divendres, 6 de desembre del 2019

Birmania (V): Kalaw-Mandalay (II)


Viajar te libera de la rutina, tu yo se enriquece como nunca te hubieras imaginado. ¡Viaja con nosotros!



Nosotros los turistas…



Nos hemos despertado demasiado pronto. Hemos seguido en la cama. A las seis nos hemos levantado y duchado. Fotografías de las primeras horas del día. Neblina, ambiente  fresco y tonificante. ¡Hay que ser siempre positivo!  A las 8h recogida de las maletas, por parte de los trabajadores del hotel. El desayuno sobre las 7.15h. Correcto. A las 8.30h salida hacia nuestro objetivo en Mandalay. 






El trayecto desde Kalaw hasta Mandalay  son 256 km, pero debido a las carreteras, el trayecto son casi 5h. Hay que sumarle las paradas técnicas y el almuerzo. Básicamente, agotador. Seguir la carretera nos ha permitido conocer una pequeña parte de Birmania. Desde las 8.30h hasta las 17h, el autocar se ha convertido en un ojo acristalado para poder contemplar muchas de las caras de Birmania al hilo de la carretera.





Desde el hotel de Kalaw Hill, lugar remoto y nada accesible, sobre todo si vas en autocar, donde se mezclaban villas suntuosas – siempre me ha gustado esa palabra-, hasta casas muy precarias, hechas de bambú, en medio de un exuberante despliegue de árboles y plantas. El autocar que a duras penas solo tenía sitio para él, ha ido hasta la ciudad, propiamente dicha, Kalaw, hemos pasado por Train Station, dentro de la ciudad, un edificio de estilo colonial. Curiosamente, las líneas férreas son el producto de la necesidad de las potencias colonizadoras, sea la inglesa o japonesa. Ésta última, utilizó mano de obra “esclava”, se conoce esta línea como el Ferrocarril de la muerte (Bangkok-Rangún). Murieron en esa construcción aproximadamente 90.000 trabajadores asiáticos y 16.000 prisioneros de guerra.

Una primera parte del viaje hemos bajado desde la Kalaw residencia de verano de los ingleses, en la época colonial. Hemos descendido lentamente por una carretera en obras, falta mucho trabajo que hacer para poder ser una carretera de montaña. Un paisaje tropical lleno de árboles exóticos y una carretera llena e infinidad de curas sin acabar de asfaltar. 




 


A lo largo del descenso, hemos visto multitud de puestos de venta que jalonan el larguísimo descenso y ascenso si vas en dirección contraria. Todos los puestos en general son muy precarios, al lado de “casas frágiles” y poco saludables. Algunos tramos en obras, estaba todo lleno de polvo. Cientos de personas dedicadas al “comercio de subsistencia”. Hemos parado 15’ para contemplar en una explanada de la montaña, un paisaje extraordinario. Un grupo de colinas, que podía asemejarse a un dragón, lleno de un manto verde, que explica que la clorofila aún funciona. Hemos visto en la explanada muchos autocares y vehículos privados, mucha gente haciéndose fotos y selfies, o sea, como nosotros. La globalización llega a todas partes. El espíritu del capitalismo es capaz de filtrarse en todos los rincones del planeta.

La explanada estaba en el recodo de una curva, así que el autocar se ha dejado “caer” en el descenso interminable de la carretera. La velocidad del autobús no debía superar los 60 km/h. Paradas y más paradas de productos –bebidas, comida, fruta, etc.,- esperaban el milagro que algún camión, autocar o automóvil, se detuviese para comprarles algo. Multitud de casas muy precarias llenaban el descenso. Finalmente, hemos llegado al valle hemos pasado por Yin Mar Bin, y diversas poblaciones, que solo gracias al google maps, puedes precisar el nombre.



A partir de la llanura, la temperatura ha empezado a subir de rápidamente. El contraste entre el autocar, nivel iglú y el exterior es excesivo y propenso para coger un resfriado. Hemos parado en una gasolinera, había muchas, algunas supermodernas. Nos hemos puesto en marcha y hemos seguido  la carretera, llena de rectas interminables, rodeadas arrozales y extensiones inmensas de una monotonía verde. Seguían los puestos de venta, algunos pequeños pueblos. He visto incrédulo, u camión que llevaba un elefante. Lástima que no he podido tomar una instantánea, el efecto era espectacular. Los animales también aparecían en el trayecto, siendo llevados por sus propietarios. Un conjunto heteróclito y difícil de asimilar, donde viviendas pobrísima se mezclaban con casa de construcción moderna. El contraste entre campo y ciudad es notable, y nos dice que estamos en un país subdesarrollado, a pesar de las inmensas riquezas que contiene. Seguíamos la ruta que no llevaba por Payangazu, Thazi, Meiktlia.



