Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Serie Wallander. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Serie Wallander. Mostrar tots els missatges

dilluns, 10 de maig del 2010

La barbarie siempre tiene forma humana


La nueva entrega de Henning Mankell y su detective Wallander, titulada “La pista falsa” se adentran en esta nueva historia en un grado más de barbarie y crueldad.

Las historias se entrecruzan entre las vidas de la alta sociedad sueca y los bajos fondos. Los extremos se tocan. Las muertes violentas de un ex ministro de justicia, Wetterstedt, la de un marchante de obras de arte, Arne Carlman, la de un delincuente de poca sustancia, llamado Björn Fredman, y la de un personaje Ake Liljendren, dedicado al mundo de los negocios, llevan a Wallander y a su equipo a situaciones límite.

Además, el suicidio en un campo de colza de una joven cuyo nombre descubrirán: Dolores María Santana, ante la impotencia de Wallander para salvarla, hace que reflexione sobre la vida y la muerte. ¿Cómo es posible que alguien con toda la vida por delante acabe con su vida? “Vivo en un mundo donde los jóvenes se quitan la vida porque no la soportan”. “Si voy a seguir siendo policía tengo que entender el porqué”.(pág.68)

El modus operandi del asesino en serie parece sacado de un película de serie B americana. ¿Es posible que ese “modus operandi” sea un pista falsa? Una forma de llevarnos lejos del verdadero culpable? Wallander sufre ante esa posibilidad. A medida que los muertos se van acumulando y las pistas parecen que retratan a unos personajes oscuros y con secretos inconfesables las posibilidades se hacen cada vez más débiles e inconsistentes.

La aparición de un asesino en serie lleva a Wallander a buscar pistas en todas las direcciones. Los problemas domésticos siguen sus propias dinámicas. Un padre cada vez más viejo, un hija que no sabe qué dirección imprimir  su vida y una relación difícil que se ve agravada por la distancia hacen que Wallander se sitúe siempre al borde un ataque de nervios.

Wallander reflexiona como en la plácida Suecia pueda ocurrir algo semejante. Mankell/Wallander dibuja un mapa sociológico: “Pero en alguna parte durante los años cincuenta hay una línea divisoria.Es invisible, pero está ahí. Había meios ilimitados para construir y acabar con los restos de la pobreza. Y al mismo tiempo se produjo un cambio en la vida política. Los políticos se convirtieron en profesionales. Ambiciosos profesionales. Antes, el idealismo había sido el elemento dominante de la vida política. Entonces ese idealismo empezó a diluirse” (pág.237)

Wallander utiliza a todos los efectivos de la policía para rastrear cualquier posible indicio acerca de la identidad de un asesino que utiliza una violencia extrema. En esas acciones hay algo personal. A lo largo de la historia nos enteramos de las motivaciones del asesino.



Las conexiones van apareciendo y se va percibiendo que existe una trama de trata de blancas. Víctimas colaterales aparecen para dar pie en esa dirección. Wallander presiente que los asesinatos tienen algo que ver con todo ello, pero no sabe aún cómo. Estamos mal acostumbrados por las películas a descubrir a los asesinos desde el primer momento. Pero la acción policial empieza precisamente cuando el asesino ya no se encuentra en el escenario del crimen.
El asesino ha dejado huellas, saben que es la misma persona que ha ido asesinado dejando su sello personal. Tarde o temprano encontraran un hilo de Ariadna que los conducirán al asesino sin rostro. Mientras Wallander interroga a  los familiares de la tercera víctima siente un malestar que no logra retener. La familia del asesinado es un reflejo que la sociedad sueca no es lo que aparece ser, una sociedad modélica. Una madre alcoholizada,  un hijo mayor que contesta con precisión a las preguntas del policía acerca de quien podría ser el asesino que ha matado al cabeza de familia. Un niño pequeño cuyos ojos refleja miedo y una hermana que no siempre está de viaje.

