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diumenge, 29 d’octubre del 2017

Ruta de la Plata (II)

Día 2

Hemos ido a Mérida. Hemos sido los primeros en desayunar. El comedor era muy bonito. Había de todo, selección de salado y dulce. La camarera nos ha atendido en exclusiva. Solo cuando ya nos íbamos ha entrado otra pareja.



Hemos salido del Parador sobre las 8.45h, dirección Mérida, a través de la Autovía hacia Badajoz. Sobre las 9.30h hemos llegado. Hemos tenido la fortuna de aparcar en la Avda. Juan Carlos I, muy cerca del Circo Romano. Éramos las primeras visitas y el encargado de los tickets ha sido muy amable y atento. Ésta ha sido nuestra primera parada en el pasado.



Hemos caminado por el escenario donde los romanos debían divertirse cuando las cuadrigas corrían por el escenario gigantesco. Sólo la imaginación hace posible pensar en ese escenario que hace casi dos mil años (s.I d.C), era real. Ese pasado tenía como nombre Augusta Emerita.






Después, nos hemos ido hacia el Anfiteatro y el Teatro. El escenario es realmente impresionante. Esas columnas las había visto en televisión, al natural ganan muchísimo. El teatro con sus columnas impresiona, no por lo que son, sino por lo que fueron. Los turistas, como nosotros, se hacían fotografías con los móviles en el escenario, emulamos a Rodero y compañía. Por supuesto, muchos no saben quiénes eran. Lo real nos transporta a la historia de un tiempo pasado, donde Augusta Emerita, era una ciudad importante del Imperio Romano.



Hemos entrado en el Museo Romano, obra de Rafael Moneo. La obra es austera y envuelve los tesoros acumulados de la antigua Augusta Emerita. En el museo solo resalta lo expuesto en sus paredes. La sobriedad de éstas permite realzar las esculturas, murales y mosaicos que pueblan el museo. Los dos niveles de altura permiten contemplar sus obras, especialmente, los mosaicos. La luz natural que entra, se agradece. Los tesoros romanos, algunos cotidianos, que el paso del tiempo, se convierten en tesoros, permiten hacerse una idea de ese mundo pretérito.









El calor arreciaba y  nos hemos ido Alcazaba. Desde ahí, se ve el puente romano. Es enorme y se codea con un puente moderno de Calatrava. En la ciudad hay cinco puentes. Las atraviesa el Guadiana. La Alcazaba es una estructura enorme, pero que el paso del tiempo ha deteriorado de forma notable. Desde sus murallas se ven vistas sobre una parte nueva de la ciudad,  y el Guadiana.




Después hemos paseado por las calles del casco monumental de Mérida. Entre sus calles, se encuentran tesoros como el “Templo de Diana” y el “Pórtico del Foro”. Justo al lado hemos comido en un local de nombre no demasiado imaginativo,  “La Extremeña”. La comida era buena, la música estaba muy bien, aunque demasiado alta. La camarera que nos ha atendido era muy atenta y profesional. ¡Qué más se puede pedir!




Después nos hemos ido a coger el coche, el calor había aumentado. Nos hemos  vuelto a Trujillo. Nos esperaban a las 17.10h una visita a sus monumentos.

Descansar y dirigirse a la Plaza Mayor de Trujillo. Allí nos hemos reunido unas quince personas para la visita guiada. Las visitas las organiza el punto de información del Ayuntamiento. A la hora indicada, un “guía oficial” iniciaba su presentación, con una voz algo monótona. La visita valía pena, pero la duración fue excesiva, tanto que nosotros no la seguimos hasta el final. Cerca de 2.45h fueron suficientes.


Las casi tres horas de despliegue de conocimientos de nuestro cicerone "oficial"  nos permitió hacernos una idea de lo más florido sobre el paisaje y paisanaje de Trujillo. En la cintura llevaba una suerte de gadget para amplificar su voz. El recorrido nos llevó desde la plaza y el significado de los balcones de sus palacios con vistas a la plaza Mayor. También nos explicó la inverosímil historia de la estatua ecuestre de Pizarro. La obra de Charles Cari Rumsey (1879-1922), hizo la obra en bronce sin cargo a la ciudad. La inauguración la presidió el Dictador Primo de Rivera (1929).



Después nos dirigimos hacia la cuesta de la calle Ballesteros, con casas con heráldica incluida. Llegamos hasta la iglesia de Santiago. Siguió explicandonos toda suerte de peripecias sobre los nobles de la ciudad. Durante unos minutos nos dejó descansar antes de emprender la ascensión a las imponentes murallas del castillo. La calle Alhamar nos llevó hasta sus puertas. El castillo tiene orígenes árabes. Sus imponentes murallas dominan la ciudad y nos permitían ver sus alrededores desde kilómetros a la redonda. Nuestro guía nos dijo de forma críptica que se habían rodado algunas películas, sin especificar. Después me entero que en unos de los capítulos de Juego de Tronos (El dragón y el lobo), aparecía el castillo y sus paisajes.




Después del castillo, hacia la casa museo de Pizarro. No tenía mucho interés, además nos contó la genealogía familiar. Exhaustiva e inútil. Se hizo eterna su explicación. Después nos fuimos a la joya de Truijillo, la Iglesia de Sta.María. La iglesia es imponente. Románico tardío, fue reconstruido en los siglos XV y XVI en estilo gótico. Posteriormente se tuvo que reconstruir la torre.




Mientras explicaba las vicisitudes de los nobles enterrados en la Iglesia, nosotros salimos a hurtadillas. Literalmente, desertábamos de un interminable recorrido turístico.

Después fuimos a cenar en el Parador. Unos raviolis especiales, muy buenos y sabrosos. De segundo bacalao. Y de postre, un helado de queso y sopa de yogurt. Tenía el aspecto de un huevo frito. Excelente. Después volvimos a la Plaza Mayor para hacer algunas fotografías nocturnas. La plaza estaba bastante desierta, había gente en las terrazas, pero, al día siguiente era lunes.