Hemos pasado por una vía de pago, pero no hemos sabido diferenciar entre una y otra. Durante nuestro trayecto, nuestro guía, Naing nos ha ido amenizando durante todo el trayecto con explicaciones sobre diferentes aspectos de la sociedad birmana.

Transcribo solamente los temas:

*. Una de las curiosidades que hemos visto es que las mujeres llevan en la cara una especie de tatuaje. Se llama tanaka, que cumple diferentes funciones: crema solar, felicidad, belleza.

*. Hemos hablado de política y la junta cívico-militar que gobierna Birmania.

*. Riquezas del país: gas, minas de rubí, jade, plata, oro y petróleo. 

*. Roginyas: la explicación desde el punto de vista de los birmanos es decir, la de nuestro guía, era superficial y parcial, pero debe ser mayoritaria de la sociedad birmana.

*. Las diferentes etnias, y las dificultades de convivencia y los conflictos entre ellas y el gobierno.

*. Explicaciones para diferenciar entre pagoda, estupa, templo y monasterio.

*. La madera de teca, que es monopolio de gobierno.

*. La lengua birmana y los signos, grafía.

*. Normas de urbanidad

En todas sus explicaciones, ha tratado de ser didáctico y entretenido, gracias a su sentido del humor, y buen talante, nos ha ido ilustrando sobre Birmania. 





Sobre las 13h hemos llegado a la ciudad de Meiktila. Hemos ido a un restaurante al lado de un hotel, el restaurante se llama “Café Mulan”, toda una tarjeta de visita para los turistas. La comida ha sido generosa y excelente. Era la comida de siempre, arroz, sopa, pollo, verduras, todo condimentado de forma correcta.


                   

Desde Meiktila, hemos cogido la vía AH1, una autopista de pago, pero que se filtraba todo el mundo, pues, no había vallas de separación entre la autopista y el exterior. Hemos visto deambular, a personas, animales y otros vehículos que se colaban en la autopista, un espectáculo que no estamos acostumbrados.

La autopista conducía directamente a Mandalay, que es la segunda ciudad de Birmania. Ésta tiene fuertes lazos con China, hay autopista hasta la frontera que se encuentra a unos 800 km de distancia. El comercio entre ambos países es muy intenso. Desde que se descubrió gas, los chinos han construido un oleoducto desde la frontera de Birmania y Banglandesh hasta China.


Sobre las 17h hemos llegado a Mandaly. Una ciudad de tres millones de habitantes. Hemos visto una ciudad de aspecto opulento, con grandes casas, al lado de barracas. Edificios de viviendas en plena construcción. Había dinamismo y pujanza económica desigualmente repartida, una lacra que no es únicamente de los países  subdesarrollados.

Hemos pasado junto a la fortaleza del antiguo rey y hoy transformada en cuartel militar, tiene un cierto sabor al Kremlin, al fondo se ve la colina coronada por pagodas. Una estampa muy plástica y fotogénica, ideal para fotografiarla. Naing, nos ha hablado del cambio de nombre, anteriormente “ciudad de rubí”.








Por fin, hemos llegado al hotel, un hotel categoría millonetis –Mercure Mandalay Hill Resort-, con una habitación (turista) muy discreta en comparación con la dos anteriores. Desde nuestra habitación en la planta cuarta, se veían unas vistas espectaculares iluminadas por luces de neón. Después de una breve inspección de la habitación, hemos esperado, que las maletas llegaran a nuestra habitación, al cabo de 10’ estaban  ahí, por obra y gracia de los que trabajan en el hotel. Coger el bañador y a la piscina, que desde nuestra habitación se veía magnifica. Una piscina grande, con luz tenue y luna llena hacía que el entorno fuese de ensueño. El ambiente era cálido, y el agua para no desentonar era “casi caliente”. Ha sido una buena recompensa a las horas de autocar.








La cena, solo nosotros dos, dentro del hotel ha sido muy lenta debido al servicio. He tomado una ensalada con aguacates y un postre de capricho, pastel de naranja. Hemos hecho fotos nocturnas de la piscina y estancias exteriores del hotel. Después hemos subido a la habitación, para preparar lo que nos podremos mañana. Son las 23.30h, cuando acabo de escribir la crónica del día. Hemos visto un país –Birmania-, como se decía “sin bajarse del autobús”. Mañana será otro día. Pero será en Madalay mismo, además esperamos poder contemplar el atardecer en el puente de U Bein, en Amara-pura.

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