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dimecres, 6 de febrer del 2019

¿La cara espejo del alma?


Legado de  Pablo Bosch. Anónimo  (1450)

El cuadro legado por Pablo Bosch al Museo del Prado, nos ofrece una imagen insólita. El martirio de San Vicente. La escena parece de un grupo de tranquilos pescadores, pero en realidad, los verdugos tratan de ahogar al santo. Lo extraordinario del cuadro es la imagen que ofrecen sus rostros. Unas caras angelicales en medio de una acción demoníaca. En el cuadro, la aureola del santo es la única señal que marca la diferencia entre el santo y sus verdugos. Nada delata en sus caras, ni odio, ni ensañamiento, desprecio. Unas caras inocentes, también pueden ser heraldos del mal.

Juan de Juanes (1507-1579)

El lienzo de Juan de Juanes, es en el momento de la conducción de San Esteban al suplicio. En este cuadro sí hay unos rostros que quieren expresar ese odio y animadversión contra el santo. Las expresiones son un buen ejemplo de lo que quiere expresar el pintor. En medio de estas figuras con las bocas abiertas y los ojos  enloquecidos, aparecen dos figuras cuyas caras son el contraste de la santidad. El santo se reconoce con la aureola, aquí esbozada, suficiente para comprender que es él el centro de esas miradas airadas. En el centro de la imagen, otra cara es la de Saulo o san Pablo antes de su conversión. Su mirada es serena, como si estuviese sopesando que Esteban gozarán en la otra vida de una vida de bienaventuranzas.

¿La cara es el reflejo del alma? Si en el primer cuadro, no hay señales de maldad en esas caras, son  las acciones que realizan -ahogarlo con una piedra al cuello-, sin gesticulaciones ni alardes fisiognómicos, el segundo, es un ejemplo de lo contrario, la maldad se expresa en las caras, el alma sórdida de los verdugos, tiene su correlato externo en la cara. Hoy, a pesar de múltiples esfuerzos por detectar la maldad, no hay manera de determinarla a priori. Ninguna cara nos dice nada de sus intenciones. No vivimos en el experimento del Minority Report, tampoco en la obsesión por detectar malvados o supuestos genes asesinos.

Precisamente porque no podemos detectar el mal, sólo a posteriori, es posible imaginar que esa cara que vemos tenía en sus rasgos la semilla de la maldad humana. Así, al delincuente, se le hace pasar por las fotografías que hemos visto en las películas policíacas. Nuestras mentes son muy hábiles para reconstruir perfiles imaginarios sobre lo que corresponda. Estas líneas, tienen que ver con la lectura de Sánchez Ferlosio, Ensayos 1*,  (pág.70-71), en el que plantea la cuestión de la predestinación. Cuestión crucial en los albores de la modernidad y que supuso en enfrentamiento entre la Reforma y Contrarreforma, a propósito de la salvación.

Dice Sánchez Ferlosio: "Acaso un día se venga a descubrir que las "facciones de criminal nato" son el producto preciso de una manera especial de dirigir los focos y apuntar la cámara que por instinto aprenden los fotógrafos de la policía" (pág.71). La afirmación del autor no deja de ser inquietante y nos transportaría a un mundo orwelliano, lleno de posibilidades insospechadas hasta ahora.

* Rafael Sánchez Ferlosio, Altos estudios eclesiásticos. Ensayos 1, Debolsillo, Barcelona, 2018.