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diumenge, 12 de maig del 2013

Lenguas de trapo (II)


 
En la revista Claves de razón práctica nº 227 de marzo/abril de 2013 aparece un artículo titulado “La religión de la lengua” de Francisco Caja que quisiera comentar.


El núcleo central de su artículo es que la CE garantiza que cualquier ciudadano pueda aprender la lengua que quiera. En el caso de centra en Cataluña. En sus consideraciones acerca del bilingüismo afirma su inexistencia por las maquinaciones del nacionalismo catalán que ha impuesto contra toda lógica la “inmersión lingüística”, es decir, el catalán. Se pregunta ¿cómo es posible que los poderes centrales no hayan hecho nada para impedirlo?

En su artículo afirma que: “En un Estado de derecho esto debería haber bastado para poner fin a los largos años de ignominia en los que los escolares catalanes han sido sometidos a un régimen lingüístico gravemente lesivo para sus derechos”. Es decir, el sr. Caja se presenta como el paladín de esos pobres niños (300) que son sumergidos en el baño maría catalán.


En su análisis escoge como perla la afirmación de la Sra. Casals cuando afirma: “Los padres que quieren una educación bilingüe para sus hijos son unos maltratadores”. Esta afirmación es estúpida y zafia de la Sra. Casals le sirve al articulista para cargarse de razones acerca de su cruzada particular. Es obvio que afirmaciones como está y similares deberían desacreditar a cualquiera, pero ya se sabe que en este país no hay ni dios que dimita ni pida perdón.


El problema del bilingüismo es como se debería realizar desde el  nivel de preescolar hasta la Secundaria, por ejemplo, dos grupos de niño/as, una cuyos padres ha decido que aprendan catalán y otro en castellano. Es posible que eso hubiera sido equitativo, pero las circunstancias históricas, después de la dictadura franquista, el catalán gozaba de una salud precaria. Las nuevas fuerzas políticas catalanas quisieron o creyeron que potenciar el catalán era una acción política contra el pasado. En ese momento histórico, década de los 80 había un amplio consenso político que el catalán fuese la lengua vehicular en las escuelas. No hubo especial oposición entre las fuerzas políticas. Curiosamente, treinta años después, se vuelve a hablar de este tema como un ataque contra el castellano que goza de una excelente salud en Cataluña.

 

"Me parece que estos dos quieren guerra, ya te diré el qué..."


En su disertación habla de presiones si es desde el gobierno central y amenazas si es desde Cataluña para que el statu quo se mantuviera con respecto a la inmersión lingüística. No sé como pueda afirmar que hubo presiones y amenazas –El Defensor del Pueblo no solicito la inconstitucionalidad  de la Ley de Política Lingüística (1998), a petición de la entidad Convivencia Cívica Catalana-. El Sr. Caja como presidente de dicha entidad está en una situación en la que hubiese debido actuar si le constaba que existían las presiones y por su puesto las amenazas.


Pero la cuestión central según su parecer está en la STC 337/94 de 23 de diciembre. Para el articulista esta Sentencia avala su idea de la defensa de un bilingüismo puro. Sin embargo, de su lectura no puede afirmarse que sea así. En dicha Sentencia se afirma lo siguiente:

“(...) el derecho a la educación que la Constitución garantiza no conlleva que la actividad prestacional de los poderes públicos en esta materia pueda estar condicionada por la libre opción de los interesados de la lengua docente. Y por ello los poderes públicos -el Estado y la Comunidad Autónoma- están facultados para determinar el empleo de las dos lenguas que son cooficiales en una Comunidad Autónoma como lenguas de comunicación en la enseñanza, de conformidad con el reparto competencial en materia de educación” (F.9 B)


Si entiendo bien esta afirmación, los padres no pueden imponer a la Administración educativa la lengua vehicular que más le convenga. Han de ser los propios poderes públicos los que de acuerdo con las competencias correspondientes establezcan la lengua vehicular. En el caso de Cataluña la lengua cooficial que es el catalán. Las familias que luchan contra el actual sistema educativo están en su derecho de hacerlo. La CE avala la defensa de los derechos que se crean vulnerados. El art. 27 de la CE afirma el derecho a la educación, pero lo que hay no es tanto el problema de la inmersión, los alumnos catalanes, cuando acaban la ESO tienen una conocimiento de las dos lenguas oficiales en Cataluña. ¿Por qué esa afirmación destemplada según la cual los niños son sometidos a un baño maría lingüístico? La respuesta no es pedagógica sino ideológica.

 

Nivel
Curso 2011/12
 
 
Infantil
338.979
 
 
Primaria
452.887
 
 

 Fuentes: Indescat.

 
La enseñanza es siempre una piedra de toque ideológico. Cada partido que gobierna se cree en la obligación de derogar la ley anterior y hacer una nueva. En la actual coyuntura política, el gobierno del PP se ha propuesto afirmar la lengua oficial –está en su derecho-. Lo problemático es como plasmarlo en las aulas. La experiencia que tengo en este asunto, me dice que los alumnos son más pragmáticos que los ideólogos de las lenguas –de cualquier lengua-. Se podría establecer un bilingüismo estricto, en algunos colegios privados y concertados se da este bilingüismo, en la enseñanza pública no ha habido especial conflictividad. También se habla de la posibilidad salomónica del trilingüismo (castellano, catalán e inglés), para solucionar el bilingüismo. ¡Un disparate!. En mi casa, para no ir más lejos, nos pareció normal que nuestro hijo aprendiese el catalán, mientras en casa hablamos en castellano. Ni nos sentimos manipulado, ni somos presa de una abducción nacionalista ni nada por el estilo, vivimos en Cataluña, existe el catalán, así que aprende en el colegio una y en casa la otra. Sumábamos. Era una opción, diecisiete familias batallan legalmente en Cataluña para que sus hijo pueda recibir las clases en castellano. Cada uno escoge las batallas que más le convienen e interesan. En una sociedad deben armonizarse mayorías y minorías, sin embargo, lo que no pueden hacer es torcer la voluntad de la mayoría para imponer lo que la inmensa mayoría le parece más correcto.  En la actual hora donde se habla del “derecho a decidir” expresión confusa donde las haya, la batalla lingüística está servida.