diumenge, 22 de març del 2009

La inflexión posmoderna: ¿Desprogramados?

Seguimos a vueltas con el capítulo segundo del libro de Ruiz de Samaniego: La inflexión posmoderna: los márgenes de la modernidad

1.- A la pregunta: ¿qué era ser moderno? La respuesta era tener un proyecto que en términos sociales aspiraba a ser omnicomprensiva y universal. Estás aspiraciones nacen en la Ilustración y ahora, la posmodernidad trata de anuncia su final al denunciar su carácter mítico, narrativo o como le gusta decir a Lyotard “metarrelatos”. La aspiración ilustrada suponía un progreso lineal e infinito donde el avance de la ciencia se daría la mano con el deseo de emancipación en el orden sociopolítico y el control de la naturaleza.

2.- Ahora, lo posmoderno puede hacer balance de lo que supuso ese proyecto ilustrado. Su denuncia tiene un aire extraño de fastidio ante el presente. No es un “radiante porvenir”, pues, los pecados capitales de la modernidad son entre otros el haberse constituido en una “Historia Universal” cuyo centro era Europa y por extensión Occidente, dando lugar a la acusación pueril de “eurocentrismo”, acusación que Derrida describe como “idealidad absoluta del telos liberal” al estar sustentada en la aspiración imperial, democrática y economicista.

3.- Esta “Historia Universal” se cumple a través de la globalización mediante el triunfo de lo económico frente a lo político. No hay espacio, denuncian al modo de Jeremías, sobre los efectos catastróficos y perversos, para la Naturaleza y lo Inconsciente. La modernidad aspiraba a colonizar todos los órdenes de la vida. Los posmodernos creen que esta colonización es intolerable.

4.- Los posmodernos rechazan el telos liberal para reivindicar un presente perpetuo. Este presente sin espesor, este instantaneismo supone vaciar la memoria tanto individual como colectiva. Sin embargo, a pesar de esos anuncios apocalípticos, basta mirar lo que se hace en la historiografía contemporánea para darnos cuenta que la memoria no desaparecerá.

5.- La sociedad posmoderna, la ”sociedad líquida” (Z.Bauman) ha pasado del objeto a lo virtual, del símbolo al icono. La verdad de la etapa sólida se desliza hacia la simulación o verosimilitud. Los posmodernos ven signos de todo orden acerca de esa realidad que está “despresurizado” (Baudrillard) a Occidente. La ficción se pone como criterio de certeza. No hay diferencia entre los hechos y los testimonios, pues, no existe un criterio válido para ello.

6.- Se denuncia que el consumismo es la única ideología compatible con el moderno de globalización. La sociedad ,denuncian los apóstoles de la posmodernidad, se ha convertido en la sociedad del espectáculo (G.Debord), una relación social entre individuos totalmente mediada por las imágenes. Los objetos se convierten en efímeros signos de una realidad que se quiere virtual. Si los objetos se hacen virtuales, los sujetos que los compran se vuelven transparentes. Las identidades sociales se deshacen como las identidades individuales. Si tuviéramos que hacer caso de esta descripción –una narración más-, parecería que estamos tocando fondo, pero, si estamos en la sociedad del espectáculo, no vale el final, pues, eso sería un fraude, sino que la performance debe continuar, por eso la posmodernidad celebra lo cómico.

7.- ¿Nuestra sociedad es cómica? No creo que los agentes sociales puedan pensar que están representando una astracanada. Cierto que la posmodernidad se burla del sentimiento trágico y serio de la etapa moderna, ahora lo que parece prevalecer es lo desenfadado. Pero el presente tiene un aspecto que no puede tomarse a broma, ¿qué pensarían los cientos de miles de parados que tiene que dejar sus empleos?

8.- La lógica del capital parece incompatible con el orden político de la representatividad. La sociedad pierde peso frente a poderes que escapan al orden democrático. EL Estado pierde las coordenadas que antaño eran sus señas de identidad. Y frente a su pérdida de peso, se ve en la necesidad de sobreactuar en el orden doméstico. Por ejemplo, estableciendo normas que restringen derechos –ley de extranjería-.


