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dimecres, 24 d’abril del 2019

Egipto: De Abu Simbel-Asuán-El Cairo

Día 6

No he dormido demasiado bien, me he ido despertando a horas intempestivas. Sobre las 5.45h ha sonado el móvil en modo alarma. Se supone que íbamos a bañarnos, he salido con ánimo de hacer fotografías. He visto a otros compañeros que iban en dirección contraria a la mía. ¡No recordaba que había que ver la salida del sol! Uno de los compañeros tenía que explicarnos por qué el cielo es azul. 

Cortesía de Moisés




He tomado algunas fotografías, una de ellas ha salido medianamente bien. Había una luz fantástica para fotografiar el lago Nasser. Los reflejos de la piscina, me han dado ocasión para disparar el botón de la máquina fotográfica. No me he bañado. No había tiempo para secarse el bañador.



  



Hemos ido a desayunar sobre las 6.10h, un desayuno amplísimo. Había de todo lo que uno puede desayunar. Después hemos vuelto a nuestro bungaló. Como había tiempo para ir haciendo R ha preparado las maletas. Había que dejarlas a las 11h delante de la entrada. Pues, venían a recogerlas. La hora prevista para coger el autocar era las 11.30h hacia Asuán, y desde allí coger el vuelo hasta El Cairo. Un día “quemado”. No he entendido porque no hemos ido en avión desde Abu Simbel hasta El Cairo en vuelo directo. 



El autobús ha hecho el trayecto por carretera hasta Asuán, y el calor a medida que pasaba la mañana se iba intensificando. El aire acondicionado del bus iba a todo ritmo. A la hora de empezar el recorrido, la temperatura marcaba 31º. Hemos vuelto a parar en el mismo chiringuito que el día anterior, el efecto espejismo era mucho más intenso, pues, el calor también lo era.






El trayecto se ha hecho pesado, no había nada nuevo que ver en el paisaje desolado. que nos aguardaba. Así que nuestro compañero que nos había prometido explicarnos por qué el cielo es azul, se ha arrancado a explicárnoslo. La causa es el efecto Tyndall. Hemos seguido el trayecto hasta alcanzar las afueras de Asuán y hacer un giro a la derecha hacia el aeropuerto que está junto a una base militar.



A la hora que hemos llegado, las 15.15h no había nadie en el aeropuerto. Estaba literalmente vacío. Hemos empezado en el puesto de control, una para hombres y otra para mujeres, zapatos y cacheo incluidos. Después otro control donde hemos tenido que apuntarnos en un libro de firmas, junto a un funcionario que alegremente ha delegado su trabajo para externalizarlo en nosotros.

               
Aeropuerto de Asuán

                

El vuelo se ha retrasado, al parecer por prioridad de la base militar sobre el civil. ¡Sólo faltaría! A las 16.45h esperábamos poder embarcar con un retraso de 50’ sobre el horario previsto. Como no hay nada que hacer, una tienda de souvenirs hace el agosto a costa de los compradores. Quincalla para llevar. El espacio de embarque necesita urgentemente una limpieza urgente.

Frente a nosotros había una pareja de turistas –como nosotros- que esperaban y nos miraban. Parecían extrañados del ruido que se puede generar, cuando se combinan, un entorno vacío y un grupo de personas que hablan.

Finalmente, hemos salido a las 19.30h con una hora de retraso sobre el horario previsto. El vuelo ha durado unos 55’. Recoger maletas. Nuestro buen guía Ahmat se ha despedido hasta mañana. Dormía en su casa. Nos ha acompañado el otro guía.


En el trayecto entre el aeropuerto hasta nuestro hotel, Le Meridien, ha habido un rifirrafe, sobre la posibilidad que nos paseen durante una hora por el centro de El Cairo en autobús. La discusión ha acabado por un lacónico “ya lo consultaré”. Así, que habrá que esperar hasta mañana para saber cómo ha quedado esta cuestión.

