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divendres, 29 d’octubre del 2021

Reseña: El infinito en un junco (II)

 La Segunda parte del libro* nos adentra en “Los caminos de Roma”.



Mérida. Teatro romano


Nos cuenta su historia y sus mitos fundacionales. Su pasión por el legado griego. Nombres y fechas se dan de manera amena y entretenida hilvanando historia y semejanzas entre el mundo clásico heleno y el imparable ascenso de Roma. De la especulación a la acción. Roma conquistó los reinos helenísticos. Conquistó el mundo. A sangre y fuego. Pero los también fueron capaces de integrar a su imperio todas sus conquistas. Atenas siguió siendo el santuario de la sabiduría antigua. Las élites romanas acudían a la antigua Atenas para absorber el conocimiento. Todo el bagaje de conocimientos y sabiduría helena fue transmitió al nuevo Imperio. Todas las parcelas del saber, fueron transformadas a una lengua, el latín, que sentía reverencia por el griego. De hecho, las clases altas romanas tenían dos bibliotecas: la griega, mucho más vasta que la que aparecía escrita en latín. La pasión por adquirir bibliotecas griegas se hizo proverbial. Después, la necesidad de mantener dichas bibliotecas, dejó pasó a la labor de copia de los rollos. La autora nos da la historia de la etimología de libro (liber) (pág.276).

Nombres como Cicerón, Marcial, Plinio el Viejo, Ovidio, Séneca, Ausonio, Juvenal, Tito Livio,Horacio     aparecen con sus respectivas historias. El mundo antiguo reservaba a las mujeres un papel invisible, fuera del hogar. La autora del texto, trata de recordarlas, de hacerlas visibles a través de los pocos nombres que nos ha llegado. Sea Caerelia, Cornelia, Sempronia, Tulia.  

Una de las aportaciones de los romanos en la historia de los libros es la invención de códices. Un retrato del método de escritura romano a aparece en el capítulo 11 (pág-283 y siguientes). La enseñanza se amplía, pero la pedagogía se centraba en la expresión siniestra de que “la letra con la sangre entra”. La violencia se ejercía contra unos seres bajitos y atrabiliarios. 

Hay un capítulo, el 32  que lleva por título: Herculano: la destrucción que preserva.

En ella nos cuenta lo sucedido un “24 de octubre del año 79, bajo el Imperio de Tito, el tiempo se detuvo en Pompeya y Herculano, dos ciudades de moda en la bahía de Nápoles.” (pág.342). Nos cuenta la catástrofe geológica que sucedió ese día y que sepultó a esas dos ciudades, convirtiéndolas  en cápsulas del tiempo. La autora nos pinta con efectividad, lo que debió suceder a los desprevenidos habitantes del Vesubio. El fuego y la ceniza lanzada por el volcán, envolvieron los frágiles rollos y códices de las bibliotecas de los patricios romanos. Un autor,  Plinio el Viejo, autor de una “Historia natural”, como “prefecto de la flota romana” observa lo que está sucediendo en la montaña lleva de nubes y ceniza. Plinio el Viejo, como explica su sobrino, Plinio el Joven, se embarca en u navío allí donde los demás intentan huir. El sabio quiere saber, también quiere escribir y describir lo que está sucediendo. Escribe Plinio el Joven, “Apoyándose en dos jóvenes esclavos pudo ponerse en pie, pero al punto se desplomó, porque, como yo supongo, la densa humareda le impidió respirar y le cerró la laringe, que tenía de nacimiento delicada y estrecha y que con frecuencia se le inflamaba” (Plinio el Joven, Cartas). El fragmento aparece en la obra de Víctor Gómez Pin, El honor de los filósofos, Acantilado 407,   Barcelona, 2020.

El saber también tiene un precio. Como dice Gómez Pin, acerca de Plinio el Viejo, “prefirió el conocimiento a la vida”. Hubo supervivientes, pues, explicó el final de Plinio el Viejo. No se dice si fue uno de sus esclavos u otra persona. También en esta situación dramática, lo sucedido nos ha llegado desde ese pasado improbable, rescatado por un libro. 

Cuando tenemos un libro en las manos, un fragmento del pasado se condensa. Al decir de Taleb**, los libros los encuadra dentro de la categoría de robusto, frente la libro electrónico que es frágil y a la tradición oral que la coloca en la categoría de antifrágil. Esa triada: frágil-robusto-antifrágil, le permite elaborar un marco para pensar el desorden, propio de todo sistema complejo. ¿Por qué el libro electrónico es frágil? La respuesta es muy sencilla, si se corta la luz, adiós al libro electrónico. Cualquier apagón, nos muestra las debilidades de nuestro mundo interconectado en redes. Todas nuestras comodidades se esfuman en un abrir y cerrar los ojos. Volvemos al siglo XIX, antes de la aparición de la luz eléctrica.Esa debilidad del libro electrónico, hace que el libro de papel, tenga aún camino por delante.   

Un lector se acerca a un autor que sólo conoce por el nombre, pero no sabe, ni tiene que saber sus peripecias personales, aunque muchas podrían ser útiles. La fragilidad de los libros son un recordatorio de nuestra propia fragilidad, que a pesar de todo se obstina por mantener la memoria de los que hicieron posible la aventura de lo que nos hace humanos. Así. "los libros nos han legado algunas ocurrencias de nuestros antepasados que no han envejecido del todo mal: la igualdad de los seres humanos, la posibilidad de elegir a nuestros dirigentes, la intuición de que tal vez los niños estén mejor en la escuela que trabajando, la voluntad de usar  -y mermar- el erario público para cuida a los enfermos, los ancianos y los débiles. Todos estos inventos fueron hallazgos de los antiguos, esos que llamamos clásicos, y llegaron hasta nosotros por un camino incierto. Sin los libros, las mejores cosas de nuestro mundo se habrían esfumado en el olvido." (pág.397)


 *Irene Vallejo, El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo.  Biblioteca de Ensayo 105 (serie Mayor) Siruela, Madrid, 2019.

