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dilluns, 6 d’abril del 2015

Los ángeles tienen problemas

Reseñas

El libro que quisiera comentar se titula: Fragmenta. Tratado de metafísica para espíritus afines. Su autor, contemporáneo de Christian Wolff, se llamaba Gotthold Frankel Nathan. El libro que pretende ser una especie de manual al uso que se compone de una introducción que aborda el problema que se ha planteado desde los inicios de la metafísica: ¿por qué lo aparente parece tener más peso que la auténtica realidad? Los trece capítulos restantes trata de acercase desde diferentes caminos a lo invisible.

La tesis de Gotthold es la siguiente: lo invisible existe, está presente para todos aquellos que quieran ver. Y uno se puede preguntar, ¿cómo se puede saber aquello que ignoramos?

La respuesta aparece en su capítulo 7. Trata de hacer una especie de deducción trascendental al estilo kantiano. Lo invisible existe y es más real que aquello que nos parece evidente, la experiencia. Pero nuestro autor trata de demostrar que lo visible está impregnado de lo invisible. Como Heráclito sólo hay una realidad común, para aquellos que están despiertos. Gotthold nos llama dormidos aquellos que nos cuesta no ya ver sino en creer en lo invisible.

La deducción que lleva acabo la dejo para otro momento, pues, el capítulo 10, trata nada más y nada menos que de los espíritus afines. La respuesta que nos da es sublime: los ángeles.



La angeología es el reino de Frankel Nathan. Allí dónde los mortales nos vemos con serias dificultades para acceder a esa realidad, nuestro autor se mueve como pez en el agua. La realidad tiene dimensiones y él piensa que en una dimensión a falta de mejor metáfora lo llamaría angelical. ¿Dónde se encuentra? Según nuestro autor no hay que desplazarse de nuestro mundo, está en él, lo podemos encontrar en nuestro espíritu. Parece una tesis circular, por ello Frankel Nathan, trata de afirmar la existencia de los ángeles. Los ángeles son creatura de Dios, algo así como alter egos de Dios, no son Dios, pero en ellos se manifiesta la gloria de Él. Son sus ojos y sus brazos, son una extensión de Él.

La tesis suena a herética. Los ángeles son los agentes secretos de Dios. Están entre nosotros, nos ayudan para ir en la buena dirección. Sin embargo, Dios creó al hombre dotado de libre albedrío y éste no siempre hace caso a aquellos que debería.

¿Son los ángeles inferiores a los seres humanos? La respuesta según nuestro autor es que no. Son “hipermortales” dice Gotthold, es decir, nacen como un acto de bondad divina, en el tiempo, pero su existencia por estar fuera de nuestra realidad no se hallan sometidos al tiempo.

Al igual que Kant, el tiempo es el nervio de la realidad, por ello, los ángeles que no están en esa dimensión de la temporalidad, pueden, realizar su labor sin esa premura que condiciona a los mortales. Kant también ha pensado en estos temas en su obra “Los sueños de un visionario” y su estudio de Emmanuel Swedenborg. Entre Gotthold y Kant hay una afinidad evidente: creen. Es verdad que sus creencias hay que distinguirlas. Pero de eso no puedo ocuparme.

En el capítulo doce, Gotthold se enfrenta al dilema esencial de su estudio. ¿Cómo hace el espíritu para sobrevivir en la materia? Suena al viejo problema del dualismo. Sin embargo, para Gotthold no hay ese problema. Los seres humanos tienen sus problemas, pero a nuestro autor no le interesa tantos esos problemas como los que se ven acosados los ángeles. Para decirlo como la máxima brevedad: los ángeles tienen problemas. Esos problemas son los humanos. Al igual que la paloma kantiana que sueña en un espacio sin aire para poder volar mejor, los ángeles de Gotthold, sueñan un mundo sin hombres. El problema evidente es que estamos aquí. Hay espíritu, piensa nuestro autor y prevalecerá sobre la materia, ese es su mensaje. Tal vez aquí es el momento de dejar esta breve reseña.