Prácticamente no hemos comido casi nada. Llegar al hotel, los escaneos habituales, recoger la llave, estamos en la planta baja, unos pasillos larguísimos dignos de la película El Resplandor”, harían que el niño protagonista, acabaría agotado en sus excursiones en bici en medio de un silencio ominoso debido a la moqueta que insonoriza cualquier movimiento.



 
Ahora son las 12.05h, cuando acabó de escribir esto. Mañana habrá visita a una Mezquita y al Museo de El Cairo. Hoy ha sido un día tirado por la borda. ¡Somos turistas!



dimarts, 23 d’abril del 2019

Egipto: Abu Simbel (IV)


Día 5

Los turistas...


Desde el parking hasta el templo, hay que atravesar una calle llena de tiendas de souvenir para turistas. Los propietarios y vendedores son poliglotos, el castellano lo dominaba más de uno. El sol arreciaba y muchos de nuestros compañeros llevaban un sombrero o gorras para cubrirse la cabeza. El calor era seco. Pasar por el inevitable arco de seguridad, omnipresente en todos los lugares. Un camino nos conduce finalmente hacia el templo. Su contemplación deja sin aliento, unos colosos sobresalen  con una majestuosidad hierática que impresiona. Ramsés II por cuadruplicado. Uno de los colosos tiene destruida la cara, producto de un terremoto, que destruyó la parte superior y dejó intacta la parte inferior.









Nuestro guía, Ahmat, nos dio la prescriptiva charla debajo de un sol que aspiraba a horno. El templo narra la victoria de Ramsés II  contra los hititas en la batalla de Kadesh (1275 a.c). En las paredes del Templo se puede contemplar las escenas de batalla y cautiverio de los  derrotados hititas.






La visión de los gigantes tiene algo de hipnótico. Su grandiosidad muestra el poder del faraón. Un poder sobrenatural contra los enemigos de Egipto. No dejaban hacer fotografías, excepto si pagabas un suplemento. Al entrar dentro del templo, el calor desaparecía y contemplas a ocho gigantes. Cuatro a cada lado. Sientes el peso del poder encima de ti. El abismo entre el hombre corriente, y la presentación de un dios que está muy por encima de ti. A los lados hay diferentes accesos donde se pueden contemplar a los dioses que se les ofrecen presentes. Hay bancos de piedra que nos dijeron que se utilizaba para que el “pueblo” pudiera ofrecer presentes.




Después de hacer algunas fotografías, a través de nuestro fotógrafo oficial, y haber explorado el sanctasanctórum, lleno de turistas ávidos como nosotros de inmortalizar el momento, y recrearnos en la contemplación de las escenas guerreras, extraordinariamente realistas y bellísimas, nos hemos trasladado al siguiente templo en honor de la esposa de Ramsés II, Nefertari. Una sociedad patriarcal como la egipcia, hace muy difícil saber algo a ciencia cierta sobre las reinas. De hecho sabemos muy poco sobre ellas.

El templo de Nefertari, resulta más acogedor, más humano. Las estatuas que presiden la entrada del templo son más estilizadas. Llama la atención que a los pies de todos estos colosos, aparezcan representados los hijos de los reyes a un escala no sólo real, sino simbólica.


Al salir del recinto del templo, nos esperaba un sol abrasador o casi. Hemos salido por el lado derecho, hemos rodeado la estructura posterior a los templos, hasta alcanzar la entrada. Hemos podido contemplar el lago Nasser. Policías armados vigilaban, de manera discreta la zona. En el trayecto nos hemos encontrados con “compañeros de viaje” que hacían el mismo trayecto. Todos soportábamos un calor in crescendo.







Salir del recinto del templo e inmediatamente nos espera un tour comercial. Un pequeño paseo muy bien organizado, con tiendas que vendían todos los souvernirs que cualquier turista pudiera desear. Regatear es una forma de vender. Siempre tienes la sensación de la arbitrariedad del sistema. Resulta muy incómodo este juego, si no estás acostumbrado. ¿Acaso comprarías sólo a un €?





