dijous, 29 de març del 2018

El conflicto catalán según Enrique Gomáriz Moraga (II)

Al parecer de Gomáriz, esa ciudadanía formal, se dejo seducir por las soluciones fáciles y "extremas". El resultado de este proceso, ha sido "el debilitamiento de la defensa de ese elemento crucial [la soberanía popular] que caracteriza el contrato sociopolítico recogido en la Constitución española". El autor no retrata todo el cuadro: la corrupción de la clase política de todos los partidos con responsabilidad ejecutivas, sean el PSOE, PP, CiU. Nadie escapo a esa lacra que todos sabían pero que eran incapaces de hacer frente. Además del deterioro de la institución monárquica, de la mano de Juan Carlos I, que finalmente tuvo que abdicar para salvar la institución que es el legado personal de Franco al futuro.



Según Gomáriz, "el independentismo catalán subraya que representa la mejor expresión de una ciudadanía democrática". Gomámiz, pone en solfa a dicha ciudadanía. Utiliza las palabras de Marta Rovira de ERC como quintaesencial de "una forma superior de actuación democrática". Califica esa idea como "supremacismo" frente a las opciones  del bloque constitucional.

Habla de drama catalán. No sé, si esa es la palabra. El drama es ante todo de los representantes del independentismo que por obra y desgracia del artículo 155, ha puesto en la picota a los mencionados representantes, empezando por el propia President de la Generalitat, Carles Puigdemont. Y todos los que en virtud de una interpretación surrealista del Magistrado del TS, Pablo LLarena, ha instalado a todos ellos, y por extensión a la mitad de la población que opta por partidos independentistas. Las resoluciones del Magistrado, rayan  directamente en la prevaricación, negando por ejemplo, el derecho de los detenidos a presentarse en el Parlament. Llarena, se ha erigido en portavoz del Parlament de Cataluña. Nada de todo esto se menciona en el artículo de Gomáriz.


Según él, en el drama catalán existen dos componentes: por un lado un "empate sociopolítico" entre independentistas y quienes lo rechazan. El hecho de que en el Parlament exista mayoría independentista, le permite hacer una extraña pirueta al afirmar que eso es así por "sus características orgánicas y territoriales". Habría que decir que la ley electoral, es exactamente igual a la que le permite gobernar al PP o al PSOE. En esos casos, nadir dice nada sobre esas "características". Uno de los problemas es precisamente una ley electoral que sea más permeable a la diversidad. Los partidos hegemónicos nunca han estado interesados en cambiarlos.


El otro componente del "drama" es el distinto papel de la ciudadanía. Gomáriz construye su relato para afirmar, que la existencia de una sociedad formal, pasiva y desinteresada y por otra, una ciudadanía activa que identifica sin más al nacionalismo, tendría que especificar a qué tipo de nacionalismo se refiere, pero es obvio que para el artículista, solo hay un nacionalismo que es el independentista. Esa ciudadanía activa lo es según él, porque es "espoleada por los líderes políticos independentistas". Estos que precisamente están encarcelados. Buscando una vía virtuosa saca a colación a esa ciudadanía sustantiva, que se ve sometida por los dos extremos, según nos cuenta Gomáriz.



Gomáriz se permite descalificar por poco democrático a esa ciudadanía activa identificada exclusivamente por los independentistas, sólo el 47% de la población. ¿Se ha preguntado Gomáriz porque está desafección del 47%? Gomáriz descalifica las acciones que se llevaron a cabo para poder participar en el referéndum de 1-O. Todos los que fuimos a votar somos descalificados sin más. Nos somos esa ciudadanía sustantiva. El problema de Gomáriz, es que la invención de esa ciudadanía le permite destilar la idea que existe una amplia mayoría silenciosa que aún no ha dicho la última palabra.



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