dijous, 13 de maig del 2021

Reseña: De animales a dioses (II)



 II

Las páginas dedicadas a la revolución agrícola son ilustrativas de esta capacidad del ser humano para la compasión y la insensibilidad por nuestros congéneres no humanos. Así podemos leer: 

“Después de Homo sapiens, las vacas, los cerdos y las ovejas domésticas son los mamíferos grandes segundo, tercero y cuarto más extendidos por el mundo. Desde una perspectiva evolutiva estricta, la que mide el éxito por el número de copias de ADN, la revolución agrícola fue una maravillosa bendición para las gallinas, las vacas, los cerdos y las ovejas. (pág.95)

(...)En la naturaleza, la mayoría de los gallos y las vacas morían mucho antes, pero todavía tenían probabilidades de vivir durante un respetable número de años. En contraste, la inmensa mayoría de los pollos y las gallinas y del ganado bovino doméstico son sacrificados cuando tienen entre unas pocas semanas y unos pocos meses de edad, porque esta siempre se ha considerado la edad óptima para matarlos desde una perspectiva económica. (¿Por qué seguir alimentando a un gallo durante tres años si ya ha alcanzado su peso máximo a los tres meses?)”. (pág.95-6)

Momento crucial lo sitúa con la revolución científica. Y, cómo se configura la modernidad de la mano del Estado y el Capitalismo. Esta tríada: revolución científica, capitalismo y estado ha configurado el marco donde estamos instalados. Interesa las cuestiones que plantea, los conflictos en los que estamos instalados, las contradicciones permanentes a la hora de elegir entre diversas opciones, no siempre evidentes por sí mismas y sí llenas de posibles complicaciones. Tecnología, dinero e imperio, son analizados por Harari contraponiendo ventajas y desventajas, beneficios y perjuicios.

Hablando de imperios nos dice lo siguiente: (…)”Los estados se hallan cada vez más abiertos a las maquinaciones de los mercados globales, a la interferencia de las compañías y organizaciones no gubernamentales globales, y a la supervisión de la opinión pública global y al sistema judicial internacional. Los estados se ven obligados a amoldarse a los estándares globales de comportamiento financiero, política ambiental y justicia. Corrientes enormemente profundas de capital, trabajo e información remueven y modelan el mundo, con una desatención creciente por las fronteras y las opiniones de los estados.” (pág.197)

Los últimos capítulos nos hablan de los retos a los que estamos enfrentados. En el capítulo veinte, el título es bien explícito, El final de Homo sapiens. En él nos habla de los retos a los que nos enfrentamos. Nuestra capacidad de alterar nuestro ADN, de la capacidad de ir más allá de nuestra biología, de ir contra la propia selección natural. Nuestras investigaciones actuales se centran entre otras: “La mayoría de los organismos que ahora son sometidos a manipulación genética son los que tienen los cabilderos políticos más débiles [el subrayado es mío]: plantas, hongos, bacterias e insectos. Por ejemplo, se han manipulado genéticamente linajes de Escherichia coli, una bacteria que vive simbióticamente en el tubo digestivo humano (y que aparece en los titulares de los periódicos cuando sale del tubo digestivo y causa infecciones letales), para que produzcan biocombustible. E. coli y varias especies de hongos han sido asimismo manipuladas genéticamente para producir insulina, con lo que se ha reducido el coste del tratamiento de la diabetes. Un gen extraído de un pez ártico se ha insertado en patatas, lo que ha hecho que las plantas sean más resistentes al frío.“ (pág. 374)

¿Nos enfrentamos a la posibilidad de crear frankesnteins a la carta? En la película Gattaca, nos explica un futuro relativamente cercano, donde a través de ingeniería genética, los padres puedan elegir entre diversas posibilidades, ser más inteligentes, con opciones como elegir el sexo, el color de los ojos, la corrección de patología genéticas y un sinfín de mejoras. La película contrapone está posibilidad con los que no han podido elegir esas opciones de mejora, creando dos castas de humanos, los normales y los mejorados. ¿Queremos esto? ¿Qué padre se negaría a ofrecer a su hijo todas las posibilidades de una vida lo más rica posible? ¿Es suficiente estas mejoras para ser más felices? Harari no menciona la película pero si plantea estas cuestiones cuando se pregunta lo siguiente: “La única cosa que podemos hacer es influir sobre la dirección que tomen. Puesto que pronto podremos manipular también nuestros deseos, quizá la pregunta real a la que nos enfrentamos no sea «¿En qué deseamos convertirnos?», sino «¿Qué queremos desear?». Aquellos que no se espanten ante esta pregunta es que probablemente no han pensado lo suficiente en ella.” (pág.387). La respuesta a la pregunta nos da pistas sobre el escepticismo de Harari sobre esta cuestión controvertida y compleja.

Finalmente, hay un epílogo que se cierra con la siguiente pregunta: “¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?” (pag.389). La pregunta interroga lo que queremos ser como individuos y también como especie. El reto que tenemos por delante es extraordinariamente complejo y lleno de incertidumbre. No sé si es una la metáfora de la moneda lanzada al aire, porque esta metáfora implica una opción binaria, si o no, cara o cruz. Sólo el futuro nos dirá hacia donde nos dirigimos, pues, nadie sabe qué pasará en ese futuro incierto. 


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