“Se preguntó con desconsuelo en qué mundo estaba viviendo. (..). Las ilusiones que se habían forjado resultaban sumergidos en una época que se podría llamar el tiempo de los fracasos. Las ilusiones que se habían forjado resultaron ser menos sólidas de lo esperado. Creían edificar una casa y lo que hacían en realidad era erigir un monumento sobre alfo ya pasado y casi olvidado. Suecia se derrumbaba alrededor de él, como un sistema político de estantes gigantes que se vinieran abajo. Nadie sabía quiénes serían los carpinteros que estaban en el recibidor esperando entrar para colocar las nuevas estanterías. Tampoco sabía nadie cómo serían éstas.(…) La gente joven se suicidaba, o al menos intentaba hacerlo. (…) Las viviendas eran escondites más que hogares acogedores. Y los policías estaban callados esperando el momento en el que vigilasen sus celdas de arrestos unos hombres con otros uniformes, los hombres de las empresas privadas de seguridad” (pág.295-6)

Wallander siente la fragilidad de los jóvenes cuando tiene que presenciar un suicidio atroz y además una de las hijas de uno de los asesinados intenta suicidarse. El mundo esta cambiando y Suecia con ella. Esos cambios no le gustan porque no entiende como es posible todo lo que esta pasando a su alrededor.

Acabo, la literatura tiene la ventaja de que puedes inventar una realidad atroz en un mundo perfecto. Y al revés, puedes inventar una realidad perfecta en un mundo imperfecto como es el nuestro. No explico el desenlace. Las pistas acabarán llevándole a una dirección que Wallander no quería ver. Por supuesto, la realidad supera siempre a la ficción. Por ello, Mankell tiene espacio para reflexionar sobre la condición humana y las instituciones sociales que hacen que nuestras sociedades sean habitables. Wallander se plantea cómo podría ser una policía que en vez de esta al servicio de la sociedad estuviera al servicio de empresas cuyo objetivo sería la rentabilidad. 

dilluns, 26 d’abril del 2010

El hombre sonriente.


La novela de Mankell  titulada “El hombre sonriente” aborda una nueva temática. ¿Qué tipo de personas hay detrás de las grandes corporaciones? En esta nueva entrega Wallander  se enfrenta a un nuevo tipo de criminal. Éste ya no es el clásico delincuente si no que estamos delante de una tipología nueva. Aquel que tiene poder y cree que pueda hacer cualquier cosa porque está por encima de toda sospecha.

El punto de arranque de la novela es la muerte de un abogado, Gustatf Torstensson. En la investigación preliminar se determina que ha sido un accidente. Wallander que ha pasado por un infierno personal debido a los acontecimientos provocados por su anterior investigación en la que tuvo que hacer frente a un asesino implacable y, para defender su vida, tuvo que matar. Éste hecho lo llevó a una profunda depresión pensando seriamente en dejar la policía.

En las playas de Jutlandia, en Skagen, intentando asimilar su experiencia traumática, es abordado por el hijo del abogado muerto aparentemente en accidente, Sten Torstensson, que conocía a Wallander. Le confiesa sus dudas acerca de ese accidente. Tiene el presentimiento de que detrás de ese accidente haya algo más pero no tiene ni certezas ni pruebas. De la conversación que tienen detecta miedo.

Cuando Wallander se reincorpora a la policía y se ve inmerso en la  investigación del presunto accidente del padre  de Sten Torstensson. Poco después es asesinado Sten  en su despacho de un tiro en la cabeza. A partir de aquí, empieza a pensar en la conexión entre el accidente el padre y el asesinato del hijo. Reconoce el lugar del accidente y descubre accidentalmente la pata de una silla. A partir de ahí, toma conciencia de que el presunto accidente no era tal.





Las pesquisas llevan a una conclusión: la causa de la muerte del padre y el hijo tienen que ver con su actividad profesional. Gustatf Torstensson tenía como cliente exclusivo a un magnate de la industria, Alfred Harderberg. Es a partir de aquí que Wallander intentará establecer nexos de conexión entre estas muertes y el magnate. Este vive en el castillo de Farnholm. El magnate atiende a sus negocios por todo el mundo. La economía global hace que los negocios, las oportunidades se encuentran en cualquier parte del mundo. Por ello necesita estar en permanente movimiento. Wallander llama al castillo para concertar una entrevista con el magnate.

