divendres, 16 de juny del 2017

Diari de Mallorca (III)

Sábado

Hoy hemos ido a Palma. Desayuno y carretera. Artà, Manacor y después la autovía Ma-15 hacia Palma. En este trayecto la autovía tiene la particularidad de las diferentes rotondas que permiten los desvíos a los diferentes pueblos y ciudades de Mallorca. Hemos llegado a Palma y hemos aparcado bastante cerca del centro. Zona azul, hemos pagado una hora. Pensábamos pagar la multa, pero no ha sido necesario. ¡Extraordinario!





Desde la calle que hemos dejado el coche, calle Joan Maragall, hemos ido hacia el centro. Plaza de Sant Jeroni, Torres de Gumara, Plaça Major, Plaça d’Alexandre Jaume,Plaça d’Espanya y el  monumento a Jaume I, y después hemos recorrido el carrer dels Oms, hacia la Rambla, rumbo a la Catedral. Todo el recorrido estaba lleno de gente y turistas. La Rambla no es exactamente igual a la de Barcelona.






Para conocer una ciudad, hay que pasearse por ella, no vale un mapa, excepto si quieres ir a algún lugar determinado.  Cuando la ciudad es desconocida, lo mejor es perderse en ella. Entonces, encuentras lugares inesperados y llenos de encanto. Caminar entre la gente de la ciudad, oír lo que dicen, sentir los olores, el tráfico. Caminando se puede hacer una idea de lo que quiere decir ser de allí.




Caminando por las calles del centro, hemos llegado al carrer Sant Joan, y hemos comido en el Forn de Sant Joan. Hemos cogido el menú. Puede ser un poco pretencioso el local y los platos, pero en su conjunto era correcto. Una copa de vino de la tierra –un rosado-, bastante bueno. Los platos un poco justos de contenido- la comida estaba bien- y unos camareros con tendencia a la sobreactuación. Al menos a mi me lo ha aparecido. Supongo que no estoy acostumbrado.





Salir del local, el calor en ese momento era contundente, y hemos ido por la Avenida de Gabriel Roca, delante de la Bahía de Palma, muy espectacular las vistas a la catedral. Por cierto, en la Catedral los coches de caballos para turistas cuya parada está delante, parecía que todos los conductores eran gitanos. No sé si eso es un clásico en Palma, en todo caso, es pintoresco y muy cañí.







Todas las carreteras llevan a todos los lugares de la geografía mallorquina. Así que después de volver a buscar el coche y encontrarse con la agradable sorpresa que no teníamos ninguna multa, nos hemos encaminado hacia Manacor. Hay que reconocer que no hemos hecho nada de provecho en dicha ciudad. Hemos llegado a una hora poco hábil, demasiada calor y todo cerrado a esa hora. Como en todas la partes, unos trabajadores chinos regentando un bar. Hemos tomado un café con hielo. La iglesia de la Parroquia de la Mare de Déu dels Dolors, ha sido el momento cultural y cumbre en Manacor.La torre es espectacular, pero necesita urgentemente reparaciones. Visto el panorama, no hemos tenido ánimos para recorrer la ciudad. Así que hemos decidido ir al hotel en Canyamel. A la salida de Manacor hemos visto el hipódromo, hemos visto fugazmente a un trotón – típico de Mallorca-, corriendo por el hipódromo.






Hemos llegado al hotel. Nos hemos cambiado para ir a la playa, muy descuidada. No sé cuándo piensa el Ayuntamiento en arreglar la playa, estábamos a finales de mayo, tal vez en junio lo arreglen. He tomado el primer baño de la temporada, el agua está fría, pero no era el único que se bañaba. Había seis o siete personas en el agua. Todos con una cierta edad. Hemos tomado el sol, que a las 18.45h todavía era potente.


Después de la ducha, me he puesto a escribir estas notas. La memoria es floja y hay que anotar lo que se ha hecho durante el día. Hemos cenado en el hotel. Muy discreto. Mañana será otro día.




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