dimarts, 4 de novembre del 2014

El futuro de las sociedades democráticas (5.3)

La responsabilidad del porvenir

Innerarity cita a Birnbacher para esbozar ese nuevo concepto de responsabilidad que “apunte a promover una situación mejor –disposición positiva- y, anticipe las consecuencias de las acciones”. Como se puede leer la concreción de las propuestas son vaporosas en el mejor de los casos, porque al decir de Innerarity “el dilema de la política consiste en cómo gobernar procesos que no son directamente gobernables”. Se trata de reducir riesgos incontrolables que la dinámicas sociales llevan a cabo debido a la lógica de la complejidad.  Procesos que deberían canalizarse a través de “la producción de capital social, bajo la forma de saber compartido, estructuras de cooperación, mediación e informalidad (...)”.



La realidad está lejos de estos intentos de llevar a cabo una nueva responsabilidad en el marco de la globalización. Hemos de pasar de una responsabilidad “ejecutiva” –etapa sólida- a una “garantizadora o infraestructural”.




Innerarity parece empeñado en hablar de la política pero no del Estado, pues, para él, “la retirada del Estado de determinados ámbitos únicamente se justifica en orden al mejor cumplimiento de sus responsabilidades de configuración”. No se trata de evadir responsabilidades, que es lo que parece cuando el Estado se hace mínimo. Llama la atención el liberalismo de Innerarity contraponiéndolo a Toni Judt en su última obra “El món no se’n surt” (Algo va mal), donde plantea la reivindicación de la socialdemocracia y su papel en el estado actual de puesta en cuestión de sus logros.

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