Por fin, hemos llegado al hotel. Eran las 14h. Las habitaciones son bungalows, muy naïfs. La limpieza era la justa. La terraza, está llena de polvo y arena. Nos hemos ido a la piscina. El agua estaba fría, pero, se agradecía, se estaba estupendamente bien dentro del agua. Varios compañeros nos hemos bañado. Había varias piscinas, nosotros hemos utilizado dos, la última, más profunda, el agua estaba mucho más fría.



 


Cuando hemos querido ir a comer, el restaurante ya había cerrado. Hemos tenido que utilizar el “lunch” que nos habían preparado en el crucero.La habitación no funcionaba bien el aire acondicionado. Hemos tenido que ir a buscar dinero, justo al lado del complejo hotelero, había un cajero automático de un banco, a unos doscientos metros del hotel. Hacía un calor sofocante. A la vuelta ya había arreglado el aire acondicionado y cambiado las toallas.





A las 17.30h nos hemos ido al espectáculo de luz y sonido que se realiza delante de los templos. Un espectáculo que se ha explicado en castellano debido a que la mayoría de turistas era de habla hispana. Un espectáculo digno, breve y elegante con música de Narciso Yepes, nos ha llevado a sentirnos cautivados por la atmósfera mágica que ha creado el espectáculo.

                  

Acabada la representación de luz y sonido, nos hemos hecho fotografías delante del templo de Ramsés II. La noche era cerrada, la temperatura era ideal después del día de calor sufrido. No hemos pasado por el “zoco”, sino que nos hemos escapado por la carretera para sorpresa de los vendedores que esperaban la última venta del día.





Al llegar al hotel, hemos ido a cenar, estaba incluido en el viaje. Un cena discreta, abundante y digna. También había hambre. Uno de nuestros compañeros cumplía años. Ha habido tarta y felicitaciones, y más fotografías. He hecho algunas fotografías de la luna. Mañana nos espera un larguísimo día.



dissabte, 20 d’abril del 2019

Egipto: Abu Simbel (III)

Día 5

Un poco de historia..





Abu Simbel, celebración del matrimonio sagrado*


Abu Simbel era el corazón de la Nubia sagrada a la que Ramsés II consagró tantos esfuerzos. Allí se construyó lo que puede considerarse la obra maestra arquitectónica de su reinado, implantada en un paraje desértico e inaugurada el año 24 [de su reinado, en el año 1255 a.C)].


El gran templo de Ramsés II

Ramsés no construyó menos de siete templos en Nubia, pero éste es el más colosal; una fachada de 30 m de alto por 35 de ancho, cuatro estatuas gigantescas que superan los 20 m de altura.




Llevando las coronas del Alto y el Bajo Egipto, con la serpiente uraeus en la frente y provistos de la barba postiza, los colosos, sentados en el trono, expresan un formidable poderío. Bajo sus sandalias, los enemigos del rey han sido vencidos para siempre.





Estamos en presencia del ka de Ramsés elevado a la potencia Cuatro o, dicho de otro modo, de su dominio de las cuatro direcciones del espacio. El «Toro amado por Maat» afirma su poder, que no es tiranía sino fuerza de vida.

Entre los colosos aparecen figuras femeninas de apariencia muy frágil con respecto a sus inmensos protectores. Son la madre, la esposa y las hijas de Ramsés II. Su papel nada tiene de decorativo; muy al contrario, es fundamental, puesto que mantienen la energía del ka y le permiten estar presente en los colosos.




Por encima del portal, en una hornacina, se encuentra un dios con cabeza de halcón: Re-Horakhty, el sol naciente, tantas veces celebrado en los templos nubios de Ramsés. En la mano izquierda, sostiene el cetro user, en la derecha, una efigie de la diosa Maat; y en su cabeza se encuentra el disco solar donde se encarna Ra: así se proclama uno de los nombres de Ramsés, User-Maat-Ra, «Poderosa es la armonía de la luz divina».



