divendres, 13 de febrer del 2009

Hospitalidad inhóspita (y V)

D. Política y economía.
El tema central de esta última entrega es la relación complicada y deficiente a juicio de D.Innerarity existe entre ambas esferas. La existencia de un horizonte de precariedad hace que se “ rompen los vínculos sociales, como la lealtad, la responsabilidad o la cohesión”. La precariedad se ha instalado en el horizonte laboral y existencial. Existe una separación entre el desarrollo económico y el desarrollo social. Este proceso es el que actualmente está en el centro de la crisis actual y de ahí las dificultades para encontrar recetas para salir de esta situación.
En la actualidad se tiene la certidumbre que la política está al servicio de la economía, lo social al servicio del beneficio económico, pero”no puede ser tan grande la distancia entre el consumidor individual que busca el máximo de satisfacciones y el ciudadano consciente de sus responsabilidades en materia de cohesión social y de protección de la naturaleza”. Entre el agente egoísta de la economía y el ciudadano virtuoso, debe existir un nexo común, lo que llama “una dimensión societaria”. El problema de este nexo está en unas fronteras aparentemente insalvables. Piensa que mientras las barreras “del estado y la sociedad, entre lo público y lo privado” estén cerradas o incomunicadas seguiremos en la dinámica de un estado encargado de aplicar ciegamente una solidaridad mecánica y ciega al componente cívico.
“La otra frontera que debe relativizarse es la que separa la esfera económica de la social. Acabamos pensando que los salarios, los precios, los beneficios, los impuestos y las cotizaciones no tienen nada que ver con las relaciones sociales”. El divorcio entre economía y sociedad está en buena medida cegado por la función del Estado.Su función debería pasar por reintroducir al individuo en lo “social y colectivo”. El Estado debe tener objetivos y según D.Innerarity este es la inserción del individuo en las esfera del trabajo que abarca las esfera de lo social y económico.
Unos de los aspectos más sugestivos del texto es su crítica a la renta básica y la indemnización universal que según él, “reposan sobre una ocultación de la realidad social. Se naturaliza el paro, en vez de politizarlo.”. Piensa que este modelo podría subsistir dentro de la lógica economicista sin que repercutiese en su dimensión ciudadana. Unos ciudadanos que cultivarían sus propias preferencias sin tener que preocuparse por los demás, conduciría, viene a decirnos, en una sociedad más aislada y atomizada la solidaridad.
Se plantea la siguiente cuestión: “¿cómo pasar de una sociedad de indemnización a una sociedad de inserción? La respuesta se ha apuntado hace un momento. La reintroducción del individuo a la esfera del trabajo permitiría “configurar los derechos sociales bajo la forma de derechos de ciudadanía”.

dimarts, 10 de febrer del 2009

La hospitalidad inhóspita (IV)

C. La nueva equidad.

El presente apartado aborda una interesante diálogo entre D. Innerarity
y John Rawls. El diálogo empieza con la acusación de que el estado providencia partía de la idea de justicia como aseguramiento para todos. Lo social era entendido como riesgo frente a las eventualidades de la vida moderna. Pero esta manera de ver las cosas, según Innerarity, se fundaba en lo que Rawls llamaba “velo de la ignorancia” – Victoria Camps, en su libro “La imaginación ética” nos habla con claridad sobre el tema-. Pero este velo, viene a decir su interlocutor, ha sido desvelado, pues, se pregunta: “¿qué pasa cuando se sabe quienes son los ricos y los pobres?”.

Las diferencias en Rawls sólo eran admisibles si “pueden beneficiar a los más desfavorecidos”, supone “el desconocimiento de los destinatarios”. La desigualdad social de nuestras sociedades no es producto, según Innerarity, de la división de clases, sino “ de factores de edad o formación”. Los procesos de exclusión que afectan a grupos sociales extensos, hacen que la globalización o mundalización se vean con agentes disolventes de la solidaridad. Piensa Innerarity que la visión de Rawls de la justicia está vacía de virtudes políticas y se asemeja más a un “proceso lógico y mecánico”.

