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dilluns, 22 d’octubre del 2018

El caso Jamal Khashoggi




Mohamed bin Salman


Jamal Khashoggi

El caso Khashoggi es la demostración palmaria que la teocracia saudí, avalada incondicionalmente por EEUU y buena parte de estados del mundo mundial, se siente con el poder de hacer lo que quiera. El caso de Jamal Khashoggi, periodista saudí, crítico con el régimen, afincado en EEUU, fue a tramitar en el consulado saudí en Estambul (Turquía) los papeles que le permitían casarse con su prometida de nacionalidad turca. Entrar en el consulado y desaparecer para siempre. La desaparición -muerte- de Khashoggi se la han atribuido nada menos que al príncipe heredero Mohamed bin Salman. Por supuesto, en una primera versión, los saudíes, negaron que desapareciese en su consulado, y después de 18 días han tenido que cambiar su versión, está vez, más surealista, según la cual, su muerte se produjo a raíz de una pelea entre miembros de seguridad y el periodista. Fuentes turcas difundieron un audio donde se oyen gritos de Jamal Khashoggi siendo descuartizado vivo, según las mismas fuentes.




Las reacciones como no podían ser de otra manera, son extraordinariamente tibias. A EEUU, la versión oficial saudí, les convence de su veracidad. Europa, abanderado de los derechos humanos, ha tomado posiciones muy conservadoras, dada la naturaleza del país con el que tratan. España, después de haberse jurado amor eterno entre ambas monarquías, a raíz de la venta de armas, se mantiene con su perfil clásico, es decir, de alfombra persa. El mensaje queda claro: cualquiera que contradiga a los mandatarios de los países poderosos, pueden ser volatizados. ¡Quien avisa no es traidor!