A la izquierda, al sur de la fechada, tres estelas. Una de ellas (n.º 2) recuerda un importante acontecimiento. En lo alto de la estela, el faraón sentado entre Amón-Ra y Ptah. Se acercan a él una muchacha seguida por su padre, que no es otro que el rey de los hititas a los que Ramsés combatió para impedir que invadieran Egipto. (...)


Wikipedia


A la derecha de la fachada, hacia el norte, se advierte una curiosa construcción, una especie de capilla abierta (n.º 3). (...). Este pequeño templo tenía la función de celebrar la luz creadora en sus diversas formas y puede afirmarse que aquí el Sol (Khepri) tenía cita con la Luna (Thot). Las dos potencias se casaban para animar el ka real e infundirle el máximo de energía.

El templo se compone de una gran sala, una sala intermedia y un sanctasanctórum. El suelo asciende y el techo desciende, y la unión del Cielo y de la Tierra es celebrada en el fondo del santuario.

Ocho colosos sirven de pilares para la gran sala de 18 m de largo (n.º 4). Representan al rey como Osiris, vistiendo un simple taparrabos. Los colosos de la izquierda (hacia el sur) llevan la corona blanca del Alto Egipto, los colosos de la derecha (hacia el norte), el «pschent» del egipcio pase-khemty, «las dos poderosas», es decir, la asociación de las coronas del Alto y el Bajo Egipto.



El tema principal de los relieves es la victoria de Faraón sobre sus enemigos, el triunfo del orden sobre el caos, de la unidad sobre la multiplicidad. Atum y Amón otorgan al rey el ken, la «capacidad de vencer».

(...) En la pared norte de la sala (n.º 6) se desarrollan los episodios de la famosa batalla de Kadesh, una plaza fuerte construida a orillas del Orontes. (...) Abu Simbel conserva la versión más legible de este drama consagrado al enfrentamiento entre egipcios e hititas.


Cortesía de José Francisco


A izquierda y derecha de la sala de pilares osiríacos se abren capillas rectangulares que se consideran como estancias para guardar los objetos rituales. La presencia de varias grandes divinidades (Atum, Amón-Ra, Ptah, Thot, Horus, Hator, Isis…) nos incita a pensar que, además de esta función probable, dichas salas servían también para entrar en conocimiento de las fuerzas divinas. Prosiguiendo nuestro camino hacia el sanctasanctórum, atravesamos una sala con cuatro pilares de poderosa apariencia (n.º 10). Su decoración se consagra a las ofrendas, a las barcas sagradas y al encuentro del rey con los dioses. En la sala más pequeña aún (n.º 11) que precede al santuario, Faraón hace ofrenda de vino, pan, incienso y flores, y presenta Maat a Thot.


Cortesía de José Francisco


Llega por fin el santuario (n.º 12), en el corazón de la montaña. Ante cuatro estatuas hay un altar que tal vez sirviera de depósito de barca y que simboliza la piedra fundamental del templo.

Las cuatro estatuas están esculpidas en la roca viva, indisociables por lo tanto de esta materia prima sacralizada por los escultores. ¿Quiénes son? Amón-Ra, soberano de Tebas; Ra-Horakhty, soberano de Heliópolis; Ptah, soberano de Menfis. Ahora bien, dicen los textos, tres son todos los dioses, y los tres son precisamente éstos. Representan el universo divino en su totalidad. La cuarta estatua es la de Faraón o, más exactamente, de la función faraónica expresada por suka.



Dos veces al año, los días 20 de febrero y 20 de octubre, los rayos del sol atraviesan el templo para llegar hasta el sanctasanctórum, pero sólo iluminan tres estatuas, nunca la de Ptah. El dios de la creación a través del Verbo, señor de los artesanos, permanece protegido en el secreto.


El templo de Nefertari

A unos 100 m al norte del gran templo de Ramsés II se edificó otro santuario en honor de la Gran Esposa real Nefertari, «Aquélla por la que el sol se levanta».



Seis colosos de 10 m de altura, de pie y en posición de marcha, sobresaliendo del plano del acantilado, forman la impresionante fachada. Dos de ellos encarnan el ka de la reina, soberana de la dualidad, «La que ve a Horus y Seth» en el mismo ser, y los otros cuatro, el ka del rey.