9.- Si la lógica del capital implica la des-estatalización, como expresión de paralelismo, el Estado des-regula el Estado de bienestar. Estos procesos de desregulación han supuesto la ruptura de toda clase de solidaridades en el tejido social. Se asiste a la proliferación de un orden “etnitización de lo nacional” (Slavoj Zizck). Según Ruiz de Samaniego, no estamos ante un fenómeno premoderno cuanto como reacción contra la dimensión universal del mercado mundial.

10.- ¿Qué hacer en este nuevo contexto posmoderno? Como apunta nuestro autor, “las acciones emancipadoras ya no pueden estar enfocadas hacia el cambio de un único centro dominante (...), sino que deben llevarse a cabo en todas las esferas de la sociedad, incluida, ahora más que nunca, la vida cotidiana”.

11.- Vivimos, pues, momentos de dispersión y confusión, de desregulaciones en el trabajo y la vida, en la política y la economía , y ello supone que vivimos en “un mundo vivido angustiosamente como riesgo”. ¿Qué mantiene la ilusión de un mundo multi(todo)? La respuesta es la fetichización del dinero. El dinero nos diferencia, provocando la aparición de nuevas patologías sociales, por ejemplo, la aparofobia. Ésta se expresa en el miedo al pobre. El cortejo de rechazo y exclusión social van de la mano.

12.- La posmodernidad, parece, haber decretado “el eclipse de la fraternidad” (Antoni Doménech). La metáfora de la ciudad de Los Ángeles para adecuada para los tiempos que corren. La ciudad no está pensada para los habitantes de ella, sino de los coches que la atraviesan. Sus avenidas interminables, sus barrios residenciales y marginales, respiran una aire inhóspito, y expresan una atmósfera de riesgo.


13.- La seducción de Los Ángeles o Las Vegas, tiene que ver con la ilusión, con una realidad que aspira a convertirse en simulacro (Baudrillard), la posmodernidad , aspira al espectáculo, a la performance perpetua. Tecnología y mano de obra emigrante se dan la mano para la apoteosis del consumo. Nada más expresivo que Las Vegas, donde millones de personas aterrizan en medio del desierto en busca del “El Dorado” que como dice la canción, no es más que el nombre de un champú. Ese “El Dorado” que se identifica con los casinos y sus juegos de azar. La aspiración es una ilusión, convertirse en millonario. Verdad y realidad, sueño y ficción se dan la mano hasta que el dinero y el tiempo nos hace despertar de esa realidad ilusoria.

14.- Decía R.Rorty, que el juego florido es válido para los discursos narrativos de orden filosófico, donde el filósofo puede explicarnos –redescribirnos-, lo que le parezca pertinente, por ejemplo, el lenguaje de un Derrida, Baudrillard, incluso, de un R.Rorty, pero que esas mismas afirmaciones en el orden público –político-, pueden llegar a ser escandalosos, cuando no obsceno. Por ejemplo, las narraciones de Primo Levi, ¿pueden colocarse a la misma altura de una novela donde el autor explica desde su imaginación lo que su personaje de ficción “vivió” en los campos de concentración? (Las benévolas, de Jonathan Littell).



15.- Lo sólido deja paso a lo líquido (Z.Baumant). Lo fragmentario, lo caleidoscópico se hace presente, la ideología se vuelve humo, que no sabe si es del humo después de un atentado terrorista (Torres Gemelas, Atocha). Los individuos se siente a la intemperie. Es la expresión que aparece en Matrix: “bienvenidos al desierto de lo real”. Se necesita volver a reconstruir un futuro en el que la persona de carne y hueso vuelva a recuperar el ámbito de la política, y para ello es necesario recuperar la idea de solidaridad, de fraternidad, de una ética de la hospitalidad (D.Innerarty) que nos permita afrontar los extraordinarios retos que tenemos por delante.

diumenge, 1 de març del 2009

La inflexión posmoderna: Aprendiendo de Las Vegas (I)


El texto de referencia para nuestra reflexión es el libro de Alberto Ruiz de Samaniego con el título: La inflexión posmoderna: los márgenes de la modernidad, col. Akal-Hipecu nº 60. Ed.Akal, Madrid,2004.

El primer apartado que quisiera comentar lleva el título de “Aprendiendo de las Vegas”. El título que recoge el manifiesto de la década de los sesenta realizado por Robert Venturi y colaboradores.

