Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Elias Canetti. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Elias Canetti. Mostrar tots els missatges

dilluns, 10 de setembre del 2018

Clases de personas

“Dos tipos de personas: a unas les interesa la posición que pueden alcanzar en la vida, como esposa, director de colegio, consejero de administración, alcalde. Siempre tienen la mirada puesta en ese punto que se metieron un día en la cabeza, a los demás sólo pueden verlos en relación con ese punto; el resto no cuenta y es ignorado por completo. El otro tipo de personas quiere libertad, sobre todo frente a cualquier posición adquirida. Les interesa el cambio, el salto en el que lo importante no son los peldaños sino las aberturas. No pueden resistir puertas ni ventanas, su dirección es siempre hacia fuera. Huirían de un trono del que ninguno de los del primer grupo, si estuviera sentado en él, sería capaz de levantarse ni un milímetro" (pág.91).

(Elias Canetti, OC IV. Apuntes (1942-1993). Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2006)



dilluns, 30 de desembre del 2013

Auto de fe (9)

La convalecencia 

Después de la caída, Kien paso seis semanas en cama recuperándose. Kein no quería estar inmovilizado. Teresa tenía todo el tiempo del mundo para hacer sabe Dios qué. Un día se levantó tropezando con el marco de la puerta y derrumbándose en el suelo. Teresa lo castigo dejándolo ahí en el suelo como señal de lo que no debía hacer sin su permiso.

Teresa estaba contenta con esta nueva situación que hacia ser dueña de la casa. Cuidaba a su marido. Repasaba su escritorio en busca de su tesoro: el testamento. Kien en su cama deliraba y nombraba a su hermano. Teresa temía por su herencia. Teresa le había dado por hablar sin parar. Kien no podía hacerla callar. Una catarata de reproches salía de su boca. Recitaba una especie de mantra que repetía una y otra vez. Kein pensó: “ ¡Qué injusto!, puedo cerrar la boca cuando quiero y apretarla a mi antojo; y en el fondo, ¿para qué sirve una boca? Su misión es recibir alimentos; pero ¡está tan bien protegida! Las orejas, en cambio, están expuestas a cualquier tipo de ruidos” (pág.131)

Teresa había perdido el pudor y se expresaba sin miramientos. Le preguntaba por sus cuentas bancarias, por su dinero. Kein no podía entender a esa criatura que no le interesaban sus libros, excepto, las cuentas bancarias.

Cada día a las diez de la mañana aparecía el diligente portero para acompañarlo durante una hora. El portero tenía su propio interés en estas visitas. “El temor de perder su propina mensual fue abriéndose paso en él” (pág.133). Durante esa visita el portero hacía gala de su discurso habitual: ¿Cómo había que tratar a las mujeres? La respuesta del portero era brutal y simple: a golpes. El héroe de la portería de la calle Ehrlich 24, era una autoridad en el arte de pegar a las mujeres y pensaba que todo hombre tiene el derecho y el deber de hacerlo.



Mientras uno hablaba, Kein dejaba volar su imaginación pensando en secreto e una lista de sus pecados, anotados con fecha y hora. En ese duermevelas, el portero acaba por adquirir perfiles de lansquenetes. Un ser anodino con una vida anodina era metamorfoseado en un personaje tan incongruente como el portero.

El portero a las once de la mañana se levantaba para dar por concluida la visita.  ¿Qué hacia Teresa en esa hora? Pues, trabaja. ¡Estaba haciendo inventario de la biblioteca! Un sistema “genial” de anotación le permitiría saber que tenía.


Kein, después de seis semanas, empezaba a respirar mejor. Teresa empezaba a recortar sus peroratas, cuando eso sucedía Kien podía cerrar los ojos y se dejaba vencer por un sueño reparador.

diumenge, 28 de juliol del 2013

Auto de fe (7)


Capítulo 7

 
Movilización

 
Resumen: El capítulo explica la relación con el portero del inmueble de la calle Ehrlich 24 y Kien. Teresa ha salido de compras y Kein inicia una revolución para asegurar sus bienes más preciados: los libros.

