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diumenge, 19 de març del 2017

Platón (y II)

4. El mundo sensible

Que Platón no olvida el mundo sensible, que éste en su creación ha sido producido de acuerdo al modelo de las ideas y por un divino demiurgo, se nos muestra con claridad en el Timeo.

El cosmos con sus aspectos materiales, perceptibles por los sentidos existe -contra Parménides-. Pero, ¿qué es el cosmos? Para empezar el cosmos es un ser vivo y, como tal tiene alma, pero además el cosmos es ante todo proporción y armonía. La creación ha de entenderse como un acto de bondad. Su existencia supone tres elementos: un modelo -las ideas-, un material en el que está construcción ha sido operada y un obrero que ha realizado esta operación. ¿Quién es el autor de este cosmos? La respuesta está en su mito del demiurgo, que quería imponer al mundo un orden, una finalidad inteligente, pero halló ante sí a la necesidad, con la que tuvo que enfrentarse. Esta necesidad es la del material en que realizó su obra. Esta necesidad es la materia de la que está construido este cosmos que está sometido a la perpetua fluencia del devenir.

El acto de creación supone imponer orden al desorden y este orden es el que hace posible que este mundo sensible sea el recordatorio de la existencia de un mundo inteligible.


5. Posibles caminos para llegar a la aprehensión de las Ideas. 


1. El recuerdo o la reminiscencia.

Junto a esta alma que se debate entre lo racional irracional (Fedón),se levanta en Platón una teoría mítica de origen órfico-pitagórico acerca de la inmortalidad del alma. Las doctrinas órfico-pitagóricas afirmaban la existencia de dos mundos, el perfecto de la otra vida y el imperfecto de aquí abajo. El alma pertenece al primero, pero en virtud de un original castigo -mito: Los Titanes despedazaron al niño-dios Dionisos, comiéndose su corazón. Zeus los fulminó con rayo y los convirtió en cenizas. De ellas surgió el hombre en dualidad: mortal por las cenizas del castigo, inmortal en cuanto a alma, porque ya habían comido lo divino-; cayó en la cárcel del cuerpo.


La teoría de la reminiscencia expresa la idea de que conocer es recordar y por otro lado, alude a la posibilidad de aprehender las Ideas: antes de venir a este mundo, el alma contempla las Ideas; al unirse al cuerpo -cárcel del alma-, olvida lo conocido en su anterior existencia; pero este conocimiento no desaparece, sino que se conserva. El alma se convierte en recipiente de la memoria, pero de una memoria que nos viene de una vida anterior a aquella de la que ahora somos conscientes. El alma aprendió en el "tiempo eterno", nos dirá en el Menón. Mediante el recuerdo el hombre puede recuperar lo que ya sabía, el ser verdadero de las cosas, las Ideas.

2. La filosofía como impulso erótico.

El objeto del amor (eros) es, según, Platón la belleza. En el Banquete, la filosofía se muestra como amor, especie de "locura divina", que conduce a la captación de la Belleza sí. Este impulso se inicia en lo sensible -cosas bellas-, se dirige hacia lo inteligible -la Belleza en sí.


3. La filosofía como catarsis o purificación.

En su visión órfico-pitagórica Platón contempla alma que ha de purificarse mediante la virtud. Si ésta ha sido excelente tras la muerte se reencarnará. La dignidad de los individuos (hombres, animales y plantas) en los que se reencarne dependerá del esfuerzo realizado y excelencia conseguida en la vida anterior.
En el Fedón la filosofía aparece como catarsis o purificación y como preparación para la muerte. El filósofo sabe que la contemplación directa de las ideas sólo es posible después de la muerte. Mientras permanece en este mundo, su tarea consiste en recordar y en purificarse, es decir, liberarse de lo sensible.

4. La dialéctica.

Platón llama a la dialéctica -método- armonía y viaje. Todos los diálogos son una muestra de lo que es el proceso dialéctico: derribar mediante las adecuadas negaciones las hipótesis que los antagonistas habían asentado como tesis hasta que emerja la verdad, que radica en el lenguaje o sólo en él puede darse.

