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dijous, 16 d’octubre del 2014

El futuro de las sociedades democráticas (4.2)

  • Dimensiones de la complejidad
Vivimos un entramado de racionalidades que al entrecruzarse provocan desajustes irracionales. Por eso es necesario saber en qué terreno nos movemos. Las sociedades actuales se caracterizan por su complejidad, no darse cuenta de ello, es poner la primera piedra de incomprensión de nuestro análisis de la realidad. Innerarity afirma que esa complejidad “puede descomponerse en tres dimensiones: social, cognitiva y temporal, lo que se traduce a su vez en complejidad de las interdependencias, información incompleta y escasez de tiempo”.

Innerarity pasa revista a cada una de las dimensiones mencionadas:

a) dimensión social: la complejidad “procede de las interdependencias sociales”. Una decisión siempre tiene consecuencias, la imagen de tirar una piedra en un estanque produce onda de choque, que si se multiplican produce interacciones complejas. La crisis del 2008 es un ejemplo en el orden económico de las interdependencias. En toda interdependencia existe los siguientes ingredientes: “negociación, influencia y observación”.

Las acciones locales pueden tener consecuencias a escalas impredecible, que a su vez, quedan amplificadas cuando las acciones tienen escala global. Estamos atadas los actores individuales, sociales e institucionales a esta maraña de interacciones que como en el dilema de los prisioneros requeriría los tres ingredientes de los que habla el autor del artículo. Por ello, afirma una idea que es el eje de su reflexión en los textos que han ido apareciendo en los últimos tiempos, esta idea es la complejidad global requiere “instrumentos específicos todavía pendientes de desarrollar”. Hay que decir que Innerarity es de los pocos que son conscientes de esa necesidad. Sus análisis son una tentativa para desarrollar “instrumentos” conceptuales para afrontar la complejidad.



b) dimensión cognitiva: la complejidad en este orden, se sustancia como “información incompleta o escasa”. Vivimos en un mundo lleno de informaciones. La paradoja se expresa en saber que es relevante y que es lo superfluo. Se requieren criterios que permitan centrarse en lo esencial, es decir, que tengan sentido.

c) dimensión temporal: Se expresa como falta de tiempo. ¡ No tenemos todo el tiempo del mundo ¡ La consecuencia es la aceleración. Lo instantáneo es enemigo del futuro. Como consecuencia de la falta de tiempo se eleva a categoría fundamental la idea de plazo. Sin embargo, “el plazo vencido no representa ninguna solución”, si no se ha hecho nada al respecto. Esta idea debe fascinar a nuestro actual presidente de gobierno. Dejar pasar el tiempo, para que los problemas de disuelvan. ¡Es una opción!


Los diferentes subsistemas –sociales, políticos, económicos-, tienen sus propios tiempos, se hace necesario una sincronización –la palabra ha adquirido una hondura de la que anteriormente carecía-, de todos estos subsistemas sino queremos un “abismo de tiempo entre unos y otros” (Wresenthal, citado por Innerarity).

dimecres, 15 d’octubre del 2014

El futuro de las sociedades democráticas (4.1)

¿Cómo se decide el futuro? Una teoría de la decisión

Innerarity constata que el tiempo de las grandes decisiones ha acabado y estamos abocados a la toma de “decisiones modestas” resultado de la incertidumbre en que vivimos. Se pregunta si “¿hay un espacio de racionalidad política que no nos abandone a la arbitrariedad o al azar evolutivo?”.

  •  La sociedad de la decisión

Si las sociedades sólidas se ceñían a las tradiciones para resolver los problemas a los que se enfrentaban, las sociedades modernas se centran en las decisiones. Tomar decisiones se ha convertido en el pan nuestro de cada día. Incluso, “la no-decisión sólo es posible como decisión” (Beck).  ¿Qué significa tomar decisiones? La toma de decisiones implica riesgo, es decir, en la posibilidad de elegir de manera inadecuada, o sea, tomar una mala decisión.

Una consecuencia de la toma de decisiones es que si hay muchas opciones se puede convertir en un problema que conlleva a “la inseguridad, ambivalencia y desorientación”. En el polo opuesto, este aumento de las opciones supone una “oportunidad de autonomía e innovación”.



Una característica de las sociedades democráticas supone un aumento del “ámbito de lo que se debe decidir”. Sin embargo, esas tomas no son absolutas, pues, toda decisión supone “un entramado en el que los actores políticos dependen a su vez de la acción de otros muchos actores”. Es decir, existe interdependencias, que no siempre son explicitadas.