 

Desarrollo:

 
Describe al portero, un personaje oscuro en su tarea intimidatoria contra pobres y pedigüeños que se atreven a entrar en el edificio de la calle Ehrlich 24  . Kien lo utiliza para deshacerse de su cama. El portero piensa que lo llama para golpear a su mujer, pero no. Es el mueble. Kien habla, ¡él que considera el silencio como el fundamento de su vida!, se disponer a hablar a sus libros. ¿Qué le está pasando?

 
En su discurso se detiene ante su némesis: la quema de libros ocurrida el 213 a.C, por orden del emperador chino Shih Huang Ti, a instancias de su primer ministro Li Ssu. “Toda la tradición oral debía ser abolida al mismo tiempo que la escrita “(pág.108). Solo se salvaron los libros de bricolaje: “toda una morralla de manuales prácticos” (pág.108)

 

El final de Li Ssu es un pequeño bálsamo contra la monstruosidad perpetrada. “Cargado de cadenas, condenado a recibir una paliza de mil bastonazos y posteriormente –Kien se siente renacer- en el mercado de la ciudad de Hien-Yang fue partido en dos con una sierra (...). Toda su estirpe fue exterminada, mediante la decapitación” (pág.108-9)

 
 


En su discurso los pone en guardia ante las maquinaciones de Teresa. “Tened la seguridad de que empezará por los más ilustres de vosotros, aquellos por los que puedan pedir el rescate más elevado” (pág.111).

 


La arenga llega a su cénit mediante cinco principios fundamentales: 1) que nos encontramos en estado de guerra; 2) que los traidores serán sometidos a un juicio sumario; 3) que el mando supremo está centralizado: yo soy el general en jefe del ejercito, vuestro caudillo y único oficial; 4) que todas las distinciones derivadas de la antigüedad, prestigio, importancia y valor de los combatientes quedan abolidas (...); 5) que la consigna es “Kung” (pág.113)
 

De estos cinco puntos el más polémico, sin duda, es el apartado4.  La primera acción bélica fue poner los lomos de todos los libros hacia el interior, no quería dejar pistas.

 

diumenge, 14 de juliol del 2013

Auto de fe (6)


Capítulo 6

¡ Mi querida señora!

 

En este capítulo Teresa sigue su implacable reconquista de su “nueva casa”. Ella necesita también una cama. Kien tiene una, pero ella sigue durmiendo en su antigua cama de sirvienta. 

El “matrimonio” no se ha consumado y Teresa se consume. Él en su despacho todo el día y ella ¿qué hace? Pues se queda detrás de la puerta de Kien, espiando. Kein abre la puerta y Teresa está a punto de caer, ella se indigna. 

Quiere una cama y piensa en conseguirla. Teresa va de tienda en tienda, pues, quiere saber precios. Piensa en muebles caros para poder pasarle la factura a Kien y quedarse con un mueble más barato. Así la diferencia irá a parar a su cuenta corriente. 

Teresa le anuncia a Kien que no piensa cocinar. Teresa cree que puede presionarlo, pero Kien ve una oportunidad de oro para que desaparezca durante el día. Kien le alienta para que visite tiendas de muebles. Llega a una tienda donde un dependiente dicharachachero le dice: “¡Mi querida señora!” (pág.93) encandilándola para conseguir su objetivo: la venta. 

La voz del dependiente le suena a Teresa como “mantequilla” que embriaga sus oídos, pues, Teresa se debate entre sus deseos insatisfechos y el decoro debido.

 


El dependiente le expone una máxima moral: “La felicidad conyugal no pasa sólo por el estómago, pasa también por los muebles, sobre todo por el dormitorio, y yo diría que todavía más por las camas, si, por las camas de matrimonio como quien dice” (pág.95) 

El dependiente parece tener la estatura del director o propietario de la tienda, pero no, él es un empleado. La empresa de muebles es Gross & Madre. El Sr. Gross es pequeño y parece poca cosa, el dependiente sabe manejarlo, no así a la madre de Gross, que es la auténtica propietaria. El dependiente se apellida Guarro. Teresa quiere invitarlo a un almuerzo, pero él no está interesado por ella y si por la venta. El jefe le invita a Guarro para que vaya con la clienta. Cuando van a salir del establecimiento el Sr. Guarro le dice a Teresa con su voz de mantequilla: “¡Usted primero, mi querida señora!” (pág.100)
 

diumenge, 23 de juny del 2013

Auto de fe (3)


En el tercer capítulo se titula “Confucio el casamentero”.