La respuesta a Rawls de Innerarity es la necesidad de profundizar y diferenciar “a los individuos, político y circunstancial”. La gestión de los conflictos –es decir, la política-, requiere consensos “sobre las categorías de lo justo y lo injusto” que va más allá de la igualdad mecánica que propugna Rawls.


Al decir de Innerarity, Rawls prefiere una solidaridad puramente mecánica –procedimental- a la necesidad de una “dimensión voluntaria”. “El velo de la ignorancia”, suponía que cualquiera podía estar en situación de vulnerabilidad, pero en la actualidad, nos hemos hecho transparentes, no queremos velos, pues, imaginamos que sabemos dónde estamos –principio de la diferencia-. La nuestra sociedad aspira a las diferencias, pero esto tiene costes, pues, aparecen tensiones derivadas de las diferentes posiciones con respecto a la exclusión.

“El Estado sería mejor aceptado cuando los mecanismos que pone en marcha sea explícitos para todos” (Rosanvallon). Es decir, existen demasiadas “irregularidades” de todo orden que hacen de esas irregularidades sea el lubricante del funcionamiento del Estado –“los pequeños privilegios, la extrema heterogeneidad de la condicional salarial, la falta de equidad en el trato fiscal.”-.

La democracia no es solo consenso –Rawls-, sino disenso –J.Muguerza-. La dinámica actual del Estado de bienestar como “una máquina para realizar transferencias entre generaciones está produciendo desequilibrios inéditos”. Por ello es necesario un nuevo contrato que vaya más allá de la “reducción de las desigualdades” e integre nociones como “equidad intergeneracional o una nueva igualdad de oportunidades”. Estás ideas suponen repensar el modelo de equidad cuyo ejecutor era el Estado de bienestar –modelo impersonal y ciego a la política-, por otro modelo.

dijous, 5 de febrer del 2009

La hospitalidad inhóspita (III)

Aseguración y solidaridad.

En este apartado, se centra la discusión entre la aseguración y la solidaridad. En el estado de bienestar la aseguración funciona como “una mano invisible generando “seguridad y solidaridad” sin intervención de los ciudadanos.

Se asiste, piensa nuestro autor, a “una perversa espiral de autodestrucción de la solidaridad”, como consecuencia de la separación entre “indemnización e inserción”. La indemnización es una técnica, mientras que la inserción es un valor que afecta a la solidaridad. Piensa D.Innerarity que hay un olvido de la dimensión social con referencia a las prestaciones sociales. Éstas forjan “un vínculo social” y expresan “una forma de igualdad”. Se llega aquí a una cuestión crucial. La indemnización no es expresión de la solidaridad, sino que “refuerza la lógica individualista” en perjuicio de la solidaridad. En esta dinámica el ciudadano desaparece para convertirse en “víctima” y, según nuestro autor, se desliza hacia una lógica de la reparación caritativa” incompatible “con nuestro sentido de la dignidad individual”.






Plantea una exigencia de orden ético-social: “mantener la inserción por el trabajo como la piedra angular de una lucha contra la exclusión”, afirmará que “el reconocimiento de la utilidad social es más importante que la recepción de una indemnización económica”. Sobre esta cuestión y los efectos perversos que producen en los individuos véase las páginas de R.Sennet en su libro “La corrosión del carácter”. Piensa Innerarity que el subsidio no puede equipararse a la actividad del trabajo, pues, con el subsidio, el individuo se perfila como víctima y pierde presencia pública, se hace invisible e inservible en el orden político; mientras que en el caso del trabajo, le permite hacerse visible y “garantiza a la vez la autonomía personal y la integración social”.

