dilluns, 26 d’octubre del 2020

Henning Mankell: Un testamento vital y literario (I)

 Reseña:

Henning Mankell, Arenas movedizas, Trad.Carmen Montes Cano, col.Maxi, Tusquets, Barcelona 2016.




Mankell nos cuenta su particular lucha contra el cáncer y cómo a través de este libro intenta combatirlo. Una lucha que finalmente ganó la enfermedad –el eufemismo que se utiliza en estos casos, es el circunloquio para decir esa palabra tabú, cáncer-. 

El libro es una colección de postales biográficas donde nos cuenta sus sentimientos personales, sus reflexiones y pensamientos, delante de una situación límite que nos obliga a replantearnos lo que somos. La combinación de amenidad, reflexiones sobre los miedos y zozobras sobre la enfermedad, se van engarzando en una narración honesta sin artificio ni dramatismo, una sobriedad que da al relato cierta unidad.

Fragmentos del texto:

“Aunque no puedo decir con exactitud por qué, esa es la fecha que le pongo yo a mi cáncer, el 16 de diciembre de 2013*” (pág.19)

“Hoy, de 18 de junio, mientras escribo estas líneas [2014], puedo describir el tiempo transcurrido como mucho y poco a la vez. No puedo poner ningún punto final, ni con un resultado mortal ni con una mejoría. Estoy en pleno proceso. No hay ninguna respuesta definitiva.

Pero esto es lo que he pasado y lo que he vivido. El relato carece de final. Aún está en proceso.

Y de eso, precisamente, trata este libro. De m vida. De lo que ha sido y de lo que es”. (pág.21)

“Lo único de lo que ahora estoy totalmente seguro es de haber sentido que el tiempo se había detenido. Como en un universo compacto y condensado, todo se había convertido en un punto en el que no existía ningún “entonces” ni tampoco ningún “después”, sólo aquel “ahora”. Un ser humano que se aferraba a la orilla de un banco de arena mortal que quería tragárselo.

Cuando por fin superé el impulso de rendirme, de dejarme engullir por el abismo, me puse a leer libros sobre qué son en realidad las arenas movedizas. Y descubrí que el relato sobre esas masas de arena capaces de arrastrar consigo a un hombre y matarlo es un mito. Todas las historias que se cuentan y que lo describen son una invención. (…)” (pág.32)

(…) No tendríamos la enorme capacidad creativa que parte de la fantasía y la invención si no fuera un rasgo necesario para nuestra capacidad de supervivencia, de proteger a nuestros hijos, de encontrar nuevas vías para conseguir alimento cuando la sequía o las inundaciones, los terremotos o las erupciones volcánicas nos alteran la vida cotidiana.” (pág.41)

"Dos conceptos resumen lo que ha sido y, probablemente también lo que se va a ser: supervivencia y destrucción. "

(...)

Dejamos tras nosotros algo muy distinto. Cuando todas las manifestaciones de nuestra civilización hayan desaparecido, quedarán dos cosas: la nave espacial Voyager, en su eterno viaje por el espacio exterior, y los residuos nucleares en el corazón de la roca" (pág.46)

Sin duda estas afirmaciones son ciertas, y además guardan un tono escéptico sobre el porvenir de la humanidad. Como dice Jorge Riechmann "pensamos que vamos en la nave de Star Trek pero vamos en el Titanic", es decir, al desastre. ¿Es inevitable esa deriva hacia lo peor? La respuesta es que no es inevitable, pero si no hacemos nada, y de momento no lo hacemos, la catástrofe llegará, vía cambio climático y superpoblación. No podemos seguir malbaratando los recursos naturales, pues, son finitos. Necesitamos un cambio de modelo económico y una nueva conciencia global que sea capaz de salvar la biodiversidad del planeta y nosotros con ello. 

"(...). La muerte siempre viene a molestar, como un huésped no deseado.

- Hora de irse.

Nadie quiere morir, ni joven ni viejo. Morir siempre es difícil. Y, además, solitario. " (pág.52)

"Tenía sesenta y seis años y un cáncer. En breve empezaría con la quimioterapia. Ni yo ni los médicos sabíamos si tendría éxito.

Yo no me atrevía a pensar en lo que ocurriría si los citostáticos no funcionaban.

Y en esas circunstancias, tanto daba si tenía sesenta y seis años o si era un niño encamado en un hospital de Sverg que se enfrentaba a la muerte por primera vez" (pág.53)

"(...). El templo - Hagar Qim - desvela una verdad inesperada como decisiva para lo que trato de decir: aunque es una época remota, seis mil años constituyen un periodo de tiempo de una brevedad sorprendente si lo comparamos con el hecho de  que hoy estemos buscando soluciones para construir un edificio que encierre nuestros residuos nucleares durante cien mil años, como mínimo. La diferencia es demoledora, casi noventa y cinco mil años. Nada de lo que haya creado el hombre se acerca siquiera a la tarea que tenemos por delante" (pág.57)

Somos unos irresponsables que no somos capaces de comprender la enormidad que supone los residuos nucleares. Imaginamos que podemos controlarlo todo, pero lo cierto es que no. Chernobil, es el ejemplo más palmario de nuestra conducta irracional. ¿Cómo vamos a cuidar de esos residuos? Acaso, dentro de mil años, no haya nadie que se acuerde de ellos. Dejamos para las generaciones futuras una losa que tendrán que resolver sin pensar que somos nosotros quienes hemos impuesto una herencia difícilmente soportable.


*Henning Mankell, Arenas movedizas, Trad.Carmen Montes Cano, col.Maxi, Tusquets, Barcelona 2016.

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