Tratar de resumir el libro es imposible, porque la belleza del texto, su manera de expresarse, hacen de ella una tarea prohibitiva. Y sin embargo, ahí va el resumen:

Como cada día Kein sale a dar su paseo matutino, como es domingo, las calles se encuentran felizmente vacías. A él este días le incomoda, pues, no sabe cómo gastar un días que los demás gastan inútilmente. El niño de la escalera ha ido a casa de Kein para poder contemplar los libros que le había vagamente dicho que vería. Teresa lo ha echado, pues, el señor no estaba en casa.

Habla de la educación o mejor, de la mala educación que todo lo invade.Teresa utiliza sus palabras para lanzar una diatriba contra los malos modos de los jóvenes y por extensión de todo el mundo. ¡Nadie está dónde debería!  Mientras Teresa sigue hablando, Kein que no escucha con facilidad acaba por prestar oídos a lo que dice Teresa.


Al escuchar esas palabras Kein va en busca de un libro Ari Hakuseki y lee lo que dijo el erudito japonés. Hablado de la forma de trabajar, del esfuerzo y la concentración necesaria para acabar el trabajo. Kein se fija en que Teresa está concentrada en la lectura. Kein siente la tentación de ser Pigmalión, enseñar a la que no sabe.

El niño vuelve a llamar a la puerta, pero Teresa lo despacha con cajas destempladas para admiración de Kein. Kein empieza a pensar en la posibilidad de ayudar a Teresa en la aventura del saber: “viejas estudiantes tardía”. Kein se debate ante la posibilidad que Teresa pueda interesarse por los libros, pero “Los libros están totalmente indefensos ante la gente inculta” (pág.42).

Kein tiene un largo sueño donde las pesadillas se dan la mano. Aztecas, fuego, libros ardiendo, demonios, espantosas imágenes de los condenados y Kein intentando salvar a los libros que arden con suma facilidad.

Después del sueño, empieza a cavilar sobre la posibilidad horrorosa que su biblioteca pudiera ser pasto de las llamas. ¡Veinticinco mil volúmenes! Kein es previsor, la biblioteca está asegurada...

Kein empieza a recomponer su sueño en un ejercicio de introspección:

“ (...). Dos días antes, Kein había mirado unos códices miniados mexicanos, uno de los cuales representaba el sacrificio de un cautivo por dos sacerdotes disfrazados de jaguares. El encuentro casual con un ciego, ocurrido pocos días antes, le había hecho pensar en Eratóstenes, el anciano bibliotecario de Alejandría. El nombre de Alejandría evoca en cualquiera el incendio de la famosa biblioteca. En una xilografía medieval, cuya ingenuidad le hacía reír siempre, se veían unos treinta judíos que, entre las llamas de una hoguera, seguían salmodiando tenazmente sus plegarias. Admiraba a Miguel Ángel, cuyo Juicio Final ponía por encima de todo. En él, los pecadores eran brutalmente arrastrados al infierno por demonios despiadados. Uno de los réprobos, quintaesencia de la angustia y la desolación, se cubría con la mano su cobarde cabezota, mientras unos demonios tiraban con fuerza de sus piernas: nunca había querido ver la desgracia ajena ni tampoco la propia, que ahora lo abrumaba. En lo alto, un Cristo nada cristiano condenaba con brazo firme y poderoso. Con todos estos elementos se había elaborado aquel sueño” (pág.46)


Es evidente que Kein había de haber leído, con mucho provecho, sin duda, la Interpretación de los sueños de S.Freud. Su pesadilla no era más que una mala pasada de sus temores y ansiedades, pero ¿qué es lo que provocaba semejante estado?


En la vida de Kein, empezaba siempre con la frase “¿Ya levantado?” que Teresa pronunciaba cada mañana. Kein recordaba que le había dicho que le prestaría un libro. Concluye que lo que debe leer es una novela. Pero ve peligros: “acaban por erosionar el carácter más firme” (pág.46). “Las novelas son cuñas que el escritor, ese histrión de la pluma, va clavando en la hermética personalidad de sus lectores” (pág.47).

Kein de manera brusca, le entrega un libro Los calzones del señor Von Bredow. El libro era de su época escolar, cuando aún deja los libros a otros. ¡Estaba desgastado y sucio!