La primera idea fuerza es la disyuntiva entre modernidad y posmodernidad. A.Rimbaud (1854-1891) proclamaba: “Hay que ser absolutamente moderno”. Mientras que R.Barthes en 1977 afirmaba: “De repente me resulta indiferente no ser moderno). Ser moderno significaba estar por los valores ilustrados de libertad, progreso y utopía. Este modelo según los posmodernos ya ha pasado de moda. El posmoderno es un moderno desengañado que asume con deportividad que no puede culminarse el modelo iniciado por la Ilustración (s.XVIII). La posmodernidad pone en cuestión todo aquello que la modernidad prometía transformar. De una sociedad organizada para la producción y blindada contra los bandazos del azar, a través de la asistencia asegurada mediante el Estado de bienestar, se asiste a una nueva etapa en el que aparece como agotado dicho modelo y se ha filtrado un nuevo modelo que está por definir, pero que a falta de momento de otro mejor, se ha denominado posmodernidad.

El complejo de viviendas Pruit-Igoe
(modelo de arquitectura moderna)

La posmodernidad le gusta el detalle preciso, así cree que se puede datar su aparición, al menos en el ámbito de la arquitectura, “el 15 de julio de 1972 a las 15h 32’, cuando fue demolido el complejo de viviendas Pruit-Igoe en San Luis (Misuri, EE.UU), construido según el principio de la “máquina para habitar””.


Esa posmodernidad, mientras cae un edificio de viviendas para pobres - que como ha relatado con vigor R.Sennett en su obra “El respeto” aspiraba al reconocimiento social y a una ascensión social desde la meritocracia que en buena medida se logró-, se levantaba el Manifiesto del que hemos citado más arriba. El Manifiesto reclama frente a una arquitectura funcional, un “eclecticismo desprejuiciado” que se expresa en la ciudad de Las Vegas.

La fotografía expresa ese pastiche típico de la posmodernidad

¿Por qué esa polémica académica? En el orden arquitectónico está la arquitectura moderna que tuvo que asumir un reto sin precedentes y es dar vivienda a un volumen de gente que se arracimaban en las grandes ciudades industriales, reto que en buena medida se alcanzó. ¿El precio? Las viviendas pretendía una funcionalidad que cumplieron con creces. Venturi, el ideólogo de la posmodernidad en el ámbito de la arquitectura desvela su objetivo: “construir para los hombres y no para el Hombre”.

Según el crítico de arte Robert Hughes la posmodernidad hay que situarla cuando el rato Mickey Mouse da la mano Leopold Stokowki en la película Fantasía de Walt Disney en 1940. Donde ficción y realidad se fusionan.

Sede de Disney
(Arquitectura pastiche)
En arquitectura, “los valores funcionales han sido sustituidos por una tecnocracia del espectáculo sujeta a unos paradigmas economicistas que operan, controlan y diseñan el espacio de la ciudad”.

Modelo de arquitectura posmoderna
(Proyecto en construcción, Dubai)

En el ámbito de la arquitectura ha dado lugar a controversias interesantes como la surgida a raíz de la Bienal de Venecia de 1980, donde Jencks era el responsable de arquitectura. La exposición y sus criterios llevaron a J.Habermas a una polémica acerca de la modernidad y la condición posmoderna. Habermas que pasa por ser el ideólogo de la modernidad o al menos su defensor más representativo, lleva a cabo una defensa cerrada de la función de la arquitectura moderna frente a los ataques de los representantes de la posmodernidad.

Modelo de posmodernidad
(El edificio LaSalle SIA Art College de Singapur)

El término posmoderno, nace en el ámbito de la estética y se extiende con rapidez a otros ámbitos de la cultura. La posmodernidad es una creación norteamericana que ha traspasado fronteras y tiene hoy un alcance global. Lo cultural ha difuminado lo ideológico y se ha mimetizado con el orden económico. Lo posmoderno “es el matrimonio planetario de estética y economía” .