El dialéctico expresa la posibilidad de liberarnos del mundo subterráneo -mito de la caverna-, donde el camino ascendente conduce desde las sombras hasta el sol -contemplación de la Idea de Bien-. Cuando se ha visto las Ideas, la dialéctica supone estar en posesión de la ciencia que sabe "a través de razonamientos cuáles de los géneros concuerdan con otros, y cuales son incompatibles entre sí " (Sofista).

Cuando el dialéctico está en posesión del conocimiento y recordando el estado de abandono de sus compañeros en la soledad de las tinieblas, debe volver para liberarlos. Aquí empieza la dialéctica descendente. A la luz de las ideas hay que captar el mundo sensible. 


6.- Dualismo antropológico. 

El dualismo platónico es eje de su reflexión filosófica en el ámbito de su ontología al establecer una separación entre el mundo sensible y el mundo de las ideas, y está separación es un reflejo en el orden antropológico. El hombre es un compuesto de cuerpo y alma. 

1.- El cuerpo, cárcel del alma.

En el Fedón,( 82) nos habla de la condición del alma cómo cárcel del cuerpo. La realidad corporal pertenece al mundo sensible, mientras que el alma pertenece al mundo inteligible. Lo propio del alma es el mundo inteligible, por eso, mientras esta encerrada en el cuerpo anhela la separación del cuerpo que solo es posible después de la muerte. La filosofía es una preparación para la muerte (Fedón). Se trata de liberarse de lo sensible, he ahí, la tarea del filósofo.

2. Las tres partes del alma.

En el Fedro (245-247) nos transmite el mito del cochero o auriga, en el que pretende decirnos lo indecible, esa es la función del mito. En este mito es trasunto de la división del alma en distintas funciones: racional, irascible y concupiscente.

En el mito nos describe el auriga que tiene que habérselas con dos caballos que por su propia naturaleza irían en direcciones contrarias. Esto supone un duro esfuerzo por parte del conductor para llevar a buen puerto el carro. Un caballo es bueno por naturaleza, noble se deja llevar de buena gana. Pero el otro caballo es difícil, áspero y tumultuoso. 

Hasta aquí el mito, no se requiere demasiada imaginación para ver en el auriga nuestra parte racional que debe gobernar a la irracional. El caballo bueno representa la parte irascible que si es buena no sabe controlarse, mientras que el caballo malo representa los deseos inmoderados (concupiscentes).

Esta naturaleza tripartita en el Fedón parece que el alma siendo una, tiene diferentes funciones, pero no queda del todo claro si la inmortalidad hay que adjudicarla a la totalidad del alma -parecería que así es- pero no que nada claro.


7.- Ética.

1.- El Sumo Bien como mezcla proporcionada de placer y sabiduría.

En el Filebo,( 61) no cuenta que la vida buena no puede ser ni el placer sólo, pues eso nos asemejaría a los animales, ni la sabiduría sólo, pues eso pertenece a los dioses, sino que debe ser una mezcla de ambos. El Sumo bien sólo puede ser una vida que mezcle placer y sabiduría, pero ¿cuál debe ser la dosis? Proporción, la verdad y la belleza.

2.- La virtud como ordenación entre las partes del alma.

"(..) ¿no es el producir la justicia preparar las partes del alma para que cumplan su cometido, según su naturaleza; y el producir la injusticia atribuir a unas y a otras un gobierno que va contra su naturaleza? "(República, 445).

Mediante la práctica de la virtud se accede al Sumo Bien y, por tanto, a la suprema felicidad; por eso, la virtud es, según Platón, el tesoro más valioso para el hombre .

¿Qué es la virtud? Según Platón es la armonía entre las diferentes partes del alma. Curiosamente, en el plano político volverá a insistir que la Justicia es también la armonía de los diferentes estamentos sociales. Así pues, a la parte racional le corresponde la sabiduría o prudencia; a la parte irascible, la fortaleza (andreia) y a la parte concupiscente la templaza. 

