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diumenge, 23 de desembre del 2018

Argentina: de Bariloche a Iguazú (I)

Día 11

Un día extraño y agotador. Hemos pasado del frío y el viento a un clima semitropical. El día ha empezado con un desayuno imperial en nuestro hotel en Bariloche. Llovía y hacía viento. El arco iris nos ha saludado a primera hora con su arco mágico de colores. Era una buena despedida de la ciudad. 






Hemos subido al bus, y Liliana, nuestra guía por unas horas y Pancho nuestro conductor nos han hecho el “tour chico”. Desafortunadamente, la lluvia nos ha dejado un día gris y plomizo, catastrófico si uno quería luz para hacer fotografías. Especialmente, cuando hemos subido a Cerro Campanario, con nuestros impermeables amarillo, mientras subíamos en los remontes que nos ha dejado en su atalaya. Un lugar que en los días sin lluvia, la panorámica debe ser extraordinaria. Pero, la lluvia y el viento hacía imposible esa visión de postal “alpino”. Hemos pasado por una zona donde inmigrantes suizos del siglo XIX se instalaron y arraigaron en Bariloche.


Lo ideal






  



Lo real


Lilian –nuestra guía, una rubia oxigenada, y menuda-, nos ha dado explicaciones sobre los diferentes aspectos de la ciudad. Nos ha vuelto hablar de la energía nuclear, centro de alta tecnología en Bariloche. Seguía lloviendo y el horario iba estrechando. Nos ha dado tiempo de parar en la Capilla San Eduardo, justo al lado del hotel Llao-LLao, toda una institución del turismo de Bariloche. Desde sus proximidades, hay un ferry que lleva a los pasajeros a Chile, desde Puerto Pañuelo. No había tiempo para casi nada, pero no sé cómo lo hacen, que el bus ha parado, innecesariamente, en una tienda que fabrican “rosa de mosqueta”. Después, hacia el aeropuerto. Seguía lloviendo, una lluvia fina y persistente. Al acercarnos al aeropuerto, la lluvia dejaba paso al viento.







Capilla San Eduardo


Alambique rosa mosqueta

Descargar maletas y dirigirnos para facturarlas hacia Iguazú, vía Córdoba. A la hora prevista hemos podido subir al avión, de la compañía Austral, hemos llegado a Córdoba- segunda ciudad más importante de Argentina- hacia las 14.45h. En el avión venían un grupo de lo que parecían maestras, y una de ellas nos ha preguntado de dónde éramos, hemos hablado de España, Barcelona, XXXX y ella nos ha dicho que estaba casada con uno de XXXX. ¡El mundo es un pañuelo! Al salir del avión, un calor sofocante nos ha hecho sentir su furia, cerca de 35º marcaba el termómetro.

La conexión nos ha llevado a la terminal, hemos bajado a pie de pista y nos hemos trasladado a la terminal en tránsito, hasta nuestra nueva parada, en Iguazú. En Córdoba no hemos tenido que volver a facturar las maletas, iban directas desde Bariloche a Iguazú. El vuelo desde Córdoba a Iguazú, ha durado 1h05’. Eran las 17.45h cuando hemos llegado  a Iguazú y la noche se nos echaba encima.

El aeropuerto, es pequeño, están haciendo obras de ampliación. El bus nos ha recogido y nos ha llevado al hotel. Un trayecto largo, una ciudad destartalada, como si no le importara lo más mínimo si hay turistas o no, nos ha dado la bienvenido. El hotel estaba lejos del centro, por calles sin asfaltar, de color rojizo, con casas cada vez más pobres. El hotel Guanami se encuentra junto al río Paraná, cercano a la frontera entre Brasil y Paraguay. Dentro del hotel, con estructura colonial, y un calor notable, debido a la humedad, hemos tenido que rellenar los inevitables formularios, y recoger la llave de nuestra habitación (506).




El lugar es bonito, era noche cerrada, la habitación e instalaciones son anticuadas. El cuarto de baño era grande, pero la humedad estaba por todas partes. En el cuarto de baño hay una ventana daba al exterior, así que se oía todo lo que podías hacer. La cena era a las 21h. Aquí hemos tenido las cenas incluidas. La razón es obvia. Estamos alejados de todos los lados. La cena ha sido correcta, especialmente, la carne que estaba en su punto.

Después de la cena, he hecho fotografías nocturnas, la luna y los focos no ayudan a realizarlas. Hacía calor. Estábamos agotados. Mañana nos espera las Cataratas de Iguazú.¡Promete!