dimarts, 17 de febrer del 2009

Hospitalidad inhóspita. Conclusiones


1.- Las certidumbres de la era industrial –Estado de bienestar-, es sustituido por un horizonte de “precariedad”. En esta nueva etapa “sociedad líquida” (Z.Bauman) aparece un nuevo fenómeno de carácter estructural: la exclusión social.
2.- ¿Cómo combatir la exclusión social? Para combatirla es necesario reconstruir la solidaridad social y ampliar nuestra comprensión de los derechos sociales hacia una nueva “ética de la hospitalidad” (.D.Innerarity).
3.- La exclusión social hay que tratarla desde una lógica de la “inclusión social”. Ésta supone la necesidad de reformular la relación entre la economía y la política. El Estado de bienestar suponía que la redistribución de renta era consecuencia de un modelo de aseguramiento y solidaridad.
4.- Este modelo en la “sociedad líquida” es la que está en cuestión. La aseguración se ha desvinculado de esa solidaridad mecánica. En esta situación la lógica individualista prima sobre cualquier idea de solidaridad.
5.- Para forjar esa “ética de la hospitalidad” que suponga la “inclusión social” es necesario reivindicar el trabajo como concepto central. El trabajo permite reafirmar la autonomía personal y la integración social. La política debería forjar vínculos sociales para fortalecer esa dimensión solidaria.
6.- El problema de esa dimensión solidaria, requiere explicitar las diferencias entre los individuos y de ahí la necesidad de configurar un nuevo “contrato social”. Frente al “velo de la ignorancia” (J.Rawls) aparece la idea de reivindicar la diferencia aceptando la desigualdad.
7.- Las diferencias y las desigualdades en “la etapa sólida” (Z.Bauman) o industrial eran entendidas en términos de clase –económica-. Sin embargo, en esta fase líquida los factores son de índole cultural.
8.- En el ámbito económico y el político no debe haber tal abismo para establecer nexos de unión. El Estado ha cegado esta unión y debería reintroducir al individuo en lo “social y colectivo”.
9.- Hace una crítica de la “renta básica” o “indemnización universal” porque oscurece precisamente esa relación entre lo social y lo económico. En este modelo el asegurado podría cultivar su mundo privado –diferencias-, sin preocuparse de los demás –dimensión social-.

10.- La solución a la inserción no es más aseguramiento, sino más solidaridad a través del trabajo –actividad social-, lo que permitiría “configurar los derechos sociales bajo la forma de derechos de ciudadanía”.

divendres, 13 de febrer del 2009

Hospitalidad inhóspita (y V)

D. Política y economía.
El tema central de esta última entrega es la relación complicada y deficiente a juicio de D.Innerarity existe entre ambas esferas. La existencia de un horizonte de precariedad hace que se “ rompen los vínculos sociales, como la lealtad, la responsabilidad o la cohesión”. La precariedad se ha instalado en el horizonte laboral y existencial. Existe una separación entre el desarrollo económico y el desarrollo social. Este proceso es el que actualmente está en el centro de la crisis actual y de ahí las dificultades para encontrar recetas para salir de esta situación.
En la actualidad se tiene la certidumbre que la política está al servicio de la economía, lo social al servicio del beneficio económico, pero”no puede ser tan grande la distancia entre el consumidor individual que busca el máximo de satisfacciones y el ciudadano consciente de sus responsabilidades en materia de cohesión social y de protección de la naturaleza”. Entre el agente egoísta de la economía y el ciudadano virtuoso, debe existir un nexo común, lo que llama “una dimensión societaria”. El problema de este nexo está en unas fronteras aparentemente insalvables. Piensa que mientras las barreras “del estado y la sociedad, entre lo público y lo privado” estén cerradas o incomunicadas seguiremos en la dinámica de un estado encargado de aplicar ciegamente una solidaridad mecánica y ciega al componente cívico.
“La otra frontera que debe relativizarse es la que separa la esfera económica de la social. Acabamos pensando que los salarios, los precios, los beneficios, los impuestos y las cotizaciones no tienen nada que ver con las relaciones sociales”. El divorcio entre economía y sociedad está en buena medida cegado por la función del Estado.Su función debería pasar por reintroducir al individuo en lo “social y colectivo”. El Estado debe tener objetivos y según D.Innerarity este es la inserción del individuo en las esfera del trabajo que abarca las esfera de lo social y económico.
Unos de los aspectos más sugestivos del texto es su crítica a la renta básica y la indemnización universal que según él, “reposan sobre una ocultación de la realidad social. Se naturaliza el paro, en vez de politizarlo.”. Piensa que este modelo podría subsistir dentro de la lógica economicista sin que repercutiese en su dimensión ciudadana. Unos ciudadanos que cultivarían sus propias preferencias sin tener que preocuparse por los demás, conduciría, viene a decirnos, en una sociedad más aislada y atomizada la solidaridad.
Se plantea la siguiente cuestión: “¿cómo pasar de una sociedad de indemnización a una sociedad de inserción? La respuesta se ha apuntado hace un momento. La reintroducción del individuo a la esfera del trabajo permitiría “configurar los derechos sociales bajo la forma de derechos de ciudadanía”.