La inserción pretende aunar “el auxilio económico y participación social”, es decir, aseguración y solidaridad. La noción de inserción debe hacernos reflexionar que la visión meramente aseguradora borra la dimensión social y política del problema. La política debería forjar vínculos sociales para fortalecer esa dimensión solidaria, pero se encuentra que para hacerlo tiene que explicitar las diferencias entre los ciudadanos, y de ahí la necesidad de configurar un nuevo “contrato social”.

dimecres, 4 de febrer del 2009

La hospitalidad inhóspita (II)

A. Sobre la crisis del estado de bienestar.

El tema central de este apartado es la aparición dentro del estado de bienestar de un nuevo fenómeno social: la exclusión. La solución a este problema nos dice D. Innerarity tiene que venir de la propia sociedad través de un proceso de “inclusión”

Pregunta: ¿cómo pasar de un taller de reparaciones sociales a una economía de la hospitalidad? La respuesta estaba apuntada más arriba, la inclusión. Nuestra sociedad aparece un nuevo proceso de exclusión que es una etiqueta, pero los etiquetados por ella son invisibles. “Su situación se define por una carencia”. La sociedad de bienestar está siendo deslegitimada por la destrucción de la cohesión social que aparece en su seno.

Los procesos de mundialización (globalización) trae como consecuencia una desigualdad creciente entre aquellos que poseen cualificaciones necesarias para utilizar las ventajas tecnológicas y el resto (Fitoussi/Rosanvallon). Éste resto es lo que algunos denominan un “mercado de cualesquiera” (Kaufmann). La sociedad está entrando en un desarrollo de varías velocidades. Este mercado de cualesquiera se hace cada vez más amplio y esta amenazado por el desempleo de larga duración.




¿Qué ha sucedido a la sociedad de bienestar? La respuesta de Innerarity es el “cambio en las relaciones sociales. La principal causa de este bloqueo es de índole cultural y social”. La causa “el agotamiento del modelo de la aseguración para combatir la exclusión social”. Es decir, la idea de igualdad y solidaridad se han difuminado de tal manera que las antiguas certidumbres acerca de la necesidad de aseguración cuando las cosas van mal, han sido puestas en cuestión.

Se requiere según su autor “un modelo para la equidad que articule un [nexo de unión] entre la lógica social y la lógica económica. Apunta que un enfoque economicista está abocado al fracaso debido a dos supuestos erróneos que hay que evitar:

1)La “fatalidad optimista”: las transformaciones económicas son inevitables e independientes de la voluntad de los agentes.

2)La “fatalidad pesimista”: Según esta visión todos los males tienen un causante muy preciso, a saber, la mundialización.

Según Innerarity, ambos “renuncian a entender lo económico como un ámbito de libertad, de configuración política”. La visión economicista debe ser reemplazada por una perspectiva amplia que permita ver la existencia de interacciones dinámicas y fluidas entre la economía, política y sociedad. Entender esas interacciones supone la necesidad de pensar con nuevas categorías.

La hospitalidad inhóspita (I)

Los cambios sociales que actualmente vivimos son de tal envergadura que los antiguos conceptos no sirven, excepto si se quiere hacer ideología, para comprender lo que está sucediendo.El arsenal conceptual no es capaz de dar razón a las mutaciones que se suceden en nuestras sociedades. A lo largo de la etapa de consolidación del estado de bienestar había ciertas garantías de igualdad social que actualmente están es cuestión. La igualdad de oportunidades parecía una realidad en amplias capas de la sociedad: de la precariedad a la estabilidad. La redistribución de hacía notar en las esferas de la sanidad, la educación, etc. La garantía del empleo se correspondía con la idea del crecimiento económico. Había certezas, y éstas permitían que la igualdad social fuese una cuestión invisible, pues, la sociedad garantizaba el cultivo de las diferencias.

Pero este panorama ha cambiado, Dahrendorf nos habla de macro-éxito y micro-miseria. En la sociedad del bienestar se ha infiltrado una nueva realidad: la exclusión social. D. Innerarity en su libro “Ética de la hospitalidad”,nos habla en su capítulo 12 : “Una economía de la hospitalidad” de estas cuestiones que son de indudable interés y con consecuencias políticas de primer orden. De estas cuestiones tratará el presente artículo que por cuestiones de amplitud se dividirá en diferentes entregas.





La exclusión social en la etapa de construcción del estado de bienestar eran producto de patologías sociales que inevitablemente se producen en la esfera del mercado como en la esfera social. Pero se consideraba que la terapia adecuada era la integración social a través de los mecanismos de inserción social y la educación. No había límites para la integración. Sin embargo, este modelo se ha torcido al decir de Innerarity. La exclusión social, hoy, abarca a amplias capas de las sociedad, se ha pasado de la estabilidad a la precariedad.

