divendres, 17 d’octubre del 2014

El futuro de las sociedades democráticas (4.3)


Cuando en el diálogo social se trazan plazos, éstos no pueden eternizarse, pues, corren el riesgo de resultar inocuos y superfluos. Todos diálogo –social- supone resolver conflicto de intereses, por ello, se requiere tomar decisiones, de lo contrario, el diálogo deviene parodia.
La “escasez de tiempo” supone en el ámbito de las decisiones que “no se pueden hacer pronósticos fiables sobre el desarrollo futuro”. Los plazos breves, provocan inevitablemente, nuevas decisiones que hacen más difícil su fiabilidad a medio y largo plazo. Innerarity establece una tipología de las decisiones:

[a] “La planificación como máxima racionalidad”.

[b] “El incrementalismo que caracteriza los tipos de decisión de una racionalidad media” y los modos de

[c] “ Improvisación que se ajustan al criterio de mínima racionalidad en situaciones de elevada complejidad”.

[a]
Hablar de racionalidad, puede parecer algo sencillo, pero no lo es. Tomar buenas decisiones requiere tiempo, hay que analizar todas las opciones, sus posibles “contingencias”, “tratar los objetivos como hipótesis” (Cohen/March, citados por Innerarity). Todo este proceso se lleva mal con la premura de tiempo, y además se requiere una amplitud de mirar que no es fácil de encontrar en nuestros días. Ésta conlleva “la innovación y la creatividad de las decisiones”.

En los procedimientos deliberativos se requiere “la participación de aquellos que, desde perspectivas diversas, puede contribuir a la decisión” (Quinn, citado por Innerarity). La razón de este proceso de participación de “expertos” es que dada la complejidad en la que nos movemos “ningún actor dispone de la capacidad necesaria para hacerse cargo de esa complejidad y la participación puede contribuir a reducirla (...)”.

¿Cómo empieza una crisis como la del 2008? A esta pregunta Innerarity responde con la necesidad de “sistemas de advertencia temprana”. Supone anticiparse a lo irremediable, hay que pasar de la conducta reactiva a una activa. “Se trata de prestar atención a los comienzos”. Éstos siempre parecen inocuos, por eso hay que estar atentos a las “señales débiles” (Anstoff, citado por Innerarity). El problema es ¿cómo delimitar esas señales? Como la opción analizada, supone una racionalidad ideal, hemos de contentarnos con la idea regulativa de lo que debería ser el proceso de toma de decisiones con la máxima información y el mayor tiempo posible, sabiendo que ambos parámetros están muy lejos de satisfacerse.




[b]
La banda ancha, por decirlo así, de las decisiones, se denomina “incrementalismo”, es la racionalidad del “ir tirando”, del “ensayo y error” (Collindrige, citado por Innerarity), en un mundo complejo y cambiante. Como no se puede optar por un máximo, al menos se aspira a un mínimo de racionalidad. Se trata de bajar de lo global a lo local, el problema de esa estrategia es que se “omite la interdependencia de los problemas”, creando a su vez nuevos problemas.

El incrementalismo supone ir paso a paso en la “resolución de los problemas”. Una condición de este proceso es la posibilidad de la “reversibilidad” (Scott, citado por Innerarity). Supone que podemos volver a la casilla inicial, es decir, no cerrarnos los caminos para desandar lo andando.

Este incrementalismo en el orden social se expresa en “simplificar los procesos de negociación y acuerdo”. Introduce dos conceptos del “bargaining” vs “”arguing”. Ambos extraídos de la jerga anglosajona dedicada a analizar los problemas de toma de decisión en un proceso de negociación multilateral. Se trata en “no empeñarse en transformar las posiciones (bargaining) sino dejarlas intactas y proponerse un simple equilibrio en los intereses (arguing)” (March/Simon, citados por Innerarity. Estos procesos de negociación “apuestan más por el equilibrio que por la transformación”.

La racionalidad “media” o incrementalismo se enfrenta al futuro cuando este aparece y hay que tomar decisiones. Sus decisiones son siempre reactivas, y tiende a postergar las soluciones hacia el futuro. Sólo cuando ya no es posible su dilatación en el tiempo se actúa. Así, “los problemas son gestionados, no solucionados en sentido estricto” (Kirsch, citado por Innerarity). Las tomas de decisión en este modelo tiende a incrementar las dificultades que se trasladan al futuro. Sólo hay que pensar en la gestión medioambiental. Estas trasladando los costes a las generaciones futuras.

[c]


La tercera opción es la “racionalidad de la improvisación”. En ella la ausencia es la norma, de planes, de cálculos, de objetivos, de medios, de consecuencias. Como dice Innerarity “se trata de mantenerse en el juego”. Ante esta opción parecería que estamos delante de una opción residual o marginal. Sin embargo, ante realidades complejas, como las que estamos inmersos, este tipo de racionalidad ligada a la toma de decisiones, se convierte en la única opción. No decidir, se convierte en una decisión. A veces las decisiones son más simbólicas que efectivas, estoy pensando en el decisión de Artur Mas y su propuesta de votación el 9-N. Mediante estas decisiones tienen el efecto que se está actuando, aunque las consecuencias sean simbólicas y no reales. Seguir en el juego, tiene la virtualidad de poder actuar más adelante en un terreno más favorable que el presente.


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