dimarts, 10 de febrer del 2009

La hospitalidad inhóspita (IV)

C. La nueva equidad.

El presente apartado aborda una interesante diálogo entre D. Innerarity
y John Rawls. El diálogo empieza con la acusación de que el estado providencia partía de la idea de justicia como aseguramiento para todos. Lo social era entendido como riesgo frente a las eventualidades de la vida moderna. Pero esta manera de ver las cosas, según Innerarity, se fundaba en lo que Rawls llamaba “velo de la ignorancia” – Victoria Camps, en su libro “La imaginación ética” nos habla con claridad sobre el tema-. Pero este velo, viene a decir su interlocutor, ha sido desvelado, pues, se pregunta: “¿qué pasa cuando se sabe quienes son los ricos y los pobres?”.

Las diferencias en Rawls sólo eran admisibles si “pueden beneficiar a los más desfavorecidos”, supone “el desconocimiento de los destinatarios”. La desigualdad social de nuestras sociedades no es producto, según Innerarity, de la división de clases, sino “ de factores de edad o formación”. Los procesos de exclusión que afectan a grupos sociales extensos, hacen que la globalización o mundalización se vean con agentes disolventes de la solidaridad. Piensa Innerarity que la visión de Rawls de la justicia está vacía de virtudes políticas y se asemeja más a un “proceso lógico y mecánico”.

La respuesta a Rawls de Innerarity es la necesidad de profundizar y diferenciar “a los individuos, político y circunstancial”. La gestión de los conflictos –es decir, la política-, requiere consensos “sobre las categorías de lo justo y lo injusto” que va más allá de la igualdad mecánica que propugna Rawls.


Al decir de Innerarity, Rawls prefiere una solidaridad puramente mecánica –procedimental- a la necesidad de una “dimensión voluntaria”. “El velo de la ignorancia”, suponía que cualquiera podía estar en situación de vulnerabilidad, pero en la actualidad, nos hemos hecho transparentes, no queremos velos, pues, imaginamos que sabemos dónde estamos –principio de la diferencia-. La nuestra sociedad aspira a las diferencias, pero esto tiene costes, pues, aparecen tensiones derivadas de las diferentes posiciones con respecto a la exclusión.

“El Estado sería mejor aceptado cuando los mecanismos que pone en marcha sea explícitos para todos” (Rosanvallon). Es decir, existen demasiadas “irregularidades” de todo orden que hacen de esas irregularidades sea el lubricante del funcionamiento del Estado –“los pequeños privilegios, la extrema heterogeneidad de la condicional salarial, la falta de equidad en el trato fiscal.”-.

La democracia no es solo consenso –Rawls-, sino disenso –J.Muguerza-. La dinámica actual del Estado de bienestar como “una máquina para realizar transferencias entre generaciones está produciendo desequilibrios inéditos”. Por ello es necesario un nuevo contrato que vaya más allá de la “reducción de las desigualdades” e integre nociones como “equidad intergeneracional o una nueva igualdad de oportunidades”. Estás ideas suponen repensar el modelo de equidad cuyo ejecutor era el Estado de bienestar –modelo impersonal y ciego a la política-, por otro modelo.

dijous, 5 de febrer del 2009

La hospitalidad inhóspita (III)

Aseguración y solidaridad.

En este apartado, se centra la discusión entre la aseguración y la solidaridad. En el estado de bienestar la aseguración funciona como “una mano invisible generando “seguridad y solidaridad” sin intervención de los ciudadanos.