Una elección supone siempre tener opciones o cursos de acción, no se elige cuando nos enfrentamos a una única opción, por eso es necesario “sondear el espectro de las alternativas”. Elegir, supone, siempre un acto que rompe con la rutina. Pero la elección no siempre es un alivio. Es necesario un cierto equilibrio entre las acciones que elegimos y una cierta estabilidad –rutinas-. Una vida sin rutinas sería imposible sobrevivir a ella. Innerarity constata la existencia de equilibrios –muy precarios- entre la innovación y la estabilización de nuestras instituciones. ¡ No podemos vivir en una perpetua orgía constituyente ¡

dilluns, 28 de juliol del 2014

El futuro de las sociedades democráticas (3)

Capítulo 3

¿Cómo se conoce el futuro? Una teoría de la prospectiva

La sociedades han aspirado desde la antigüedad a conocer el futuro. Desde oráculos y profecías se ha pasado a la “planificación y prospectiva”. Como dice Innerarity “la política está obligada a ser una peculiar gestión de ese desconocimiento acerca de lo que nos espera, sólo así acertará a descubrir sus verdaderas oportunidades de intervención sobre los procesos sociales”. Desgraciadamente, la realidad actual, parece ir en contra de lo deseable.

  • De la adivinación al conocimiento
“Hemos pasado de concebir el futuro como lo completamente otro, a su moderna domesticación y al actual reconocimiento de su intransparencia”.  La sociedades tradiciones intuían que el futuro estaba determinado, mientras que las sociedades modernas se opusieron a esta idea en dos vertientes:
1.- “contra la idea de que el futuro sea una realidad que ya existe y
2.- contra la fatalidad de un destino inexorable sobre el que no se pudiera intervenir”.

En la actualidad se entiende el futuro como “una cadena compleja de acontecimientos de variada significación que podemos anticipar únicamente por medio de indagaciones acerca de lo verosímil y lo posible”. Precisamente, ese margen amplio de lo posible se llena de toda clase de proyecciones “de esperanzas y miedos”.



  • Necesidad y límite de la prospectiva
Vivimos es sociedades altamente complejas con interdependencias que no siempre somos conscientes de sus dimensiones globales –crisis del 2007-, debida a “cambios acelerados en los ámbitos sociales, económicos, políticos y culturales”. Lo que en las sociedades sólidas –Z.Baumann-, la idea de un futuro previsible lo atravesaba todo, hoy, en las sociedades líquidas –Z.Baumann-, “la experiencia del pasado valen cada vez menos a la hora de servir como indicación para la acción futura”.

Vivimos, pues, en la paradoja que consiste en necesitar urgentemente lo que nos espera el futuro y la dificultad de adquirir ese conocimiento.  De ahí “la justificación de la prospectiva”.
 Esta prospectiva choca con el movimiento acelerado de nuestras sociedades y además se ve modulada por la “imprevisibilidad de los movimientos iniciados”. Todas estas dificultades explican la nula posibilidad de predecir la próxima burbuja tecnológica o crisis financiara.

  • ¿Qué se conoce cuando se conoce el futuro?

Innerarity define la prospectiva “como el intento de conocer, identificar y valorar las tendencias sociales”. Se plantea el problema aparentemente trivial que consiste en determinar cuándo estamos delante de una novedad. ¿Cómo reconocer lo que no conocemos? Construimos conceptos a partir de la conocido, pero ¿cómo construir nuevos conceptos de lo que no sabemos? Como dice Innerarity estamos atrapados en un dilema: “Se trata de conocer lo relativamente nuevo, en la medida en que lo nuevo consiste en que algo conocido es puesto en un contexto inédito y experimenta una nueva valoración”.

Toda prospectiva lleva consigo tres elementos: “identificación de lo nuevo, observación del presente y orientación hacia la acción”. Por ejemplo, los nuevos movimientos sociales expresan el malestar de nuestras sociedades, los partidos políticos de antaño eran los encargados de ser los altavoces de la sociedades, pero éstos se han convertido en rémoras del pasado, la observación del presente se hace cada vez más compleja, por las interdependencias y derivas imprevisibles de las sociedades actuales, por ello resulta chocante que esos movimientos sociales cuando expresan su descontento lo hagan en clave del pasado, por decirlo así, esos movimientos son resultado de esas nuevas mutaciones sociales, pero estos mismos movimientos no se reconocen como elementos de la nueva mutación. Por último, la orientación hacia la acción, la característica de esos movimientos en su intento de hacer, por ejemplo, el movimiento contra las hipotecas, que ha hecho infinitamente más que cualquier grupo política ha hecho en estos últimos treinta años. Sin embargo, en un entorno global, estas acciones son tan locales que están condenadas a una efectividad limitada. Se requiere de algo más.

  • Futuros inciertos

Hemos pasado de una sociedad sólida que asumía un cierto determinismo en la configuración del futuro, a una sociedad líquida basada en la “incertidumbre” propias de “los sistemas complejos”.

