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divendres, 24 de març del 2017

Filosofía helenística: Epicuro

3. Filosofía helenística: la consolación filosófica. 

Frente a esta concepción filosófica, se encuentra una nueva visión con el pensamiento griego, que se conoce con el nombre de filosofía helenista. El origen de esta nueva corriente, hay que situarla en un contexto de cambio radical en las condiciones políticas de las tradicionales polis griegas. La desaparición de las polis griegas debido al surgimiento del Imperio de Alejandro Magno, se expresa después de su muerte en el 323 a.C., y llega hasta el periodo grecorromano, donde la cultura hegemónica será el griego, tanto en su cultura como lengua. Si políticamente las ciudades-estado desaparecen, surge una nueva visión del nuevo orden existente que empieza a emerger. El ciudadano despojado de sus funciones políticas deberá refugiarse en el orden individual, surge por otra parte, una nueva concepción del individuo, ya no como ciudadano de tal o cual estado, sino ciudadano del mundo, barriendo las fronteras territoriales deja de tener sentido, la separación tradicional entre griego y bárbaro. El pensamiento helenístico perduró hasta el siglo II d.C. 



La filosofía como hija de su época, debió de adaptarse a la nueva situación, los grandes esquemas filosóficos dejaron de tener significado, si es que alguna vez lo tuvieron, para redefinirse en un nuevo contexto. Si la filosofía debía tener algún significado, este debía ofrecer consuelo. La filosofía como guía o modelo de vida que busca la felicidad. ¿Cómo conseguirla, sí todo aquello que era nuestro horizonte de sentido, se ha perdido? La respuesta es sobre todo modesta, acomodaticia. No se trata de borrar el nuevo horizonte que se está dibujando, sino más bien situarse a la expectativa, a la defensiva. Por eso las soluciones filosóficas buscan: la ataraxia, la apatía o la epojé. Es verdad, que estas soluciones requerían de un público cultivado, frente a una nueva incursión de religiosidad de origen oriental, donde se dan la mano, la magia, la astrología y el pensamiento redentor, que ponía a prueba a un pensamiento que se sabía y quería racional. 



4. El Jardín del Edén. 

La Academia platónica expresaba la conexión ideal entre saber y poder, en la nueva situación creada por el imperio, lo adecuado era encerrarse en el Jardín. Es lo que hace Epicuro (341-270 a.C). Funda su escuela, denominada el Jardín, un centro donde lo esencial es el amor a la naturaleza, el cultivo de la amistad y un consciente desprecio a la acción política. La Escuela es el laboratorio de una microcomunidad que tiene como podría decir "almas bellas" según nos dejo dicho Hegel. El Jardín como lugar de encuentro, de amistad entre diferentes sexos, de clases sociales, pues en ella intervenían esclavos; un espacio ideal en un entorno poco propicio para experimentos, de ahí el lema de Epicuro: "vive retirado". Epicuro se centra en su doctrina ética pero para su fundamentación precisará de una teoría física que retoma a la de Demócrito (s.V a.C) para insertar en su física una deriva indeterminista, a través de su teoría del clinamen, que le permite destruir la afirmación en el destino, y por tanto, reivindicar la libertad, basada en los átomos -una teoría de la libertad sustentada en la materia- ,y una teoría del conocimiento de raíz sensualista. Epicuro quiere desterrar tres temores que asolan y crispan las almas de los hombres . Estos temores son el destino, los dioses y la muerte. No pretende vencerlos, no puede. Pero si puede disolverlos en el entendimiento –racionalizarlos-. Si comprendemos la naturaleza del alma, si entendemos que la muerte no nos puede afectar, y si el destino no es más que una ley que sigue el azar y la necesidad del movimiento de los átomos, entonces, nuestros temores, no son nada. El miedo deja paso al estado que Epicuro denomina ataraxia. 



El fin último del hombre nos explica Epicuro es la felicidad. Y ésta se expresa en el placer –hedonismo-. Es verdad que dicho placer no es puramente sensualista, es también y especialmente intelectivo. El placer requiere de un cálculo que evite el exceso, existe una especie de contabilidad del alma donde el saldo debe ser un placer de más largo alcance que la inmediatez de lo instantáneo. Este placer mediato se expresa a través del saber y la amistad. ¿Por qué su filosofía fue siempre tan encarnizadamente denostada y aborrecida? La respuesta se halla en su canto a la vida, a lo corpóreo. El cristianismo, que se impuso a partir del siglo III, en sus dogmas rechazaban lo corporal –como Platón-, y exaltaba lo espiritual. Se identificó la carne como lo demoníaco. Y en este contexto se entiende el horror que sentían por un pensamiento que exaltaba lo corporal y no temía a los dioses. Epicuro no era ateo, aún no se había inventado esta palabra. Según él, los dioses si existen no están interesados en nosotros, y si lo estuvieran, nosotros no podríamos conocerlos, aduce dos razones: la dificultad del asunto y la brevedad de la vida. Este rechazo a los dioses hizo que K.Marx en el siglo XIX, escribiera su tesis doctoral sobre Epicuro. 

Epicuro nos dice “vive retirado”, he aquí un lema que expresa este repliegue que se produce en el helenismo. La autarquía expresa este retiro público para cultivar y cuidar nuestro cuerpo y nuestra alma. La vida ya no es acción política en el ágora, sino retiro en compañía de quienes comparten ideales y aspiraciones de orden individual, no pretenden cambiar el mundo, sino acomodarse a los cambios que tenían que venir y, prepararse para soportar con dignidad el devenir histórico que les toco vivir. 