** Nassim Nicholas Taleb, Antifrágil. Las cosas que se benefician del desorden. Trad. Genís Sánchez Barberán y Albino Santos Mosquera. Divulgación/Actualidad 3428, booket, Barcelona, 2016.


dijous, 28 d’octubre del 2021

Reseña: El infinito en un junco (I)

 Irene Vallejo, El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo.  Biblioteca de Ensayo 105 (serie Mayor) Siruela, Madrid, 2019.




¿Qué decir de un libro aclamado por todos? Un libro que habla de los libros. Un ejercicio de metalenguaje, como son todos los lenguajes. Una narración amena, entretenida, llena de informaciones valiosas, de reflexiones llenas de sentido común, críticas.

Un despliegue de conocimiento no para deslumbrar, que también, sino sobre todo, para que el lector, sienta lo que siente la escritora, cuando hablamos de los libros. 

En el capítulo I en la sección 86, la autora habla del acoso que sufrió en la escuela. Un apartado lleno de contención, que pudo superar gracias a los libros. Dice: “ descubrí que podía almacenar fantasías acogedoras y guardarlas en mi habitación interior para buscar refugio cuando allá fuera arreciase el granizo. Esa revelación cambió mi vida”. (pág.244)

 Un recorrido histórico sobre la historia y prehistoria de los libros. Desde las tablillas mesopotámicas, la revolución que supuso la aparición de los papiros (Egipto), la invención del alfabeto en Grecia. Toda una etapa histórica donde no existió la escritura. El lenguaje oral era el mundo natural de las culturas antiguas. El lenguaje y la memoria que recitaba las historias que se contaban los habitantes de las polis en Grecia. Homero (VIII a.C) es el punto de arranque donde cristaliza la tradición oral con la escritura. 

Tendemos a pensar toda la historia desde nuestra perspectiva, pero está no es un buen método para hacernos una idea de lo que significó el fenómeno Homero. Un mundo remoto, que la perspicacia y la audacia de los arqueólogos ha intentado reconstruir el pasado.  M.IFinley, historiador británico del mundo antiguo, dice: “nos pone en guardia acerca de la facilidad inconsciente que nos permite saltar siglos de distancia como si de un ayer cercano se tratara”. El peligro del anacronismo se hace inminente. Este peligro se ve potenciado visualmente por las películas al estilo de hollywood que quieren recrear el pasado. Nuestra autora, trata de evitar esa tendencia.

Imposible hacer una síntesis de todas las cuestiones que aparecen en los diferentes apartados. En la primera parte se habla de Grecia –es un anacronismo- pues, no existía como tal, sino del Hélade, lleno de ciudades-estados, donde todos estaban en guerra con todos. Como esas ciudades, especialmente, Atenas alumbró una nueva manera de encarar lo que nos rodeaba. La escritura tuvo un papel fundamental, pero sobre todo, la irrupción de los rollos de papiro donde se escribían. Platón, planteó el problema de la escritura frente a la tradición oral, es su famoso mito de Theuth (Fedro): “El rey Thamus –rey de Egipto- le preguntó  entonces qué utilidad tenía escribir, y Theuth –dios de Egipto, inventor de los dados, el juego de damas, los números, la geometría, la astronomía y las letras-, le replicó: -Este conocimiento, ¡oh rey!, hará más sabios a los egipcios; es el elixir de la memoria y de la sabiduría. Entonces Thamus le dijo: -¡Oh Theuth!, por ser el padre de la escritura le atribuyes ventajas que no tiene. Es olvido lo que producirán las letras en quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de los libros, llegarán al recuerdo desde fuera. Será, por tanto, la apariencia de la sabiduría, no su verdad, lo que la escritura dará a los hombres; y, cuando haya hecho de ellos entendidos en todo sin verdadera instrucción, su compañía será difícil de soportar, por qué se creerán sabios en lugar de serlo” (pág.124)

El mito del Fedro, sigue siendo evocador y da que pensar. No basta leer, además es necesario entender y hacerlo nuestro. De lo contrario, nos convertiremos en pedantes vacíos, que como en el mito, buscamos la apariencia de la sabiduría. Pero, además, la escritura puede disolver lo que se vivió. Si la memoria de los que vivieron un hecho, desaparece, solo quedará lo que se ha escrito, pero lo escrito, puede ser alterado, modificado, tergiversado y falseado. Es lo que sucede en la novela de Orwell, 1984. Reescribir el pasado para hacerlo coherente con el presente. 

La escritura se va desarrollando gracias a la aparición de poetas, historiadores, dramaturgos, comediógrafos. La pasión por la escritura se hace cada vez más fuerte. En Atenas y en otras partes del Hélade, aparecen lugares de enseñanza donde se aprende a leer y escribir, más allá de la Academia o el Liceo. En este proceso aparecen las bibliotecas. Si hablamos de bibliotecas debemos hablar de la Biblioteca por antonomasia, la Biblioteca de Alejandría, asociada al Museum, debido a la labor de los Ptolomeos. 

La Biblioteca de Alejandría, también sucumbió a la destrucción. Sea por obra de la naturaleza, o por la mano del hombre, las bibliotecas son tesoros muy frágiles, porque en su interior alberga cuerpos que tienen el inconveniente de ser ignífugos.