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divendres, 8 de gener del 2021

Espacios de amistad

 En la revista Claves de razón práctica, nº 273 noviembre/ diciembre 2020, aparece un artículo de Víctor Pérez-Díaz, “El problema catalán y la búsqueda realista de un espacio de amistad” (págs.74-83). El texto contrasta con el comentado sobre el de Cayetana Álvarez. 



Víctor Pérez-Díaz


El texto es un intento, de poner puentes en vez de minas. Sus palabras intentan ser muy cuidadosas y voluntaristas, acaso excesivamente gaseosas, pero que teniendo en cuenta cómo se aborda el problema, que él reconoce, son fuente de esperanza como el mismo apunta.

El propio autor, reconoce la existencia de “el problema catalán”. Por supuesto, no es el único problema que se le plantea a la sociedad, la pandemia y la situación económica son también otros problemas con lo que hay que lidiar –perdón por la metáfora taurina-.

Nos habla de su “nostalgias de medio siglo” recordando “ (…) Una Cataluña, en buena medida, casi prototipo de sociedad civil (y no “incivil”), al menos en su sentido restringido de mercados y tejido asociativo” (pág.75)

Habla de Cataluña en la Transición: “(…) Y es entonces cuando Cataluña parece, más que nunca, crucial. Crucial no para sí, sino para todos. Es lo que se corresponde con un “momento Tarradellas” que algunos entendimos hubiera podido fusionarse con un “momento Roca”(1984).”. (pág.76)

Ese “momento Roca” no prosperó, el autor no lo indica, pero el bipartidismo recientemente iniciado, hacia prácticamente imposible su existencia, tal vez, por eso, ese “momento Roca” paso.

Habla de desencuentros, que los sitúa en “julio de 2012, tras algunos años de crisis económica y debate estatutario, y con el trasfondo de una clase política con escasa autoridad moral y un tanto de ansiedad sobrada” (pág.77). La ocasión fue un texto, que no nombra, y que “viene a subrayar la complejidad, incluso la ambigüedad, de la sociedad española y la catalana sobre el tema del ajuste de Cataluña en España, y subraya un potencial de moderación y compromiso en lo que se refiere a las disposiciones y los sentimientos de los ciudadanos corrientes. (pág.78). La diversidad de problemas surgen directamente, de la simplificación, distorsión e ignorancia de los políticos (pág.78).

Su conferencia, bien fundamentada, elaborada, piensa él, y “me encuentro con tres críticas que me cogen de improviso y me suenan a tres rechazos frontales, radicales, del diálogo, y en cierto modo de la interlocución” (pág.78)

Tampoco explícita quienes criticaron la intervención, pero todas ellas se resumen en “el tiempo del diálogo había pasado”. (pág.79)  

De las críticas a su “ingenua visión”, es capaz de extraer conclusiones positivas. Tres son los “aprendizajes posibles”:

1.- Ser capaz de al menos de “entender al otro como un objeto de análisis, y, de paso, auto-analizarnos” (pág.80)

2.- “Entender, por ejemplo, que parte de lo que ocurre es que estamos ante gentes que reclaman más atención a su condición de sujetos” (pág.81)

3.- “En el fragor del debate, solemos asistir al fenómeno de pérdida de visión del otro, o, dicho de otro modo, de infravaloración de su realidad” (pág.81).

Destaca un elemento, que el  propio independentismo ha obviado, de manera imperdonable. Esos dos millones de personas que no se sienten indepen-dentistas. El debate se ha cerrado, no habla de la STS contra el independentismo. Las heridas abiertas son muy grandes. Seguro que hay interlocutores posibles para abrir ventanas de diálogo, pero las circunstancias y el tactismo de corto vuelo, lo hacen de momento estéril.

4.- “las relaciones ambivalentes pueden decantarse tanto por la enemistad como por la amistad” (pág.82).  Habla de cautela “ser comprensivos realistas y razonables”: a la manera de quienes van por parte, y atentos al contexto y a las posiciones de todos, y entienden que el juego es de largo alcance, y las etapas se suceden en un proceso”(pág.82).