Plantea dos cuestiones de especial interés: a) la disolución de la solidaridad social y b) la insuficiencia teórica de los derechos sociales para comprender los fenómenos de exclusión. La cuestión que plantea es ¿cómo asegurar la cohesión social?

dilluns, 26 de gener del 2009

Ficciones ilusorias

Estoy leyendo el libro "Esto no es música" de J.L.Pardo. Quisiera comentar su capítulo: " Entró por la ventana del cuarto de baño... ". Habla de la interpretación de G.Deleuze sobre Nietzsche a propósito de la interpretación de la "inversión de valores".

El asunto por sí mismo es abstruso. Cuando entra en escena Deleuze la oscuridad se cierne en toda la caverna. "Descripciones poéticas", "narrativas" para explicar el desasosiego de Deleuze. Habla de "un fondo esquizofrénico". La sociedad moderna, no le gusta y poetiza. ¿Acaso quiere cambiarla? Eso sería ilusión, fantasía, simulacro. Saturno vence a Zeus. El mundo moderno, es decir, nuestra sociedad vista desde esa narración alucinada es una lucha desenfrenada de fuerzas sobrenaturales inmanentes. Quien esto escribe, también poetiza.

Por poner un ejemplo, en el capítulo no aparece nada de todo esto. Obama expresa por ejemplo, en el tiempo de Aión una bifurcación, pero ésta es una ilusión. Es una metáfora. Nietzsche expresaba su desazón por el mundo moderno decretando que todo era una ficción.

Leo este capítulo y no llego a entender a dónde quiere ir a parar Deleuze. Porque si se trata de una "narración", ¿por qué ésta es más interesante que las otras? Si todas son ficciones para qué escoger. ¿Qué posibilidades abre? ¿Hay un tiempo para la revolución, la revuelta, la protesta, o la performance? El asunto admite gradaciones -iba a decir, degradaciones-. ¿Cronos nos invita a la revuelta, a la diversión?



G.Deleuze

¿Cómo expresar en la "ficción" ese tiempo liberado? ¿Cómo condensar esa narratividad en esta ficción que llamamos "sociedad moderna"? ¿Acaso podemos anularla? Si desde una perspectiva filosófica podemos saludar este tipo de descripciones como un juego de lenguaje más poético que otros, desde un plano político-moral, no parece que esas narraciones tengan capacidad para transformar -aunque sea modestísimamente- esas ficciones que son nuestras sociedades modernas.

dijous, 8 de gener del 2009

Libros: Casavella y los vampiros

Reseña

Acabo de leer el último libro de Francisco Casavella que desgraciadamente ha fallecido víctima de un infarto el 17 de diciembre de 2008. Detrás de ese nombre literario se escondía Francisco García Hortelano. El libro "Lo que sé de los vampiros". Círculo de Lectores.



Pretender resumir un libro como éste es tarea en la cual no puedo entrar. He dicho un libro, y éste hace que dicha palabra cobre sentido. Se escriben tantos "libros" que cuando aparece uno como éste deja en mal lugar a los otros. El libro es una narración de personajes periféricos y desclasados. Viven vidas que no han escogido, pero que se ven obligados a llevarlas acabo para poder sobrevivir.

Los personajes de esta epopeya canalla son Martin de Viloalle y Bazán, Benvenuto Fiermosca, Rosella y Guilia Fieramosca, Welldone y las ciudades donde aparecen Martin y Welldone, Príncipe Carlos y Luisa Principes , una carta, París y la Revolución francesa, Rivette y Emmanuel, Madame Rose de Marceua, Roberta, Mrs.Ferguson.

El elenco de personajes es abundante, porque la novela es un río que a medida que avanza la novela se va haciendo más caudaloso.

