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dimecres, 16 de juny del 2021

Reseña: Días y libros de Emilio Lledó (II)

 


II

 El autor de estos misceláneos textos, nos introduce en la intención y justificación del presente volumen. Nada mejor que dejar que hable el autor, un autor vivo, tiene el interés de expresar intenciones que son comprensibles para los lectores de su tiempo. Imposible en los casos que nos separan un abismo, por ejemplo, Homero, y sin embargo, seguimos leyéndolo, a pesar que su intención nos es desconocida y no sabemos nada de los intereses que le movieron a escribir sus obras, que milagrosamente nos han llegado desde la noche de los tiempos.

El texto se abre con “palabras para esta edición” (pág. 11). Nos dice al principio: “Hay algo en este libro de historia personal, de historia de mi juventud.(…) [En estos textos] se reflejan mis años de estudiante en Heidelberg entre 1953 y 1962. Una pequeña memoria de lecturas que entonces hice y que son testimonio de mis intereses.”

Nos sigue confesando: “Evocaba casi sin querer la época en la que huía de mi país, intentando respirar otros aires y, sobre todo, buscando otra universidad. (…) Pero lo que encontré en la Universidad de Heidelberg tenía la marca de esos dos conceptos esenciales que caracterizaron el pensamiento de Humboldt: soledad y libertad. Soledad que no era aislamiento de la sociedad sino la posibilidad de un encuentro inmediato con la cultura y con las humanidades. Y ese encuentro trajo a aquel estudiante muchos de los libros que aquí se reseñan, y muchos de los “días” que se llenaron con la luz de un entusiasmo juvenil que la relectura de estas páginas me ha traído de nuevo” (pág.11)

Lledó habla de uno de los conceptos esenciales de su quehacer filosófico, la memoria. “(…), los ecos de esas lecturas, de esos días de mi juventud, confluían en los momentos presentes, en el río de mi propia memoria. Y ese río por el que circulaba mi vida me permitía bañarme otra vez en él. El famoso fragmento de Heráclito [frag.91*] no coincidía con esta experiencia: el agua que fluía en ese cauce era, en el fondo, siempre la misma”. (pág.11)

Evoca autores que han hablado con mejor tino sobre cuestiones que nos tienen “confundidos y trivializados”, temas como la identidad, la ideología, tales autores aparecen en la galería que Lledó reseña con pulcritud y empatía.

En fecha tan lejano como 1914, escribía Russel lo siguiente: “para nosotros, para quienes la seguridad se ha convertido en monotonía, para quienes el primitivo salvajismo de la naturaleza está tan remoto que se ha vuelto un simple aderezo agradable para nuestra ordenada rutina”. Dos años después se iniciaba un ciclo de guerras devastadoras en Europa. ¿Podemos aprender la historia? ¿Podemos evitar los errores y horrores que han aplastado al hombre corriente?

Lledó evoca a I.Kant en su libro “Sobre la paz perpetua” (1795), para recordarnos lo siguiente:

“(…) Estos hábiles políticos se ufanan en poseer una ciencia práctica; pero lo que dominan es la técnica de los negocios y […] están dispuestos a no olvidar su propio provecho y a sacrificar al pueblo y, si es posible, al mundo entero.” 

Como dice Lledó: “Después de dos siglos, las palabras de Kant siguen tan vivas como cuando se escribieron. Su actualidad nos permite, sin embargo, adivinar uno de los problemas esenciales de la historia humana en la que, junto a la miseria, la ignorancia y la  violencia, se lucha además por afirmar los ideales del progreso y la inteligencia. También por sostener “la lucha por la racionalidad”, por “el lugar de la memoria” en el que el espacio construido por los arquitectos de la cultura nos permite atisbar el “perdido concepto de la armonía interior, del equilibrio, de la alegría […] “. (pág.12)

Acaba el texto agradeciendo a los editores “que me acercaron, con él, a mi propia vida”. (pág.13)

III

En esta tercera entrega trato de resumir el texto de Mauricio Jalón que es el editor de este libro y que nos habla de la figura de Emilio Lledó, en Lledó: Creación y medida.


Reseña:

Emilio Lledó, Días y libros, Edición de Mauricio Jalón. Austral, Barcelona, 2018. 