La visita finalmente se realiza y en medio de la entrevista Wallander entrever la posibilidad que el culpable de esas muertes sea quien tiene delante a pesar de la falta de pruebas. La sonrisa que exhibe el magnate le parece un a Wallander un signo de culpabilidad  y por ello tratará por todos los medios que esa sonrisa se le borre de la cara.

La investigación adquiere unos perfiles borrosos, las pruebas son poco claras, se rastrea cualquier conexión entre el despacho de abogados y Alfred Harderberg. El jefe de Wallander, Björk, así como el fiscal, le piden que vaya con cuidado, pues, delante tienen a un prohombre de las finanzas suecas. En una de las entrevistas a la antigua secretaria de los abogados asesinados la señora Dunér, Wallander descubre una mina en el jardín de la señora Dunér. El listín telefónico será la prueba que confirma que han puesto una bomba. La inquietud se adueña de la investigación. Además Wallander y Ann-Britt Hölglund son vigilados por un coche mercedes cuando acuden a una entrevista para seguir una de las pistas. En ella aparece el nombre de Lars Borman, que había aparecido en la investigación. Sin embargo, éste había muerto, oficialmente se había suicidado. Era auditor de cuentas y había investigado un desfalco en la administración. Wallander tiene la convicción que todos cabos sueltos de la investigación debían tener su origen en el castillo de Farnholm y a Alfred Harderberg quien los movía.

¿Por qué alguien  que  tiene poder económico y social puede ser el instigador de los asesinatos?  Los hechos, excepto, la muerte de Gustatf Torstensson, Harderberg se hallaba fuera del país. ¿Podía ser alguien ajeno al castillo? Wallander creía que no. Había que seguir buscando, pero el tiempo para investigar se estaba acabando.

Logran introducir a alguien en el castillo. Y esa voz dará una señal que marca el principio del fin para la investigación. En el castillo se preparan las maletas para marcharse. Wallander lo interpreta como un signo más que van por la buena dirección. No voy a seguir contando lo que sucede.

Finalizo, Henning Mankell es un escrito que utilizando un género literario, la novela negra, va más allá de ella, para hacer un análisis de su sociedad, la sueca, y por extensión, nuestra sociedad. Sus radiografías son una buena muestra de lo que le sucede, de las paradojas a las que se enfrentan, de los dilemas morales en los que se ven envueltos los protagonistas, especialmente, Wallander, hacen de Mankell un autor de primer orden. Además, son aditivos, por ello conviene atenerse a las consecuencias, si empiezas, después no vale quejarse de que no hay manera de dejarlo. ¡Quién avisa no es traidor!

dilluns, 19 d’abril del 2010

Wallander y el enigma Sudafricano


¿Qué relación existe entre el asesinato de una agente inmobiliaria, la aparición de un asesino profesional negro y la ominosa  aparición de un auténtico agente de la guerra fría?

La respuesta a estas cuestiones son las que trata de desentrañar la novela de Henning  Mankell “La leona blanca”. La novela adquiere perfiles internacionales e indaga sobre el final del régimen racista de Sudafrica al final del mandato de F. De Klerk y la necesaria transición de poder desde la minoría blanca a la mayoría negra de N.Mandela.

La novela es extensa e intensa. Wallander será un peón más en una conspiración tramada en Sudáfrica por blancos que no quieren perder el poder absoluto. Traman un golpe que de acabar con éxito supondría un baño de sangre y una escisión insuperable entre negros y blancos. Y es que desde la perspectiva de estos boers fanáticos la lógica es sencilla: cuanto peor, mejor.

¿Qué tiene que ver todo esto con Ystad (Suecia)?  La novela se desarrolla en paralelo entre Ystad y Ciudad del Cabo, así como otras ciudades sudafricanas, la conexión se llama Victor Mabasha. Éste lleva de cicerone en Suecia a unos de los personajes antológicos de la novela,  Anatoli Konovalenko. Éste es un fósil de la guerra fría que tiene como radiante porvenir afincarse en la Sudáfrica racista.Y es que los extremos se tocan. Del paraíso soviético al jardín sudafricano. Para ello está conectado en Jan Kleyn que es miembro de los servicios secretos de Sudáfrica y principal cabecilla de la conspiración que ha puesto en marcha.