Nefertari lleva un tocado compuesto por dos altas plumas y cuernos entre los que aparece un sol. Es a la vez Hator, una diosa del cielo y la soberana de Nubia, y maneja los sistros que propagan armoniosas vibraciones.




Acompañan a Ramsés pequeñas estatuas de hijos reales; junto a Nefertari, las hijas reales. Unos y otras actúan como sacerdotes y sacerdotisas del ka.




El plano del templo, donde se han conservado en buen estado colores como el amarillo, el negro y el rojo, es sencillo: una sala de seis pilares cuadrados que da acceso, a través de tres puertas distintas, a un vestíbulo que precede al sanctasanctórum.



Galder Izarzugaza


Ramsés está presente en el santuario de su esposa y cumple en él dos funciones: la de jefe de guerra, vencedor sobre las fuerzas de las tinieblas, y la de ritualista que hace ofrendas a las divinidades. Sin embargo, la atmósfera del templo de la reina es distinta de la que corresponde al del rey. Los pilares están coronados por una cabeza de Hator, soberana del amor y de la alegría, hay numerosas ofrendas florales y la larga silueta de Nefertari ilumina los lugares con su gracia. Aquí reina el encanto mágico de la reina.




En la entrada del templo el rey ofrece flores a Hator, y la reina hace lo propio a Isis (n.º 1). En el reverso de la puerta, Ramsés, magníficamente protegido por Nefertari y por su ka, somete a los nubios y a los asiáticos en presencia de Amón-Ra y Horus (n.º 2).


                                


En los pilares, ofrendas de flores a las divinidades. En el muro de la izquierda, mirando al santuario, se ve al rey en el momento de recibir el collar menat de parte de Hator, que le asegura con ello una fecundidad espiritual (n.º 3). A continuación es coronado por Horus y Seth (n.º 4), una escena que insiste en el carácter creador de éste. La reina ofrece sistro y flores a Anukis (n.º 5), mientras el rey presenta Maat a Amón-Ra (n.º 6).

En el muro de la derecha, la reina, «provista» de un sistro y de flores, se encuentra con Hator (n.º 7); el rey ofrece flores a un dios con cabeza de camero, Harsaphes (n.º 8). La reina está frente a Hator de Dendera (n.º 9), esposa de Horus de Edfu, el rey ofrece vino a Re-Horakhty (n.º 10).

En el muro este del vestíbulo admiraremos una escena extraordinaria tanto por su tema como por su calidad artística: la coronación de Nefertari por Hator e Isis (n.º 11). Por encima de la puerta de la capilla de la izquierda, la reina ofrece flores a Hator, encarnada en el cuerpo de una vaca, llevando el sol entre sus cuernos e instalada en una barca, en medio de una espesa mata de papiros (n.º 12).


Galder Izarzugaza


Al ofrecer flores a la diosa Ptah-Uret, «la grande» (n.º 13), la pareja real actúa para que la potencia celeste anime la creación entera. Y el faraón ofrece flores a Hator en su barca (n.º 14) para que la diosa experimente el gozo y placer de los perfumes más sutiles.

A ambos lados de la puerta del sanctasanctórum, el rey ofrece flores a tres Horus y vino a Amón-Ra (n.º 15), flores a Khnum, Satis y Anukis (una tríada divina especialmente venerada en Nubia) y vino a Re-Horakhty (n.º 16). El aroma de las flores está vinculado a los misterios de Hator, el vino a los de Osiris.



En el sanctasanctórum (n.º 17) la pareja real está acompañada por dos diosas madre, Hator y Mut. En la pared del fondo, en el punto más secreto del templo, la vaca Hator emerge del otro mundo, cruzando la frontera de la roca para revelar, sobre su pecho, el ka real que tanto la diosa como la reina tienen el deber de traer al mundo cada mañana.


Los textos en cursiva son si no se dice otra cosa son de Christian Jacq, La guía de viaje al Egipto de los faraones, ed.Planeta.