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dissabte, 7 de maig del 2011

TPI 0 EE.UU 1


En Libia las cosas están cada vez más favorables para que Gadafi pueda seguir gobernando. La comunidad internacional hace aguas y se desentiende de lo que pasa. La ONU debería hacer algo pero su propia dinámica la hace inútil. ¿Qué pensarán los que luchaban en Misrata? El asesinato selectivo de Bind Laden ha eclipsado cualquier otra cosa. Y ya sabemos que los medios de comunicación no pueden estar en dos sitios a la vez.



EE.UU se niega a reconocer la jurisdicción de la Corte (Tribunal) Penal  Internacional , y por eso ha elegido una táctica que lleva décadas practicando Israel, el asesinato selectivo, dice poco sobre el funcionamiento de las relaciones internacionales. Los estados se reservan todos los mecanismos para demostrar su soberanía. En el orden económico, los estados ya no son lo que eran, y ahora no pasan de ser literalmente mercados –plazas- donde se compra y se vende de todo. En el orden político, en virtud de ese orden económico global, tienen como único resorte, la retórica de la soberanía. La única manera de saltarse todas las barreras es que se te considere muy peligroso. Israel es el caso paradigmático. La comunidad internacional sabe que Israel puede hacer lo que quiera con Palestina y si es necesario en aguas internacionales para bombardear aldeas, pueblos, y en su caso barcos. Amén, naturalmente, de incursiones selectivas para asesinar a supuestos – reales o imaginarios- terroristas. EE.UU ha optado por una táctica similar. La operación no debía ser nada fácil.

¡Casi 10 años ha tardado la inteligencia americana en dar con su enemigo público número uno. Es cierto que durante un tiempo se le busco intensamente en las montañas de Afganistán. La tarea fue ardua, pues, se utilizo todos los medios para conseguir el objetivo de la anterior Administración americana que era detener o matar al cerebro del 11-S. Sin embargo, ese objetivo se fue disolviendo en la medida que Bind Laden se hizo invisible. Hoy podemos conjeturar que la inteligencia pakistaní –unos de los tres poderes facticos de Pakistán, los otros dos son el ejercito y el gobierno- debió de ayudar a instalarlo en la ciudad de Abbottabad donde vivía tranquilamente desde hace tiempo.

La inteligencia americana ha demostrado estar en manos incompetentes. ¿No tenían otras fuentes en Pakistán que las que le suministraban los servicios secretos, que a su vez escondían a quienes debían descubrirlo? ¿Cómo es posible que no contarán con agentes infiltrados en dichos servicios? Es en el mandato de B.Obama cuando se ha producido el milagro de descubrir donde vivía Bin Laden.


La operación ha resultado un éxito desde la perspectiva de los interés de Obama. Los SEAL asaltan la vivienda-bunker y en la refriega matan a Bin Laden y lo trasladan a lugar seguro. La operación dura 40’ y desde la Casa Blanca pueden ver en directo el asalto, el tiroteo y la muerte de “Gerónimo”. Son malos tiempos para el tiquismiquis legalista. Bin Laden no era precisamente un defensor de los derechos humanos, los atentados del 11-S fueron un claro exponente de su fanatismo deletéreo. Así que ¿por qué andarse con paños calientes? Hay que pensar que Pakistán ha sido fiel escudero de los interés americanos. Pero también que jugaban con otras barajas. Los pastún –etnia mayoritaria en Afganistán- tienen fuertes lazos con Pakistán, y sus servicios secretos querían estar a bien con estos vecinos levantiscos. Si hubiese sido posible su captura, tendrían que haberlo llevarlo a EE.UU y juzgarlo. Un juicio donde saldría a relucir su antigua conexión con la CIA en los buenos tiempos donde “las fuerzas de la libertad (talibanes)” afganas luchaban contra el ejército rojo y su invasión en Afganistán durante una década (1979-1989). Eso hubiese sido bastante enojoso. Además en el proceso del supuesto juicio, el peligro que Al Qaeda hubiese atentado y secuestrado a ciudadanos norteamericanos u occidentales hubiese sido muy probable. La revolución del norte de África ha demostrado que Al Qaeda está fuera de juego, pues, los ciudadanos piden democracia y justicia, no fanatismo y muerte. Una escenificación del juicio hubiese dado oxigeno a unos terroristas que no tienen ninguna influencia en estos movimientos sociales de Túnez, Egipto, Yemen, Libia, Siria, etc.

Muerto Bin Laden, se abren nuevos interrogantes. Descartada la legalidad en aras de la capacidad expeditiva que hace palidecer cualquier otra consideración, lo que queda es un fondo difuso. No tenemos mecanismos globales para hacer frente a estas eventualidades. Cada país puede en base a su capacidad militar imponer lo que crea conveniente esgrimiendo su seguridad nacional. Es una coartada perfecta, mientras tengas la suficiente fuerza para respaldarla. Y esto es lo que ha optado EE.UU.