Todos tenemos nuestros secretos. También Jan Kleyn. Se llama Miranda. Es negra. Y la Sudáfrica del apartheid es delito los matrimonios mixtos. Para Jan Kleyn es una pasión que se queda encerrada entre cuatro paredes. No sabe que Miranda lo odia hasta la médula. Esa es la debilidad del apartheid. Los blancos lo toman como sumisión, pero ésta atiza una pasión profunda contra ese sistema que embrutece a los blancos y deja a los negros en las puertas de servicio de cada vivienda de los blancos. Son invisibles en su propio país. La grandeza de N.Mandela fue pedir un gesto de generosidad sin precedentes. Para Mandela Sudáfrica es lo suficientemente grande para que convivan blancos y negros. No hubo revancha como algunos temían, la revolución que se llevo a cabo fue de índole democrática.  El gesto de reconciliación entre Mandela y De Klerk , entre negros y blancos, sello la posibilidad de una transición políticos sin precedentes.

En toda trama siempre aparecen víctimas colaterales y en esta novela no faltas. La primera se llamaba Louise Ǻkerblom. Su asesinato será el punto de partida para que Wallander vaya adentrándose en un mundo cada vez más violento e incomprensible.

A medida que investigan la desaparición de Louise parece que no hay pistas a seguir, pero la casualidad, quiso que accidentalmente fuese encontrada en un pozo con un tiro en la frente. Es evidente que la desafortunada Louise se encontró en el lugar inadecuado y en el momento más inoportuno. El asesino que la mato podía haberse ahorrado el trabajo, pero no quería ningún cabo suelto. Así que decidió por lo seguro, matar. Konovalenko es el artífice de un reguero de muertes, entre ellos a policías, a su pupilo Víctor.
Los planes de Sudáfrica llevan su curso y se espera lo mismo en Suecia, por ello Konovalenko quiere impresionar a Jan Kleyn. Le miente diciendo que todo va bien, pero las cosas se le van de las manos. Víctor no da la talla a pesar de ser un asesino a sueldo. Su muerte supondrá la aparición de un nuevo sustituto Sikosi Tsiki. Suecia es el escenario del entrenamiento para atentar en Sudáfrica. Wallander avanza en sus investigaciones y está llegando a la figura ominosa de Konovalenko.

Wallander descubre la casa franca donde ha huido del  anterior cerco policial. En la persecución Wallander tendrá que sobrevivir a su prueba de fuego. En medio de la niebla y dentro de un campo cercano al mar, tendrá que hacer uso de las armas para poder salvar su vida. Mata al socio de Konovalenko.  Éste ya había preparado diferentes escenarios alternativos para salir airoso, secuestra a la hija de Wallander, Linda. La mujer de Rykoff, Tania, logra que puede escaparse de lo que sabe una muerte segura, pero su acción le costará la muerte a manos de Konovalenko que se ensaña con ella.  Hay persecuciones y carreras y finalmente Konovalenko se estrella con su coche que se incendia y muere abrasado.

El asesino sudafricano logra escapar hacia Sudáfrica, la suerte y la negligencia de la policía logra alcanzar su objetivo. El día previsto está en posición de tiro para acabar con cualquier esperanza entre negros y blancos. Sin embargo, la policía sudafricana logra dar con el asesino desbaratando en el último instante la catástrofe.

En fin, una novela que va más allá de la literatura, pues, su mensaje es de esperanza: la reconciliación es posible. La vida en común es necesaria y puede llevarse a cabo a pesar de una historia que hacía presagiar desastres, la sociedad liderada por políticos que tuvieron el coraje de mirar hacia el futuro y no al pasado pudieron construir los puentes necesarios para pasar de una sociedad basada en el apartheid a otra sociedad democrática donde todos sin excepción son necesarios.