Si bien es cierto que el epicureísmo tendió a la inacción política, no lo fue en el caso del estoicismo que llegó a tener en sus filas a nada menos que un emperador romano: Marco Aurelio (121-180 d.C). El mensaje del estoicismo es simple: vive de acuerdo con los dictados de la Naturaleza. El estoicismo parece decirnos que el orden natural está regido por una ley cósmica –logos- y ésta puede ser conocida por el hombre. Para poder acomodarse a esta ley se requiere una aceptación racional absoluta(1). Y para ello es imprescindible controlar nuestras pasiones, que son la fuente de desesperación e infelicidad. Por ello adoptan la apatía. La apatía consiste en una actividad intelectualista de comprensión frente a los horrores de la vida. El destino puede ser cruel, es más, lo es, pero para el estoico saber comprender o al menos aceptar la inevitabilidad de las cosas supone el primer paso para la búsqueda de la apatía. El ideal del sabio estoico, es una especie de ser por encima del dolor y la alegría, en el fondo es la versión pagana del ideal cristiano del santo. Y ambos no son de este mundo. 

Notas

(1) La aceptación racional absoluta no es más que la otra cara de la fe absoluta, mientras que en la primera se afirma la razón -logos universal- en el segundo, se afirma la existencia de un Dios único y verdadero. Ambos son la expresión de la necesidad del hombre por lo Absoluto. 

divendres, 20 de juliol del 2012

Los viajes de Punset


Acabo de leer varios libros de Eduard Punset. Desde”El viaje al amor” hasta “El viaje al poder de la mente”, pasando por “El alma está en el cerebro” y “El viaje a la felicidad”, editados en formato de bolsillo por la booket-Destino. La primera afirmación que se puede hacer es que son libros entretenidos. La mezcla de evocaciones personales, anécdotas y afirmaciones contundentes hacen de su lectura amena. He dicho “afirmaciones contundentes”, pero habría que matizar. Porque una de las sorpresas de estos libros es que en cuestiones de neurociencia –algo así como la última frontera del conocimiento- los términos como: “parece”, "es probable”, “todo indica”, “sugiere”, “posiblemente”, llenan las afirmaciones de estos textos.



El autor sugiere que en el campo de la neurociencia se está llegando al auténtico núcleo de lo que es la “verdadera” explicación de fenómenos tan dispares como el enamorarse, las psicopatías, la empatía, la felicidad, el egoísmo, el optimismo y toda suerte de comportamientos humanos. Se afirma que buena parte de nuestras acciones tienen mecanismos inconscientes. Que una parte importante de comportamientos tienen base genética, pero que requieren entornos que posibiliten que se disparen o se inhiban. La perspectiva general de sus explicaciones se basa en la teoría evolucionista. Si un comportamiento tiene éxito se debe fundamentalmente a su papel de adaptación. Aquellos comportamientos “inútiles” desde una perspectiva evolucionista han sido descartados. Desde esa óptica tiene sentido comportamientos como el altruismo. Dentro de cada organismo hay multitud de elementos que se combinan para poder sobrevivir. En este esquema el papel central del cerebro es clave. Su conocimiento y posibilidades ha empezado a ser desvelado por la neurociencia. Y su futuro parece más radiante que nunca. En un futuro más o menos próximo, nos dice, se podrá literalmente, visualizar lo que pensamos y sentimos. No sé si sentir pavor o estupor ante semejante “mundo feliz” que se nos podría venir encima.



La bioquímica del cerebro es un elemento clave en la explicación de nuestras conductas, normales o patológicas. La depresión es una de las plagas de nuestro siglo. Sin embargo, cada vez hay más consenso, en la posibilidad de remitir los síntomas de esta enfermedad. Una combinación bioquímica y predisposiciones hereditarias amén de un entorno negativo pueden desencadenarlo. La felicidad, el amor, tienen un fondo biológico. La interacción de elementos dispares hace que se tenga la impresión que se utiliza muchas metáforas para explicarnos a nosotros mismos como somos. No sé si en un escáner cerebral pueden localizar la felicidad, lo dudo, excepto, que se identifique una determinada región –sistema límbico- con la felicidad. Por supuesto, somos seres biológicos –procedemos de una evolución- albergar la esperanza de que la felicidad o el amor se puedan escáner no parece una imagen muy prometedora. Es posible que se pueda remediar o aliviar el sufrimiento de personas que sufran trastornos –depresión, esquizofrenia, bipolaridad, etc,.-, si estos tratamientos ayudan, bienvenidos sean. Deberíamos ser escépticos con respecto a identificar los que “son las cosas” –eso es hacer metafísica- con el juego científico que trata de explicarnos a través del lenguaje "cómo funcionan" las cosas. Mientras funcionan las cosas podremos decir que estamos en el buen camino. Alguien podría preguntarse ¿ hacia dónde nos dirigimos? La ciencia no puede predecir hacia dónde vamos, ha de ser la sociedad quien a través de sus imaginación proponga metas y objetivos que sirvan para dignificar al hombre. Los libros de Punset son herramientas que nos permiten redescribirnos a nosotros mismos. Mientras nos sirvan para ser mejores personas, es decir, seamos capaces de reducir el sufrimiento propio y ajeno, estaremos en el buen camino, y entonces sus libros serán auténticas guías de viaje.