* De Tales a Demòcrit. El pensament presocràtic. Fragments i testimonis. Quadrivium, 4.Edició i traducció de Joan Ferrer Gràcia. edicions de la ela geminada, Girona, 2011.


dimarts, 15 de juny del 2021

Reseña: Días y libros de Emilio Lledó (I)

 Ressenya: 

Emilio Lledó, Días y libros, Edición de Mauricio Jalón. Austral, Barcelona, 2018. 




Leer a Lledó es una experiencia inolvidable. Es nuestro sabio por antonomasia –me gusta esa palabra-. Su estilo sencillo y lleno de matices, es capaz de introducirnos en todos los problemas que plantea al hilo de sus reseñas y comentarios en cuestiones de actualidad. El arco de tiempo que abarca estas breves “pepitas de oro”, las hay desde 1952 – Un problema Occidental-  hasta 1993 – Carta desde Berlín- del propio Lledó.

Lledó nos pasea con mano amiga pero firme, por los vericuetos del pensamiento occidental al hilo de reseñas de autores alemanes mayoritariamente, que desgraciada-mente, no se han traducido. Su profundo conocimiento de la historia de la filosofía nos permite averiguar el núcleo de los problemas que se van planteando.

Presocráticos, Platón, hay que recordar que Lledó escribe un texto esencial en su introducción a las obras de Platón, vol I, editorial Gredos, donde contextualiza y analiza todo lo que hay que saber sobre las obras y el significado siempre abierto de Platón. Aristóteles, y su reivindicación de un autor clásico, que es capaz aún de pervivir para hacernos reflexionar hoy, destruyendo una imagen anquilosada y caduca. Epicuro, Plotino, Descartes, Kant, que esboza una síntesis excelente sobre los problemas planteados por el autor de la Crítica de la razón pura. Hegel, el idealismo alemán, Dilthey, la hermenéutica y Gadamer. Cerrando con una imprescindible  reseña de Filosofía 87 cuyo editor es  Vattimo.

El núcleo central, es imposible resumir todos los hilos que recoge Lledó, pero simplificando al máximo, diríamos que lo que está en juego es el hombre concreto. Ese hombre que desde Grecia para circunscribirnos a nuestra cultura, apostó por el logos, el lenguaje, y la necesidad de saber. Vivimos tiempos menesterosos, donde la velocidad se confunde con el progreso, estamos inundados de información, pero nos falta saber, falta ese momento imprescindibles que es la reflexión, la introspección, la necesidad de tomar distancia de las cosas, antes que nos devore esa anarquía de propaganda que nos dice como debemos vivir, en medio de una tecnología que quiere controlarnos. ¿Cómo resistir esos embates? ¿Cómo construir una sociedad más humana, más libre, más fraternal y equitativa?

Lledó trata de darnos pistas. El lenguaje, el logos, la intersubjetividad, el diálogo real, la pasión, la racionalidad son elementos necesarios para resistir esa invasión de lo tecnológico en el espacio del “mundo de la vida”. Nada no es ajeno a cuanto acontece en nuestro mundo. 

Unos textos que dan que pensar y permiten reflexionar sobre lo que somos y sobre todo queremos ser. Una de las pistas que se remite y remite en sus reseñas es el saber leer. Puede parecer una obviedad, pero el tema no es menor. Leer es conectarse con el autor del texto, y si ese autor hace siglos que escribió, es evidente que no escribió para nosotros, sino para sus conciudadanos. Esa capacidad de conectarnos con el pasado, permite que ese pasado traspase la barrera del tiempo y se haga presente en nuestro presente. Los clásicos, son esos autores que nos hacen reflexionar sobre nuestro presente, por eso, nunca caducan. Platón se enfrenta a los sofistas, pero toda su obra es una grandiosa reflexión sobre nosotros mismos, por eso, su lectura, aún puede ayudarnos a pensar sobre temas que siguen aún en pie: la justicia, la bondad, el amor, el saber, las paradojas del lenguaje, la política, la demagogia, la tiranía, no buscamos soluciones en Platón, sino que a través de su lectura, nos da un punto de lucidez para solventar esas cuestiones que encadenan nuestras sociedades. 