Sinopsis: Martín de Viloalle es el hijo que tendrá que marchar por no ser primogénito. Sin embargo, el primogénito Gonzalito se escapa para vivir su propia vida. Martín debía ingresar en los jesuitas. Estaba su hermana Elvira y sus hermanos Gil, Jorge y Juan. Elvira deberá casarse con la familia Bermúdez para ampliar influencia de la familia.

Martín sufre por la separación de Elvira. En Villagarcía de Campos Martín empieza su andadura para convertirse en miembro de la Compañía. Un decreto del Rey expulsa a la Compañía de España. Martín aún es novicio, puede dejarlo o acompañarlos en su exilio. Ésa será su opción. Desde Villagarcía de Campos hasta Roma el camino será largo y tortuoso. El puerto del Ferrol será el punto de partida para su travesía al exilio . En el San Juan Nepomuceno trabará conocimiento con su capitán Idiáquez. En el trayecto tendrá que desarrollar habilidades que desconocía. Una habilidad de Martín es su capacidad para dibujar. Idiáquez unirá el destino de Martín a Benvenuto Fieramosca.

Fieramosca –el apellido está cargado de sentido-, se dedica al “arte”. Es vendedor de “antigüedades” que vende a los amantes del coleccionismo. Su negocio es prospero y tiene una reputación que guardar. Martín en Roma se transmuta en Da Vila. Martín entra al servicio de Fieramosca no como dibujante, sino como preceptor de las hijas de Benvenuto. Rosella y Giulia.

A falta de la capacidad de imitar las grandes obras de la pintura –el negocio de Benvenuto-, se dedica de forma anónima a la caricatura. Benvenuto recibe visitas de todos los lugares de Europa. En una de esas visitas de negocios, saludara a Wilson y lord Robert Skylark. Una aparición breve, pero de efectos a largo plazo en la novela.

En la estela de los ingleses aparecerá el señor de Welldone. Éste también se dedica a los negocios de antigüedades en el más amplio sentido de la palabra. Rosella es un torbellino de gracia y sensualidad. Rosella dirá a Da Vila: -“No te preocupes, yo te enseño”. (pág.135). Da Vila que no parece despertar del sueño de novicio descubrirá la sensualidad y la sexualidad todo en un momento glorioso.

Welldone para conocer todo a y todos. Especial inquina tiene a Voltaire. Welldone le dice a Da Vila: “¿Te gustaría ser un calumniador, un metomentodo, un intrigante, un veleta,, un exhibicionista, un cobarde, un adulador, un hipócrita, un mal poeta, un entendido en cien cosas y en nada maestro, un sabio de salón, un histérico, un avaro, un hombre incapaz de cualquier quietud, de cualquier recogimiento, (...), un intrigante, más que nada, un asqueroso intrigante, pero también un manipulador, un traidor, un ahorcado, un gamberro, un sofista fósil, un sofista embalsamado, la momia de un sofista..?” (pág. 152).

El mundo de Da Vila da un giro al torcerse los turbios negocios de su patrón, Benvenuto Fieramosca. La obra de Da Vila en su vertiente caricaturesca lleva el nombre de Philippo Bazzani. Y éste nombre se ha vuelto odio para los poderosos en la curia romana. Benvenuto quiere que desaparezca para evitar que le asocien con él.

El exilio forzoso a que es conducido le llevará a asociarse con el enigmático Welldone. Éste entre de lleno en el mundo de la fantasía transportándose allí dónde le parece más conveniente. Habla de la antigua roma como si ayer hubiera estado allí.

Los camino del Señor son inescrutables, pero todos llevan el sello de la masonería: Lombardía, la Terraferma veneciana, Suiza y Baviera, Leipzig, Danzig, Breslau, Königsberg, Görlitz, Dresde, Magdebuergo (...).El Sr. Welldone aparece como Gran Maestro. En una de las ceremonia aparece nada menos que el rey Federico de Prusia, Weldone que quiere congraciarse con los poderosos, pero acaba siempre enemistándose con ellos con consecuencias siempre funestas.



