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dissabte, 6 d’octubre del 2018

Desencanto y desencuentro entre los independentistas

La semana ha sido pródiga en sobresaltos parlamentarios. La presunta unidad independentista, se ve cada día puesta en cuestión. El espectáculo lamentable de desencuentros entre ERC y JxCat, hace muy dificil la estabilidad parlamentaria. La existencia de dos Presidents de la Generalitat, Torra y Puigdemont se hace cada día más insostenible.

Los desencuentros son tan desconcertantes, que en pleno debate parlamentarios, se hacen afirmaciones contradictorias entre ambas formaciones políticas. La oposición debe disfrutar de dichas contradicciones. Qué a estas alturas no sean capaces de ponerse de acuerdo en cuestiones esenciales, es una auténtica desgracia para la órbita independentista.


En el programa Polonia de TV3, el pasado día 4, en una de las parodias, aparecía un indepedentista que metía una bronca descomunal a los partidos independentistas por su falta absoluta para ponerse de acuerdo.

Más allá de las dificultades que LLarena se ha encargado de poner en el camino, la lógica del desencuentro entre ERC y JxCat, es realmente digna de reflexión. Al parecer hay un abismo entre un Puigdemont en el límbo, en virtud de su situación, libre en Europa y prófugo en España, que pretende que Torra sea su testaferro político. Al parecer Torra acepta este papel, cuando lo que debería haber hecho es desmarcarse de su antecesor, para pilotar la nave en estos momentos tan difíciles.

La sociedad catalana que vota independentismo, mira el espectáculo con paciencia y resignación. Sin embargo, los partidos deberían aceptar la situación asimétrica en la que se encuentra con respecto al gobierno central. Deberían centrarse en el día a día y solventar los problemas que la sociedad catalana tiene, a la espera de lo que decida el TS. Sólo después de la Sentencia, el gobierno de la Generalitat, podrá decidir lo que más convenga desde el punto de vista político.

El problema es que la altura de mirar de ambos partidos independentistas es muy baja. Sólo la CUP está a la altura, entre otras razones, porque no le importa que ambos partidos se desangren en querellas familiares. Deben pensar que cuanto peor, mejor para ellos. La CUP y su maximalismo resulta perturbador.Sin embargo, solo tienen cuatro diputados, pero ha condicionado y condicionada. Por eso se ven con fuerza para arrastrar a todos al desastre. Estas estrategías suicidas no son nuevas, al contrario, son muy viejas y por ello, los partidos mayoritarios del independentismo deberían salirse de esas óbitas a las que apunta la CUP. ¿Qué sentido tendría un desafio al Estado, que está condenado al fracaso? Sólo la mística de la pureza ideológica que enarbola la CUP, les permite sentirse con fuerzas para la autodestrucción. ¡No es necesario secundarlos!

Jordi Sánchez

El propio Jordi Sánchez en un artículo de opinión, ponía en cuestión la deriva de las manifestaciones que acabaron en el Parlament, dando a los adversarios, motivos para sostener lo que hace tiempo vienen sosteniendo. ¿Quiénes esos esos manifestantes que mediante las siglas CDR, llevan a cabo dichas acciones? Por supuesto, no es descartable que haya personas infiltradas en ellas. Eso siempre ha sido un clásico. El problema es que muchos deben pensar que la acción directa es infnitamente más eficaz que cualquier otra cosa. El asambleísmo tiene el problema, también clásico, que una vez puesto en marcha, es difícil de controlar. Supongo, que muchos de ellos deben dar apoyo a la CUP, pero también a los demás partidos. Es manifiestamente descabellado como lo hizo Torra, dar alas a los CDR para que sean el aguijón del independentismo. 

dissabte, 10 de març del 2018

Cataluña en horas amargas

La Generalitat no existe. Un zombi llamado Art.155, ha desarmado a los partidos independentistas. Vendrá un tiempo que habrá que hacer balance de esos partidos de izquierda que se han quedado en el erial de la impotencia y su silencio cómplice.

Carles Puigdemont, sigue siendo el President de la Generalitat, pero en el ámbito internacional, eso no es nada. No lo es M.Rajoy, con un Estado a su lado, que no será Puigdemont en estas horas amargas.



La combinación interesada de la judicatura, haciendo un alarde de sobreinterpretación de la Constitución, hace que el imperio de la ley, sea una coartada para que el gobierno central, haga política de tierra quemada en Cataluña. No en vano, el PP en Cataluña ha obtenido cuatro parlamentarios, tantos como la extrema izquierda de la CUP. 

Si desde el lado del Estado, sólo hay ORDENO Y MANDO, en el lado independentista, que gano las elecciones del 21-D, hay desconcierto y esas querellas intestinas de las pequeñas diferencias que son un auténtico cáncer de la política.

JxCat y ERC, no se ponen de acuerdo. No saben qué hacer con el mandato de las urnas. El gobierno central se ha propuesto impugnar las elecciones del 21-D, avisando que no aceptará a nadie que esté inmerso en procedimientos judiciales. Sólo para los independentistas. Puigdemont no ha sido condenado, ni juzgado. Pero el gobierno de M.Rajoy, lo ha demonizado y lo ha deshumanizado de manera obscena. Su partido, si tiene los votos para poder ser President. ¿Qué hace en Bélgica? Pues, no aceptar el Art.155. Su exilio forzado, es utilizado para desacreditarlo a él, como persona y la figura que representa y de paso a los cientos de miles de ciudadanos que lo votaron. 

En Bélgica es un ciudadano libre que tiene libertad de movimiento. De momento. Su visibilidad es tan pequeña que llega a ser patética. Los Estados no quieren saber nada de particiones. Los Estado quieren monopolizar el PODER, un poder mediatizado, pero poder.

Si Puigdemont, es el President en el exilio, ¿cómo se puede solucionar el problema de la investidura? Aquí entra en escena el Magistrado del TS, Llarena. Leyendo los artículos del profesor Pérez Royo, nos damos cuenta de la sobreactuación del Magistrado es todo menos constitucional, pues, se atribuye funciones políticas. Al parecer nadie está dispuesto a enmendarle la plana. 

Sólo el President del Parlament de Catalunya tiene la potestad de nombrar candidato, después de celebrar conversaciones con los diferentes partidos. Se había pactado entre JxCat y ERC, que el candidato sería Jordi Sánchez. Pero el Magistrado del TS, LLarena niega ese derecho. Jordi Sánchez lleva más de ciento treinta días en prisión provisional sin fianza, equiparándolo a cualquier terrorista de ETA. 



Todos su Autos, nos hablan de violencias potenciales que Sánchez avivaría de forma incontrolada por sus seguidores. Jordi Sánchez se presento a las elecciones del 21-D, en el número dos de JxCat., y en una decisión desconcertante, Llarena deniega la posibilidad de poder participar en el debate de investidura. Recordamos que Jordi Sánchez, no ha sido juzgado, ni condenado, aunque por el tratamiento de super-criminal- independentista que le inmuta Llarena, pretenda hacerlo parecer, destruyendo su presunción de inocencia.

Se abre dos opciones para el independentismo, mantener a Sánchez e ir a una segunda vuelta de las elecciones del 21-D, con el desgaste que puede suponer, y la campaña orquestada del bloque del Art.155 y sus auxiliares accidentales. O bien, buscar otro candidato/a, libre de procedimiento judicial. El problema de esta opción es que sea quien sea, también será llamado a declarar. Así, que estamos ante un auténtico ejercicio de destrucción de la Autonomía de Cataluña.