Se asiste, piensa nuestro autor, a “una perversa espiral de autodestrucción de la solidaridad”, como consecuencia de la separación entre “indemnización e inserción”. La indemnización es una técnica, mientras que la inserción es un valor que afecta a la solidaridad. Piensa D.Innerarity que hay un olvido de la dimensión social con referencia a las prestaciones sociales. Éstas forjan “un vínculo social” y expresan “una forma de igualdad”. Se llega aquí a una cuestión crucial. La indemnización no es expresión de la solidaridad, sino que “refuerza la lógica individualista” en perjuicio de la solidaridad. En esta dinámica el ciudadano desaparece para convertirse en “víctima” y, según nuestro autor, se desliza hacia una lógica de la reparación caritativa” incompatible “con nuestro sentido de la dignidad individual”.






Plantea una exigencia de orden ético-social: “mantener la inserción por el trabajo como la piedra angular de una lucha contra la exclusión”, afirmará que “el reconocimiento de la utilidad social es más importante que la recepción de una indemnización económica”. Sobre esta cuestión y los efectos perversos que producen en los individuos véase las páginas de R.Sennet en su libro “La corrosión del carácter”. Piensa Innerarity que el subsidio no puede equipararse a la actividad del trabajo, pues, con el subsidio, el individuo se perfila como víctima y pierde presencia pública, se hace invisible e inservible en el orden político; mientras que en el caso del trabajo, le permite hacerse visible y “garantiza a la vez la autonomía personal y la integración social”.

La inserción pretende aunar “el auxilio económico y participación social”, es decir, aseguración y solidaridad. La noción de inserción debe hacernos reflexionar que la visión meramente aseguradora borra la dimensión social y política del problema. La política debería forjar vínculos sociales para fortalecer esa dimensión solidaria, pero se encuentra que para hacerlo tiene que explicitar las diferencias entre los ciudadanos, y de ahí la necesidad de configurar un nuevo “contrato social”.

dimecres, 4 de febrer del 2009

La hospitalidad inhóspita (II)

A. Sobre la crisis del estado de bienestar.

El tema central de este apartado es la aparición dentro del estado de bienestar de un nuevo fenómeno social: la exclusión. La solución a este problema nos dice D. Innerarity tiene que venir de la propia sociedad través de un proceso de “inclusión”

Pregunta: ¿cómo pasar de un taller de reparaciones sociales a una economía de la hospitalidad? La respuesta estaba apuntada más arriba, la inclusión. Nuestra sociedad aparece un nuevo proceso de exclusión que es una etiqueta, pero los etiquetados por ella son invisibles. “Su situación se define por una carencia”. La sociedad de bienestar está siendo deslegitimada por la destrucción de la cohesión social que aparece en su seno.

Los procesos de mundialización (globalización) trae como consecuencia una desigualdad creciente entre aquellos que poseen cualificaciones necesarias para utilizar las ventajas tecnológicas y el resto (Fitoussi/Rosanvallon). Éste resto es lo que algunos denominan un “mercado de cualesquiera” (Kaufmann). La sociedad está entrando en un desarrollo de varías velocidades. Este mercado de cualesquiera se hace cada vez más amplio y esta amenazado por el desempleo de larga duración.




¿Qué ha sucedido a la sociedad de bienestar? La respuesta de Innerarity es el “cambio en las relaciones sociales. La principal causa de este bloqueo es de índole cultural y social”. La causa “el agotamiento del modelo de la aseguración para combatir la exclusión social”. Es decir, la idea de igualdad y solidaridad se han difuminado de tal manera que las antiguas certidumbres acerca de la necesidad de aseguración cuando las cosas van mal, han sido puestas en cuestión.

Se requiere según su autor “un modelo para la equidad que articule un [nexo de unión] entre la lógica social y la lógica económica. Apunta que un enfoque economicista está abocado al fracaso debido a dos supuestos erróneos que hay que evitar:

1)La “fatalidad optimista”: las transformaciones económicas son inevitables e independientes de la voluntad de los agentes.

2)La “fatalidad pesimista”: Según esta visión todos los males tienen un causante muy preciso, a saber, la mundialización.

Según Innerarity, ambos “renuncian a entender lo económico como un ámbito de libertad, de configuración política”. La visión economicista debe ser reemplazada por una perspectiva amplia que permita ver la existencia de interacciones dinámicas y fluidas entre la economía, política y sociedad. Entender esas interacciones supone la necesidad de pensar con nuevas categorías.