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dilluns, 13 de maig del 2013

Lengua de trapo (III)


En el mismo número de Claves de razón práctica de marzo/abril de 2013, Aurelio Arteta, escribe un artículo con el sugestivo título de La inmersión y el ahogo que incide en anterior comentario. Sin embargo, en su artículo se dejan traslucir algunas ideas interesantes y contradictorias que paso a comentar.

El tema central es la inmersión lingüística de Cataluña y Euskadi. Afirma que el problema es “ un monolingüismo (el catalán) forzoso para más de la mitad de sus alumnos, que son de lengua castellana* (*M.Villarrubias, Sumar y no restar. Montesinos. Barcelona 2012)”.

Explica el modelo existente en el País Vasco, en el que existen “modelos voluntarios, según los cuales en el A predomina como lengua vehicular el castellano, en el B se alternan castellano y euskera y en el D todas las asignaturas se imparten en euskera (salvo lengua y literatura españolas). Precisemos que el modelo A está viendo reducido su matrícula hasta casi desaparecer de la escuela pública, y que el modelo D, el que más crece en los últimos años, viene a equivaler a una inmersión lingüística en euskera”. El articulista no explica el por qué de la casi desaparición del modelo A y el y sí en cambio del aumento del D. Desde una óptica de máxima libertad personal el modelo vasco es muchísimo mejor que el catalán. La posibilidad de escoger entre estas opción, se podría establecer un modelo E, por ejemplo en inglés, permitiría dar satisfacción a todos. El problema es que este modelo no se implanto en Cataluña –desconozco si fue planteado- en su momento y ahora mismo en el actual contexto de crisis parece poco probable.
 
 

Afirma que el bilingüismo constitucional es despreciado –el castellano- en beneficio exclusivo del catalán. Y a partir de aquí explica según su parecer los diferentes “atropellos del nacionalismo lingüísticos”.

1.- El nacionalismo identitario se fundamenta en la lengua.

2.- Habla de la “decadencia de nuestras lenguas regionales” y la respuesta de los nacionalismos –monolingüismo- para contrarrestarlas.

3.- Un argumento fuerte a favor del bilingüismo es la recomendación de la Unesco según la cual se ha de escolarizar al niño en la lengua materna.

4.- La inversión de derechos de los ciudadanos a los entes abstractos como Nación y Lengua.

5.- Vulneración reiterada de las normas jurídicas.

 
Después pasa a las cuestiones que denomina “argumento capciosos”:

 
1.- La presunta competencia de los alumnos en catalán y castellano al finalizar el ciclo de estudios obligatorios.

2.- La necesidad de una discriminación positiva de la lengua minoritaria. Al decir del autor estas medidas “dan lugar a una injusta discriminación negativa, que penaliza a los peor situados* (* F.Ovejero, La trama estéril. Montesinos. Barcelona 2011).

3.- La discriminación que se padece en la igualdad de oportunidades en el trabajo. Un catalán puede ir a Madrid en busca de empleo, mientras que un madrileño puede verse limitado por el desconocimiento del catalán.

4.- Falta de transparencia en cuanto a los datos reales que esconde “el supuesto consenso que ampara la inmersión en Cataluña”.

5.- El elevado coste económico que supone la política lingüística.

 
Después viene una batería de reproches al ámbito institucional y político:

 
1.- Explica como los nacionalismo ha podido rentabilizar su poder al ser elemento esencial para la aritmética parlamentaria.

2.- Cómo la izquierda se ha deslizado de lo universal a lo local o nacional.

3.- La identificación entre lengua minoritaria y modelo democrático.

4.- Reproche a la ciudadanía cuando afirma sin más lo siguiente: “casi toda su población ha bajado la cabeza ante las medidas de todas clases que sus gobiernos han perpetrado contra la lengua común y mayoritaria de esa misma población”.

 Por último, plantea la cuestión de cómo conjugar “el derecho de elección lingüística” y cómo implementarlo.