El futuro es aquello que no sabemos que será, porque la configuración de lo que será está por venir, es decir, no sabemos cómo acabará de configurarse ese futuro. Innerarity introduce un elemento fundamental, el futuro que es contingente, abre la posibilidad de “oportunidades” –la expresión parece hacer referencia a las técnicas de marketing, es decir, las rebajas-, requiere de “obligaciones y responsabilidades”.

La aparición de obligaciones y responsabilidades requiere en ese entorno de incertidumbre la acción de la política.



  • ¿Adaptación o configuración?
Una característica de los tiempos actuales es la falta de anticipación respecto a los problemas de nuestra sociedad.  Esto lleva a ir siempre a remolque del presente, todo se convierte en solucionar el aquí y ahora, puesto, que el mañana no existe. La política en esta situación se convierte en reactiva o “reparador de daños”, que normalmente ella misma ha provocado. Se actúa a golpe de titulares de prensa, es decir, se actúa siempre después de lo que ha sucedido.

Los partidos políticos parecen conformarse con ir adaptándonos a los nuevos tiempos, puesto, que la acción política no está en condiciones de liderar una nueva configuración del futuro, por eso se contenta que reaccionar ante lo ya hecho. Por ejemplo, cuando ya ha estallado la crisis financiera.


Innerarity cita a H.Arendt en relación a la superioridad –moral- de las sociedades cuando tienen un proyecto común. Como dice Innerarity “presupone una visión optimista de la realidad social y de nuestras capacidades de combatir el destino que ahora se presenta con diversos ropajes: como aceptación sin crítica de lo que hay”, es la tesis de lo que se denomina pensamiento único, “como pasividad reactiva que sólo se pone en marcha en el registro de la urgencia” y ,por tanto, sin proyecto de futuro; y “como declaración de que otro mundo es posible y para lograrlo bastaría con recurrir a los procedimientos tradicionales”, es decir, la crítica a los críticos que siguen anclados en esquemas que ya se han vuelto obsoletos.


Bibliografía:

Daniel Innerarity: El futuro y sus enemigos. Una defensa de la esperanza política. Paídós Estado y sociedad 165, ed.Paidós, Barcelona 2009.


dissabte, 6 de novembre del 2010

El futuro imperfecto (I)

El futuro y sus enemigo. Una defensa de la esperanza política, es el último libro de Daniel Innerarity que se ha publicado en Paidós. El libro es un intento de abordar algo tan elusivo como es el futuro. Formalmente contiene una introducción y ocho capítulos. Sin pretensión de reproducir el texto, si quisiera seguir el hilo que Innerarity  dibuja en un territorio inexplorado e imprevisible.

Introducción. El futuro tomado en serio

Se parte de un hecho innegable en el ámbito antropológico, a saber, el ser humano es el único animal que es consciente de la existencia del futuro. Lo característico del futuro es precisamente su incerteza.

Denuncia el autor que nuestras sociedades están abrazadas "al presente inmediato" y que nuestra actitud frente al mañana es de "precaución e improvisación" y no de "esperanza y proyecto".

Su objetivo es contribuir a una "nueva teoría del tiempo social". Conecta la crisis de la política y un futuro incierto, se trataría recordando a M.Weber de gestionar el futuro y responsabilizarse de él. En eso consistía la política.

Afirma que "la tarea principal de la política democrática es la de establecer la mediación entre la herencia del pasado, las prioridades del presente y los desafíos del futuro". Nos dice que vivimos en la lógica del just in time y eso afecta a la lógica de los mercados y su tiempo vital que se agota en el corto plazo, los medios de comunicación y su lógica del especáctulo y la democracia que vive en los ciclos electorales.


Este presentismo o "miopía temporal" afecta a nuestra capacidad de proyectarnos hacia el futuro, "vivimos conforme a una lógica de la supervivencia y no de la esperanza". Si la política vive en esa miopía parece que el futuro ha sido colonizado por "las promesas tecnológicas o de las revisiones de crecimiento económico".

Señala quienes son los enemigos del futuro. Estos enemigos aparecen disfrazados de diferentes maneras: aquellos que quieren "neutralizar a toda costa su carácter abierto e imprevisible"; los que "lo conciben sin tomarse en serio su complejidad; "quienes lo planifican sin respetar su intransparencia"; quienes simplemente esperan su llegada como un "supuesto movimiento natural de las cosas".

Afirma la necesidad de una política que mire al futuro como su tarea fundamental, evitando "la acción se convierta en reacción insignificante" y  que "el proyecto se degrade a idealismo utópico. Es decir, hay que evitar que nuestras acciones sean reactivas, es la política actual, simplemente se actúa cuando no hay más remedio, podemos encontrarnos que nuestras acciones sean insuficientes e ineficaces, también hemos de evitar que el futuro se proyecte sin posibilidad de realizarlo. Desgraciadamente, la historia nos ha enseñado a nuestra costa los desastres que conllevan esas utopías que se degradan en totalitarismos.