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dilluns, 10 de maig del 2021

Reseña: El honor de los filósofos

 Víctor Gómez Pin, El honor de los filósofos, Acantilado, 407, Barcelona, 2020, 598 pág.





El libro es un canto a los héroes –discretos- del pensamiento Occidental. Hombres y mujeres que ha pagado con su vida su derecho a ser coherentes con sus ideas. Un recorrido por buena parte de la historia de Europa desde Aristóteles, hasta Paul Ricoeur. No todos corrieron la misma (mala) suerte. El propio texto, divide en diferentes apartados, las situaciones a las que tuvieron que enfrentarse. Así, Ingratitud y repudio, El panteón y el cadalso, En efigie... y en presencia, “Pathei Mathos”, Una tragedia romana, “La filosofía conllevará de nuevo un riesgo”, En la catástrofe, Ciencia, escritura y tragedia, amén de un Epílogo: Sin libertad ni esperanza.

Libro singular, donde se desgrana el significado de dignidad y cómo cada hombre y mujer, ante situaciones límite, se ha enfrentado a su propio destino. El autor trata de ser empático con las circunstancias y peripecias vitales de cada uno de ellos, tratando de ilustrarnos ante los cursos de vida y sus sinuosas direcciones. Llama la atención, por normalizar un hecho que debería ser trivial, pero que no es. Me refiero a las diferentes heroínas que aparecen en el ensayo: Olympe de Gouges, Sophie de Grouchy, Teano, Hipatia, Émilie du Châtelet, Simone Weil, Porcia “Catonis”. Son muy pocas en comparación con el elenco masculino. Pero, desgraciadamente, la historiografía, muy en la línea de sus propios prejuicios, no fue capaz de vislumbrar las aportaciones de las mujeres. Pero, de esto no tiene la culpa Gómez Pin. En diferentes entregas resumiré lo dicho por el autor acerca de nuestras heroínas.

Lenguaje cuidado, combinación de obituario, anécdota y síntesis de ideas se despliegan en este gran fresco de la “humana condictio”, en la que todos los seres humanos estamos embarcados.  No se trata de una historia de la filosofía circunscrita a los personajes que aparecen, es más bien una reivindicación de que el hecho de morir requiere de grandeza, como ya supo y subrayó magistralmente, Javier Gomá Lanzón en su Tetralogía de la ejemplaridad.

Libros como este de Víctor Gómez Pin, son un buen ejemplo de lo que debería ser una especie de propedéutica para la filosofía, está no es una preparación para la muerte como quería Platón en boca de Sócrates, sino una preparación para la vida.


divendres, 4 de setembre del 2020

Las añoranzas de Víctor Gómez Pin

Artículo de Víctor Gómez Pin.- La España que tanto quisimos. Revista  Claves de Razón Práctica, nº 272, septiembre/octubre 2020.



Víctor Gómez Pin



El artículo es válido para cualquiera que tenga un mínimo de ecuanimidad. La pregunta obvia es ¿por qué hemos llegado hasta aquí?

El texto, nos da unas pincelas donde se reparten culpas. Una de sus virtudes, lo que no es poco, es tomar cierta distancia, no cavar trincheras. Siempre es fácil la utilización de frases desafortunadas –nacionalismo catalán-, para apuntarlas ciertas ideas. Pero, dado que venidos de donde venimos, la no demonización del adversario, se agradece.

Se desliza un errores tipográfico en la fecha de la caída del muro de Berlín, (1983) cuando todos sabemos que fue en el lejano 9 de noviembre de 1989.  Desgraciadamente, la caída del muro, fue sólo un espejismo, porque después ha habido un auténtico furor por construir muros, sea en Ceuta o Melilla, o entre EE.UU y México, amén del foso del Mediterráneo.




El autor cita un texto de Gabriel Aresti (1933-1975) que dice así:

“Cierra los ojos suave/ Meabe [Tomás Maebe] pestaña contra pestaña/ sólo es español Meabe/ quien sabe/ las cuatro lenguas de España”. En el texto, Gómez Pin, sustituye sabe por ama. 

La dialéctica entre “despecho respondiendo a la suficiencia, y del resentimiento respondiendo al desprecio, la misma palabra España, (…). (…) Esa palabra [España] que nosotros queríamos designativa de una población diversa, irreductible, lúcida, solidaria en la desgracia, celebrativa y, en con secuencia, profundamente civilizada”. 

Palabras voluntariosas, pero que desde el 1-0 de 2017, se han convertido en imposibles, al menos mientras siga la ofensiva contra los representantes de una parte de la ciudadanía catalana que se sienten independentistas. ¿Cómo esperar que podamos adherirnos a esa España imaginada que reivindica el autor del texto? No hay ninguna mención al Procés, ni a los efectos deletéreos que ha causado la STS ni las diferentes actuaciones judiciales contra el independentismo,  para la causa de esa España que reivindica.

No vale citar a Albert Camus cuando dice: “Fue en España dónde mi generación aprendió que cabe tener razón y sin embargo, ser vencido, que la fuerza puede destruir el alma y que, a veces, el coraje carece de recompensa. Ello explica, sin duda, porqué tantos hombres a través del mundo consideran el drama español como una tragedia personal, la última gran causa*” (Citado por Víctor Gómez Pin).

Esa cita, siendo lo que es, no nos dice nada de lo que está sucediendo aquí y ahora. Las relaciones entre el gobierno central y el autonómico están virtualmente cerradas. Nada indica que haya gestos para reconducir una cuestión política de la esfera judicial de la que está embarrancada gracias al anterior gobierno del PP. El actual gobierno tiene un instrumento a su alcance, la amnistía o el indulto. Sin embargo, el tácticismo de Sánchez, imposibilita que sea ahora. Cuanto más tarde en dar el paso, más desafección encontrará en la población catalana que aspira a un nuevo contrato social.