El libro le falta un índice analítico que resultaría muy útil, dada la cantidad de nombres y corrientes que se manejan. Esto no es culpa de Lledó, sino de la editorial.


dissabte, 23 d’octubre del 2010

Tiempos difíciles: La novela de la Guerra Civil

“La noche de los tiempos” es la última novela de Antonio Muñoz Molina. La novela es muchas cosas, para empezar, una novela soberbia. Una historia intensa y extensa. Unos personajes que se muestran como son a lo largo de la historia. Una historia que nos refleja como españoles. El inicio de la guerra civil. Es la historia de un adulterio, pero también una historia de amor y desamor, de odios y mezquindades, de actos generosos y heroicos.

La intensidad del lenguaje impresiona. Cada palabra parece que está buscada para ser esa palabra y no otra la que tiene que estar ahí. Los personajes y sus circunstancias marcan sus destinos. La novela no es un panfleto político. Hay descripciones de los protagonistas históricos, especialmente, la figura de Juan Negrín que murió en el exilio.



La historia es simple, no como está estructurada y escrita, el protagonista de la historia es Ignacio Abel arquitecto, se enamora de Judith Biely, norteamericana que lo conoce en una charla sobre arquitectura popular en la Residencia de Estudiantes. La mujer de Ignacio Abel es Adela una mujer que cumple con el papel asignado a una condición subalterna, propia de la época. Adela descubrirá la infidelidad. Adela e Ignacio Abel tienen dos hijos, Lita y Miguel.

El proyecto de Ignacio Abel se llama “Ciudad Universitaria”, la aparición de Judith trastorna completamente la vida de Ignacio Abel. Éste había huido a Alemania para ampliar estudios, dejando a Adela al cuidado de su hijo pequeño. Allí tuvo una aventura. No esperaba volver a encontrar el amor y el deseo a estas alturas de su vida acomodada a la rutina.



Las circunstancias van creando las condiciones que acabarán por imponerse a todos. La guerra se va imponiendo lentamente, casi filtrándose en las vidas de todos los ciudadanos de Madrid. Ignacio Abel ajeno a los acontecimientos que tiene delante sólo piensa en su amor ciego y culpable.

Hay un recuerdo que aparece a lo largo de la novela una frase que taladra la memoria de Ignacio Abel: “ Ignacio, por lo que más quieras, ábreme, no dejes que me maten”. La trama de esa frase y el porque de lo que sucede es uno de los cabo bien atados de la novela.

Abel habla con Negrín sobre la situación y éste le dice: “bastarán dos generaciones para mejorar la raza, y nada de eugenesia, ni de planes quinquenales. Reforma agraria y alimentación saludable. Leche fresca, pan blanco, naranjas, agua corriente, ropa interior limpia; si nos dejaran tiempo, los otros y los nuestros...”(pág.585). He aquí sin duda un plan auténticamente revolucionario.

Negrín insiste: “ [hablando de los políticos]. Y para poner en práctica su delirio particular cada partido y cada sindicato lo primero que ha hecho ha sido inventarse su propia policía, sus propias cárceles y sus propios verdugos. Pero me niego a creer que todo esté perdido” (pág.704). Abel no es que se haya rendido es que simplemente aún no sabe lo que está pasando. El destino le tiene preparada una carta. La posibilidad de ir a EE.UU para construir un edificio en una universidad americana. Negrín se quedará, mientras que Ignacio Abel deja a su familia en la Sierra, no sabe si está en zona republicano o ha caído en el otro bando. No lo sabe, y no quiere saberlo, porque lo único que busca desesperadamente es a Judith. Finalmente, Abel llega a su destino....

Tengo la secreta convicción que una segunda parte de la novela no sería nada descabellado. El arte literario que derrocha Muñoz Molina es impresionante. Pocas novelas provocan el sentimiento de estar delante de una obra total. No es una novela de historia, pero retrata perfiles grises de una época que aspiraba a otra cosa de lo que acabo sucediendo. Ese legado envenenado del que aún cuesta desprenderse. Esta novela no es moralistas, no marca quienes son buenos y malos, los muestra como son, y al hacerlo, los deja sin coartadas de ningún tipo. Somos los lectores quienes podemos redimirlos o condenarlos, pero eso ya no es asunto del escritor.