dissabte, 5 de febrer del 2011

Desde el balneario (II)


Las semana ha sido pródigas en acontecimientos. Por un lado, la revuelta social se ha extendido a Egipto. Mientras que en Túnez parece que la revuelta ha tenido efectos limitados pero significativos, veremos como acaba, lo que está sucediendo en Egipto tiene una mayor repercusión en el orden internacional al ser uno de los países en los que confía EE.UU y por extensión Europa. No les importa que el tirano de turno –H.Mubarak- lleve tres décadas al frente de un país pobre y donde las esperanzas de la sociedad ha llega a un límite. Los manifestantes son eminentemente jóvenes que rechazan el “estatus quo” impuesto por un orden inamovible con el visto bueno de las democracias occidentales. En un gesto sin precedente en los treinta años de mandato Mubarak ha cambiado de gobierno. El régimen ha actuado de tal forma que el resultado es de aproximadamente de cien muertos. Los manifestantes ya no quien un simple cambio de gobierno, quieren un cambio de régimen. Las posibilidades de un gobierno democrático pasa por un apoyo de los gobiernos occidentales que están más pendientes del “día después” que la construcción de un gobierno democrático. La figura de El Baradei, el antiguo presidente de la comisión de energía nuclear es la principal figura. Hoy mismo ha asistido a las manifestaciones (29/1/2011). Mubarak intenta por todos los medios aferrarse al poder a través del ejercito. Egipto ha se convertido en el aliado fiel y servicial de EE.UU en su lucha antiterrorista. Cerca de mil millones de dólares en “ayuda” a Egipto la convierten en una pieza clave de la geoestrategia americana. El que sea un régimen autoritario no es un problema esencial. Europa sigue muda en estos movimientos sociales que se producen en el norte de África. Si todo este movimiento que expresa la frustración de la parte más dinámica de las sociedades no se da voz, ni en lo social y político, el resultado podría ser un proceso que derivase hacia la vía religiosa del fundamentalismo. Porque la percepción de esas capas sociales es que Europa prefiere estados autoritarios que democráticos, prefiere sociedades tuteladas que países con aspiraciones para entrar en era de la globalización. Es llamativo que Egipto haya cerrado internet y las redes sociales por las que se han canalizado las protestas. El efecto contagio es posible por las condiciones de vida de estas sociedades que quieren ser protagonistas de su propia historia. Veremos cómo deriva todos estos acontecimientos. Israel de momento está a la expectativa. Una democracia inmersa en territorios gobernados por regímenes autoritarios, ahora empezamos a vislumbrar que eso ha sido así, porque los gobiernos occidentales prefieren que los demás países no puedan acceder a la democracia porque dejaría sin excusa la ocupación de los territorios ocupados en Palestina.


Las manifestaciones se han sucedido durante esta semana (29 al 5 de febrero). El martes y miércoles apareció la violencia orquestada -es un recurso clásico- para amedrentar a la población y un aviso a la comunidad internacional. Una decena de muertos en los "enfrentamientos". Misteriosamente han desaparecido desde el viernes. Mubarak sigue aferrado al poder. La calle sigue siendo de los manifestantes que quieren verlo marchar. La cúpula del partido de Mubarak ha dimitido, al futuro sucesor, su hijo, también ha sido descartado. El tiempo juega en contra de los manifestantes. El ejercito se mantiene a la expectativa. EE.UU y la comunidad internacional piden gestos al gobierno egipcio para buscar una solución. Israel debe tene estar conteniendo su ira. No queda claro que saldrá de todo esto. Los Hermanos musulmanes parecen que pueden ser los grande beneficiados de este proceso. No parece lo más conveniente, pero sólo el tiempo lo dirá, para que no lo sean se requiere una oposición laica y ésta no existe gracias a los desvelos del régimen.


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