Teresa cogió el libro y lo cubrió como su fuese un bebé. Forró el libro, Kein no daba crédito a lo que veía. ¡Teresa trata los libros mejor que yo!. Ante semejante muestra de cariño por parte de Teresa para con los libros, Kein la pone a prueba. Le pregunta que haría en caso de incendio, y la respuesta de Teresa es ¡Salvar la biblioteca! (pág.48). Kein estaba desconcertado ante las muestras de inteligencia de Teresa. Tenía dudas acerca de la sinceridad de Teresa.  Con la excusa de beber agua entró en la cocina, Kein observó como el libro estaba abierto por la página 20, y Teresa llevaba unos guantes para no dañar al libro. Teresa le dice a Kein que “-Releo doce veces cada página, si no, una no disfruta” (pág.50)

Kein pide consejo ante esta nueva situación, y se la pide a Confucio. Kein tenía la manía de hablar con sus sabios enclaustrados en su biblioteca. Teresa lleva ocho años a su servicio, pero hasta ahora no se había dado cuenta que existía. Confucio le da el siguiente consejo:

“ Observa el comportamiento de la gente, considera los móviles de sus acciones, examina aquello que los satisface. ¿Cómo podría alguien ocultarse? ¿Cómo podría alguien ocultarse” (pág.52)


Kein se pregunta que hasta ahora nunca se había fijado en nadie, pero Teresa le ha despertado. Ocho años ciego, ¿para qué sirve el saber? Confucio: “Errar sin enmendarse es lo que se llama errar. Si cometes una falta, no te avergüences de enmendarla” (pág.53)

Kein parece resulto a deshacer esos ocho años ciego,  entra en la cocina como un elefante en una cacharrería y le espeta: “¡Quiero que sea mi esposa!” Teresa no había esperado una decisión tan rápida. Inclinó, conmovida, su cabeza al otro lado y replicó con orgullo, luchando contra el tartamudeo: “¡Servidora!” (pág.54)

dissabte, 15 de juny del 2013

Auto de fe (2)


En segundo capítulo lleva por título El misterio (2). En este capítulo aparece otro de los personajes centrales Teresa Krumbholz. Ésta aparece en escena como ama de llaves. Kein necesita de ayuda en las tareas domésticas. Teresa no es joven, 48 años, y el anuncio de Kein pidiendo ama de llaves le atrae. Acostumbrada en su antigua casa a los requerimientos de una familia vulgar la posibilidad de una casa con un único patrono no le parecía mala cosa. ¿Ganaría más dinero? Lo cierto es que Kein acepta a Teresa para el puesto. Teresa pragmática quiere saber cuánto ganará, la respuesta de Kein es olímpica, “-Lo que usted quiera –dijo él con indiferencia y dio un portazo” (pág.29).

 


Teresa entró en un nuevo territorio inexplorado, una biblioteca. Las costumbres de su patrón empezaban a las 6 de la mañana. El mobiliario de Kein era espartano. Los muebles eran un cáncer para su biblioteca. Lo que ocupaban los muebles se lo quitaban a sus preciosas estanterías. Así que no había muebles, excepto su mesa de trabajo. De las 6 a las 7 de la mañana Kein anda envuelto en misterio. Teresa quiso saber que hacía su patrono. ¿Escondería secretos inconfesables en su biblioteca? A partir de su paseo se ponía en su mesa trabajando todo el día. Después de las 6,15h hasta las 7 ¿qué hacía Kein? Teresa quería saberlo.

Cuando Kein se iba a su paseo matutino, Teresa empezó a repasar las estanterías una por una y libro por libro para saber que se escondía detrás de esa biblioteca. La mesa de estudio tenía un dispositivo que al abrir alguno de sus cajones emitía un pitido, era su sistema de seguridad. Teresa fue avanzando y descartando ideas absurdas a medida que no encontraba nada en su búsqueda. Finalmente, pudo saciar su curiosidad. Lo que sucedía era que Kein buscaba cinco o seis libros seleccionados de su biblioteca para llevárselos en su cartera para su paseo matinal. ¡Nunca salía de casa sin su pequeño tesoro! Teresa decepcionada, pensó que semejante extravagancia merecía ser tenida en cuenta, ¡nunca se sabe!