¿Puede aprenderse la virtud? Platón responderá que sí en la línea iniciada por Sócrates. La virtud se identificará con el conocimiento porque sólo ella nos permite saber lo que buscamos y lo que queremos.




La imagen del prisionero expresa el ideal del arte en Platón. Al prisionero del mito se encuentra en el dilema de quedarse con sus compañeros o dirigirse con esfuerzo havia el exterior. Este esfuerzo no puede surgir del exterior, sino de uno mismo. Es una tendencia y un esfuerzo que implica deseo del Bien, de la verdad, de la Justicia, de todas las ideas que duermen en la memoria y que hemos despertad con la reflexión, con el diálogo. La areté puede aprenderse, pero no mirando hacia el exterior, sino hacia un mismo.

8.- Teoría política: el Estado ideal.

1.- La justicia, ideal de la comunidad.

Platón pretende construir un modelo de organización ciudadana basada en la Justicia. La República nos dirá "no hacemos un Estado tratando de que una clase de ciudadanos sea feliz, sino que lo sean todos" (220 c). Por ello son imprescindible algunos requisitos:
a) tener una clara idea de la justicia; 
b) superar la política como expresión de la fuerza, la demagogia o la tiranía de la mayoría; 
c) educar a los ciudadanos, y sobre todo, a los políticos y 
d) esa educación llevará al poder a los más inteligentes y poderosos. 


2.- Niveles de organización del Estado.

Platón establece una correspondencia entre las funciones del alma y la estructura de la sociedad. El orden social (ideal) platónico, supone una regresión del modelo de Polís ateniense. La estructura ideal de su República, supone un orden inmutable: los que dirigen, los guardianes y los artesanos y comerciantes.

Para Platón las tres esferas son necesarias, tienen su propia dignidad. Sin embargo, en la República, se ocupa fundamentalmente de los guardianes y los gobernantes. Para los guardianes (valentía o andreia) se establece un régimen estricto para hombres y mujeres de los que saldrá el rey-filósofo. Como estamos en un reconstrucción ideal, lo guardianes deben ejercitarse en el dominio de los objetos inmateriales, es decir, deben instruirse en el orden dianoético, paso previo para alcanzar la noesis o visión de las Ideas, que le corresponde al dialéctico.
El rey-filósofo que tiene como virtud la sabiduría ha visto las ideas -Justicia, Verdad, Bondad-, es quien debe dirigir los asuntos del Estado. Su fuerza radica en la virtud de la excelencia, de la sabiduría. El rey-filósofo es el pastor que diligentemente dirige como a los prisioneros del mito hacia la luz, aunque no queda claro si debe liberarlos al final del camino.

Platón en Leyes, resitúa su discurso político desde el plano de la razón como instrumento para imponer la justicia a otro plano, ya no estamos en el ágora, sino en la acrópolis, cerca de los dioses, porque la razón es impotente para contener el desorden. Los dioses y no la razón nos salvarán nos dice Platón en Leyes.

¿Y la Justicia? La respuesta que nos da Platón resulta decepcionante. La Justicia, nos dirá, consiste en que cada estamento cumpla con su deber, es decir, los que dirigen deben gobernar para el bien común, los guerreros vigilar la paz interna y externa de la Polis y los comerciantes y artesanos, proporcionar los bienes materiales que son necesarios para el bienestar de todos. La Justicia consiste pues, en no traspasar los límites que a cada uno le corresponde. Quien traspase esos límites le espera en la otra vida penalidades sin cuento (mito de Er).

3.- Las formas de gobierno.

El régimen correcto es el que corresponde a la monarquía cuando se encarna en el hombre virtuoso, cuando son muchos, aristocracia. Sin embargo, estos modelos ideales degeneran, así surgen la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía. Se verá que estas formas de gobierno o regímenes corresponde en el plano individual a las funciones del alma. 



Bibliografía:

VV.AA.- Historia de la filosofía a partir de los textos. ed.Edelvives, Zaragoza, 1988