Hannover marca una doble experiencia trágica. La experiencia del desastre anterior con el rey Federico y su ilusiones hechas trizas por la soberbia suicida del Sr. Welldone. La segunda experiencia será la vivida en una antigua iglesia católica que sirve de estación de inicio para los reclutas que han de servir a Su Majestad británica. En el pensamiento aún está Frieda –y su lecho-, tira su medalla con los signos de la escuadra y el compás. El lugar es atroz, del suelo aparece un pobre harapiento que le susurra: -Kentu-ki, Kentu-ki (pág.239).

En la iglesia aparecen unos soldados y detrás de ellos un oficial y el Sr. De Walldone. Éste nombra a Viloalle para indicar que le conoce. Lo llama ¡Hermano Libertus¡ Sus credenciales¡. Martín, por fin, entiende, busca desesperadamente la medalla que hace un rato tiro, pero no la encuentra. Y aquí Martín realiza lo impensable: el pobre desgraciado que habla de Kentu-ki tiene en sus manos la medalla, coge un palo de un banco astillado y hunde la estaca en el ojo derecho del mendigo francés. Martín cruza la iglesia y le enseña el medallón al oficial. Pero el medallón no es de la masonería, sino el Sagrado Corazón.

La siguiente parada será Schleswig. En el castillo de Gottorp reina Carlos Federico Augusto Guillermo de Hesse-Kassel el príncipe de Schleswig-Holstein. Martín se convierte en Signore Martino da Vila y se convertirá en el maestro de dibujo de los infantes Friedrich y Christian. El Sr. Walldone acaba siendo desplazado del palacio para convertirse en tintorero. Pero el tintorero aparece el día que celebran el cumpleaños de la Princesa Luisa. El tintorero aparece transmutado en Alquimista. El invitado de honor es duque de Bunswick. Éste y Carlos recreaban la batalla de Neisse. Welldone habla y su hablar causa la cólera del príncipe Carlos. Welldone es sacado fuera de la estancia donde se celebraba el banquete y en el patio será castigado por su bellaquerías: el castigo: látigo. Mientras es azotado, Martín escucha y asiste impotente a los chasquidos del látigo. Cada latigazo se ha instalado en el alma de Martín que no olvidará ese día.

Martín ha vivido en el palacio, pero ha perdido estatus, los príncipes se están haciendo mayores, y el dibujo no es una prioridad para ellos. Conoce a Gretha que fue la buena samaritana que ayudó a Welldone a recuperar la salud. El tintorero acabará atrayendo la atención del mismísimo príncipe Carlos. Gretha le entrega una carta de Weldone dirigida a Martín, pero que no pensaba dársela. En ella habla de la “Ley del Vampiro”: “El hombre se enmascara para no avergonzarse del mismo azar de ser hombre, de su mínima importancia, de que sólo es deudor de la nada” (pág. 355).

Martín se marcha para realizar un encargo del príncipe, pero es una forma de deshacerse de él. El camino le conduce a París, estamos en octubre de 1798. Allí conocerá a Rivette tipógrafo , a su esposa, Emmanuel, que se convertirá en amante. Volverá a encontrarse a Rosella convertida en Madame Rose de Marceau. Cultiva el arte de la comedia. Y en las comedias siempre hay sorpresas, Roberta. La hija de Rosella. ¿Quién será el padre? La revolución se transforma en un carrusel donde de la noche a la mañana puedes convertirte en contrarrevolucionario. Rivette, cae en desgracia, y Emmanuel ayudará a Martín a escapar de los furores revolucionarios. Los comediantes, y Martín tratan de huir hacia Inglaterra.

Pero no llegan a Inglaterra sino al Nuevo Mundo. La compañía de comediantes se ha convertido en la compañía Ferguson. La obra que representa en estos momentos en Halifax es “El buen visionario o Lo que sé de los vampiros”. Su autor Chester Winchester, alias Martín de Villoale. En la compañía vuelve a aparecer Benvenuto de cuerpo presente, pero sin espíritu. Martín desprecia olímpicamente al viejo. Martín encuentra una nueva distracción en la bebida.

Finalmente, Martín parece morir y cuando llaman a un sacerdote -era jesuita-, Martín parece volver a la vida. Martín se marcha con sus “hermanos” hacia el gran bosque.