 De todo su desarrollo queda claro que el País Vasco tiene un  modelo muy superior al catalán, y sin embargo, al autor no le satisface ese modelo a pesar de las diferentes modalidad de elección. No explica el por qué el modelo A está desapareciendo, aunque después de todo lo dicho se puede colegir que  es por culpa de todos obstáculos que imponen los gobiernos nacionalistas.

Los diferentes obstáculos que expone el autor, hay la sensación que el nacionalismo –que no  es obligatorio- a través de la lengua – que es obligado- se establece un nexo entre lengua y auge nacionalista, y puestos a seguir esa deriva se podría presumir que estamos inmersos en la tesis de Sapir-Wolff, según la cual, el lenguaje determina mi mundo –es decir, el mundo nacionalista-. Pero no parece que esto sea así. Aunque así le parece al articulista. Lo esencial de este debate es precisamente que la ciudadanía pueda plantearse si es bueno cambiar de modelo y hacia cual habría que encaminarse.

El autor hace referencia a la lengua común –el castellano-. Todos hemos aprendido esa lengua, que es la materna y la que hablo en casa, pero que sea común no puede verse como imposición. Desde el nacionalismo se quiere ver como imposición, la gente habla como quiere, es cierto que un muchos patios se habla mayoritariamente en castellano. Desde la óptica bilingüe ¿cómo pasar de un monolingüismo al otro? No sé cómo resolver esta cuestión, pero no vale echar las culpas a la sociedad diciendo que es cobarde –en el País Vasco, durante mucho tiempo la cobardía era una necesidad-, por no plantar cara a los gobiernos de turno, para cambiar un modelo que a muchos nos parecía adecuado.

 

Cuando era joven e iba en busca de empleo, aún no había la Generalitat, hablar en catalán era un plus social que permitía acceder a un trabajo. En el ámbito administrativo sólo había una lengua –la común-. Ciertamente, las cosas han cambiado de tal manera que es posible plantearse si este modelo es el adecuado para los nuevos tiempos que vivimos o es necesario otro que permita que todos podamos sentirnos a gusto.

Los datos de Convivencia Cívica Catalana – si tuviera que hacer caso a Orwell, el nombre parece sospechoso-, sobre la elección de la lengua materna sea en castellano afirma en su página web lo siguiente: “Unos 300 alumnos se beneficiarán de poder recibir su enseñanza en las dos lenguas oficiales y no sólo en una, como hasta ahora.” (CCC). En una sociedad democrática todos deben tener derecho a expresar lo que consideren oportuno. Sin embargo, las cifras del 2011-12, son llamativas, unos 791866 niños reciben educación en catalán entre preescolar y primaria. No ha habido una catarata de demandas –el modelo para solicitarlas se puede encontrar en la citada página web de CCC-, para que la educación sea del 50%. El que no lo hagan puede deberse a muchas causas, algunas pueden buscarse en las que indica el artículo, pero en su mayoría es debido a que ya les debe parecer adecuada. La educación secundaria, el bilingüismo se hace más palpable. Naturalmente, dependiendo de las zonas geográficas el modelo del 50% se hace más visible. En un mundo ideal el trilingüísmo –castellano, catalán e inglés- sería genial, pero la realidad se hace difícil por las dificultades económicas, especialmente en Cataluña. Los Tribunales de Justicia establecen sentencias de muy dudosa implementación. También hay que recordar que durante muchísimo tiempo, los Tribunales han mantenido que el modelo era ajustado a derecho. ¿Cómo llevar a cabo ese bilingüismo dentro del aula? ¿Tendría que haber dos profesores/as? ¿Establecer aulas para aquellos que se acojan a las lenguas respectivas? ¿Con qué medios se pueden realizar? ¿Los maestros/as utilizarán indistintamente la lengua correspondiente según el alumnos que la haya solicitado? El asunto es complejo y complicado. Es probable que el tiempo acabe dando razones a unos y otros para que el debate, si es necesario, acabe por dar satisfacción a (casi) todos.