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dilluns, 10 de juliol del 2023

Reseña: La tiranía del mérito (V)

 La ética meritocrática 




Sandel afirma contundente lo siguiente: “el problema es que es dudoso que una meritocracia, ni siquiera una perfecta, pueda ser satisfactoria ni moral ni políticamente” (pág.36).  


El lado oscuro de la meritocracia se cierne sobre la idea del ascenso social gracias al talento y al esfuerzo. La desproporción entre los ganadores y perdedores es tal que hay que plantearse realmente si ese talento que es producto del azar, permite alzarse frente al resto de los posibles competidores. ¿Qué sucede a quien no tiene esas dotes naturales excepcionales, o que por mala suerte, carece de facultades maravillosas? Siempre habrá gente mejor que uno, es una de las lecciones que vas aprendiendo a lo largo de la vida. La meritocracia premia a personas que en la lotería natural de la vida salen con ventajas que el trabajo y la suerte se encargarán de reforzar. Esto puede provocar soberbia entre los ganadores, y resentimiento falta de autoestima en los perdedores.  Creer que alguien se merece los triunfos es algo que puede parecernos natural, pero se esconde un prejuicio sordo: los que están abajo es porque en el fondo se merecen el lugar donde están.  


Esta tendencia a suponer que los de arriba están bendecidos supone cortar amarras con el destino de los menos afortunados. Los lazos de solidaridad se disuelven en la euforia de  pensar que tu destino es ser grande. En palabras de Sandel: “Deja escaso margen a la solidaridad que puede surgir cuando reflexionamos sobre la naturaleza azarosa de nuestras aptitudes y fortunas. Eso es lo que hace que el mérito sea una especie de tiranía o  de gobierno injusto.” (pág.37-8)

 

divendres, 7 de juliol del 2023

Reseña: La tiranía del mérito (IV)

 La retórica del ascenso social




El rechazo de las elites por parte de la clase obrera y la clase media empieza por las desigualdades que han abierto un abismo en estas últimas décadas –globalización-. Según Sandel, “En última instancia, tiene que ver con el cambio de os términos del reconocimiento y la estima social” (pág.33).

Sandel nos proporciona datos suficientemente explícitos acerca del reparto desigual que se ha producido en EEUU, también en Europa. Así, “En Estados Unidos, la mayor parte de los incrementos de renta experimentados desde finales de la década de los setenta del siglo XX han ido a parar al 10 por ciento más rico de la población, mientras que la mitad más pobre prácticamente no ha visto ninguno. (…) En la actualidad, el 1 por ciento más rico de los estadounidenses gana más que todo el 50 por ciento más pobre” (pág.34).

Una característica propia de los EEUU es la aceptación de las desigualdades sociales como algo normal. Lo que rechazan es que el ascensor social se haya paralizado. Tienen la impresión que ese ascensor se haya averiado permanentemente. El lema “Puedes conseguirlo si pones tu empeño en ello”. La igualdad de oportunidades se ha vuelto vacía de contenido. La percepción bien real es que ya no hay ascensor social. Como dice Sandel, “Resulta más fácil ascender desde orígenes pobres en Canadá, o en Alemania, Dinamarca y otros países europeos, que en Estados Unidos.” (pág.35)

“La movilidad ya no puede compensar la desigualdad.” (pág.36). Esto supone que “la brecha entre ricos y pobres debe tener muy en cuenta las desigualdades de poder y riqueza, y no conformarse simplemente con el proyecto de ayudar a las personas a luchar por subir una escalera cuyos peldaños están cada vez más separados entre sí.” (pág.36)

divendres, 22 de febrer del 2019

MWC: la importancia de la altura


La noticia sorprende por lo extravagante del enunciado. Las azafatas cobran menos que las señoras de la limpieza –unas y otras, tienen un salario que dice mucho de nuestra sociedad-. ¿Las azafatas escogidas para el evento, saben idiomas? Si fuese obligatorio saber idiomas, la noticia debería ser esa, que se les paga una miseria y se les ningunea al ofrecerles ese sueldo por horas. Si hacen 8h, dudo que sólo puedan hacer esas horas, después de cuatro días de congreso, ganarían la escalofriante cifra de 230,4€. Mientras las que no alcanzan los 1,75 mts, ganarían 198,4€ brutos, de ahí habría que descontar IRPF, y demás deducciones. A todos se nos llena la boca de igualdad, pero estamos muy lejos de ese ideal. ¿Se imaginan esta noticia aplicada a los hombres? Noticias como ésta, nos alejamos cada vez más de esa igualdad y entramos de lleno en la desigualdad, en la que cada día nos hundimos más.

 ¡Si saben idiomas, lo que deberían hacer es ir a la huelga, siempre quedarían los azafatos!