado. Había que dar una ficha que previamente habíamos  ido rellenado en el bus mientras nos dirigimos al hotel. Dejar el pasaporte en recepción y posteriormente, entrar en nuestra habitación.



Vistas desde la habitación

Un momento de descanso hasta las 11h, donde nuestro cicerone nos viene a recoger para un tour agotador por la zona residencial de las embajadas. Roberto no paraba de hablar, hablaba sabiendo lo que contaba, pero era muy difícil seguirlo. Un exceso de información se convierte rápidamente en ruido. Hemos parado en la Plaza de Cataluña, donde una estatua de Companys, no demasiado realista, o mejor, no demasiado fiel al personaje, una señera en la pared, junto con una farola estilo “Canaletas” daban un aire nostálgico a ese lugar. Después hemos pasado por la casa donde vivió J.L.Borges. Una placa muy discreta, da noticia de ese hecho. Hemos pasado junto a un boulevard circular –singularidad que Roberto ha insistido en remarcarnos- donde los arquitectos experimentaron con rascacielos funcionales y elevadísimos.


Plaza Cataluña

J.L.Borges


Zona Embajadas





Hemos parado en el lugar donde se encontraba la embajada israelí que el 17 de marzo de 1992 fue objeto de un atentado. Del edificio no queda nada, solamente unas  placas con los nombres de las veintidós personas que perdieron la vida. Sigue sin conocerse los autores.  A día de hoy no ha habido ningún juicio sobre el caso. Avenidas inmensas, tráfico abundante, calor húmedo. Agotamiento. Después de un periplo que se me hizo interminable. Nos ha llevado hasta un restaurante Broccolino. Demasiado de todo, una lasaña excesiva de salsa, no fue una comida memorable.


Antigua Embajada Israelí




Del restaurante, al hotel a descansar. La palabra parece abominable. ¡Nadie va hacer turismo para después descansar en el hotel! Excepto si es turismo de playa, que no es nuestro caso. Así que herejía. Después del descanso, fuimos a la zona de Puerto Madero, donde están los edificios corporativos de entidades bancarias, como el Banco de China, junto a otros edificios que rivalizaban en altura y poder. Junto al canal de agua muy sucia en una primera parte, para arreglarse más tarde junto a un puente del inevitable Calatrava. El puente lleva el nombre de Puente de la Mujer. A su lado, fondea el Buque Museo Fragata A.R.A “Presidente Sarmiento”. No entramos. Empezaban a caer gotas de lluvia. Pasamos a paso ligero junto a un edificio enorme, de  estilo neoclásico, en el que estaban haciendo obras en los accesos y jardines, con el nombre de Centro Cultural Kirchner. Eran las 18h. 












Había largas colas para coger los buses. La caminata fue muy larga y agotadora. Así que nos fuimos al centro comercial Galerías Pacífico, un edificio regio con muchas tiendas de lujo. Dentro se estaba bien, el aire acondicionado funcionaba de manera poco sostenible.Hay un centro Borges, pero no era lo que buscábamos. Después empezó a llover. Entramos en el Florida Garden, una cafetería, que es un  clásico de Buenos Aires, al decir de nuestro fiable cicerone Roberto. Un camarero muy atento, nos atendió. Nos habló de su provincia, Salta con pasión y orgullo.




Seguía lloviendo y nos fuimos al hotel para prepararnos para la cena-espectáculo de tango. A las 20h nos recogieron del hotel para hacer el trayecto en bus que duraba unos 25’. El local se llama “La Ventana”, otro clásico para turistas. Finalizando la cena, empezaba el espectáculo. Tango, baile con profesionales, canciones de una voz femenina, discreta y canciones de una voz masculina mucho más entonado que su compañera, dos bandoneonistas, un piano, un bajo y dos violines con unos esmoquins demasiado amarillos para mi gusto, pedían a gritos ariel oxiaxion.



La Ventana

En el espectáculo, había un poco de todo, para el lucimiento de los artistas, especialmente notable el que hacía el papel de “gaucho” con las bolas danzando y un final hollywoodense de “Evita nos llores…”, sólo apto para los peronistas más recalcitrantes o amantes del musical. Coger el bús y al hotel. ¡El día había sido eterno!


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