Invoca la esperanza para reconducir un diálogo que se perfila muy difícil pero que es imprescindible para “dar lugar a un espacio de respeto mutuo y de cooperación que a su vez nos aproxime al modelo de una comunidad cívica. Que se llame Europa, se llame España, se llame Cataluña, se llame de las tres formas al tiempo” (pág.83)

El texto como se ve quiere tender puentes no destruirlos, quiere invocar diálogo donde ahora mismo hay recelo y suspicacia, no será fácil reconstruir lo que se ha destruido, sobre todo, cuando se demoniza al otro o se le ningunea de una manera que lo que se quiere es su destrucción.


divendres, 11 de desembre del 2020

Frases intempestivas: Albert Camus

 Frases intempestivas:

“A Guilloux: “Toda la desgracia de los hombres proviene de no emplear un lenguaje simple. Si el héroe de El malentendido [obra teatral del propio Camus] hubiera dicho: “Aquí estoy. Soy yo y soy tu hijo”, el diálogo habría sido posible, y no una trampa como en la obra de teatro. No habría habido entonces tragedia, ya que la cima de todas las tragedias está en la sordera de sus héroes. Desde este punto de vista Sócrates tiene razón, contra Jesús y Nietzsche. El progreso y la verdadera grandeza residen en el diálogo a la altura del hombre, y no en el evangelio monologado y dictado desde la cumbre de una montaña solitaria. En esto estoy. El contrapeso de lo absurdo es la comunidad de los hombres que luchan contra él. Y si elegimos servir a esta comunidad, elegimos servir el diálogo hasta lo absurdo contra toda política de la mentira o del silencio. Este es el modo de ser libre en compañía de los demás*”. (pág.326-327)




En este breve fragmento, nos da claves para interpretar su visión personal y filosófica. Afirmación del diálogo que hace posible entenderse y sirve para construir una sociedad humana, con todas las limitaciones que supone nuestra propia finitud. Se rechaza la figura del héroe para reivindicar al ciudadano que tiene como herramienta la palabra para cimentar una sociedad en que la gente pueda entenderse.


* Albert Camus, Carnets (1935-1951) trad. Eduardo Paz Leston, LB, Alianza editorial, Madrid, 2ed, 2014.


divendres, 23 d’agost del 2019

¿Adivinen quién...?

Episodios como el vivido estas semanas con el espectáculo deprimente del Open Arms pidiendo un puerto para desembarcar a los desheredados de la fortuna, estas palabras deberían hacernos pensar. ¿Adivinen quién pronuncia estas palabras*?:


"Si hay una palabra que tenemos que repetir hasta cansarnos es esta: diálogo. Estamos invitados a promover una cultura del diálogo, tratando por todos los medios de crear instancias para que esto sea posible y nos permita reconstruir el tejido social. La cultura del diálogo implica un auténtico aprendizaje, una ascesis que nos permita reconocer al otro como un interlocutor válido; que nos permita mirar al extranjero, al emigrante, al que pertenece a otra cultura como sujeto digno de ser escuchado, considerado y apreciado. Para nosotros, hoy es urgente involucrar a todos los actores sociales en la promoción de «una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones» (Evangelii gaudium, 239). La paz será duradera en la medida en que armemos a nuestros hijos con las armas del diálogo, les enseñemos la buena batalla del encuentro y la negociación. De esta manera podremos dejarles en herencia una cultura que sepa delinear estrategias no de muerte, sino de vida; no de exclusión, sino de integración.



Esta cultura de diálogo, que debería ser incluida en todos los programas escolares como un eje transversal de las disciplinas, ayudará a inculcar a las nuevas generaciones un modo diferente de resolver los conflictos al que los estamos acostumbrando. Hoy urge crear «coaliciones», no solo militares o económicas, sino culturales, educativas, filosóficas y religiosas. Coaliciones que pongan de relieve cómo, detrás de muchos conflictos, está en juego con frecuencia el poder de grupos económicos. Coaliciones capaces de defender a las personas de ser utilizadas para fines impropios. Armemos a nuestra gente con la cultura del diálogo y del encuentro.

El diálogo, y todo lo que este implica, nos recuerda que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un mero observador. Todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada. Esta cultura es posible si todos participamos en su elaboración y construcción. La situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas. Al contrario, es un firme llamamiento a la responsabilidad personal y social”.


* En los próximos días aparece el autor de estas palabras.