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dimecres, 7 de novembre del 2018

El hoy es ayer (I): dedicado a los plumillas de la caverna

Matonismo periodístico

"Jamás hubo en España tantos periódicos como ahora. Sobre todo el número de semanarios ha aumentado en proporción desmesurada. Los kioscos aparecen inundados de estas publicaciones hebdomadarias [semanales]. He ahí un fenómeno que a primera vista os llena de optimismo. El pueblo español –pensáis- se ha reconciliado por fin con la letra impresa. Ya comienza a sentir la avidez de la lectura síntoma de robustez espiritual. ¿No hay razón para confiar en el porvenir de España? 

(...) Abrid sus páginas, y vuestro optimismo se os caerá a los pies, como un pobre pájaro herido. Un denso vaho de mentecatez os azotará el rostro. Sentís la sensación de haberos asomado a una cloaca. Arrojáis las inmundas hojas con asco y os quedáis meditando tristemente en su existencia, como fenómeno de la sociedad española.

¿Cómo se explica la cantidad y la naturaleza de estas ínfimas publicaciones? En primer término, ello se debe a la relativa baratura de las artes gráficas. Un puñado de pesetas basta para infectar la calle con tres o cuatro números de estos periódicos. Esto quiere decir que cualquier bergante puede disponer de esa terrible arma que se llama las prensas. (...)

 Pero hay, mejor dicho, se cree que hay una vía corta del éxito: el escándalo. Estos semanarios de escándalo, o tienen vida propia a los cuatro números, o sucumben forzosamente. Para atraer al público -a una zona del público cuyos gustos y urdimbre espiritual son aún cavernarios- se utiliza el lenguaje más soez posible, se ataca a la gente en la forma más bárbaramente estúpida y se estampan las calumnias más monstruosas. (...) Antaño practicaban la exacción de dinero mediante amenazas epistolares; hoy se usa el chantaje periodístico. En política antigua, la manera de deshacerse de un adversario era pagar a un asesino para que lo matase; hoy basta con pagar a cualquier mercenario de la pluma para que le injurie y le calumnie; a ser posible para que le mate civilmente.

Jamás el idioma castellano escrito cayó tan bajo. Hasta ahora el hecho de ser escritor público que denotaba cierta distinción espiritual,; pero ya está siendo una vergüenza. Siempre, en todos los pueblos y en todas las lenguas, hubo creaciones satíricas; pero el aguijón iba oculto en galas del arte y buen gusto; actualmente, en España, la sátira se ha hecho sinónima de estercolero.  Citemos un solo ejemplo.  . Uno de estos semanarios, uno de tantos, (...), le aplicaba a un político español, diputado nacional, cuyo nombre omitimos por delicadeza, todos estos calificativos: bellaco, cobarde, croupier, ladrón, difamador de mujeres. Y lo estupendo es esto: que este lenguaje insuperablemente injurioso no afecte en nada a la posición social y política del aludido, ni éste se sienta impulsado a llevar al banquillo a los autores de tales violencias.

Todo esto revela un relajamiento en la conciencia pública española que induce a amargas reflexiones. Un pueblo dotado de alguna sensibilidad moral no permitiría una de dos, o que hubiese periódicos que escriban esas cosas, o que hubiese hombres de los cuales tales cosas pueden escribirse sin ventilarlas ante los Tribunales. (...)

¿Cuál podría ser el remedio contra este cáncer social? ¿Cómo podría contenerse esta ola de inmundicia que ha anegado la vida pública? (...) No hay más salvación que en los Tribunales de justicia. Reanímense las leyes contra el libelo infamatorio. Vayan al banquillo los que injurian y calumnian. (...) Si todos los hombres que son moral y estéticamente pulcros no se unen para devolver las gentes de esos semanarios a su elemento natural, los garitos, los presidios y las tabernas, el alcantarillado roto que sus periódicos significan va a hacer irrespirable la atmósfera de la vida pública en España. Y el público, el que siente la fruición del escándalo, ¿no adquirirá conciencia de su innoble complicidad? "(pág.895-897)

Publicado sin firma, España, 16 de julio de 1915





José Ortega y Gasset, Obras Completa, Tomo I-1902/1915, Taurus/Santillana/Fundación Ortega y Gasset, 3ed. Madrid, 2005.

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¿Se pueden imaginar lo que diría Ortega y Gasset, sobre los blogs, internet y la redes sociales, las televisiones de tertulianos que nos invaden con sus libelos? ¡No estamos mejor que en 1915 sino muchísimo peor! Una de las lecciones de estos tiempos es que como se dice en el “Manifiesto comunista”, de Karl Marx: “Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, todo lo consagrado se desacraliza, y, al fin, los hombres  se ven obligados a contemplar con ojos desapasionados sus propias vidas y sus relaciones con los demás." (Cap.I)

Cada conquista que aparentemente se consolida, resulta que en estos tiempos líquidos (Z.Bauman) se evapora. El presente es cada vez más ominoso a pesar de tantos cantos de sirenas que nos hacen creer en otras cosas. ¿Qué nos espera en el futuro? Nadie lo sabe. La razón de ello es que la idea de progreso ha desaparecido.