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dimarts, 15 de juliol del 2014

El futuro de las sociedades democráticas (2)

Capítulo 2

El paisaje temporal de la sociedad contemporánea. Una teoría de la aceleración


La sociedad actual está en aceleración creciente. Este situación se debe a la “alianza entre lógica del beneficio inmediato propia de los mercados financieros y la instantaneidad de los medios de comunicación.”.

Como dice Innerarity: “Es preciso analizar la relación dialéctica entre aceleración y estancamiento, la simplificación del trato con el tiempo que se  sigue de la generalización de la urgencia y las estrategias para combatir no tanto la aceleración como la falsa movilidad.”.

  • Aceleración y paralización
 “Se podría definir el campo semántico de la aceleración en tres dimensiones (Rosa):
a).- Técnica. Se trata del movimiento de personas, bienes e informaciones, así como las velocidades de producción, transformación de la materia en energía y servicios. Son aceleraciones que tienen una dimensión objetiva.
b).- Del cambio social. Es el ritmo en el que se modifican las formas de acción y la orientaciones de una sociedad. (...) Que las sociedades modernas puedan considerarse aceleradas desde el p.d.v. del cambio social significa que disminuye la estabilidad de nuestras referencias, que el presente se comprime, dura cada vez menos (Luhmann, Lübbe, Harvey, Vassehi).
c).- Del ritmo vital. Es una consecuencia de la escasez de los recursos temporales. La cantidad de cosas que uno quiere hacer está por encima de las posibilidades tecnológicas de aumentar la aceleración, lo que se traduce subjetivamente en una sensación de falta de tiempo (...). Vivimos más aceleradamente y de esto las máquinas no tienen la culpa (...)”.



Se da la paradoja que todo está en un perpetuo cambio acelerado “pero tampoco cambian nada esencial, un tiempo en el que pasan demasiadas cosas, y, a la vez, estamos llenos de repeticiones, rituales y rutinas. (...). A esta experiencia se refieren conceptos como “agotamiento de las energías utópicas” (Habermas), “final de la historia (Fukuyama), “cristalización cultural” (Gehlen) o “utopía de la opción cero” (Offe).".

“Siguiendo también en esta clasificación a Harmut Rosa podríamos establecer las siguientes categorías de la desaceleración (2005):
a.- Límites naturales de la velocidad.- (...) con todas las innovaciones relativas a la velocidad se ha modificado también nuestra percepción y nuestro modo de comportarnos frente a ella.
b.- Oasis frente a la aceleración: nichos sociales o culturales que se sustraen parcial o totalmente de la aceleración general.
c.- Ralentización como efecto secundario disfuncional.
d.- Desaceleraciones intencionales: formas de lentitud antimodernas o alterna-tivas, como defensa de la pereza (La Forgue), de la serenidad y la resistencia contra la prisa, como la slow food o el ocio estético.”.

Podríamos buscar en la bibliografía actual de libros de autoayuda toda una batería de sugerencias para frenar esa aceleración. Es decir, empezamos a tener conciencia de la necesidad de darnos tregua, pero sentimos el vértigo de la aceleración. La adrenalina se ha convertido en nuestra principal adicción. La metáfora de la montaña rusa, expresa esa aceleración que te conduce al punto de partida.

  • La cultura de la urgencia

Al decir de Innerarity la cultura de la urgencia surge de la confluencia de “ la simultaneidad, la inmediatez y la urgencia, sobre el trasfondo dominante de determinadas lógicas económicas y comunicativas”.

Una derivada de la inmediatez, es el concepto de proximidad, pero este aspecto positivo, tiene su lado negativo, es la desaparición de las ideas de espera y proyecto, que juegan con el tiempo futuro. ¡Hoy, nadie quiere esperar! Nos hemos vuelto impacientes en grado superlativo. Todo lo queremos ahora, no mañana, o dentro de un tiempo. La espera se nos hace intolerable. Se ha convertido en un agravio, que si entra en la esfera de lo público, se considera un mal incuestionable, por ejemplo, la lista de espera en los hospitales, o bien los servicios de urgencia que se han convertido, no en la excepción, sino en la regla de los usuarios, provocando su colapso al no poder atender a una demanda cada vez más amplia y más exigente. ¡ La gente exige que se le atienda por un resfriado ¡



¿Cómo resolver está angustia por la urgencia? La respuesta de nuestro autor consiste en “ equilibrar la estabilidad y la dinamización: la aceleración, para que se beneficiosa, requiere unas condiciones generales estables que permiten una seguridad y previsibilidad sin las cuales serían imposibles determinadas dinámicas”.



  • Contra la falsa movilidad

Al decir de Innerarity, nuestras sociedades han cambiado la idea de fines y se quedan con los medios, con “una agitación superficial”, un movimiento browniano sin más sustancia que una “huida hacia delante”. Establece una paralelismo interesante entre “progreso y revolución” y su mutación en “movimiento y competitividad”. El contenido sustancial de nuestra sociedad resulta ser la adaptación. Este concepto adquiere rango fundacional para la sociedad líquida (Z.Baumann). Este concepto de adaptación tiene su expresión en la idea de destino “es lo que hay”, o la “inmovilidad”. Por supuesto, la idea de adaptación sólo es válida para  aquellos que sueñan con ser empresarios de su propia vida, es decir, la figura del emprendedor.

Innerarity, cita a Paul Virilio que expresa esa idea de la falsa movilidad con la expresión “paralización veloz o aceleración improductiva”. La idea de aceleración improductiva es una buena metáfora de la economía financiera actual que genera desasosiego generalizado a cambio de ganancias volátiles sólo para unos pocos.

Como vivimos tiempo acelerados, ¿qué hemos de hacer? La respuesta que apunta es “combatir la falsa aceleración”, y para ellos es necesario pertrecharse de la “reflexión estratégica, la perspectiva para encuadrar el instante en un marco temporal más amplio o la protección de lo verdaderamente urgente son, en última instancia, procedimientos para ganar tiempo”. Este ganar tiempo supone introducir “la maduración, la reflexión y la mediación” para no tener que “reaccionar demasiadas veces sobre el modo del impulso” (Cournout).